Fue el máximo dirigente de la República Popular China, haciéndose con el poder en 1949, tras su victoria en la Guerra Civil que provocó la huida de Chiang Kai-shek y sus seguidores a Taiwán y convirtiendo a Mao en el líder máximo del país hasta su muerte en 1976.
Mao asumió la doctrina marxista-leninista aunque con características propias, basadas en que la sociedad china era muy diferente de la europea.
Así, el comunismo de Mao otorgó un papel preponderante a los campesinos como motor de la revolución, en contra de la visión marxista-leninista de la Unión Soviética, que veía a los campesinos como clase con escasa capacidad de movilización y atribuía a los trabajadores urbanos, el papel central en la lucha de clases.
La etapa de gobierno de Mao estuvo caracterizada por intensas campañas de reafirmación ideológica, que provocarían grandes conmociones sociales y políticas como la “Revolución Cultural”, momento en el que su poder alcanzó cotas máximas, con un intenso culto a la personalidad en torno a su figura.
Aún hoy en día, el papel de Mao está rodeado de gran controversia, pues el Partido Comunista Chino aún reconociendo su importancia como gran líder revolucionario, admite su responsabilidad en los problemas sociales y económicos derivados de sus políticas, y le achacaban errores graves.
Fuera de China, las valoraciones del personaje varían desde quien lo muestra como un líder popular, hasta quien lo describe como un tirano autoritario y brutal, siendo mayoría los que opinan esto último.
La mayor discrepancia entre estas dos visiones contrapuestas de Mao se refieren a los muertos causados como consecuencia de sus campañas políticas, que se cifran entre los 10 y los 70 millones de personas.
No obstante, entre sus logros, hay que anotar que durante su mandato, la esperanza de vida en China se duplicó, de 32 a 65 años; o que redujo la tasa de mortalidad infantil y que la alfabetización subió de 15% a 80% .
Se cuenta una graciosa anécdota, según la cual, una comisión de la universidad norteamericana de Yale visitó Pekín, siendo recibidos por Mao y un miembro de esta, deseoso de mostrar su ingenio, dirigió la siguiente pregunta al líder:
-¿Qué habría pasado si, en lugar de haber matado a Kennedy, hubieran matado a Kruschov ?
- Hay una cosa segura - respondió Mao socarrón - Onassis no se hubiera casado con la señora de Kruschov.
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