Tal día como hoy, el 30 de mayo de 1580, nacía en Nápoles el militar y político español Fadrique Álvarez de Toledo y Mendoza, uno de los más valientes y destacados capitanes, generales de la Armada Española.
Fadrique de Toledo Osorio fue un militar y político español, marqués de Villanueva de Valdueza, capitán general de la Armada del Mar Océano y de la Gente de Guerra del Reino de Portugal, caballero de la Orden de Santiago y posteriormente, comendador del Valle de Ricote y comendador mayor, de Castilla en dicha Orden.
Sus victorias contra ingleses, holandeses, franceses y musulmanes le convirtieron en el mayor almirante de España y Portugal en su época, al que se dedicaron obras de teatro y poesías. Sin embargo, su fama y fuerte carácter le granjearon la enemistad del valido del rey Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, lo que significó su caída en desgracia.
Nació en Nápoles, el 30 de mayo de 1580. Era hijo de Pedro de Toledo Osorio, V marqués de Villafranca del Bierzo, y de Elvira de Mendoza. Heredó desde su nacimiento el cargo de comendador del Valle de Ricote, en la Orden de Santiago.
Comenzó sirviendo en galeras, bajo el mandato de su padre y ascendió rápidamente igual que su hermano, García Álvarez de Toledo Osorio, en la carrera militar. En 1617 alcanzó el cargo de capitán general de la Armada del Mar Océano. Esto le llevó a nuevos y numerosos combates, mandando la escuadra contra holandeses, ingleses y berberiscos.
En la batalla de Gibraltar de 1621, derrotó a la armada de las Provincias Unidas de los Países Bajos, y en la batalla del Canal de la Mancha en 1623, venció nuevamente a la flota neerlandesa, e impidió que cruzara el canal estableciendo un bloqueo sobre sus costas. Poco después, derrotó una armada bereber en el estrecho de Gibraltar.
Debido a la unión dinástica bajo la casa de Habsburgo, fue general del Reino de Portugal y capitán general de la Armada del Brasil. En 1625, con una flota de 26 navíos, con 450 cañones y 3500 soldados de desembarco, fue enviado a recuperar la ciudad de Salvador de Bahía, ocupada por las fuerzas holandesas de los Países Bajos. Con una operación por tierra y por mar, rindió la ciudad de Bahía y capturó a miles de holandeses. Siguió con las operaciones militares desalojando a holandeses e ingleses, de otros puntos de Brasil.
En 1629, dirigió la expedición de la armada española en el mar de las Antillas y libró la batalla de San Cristóbal, en donde venció a una flota corsaria en la isla Nieves, expulsó a los ingleses y franceses de la isla de San Cristóbal, y quemó todas sus plantaciones de café y tabaco.
El aumento de su poder, le hizo chocar directamente con el autoritarismo y las políticas en materia de relaciones exteriores, del conde-duque de Olivares, quien para alejarle de la corte, le quiso enviar a América a recuperar la plaza de Pernambuco y el resto de plazas brasileñas, ocupadas en 1630 por una inmensa armada neerlandesa, que traía hasta 7000 hombres de desembarco.
Fadrique no aceptó la misión, por su estado de salud y por la disposición y el estado de la flota, por lo que se le formó un proceso de desobediencia. Este consejo de guerra lo apartó, humilló y condenó, a una vida de penurias y descrédito. Cayó prácticamente en la miseria, por no cumplir la misión que Olivares le exigió.
Poco después su memoria fue rehabilitada. Las hazañas navales y militares de Fadrique Álvarez de Toledo, fueron motivo bastante para que Felipe IV, le concediera el título de marqués de Villanueva de Valdueza, en 1634 pocos meses antes de fallecer en la villa de Madrid.
La caída del conde-duque de Olivares en 1643, acrecentó su fama como uno de los más valientes y destacados capitanes generales, de la Armada Española.
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