Tal día como hoy, 27 de mayo de 1735, nacía en Galaroza, Huelva, el ingeniero naval y teniente general de la Armada, José Joaquín Romero y Fernández de Landa, el primer ingeniero naval de la Real Armada Española.
José Joaquín Romero, hijo de militar, ingresó con 17 años en un regimiento de dragones y dos años después, sentó plaza en la escuela de Guardiamarinas. Con 22 años era alférez de fragata y participó en numerosas singladuras, particularmente en la lucha contra los corsarios en el Mediterráneo. En aquellos años la corona española, estaba intentando reformar a fondo la Armada, para dotarla de buques más modernos.
José Joaquín Romero, fue la figura encargada de desarrollar los planos de numerosos navíos, participantes en las grandes batallas navales, de finales del S. XVIII y principios del XIX, como la batalla del Cabo de San Vicente y la batalla de Trafalgar. Además, es conocido por escribir el "Reglamento de maderas necesarias para la fábrica de los baxeles del Rey", la guía que modernizaría la Armada Española en el S. XVIII.
La instauración de la casa de Borbón a principios del S. XVIII, supuso una política de profundas reformas en todos los campos, con el propósito de devolver a España la hegemonía. Uno de esos campo, que fue considerado vital para lograrlo era la Marina, una parte del ejército necesaria para controlar, los territorios americanos.
La ocasión para Romero Landa apareció cuando el secretario de Estado Grimaldi, que había sido embajador en París, pidió al ministro francés Choiseul, un constructor naval: después de todo, Francia y España mantenían inmejorables relaciones, por los pactos de familia de los Borbones y ambos países, compartían intereses frente a Inglaterra.
Ese constructor naval fue Francisco Gautier, que llegó a España en 1765. Durante diecisiete años trabajará para la corona española. Al cual le pondrán como adjunto y aprendiz a un alférez de navío llamado José Joaquín Romero.
Romero se instaló con Gautier en el astillero de Guarnizo, en Cantabria, y allí lo aprendió todo sobre construcción de barcos. En 1770 se creó el cuerpo de Ingenieros de Marina y Romero Landa, fue el número dos de la promoción, después de su maestro.
Entretanto se cruza en su vida, el marino navarro Fernández de Castejón, uno de los grandes nombres de la armada española de aquel tiempo, y Romero colabora con él, para irritación de Gautier.
Son años de intensísima actividad naval y Romero Landa, está en el vértice de la pirámide. Los astilleros se multiplican, los barcos también, e incluso las escuelas de guardiamarinas, con nuevos centros en Cartagena y Ferrol. Cuando Fernández de Castejón fue nombrado secretario de Estado de Marina, la figura de Romero Landa crecerá aún más. Gautier, el viejo maestro, dimite en 1782 y vuelve a Francia. Romero Landa asciende a Ingeniero General de la Armada.
El balance creativo de Romero Landa es impresionante: en diez años, entre 1784 y 1794, diseñó y supervisó la construcción de veinticinco barcos de guerra. A su mano se deben ocho navíos de 112 cañones, ocho navíos de 74 cañones, tres navíos de 64 cañones y seis fragatas, construidos en los astilleros de Ferrol, La Habana, Cartagena, Cádiz y Mahón. Muchos de ellos combatirán en San Vicente y en Trafalgar, y algunos prolongarán su vida hasta muy entrado el siglo XVIII.
Nuestro hombre, que terminó su carrera como teniente general del Armada, morirá en Madrid en 1807. Con su muerte, no se ahorró la amargura de Trafalgar, pero sí la humillación de la invasión napoleónica.
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