Tal día como hoy 9 de febrero de 1940, es enterrado el general de la Guardia Civil del Ejército republicano Antonio Escobar, fusilado en Barcelona el día anterior.
Antonio Escobar Huerta, fue militar miembro de la Guardia Civil, que destacó en la Guerra Civil al defender a la II República a pesar de sus convicciones católicas y de la represión que hubo en ella contra la Iglesia católica, todo lo cual no le supuso contradicción para mantenerse fiel a la República durante toda la guerra.
Cuando se produce el golpe del 18 de julio de 1936, era coronel en Barcelona y su apoyo a la República resultó decisivo para la derrota de la sublevación en esta ciudad, ya que se puso a las órdenes del presidente de la Generalidad, Lluís Companys, aunque consideró un error que no se desarmara a las milicias anarquistas y las dejaran hacerse con el control casi total de la ciudad.
La quema de conventos y el asesinato de religiosos en Barcelona, le afectaron profundamente, pero mantuvo su compromiso con la República, hasta ganarse la confianza del presidente Azaña, incorporándose al Ejército del Centro, para tratar de detener el avance de los sublevados hacia Madrid, siendo herido en esta ciudad, por lo que tuvo que permanecer varios meses en el santuario de Lourdes, con permiso expreso del presidente Azaña y pese a haber podido quedarse en Francia, regresó y continuó a las órdenes del gobierno republicano.
A su vuelta, fue nombrado Director General de Seguridad de Cataluña, pero nada más llegar a Barcelona fue herido de gravedad en un atentado y ya repuesto, participó en la batalla de Brunete con la pesadumbre de saber que su hijo menor, combatía en el campo franquista y otro hijo que era falangista, moría en la batalla de Belchite.
En 1938 es ascendido a General y en enero del 1939 dirigió la Ofensiva de Valsequillo, la última emprendida por el Ejército Popular, aunque esta no consiguió influencia alguna en la guerra, que a estas alturas del conflicto, era totalmente negativa para la República.
A comienzos de febrero de 1939, los republicanos se repliegan y la operación se convierte en un nuevo fracaso del Ejército de la República, al que hay que añadir la caída de Cataluña, por lo que Escobar se convenció definitivamente de la inutilidad de continuar la guerra y participó en varias reuniones con los principales mandos republicanos y el presidente Negrín, donde expuso la necesidad de poner fin a la lucha.
Cuando el 5 de marzo de 1939, el coronel Casado se sublevó contra el gobierno de Negrín y se hace con el poder, los comunistas se negaron a secundar el golpe y en algunos lugares ofrecieron resistencia, siendo esta reprimida en Extremadura por las tropas de Escobar, que ante la posterior ofensiva final de los franquistas, se rinde al general Yagüe en Ciudad Real y aunque este le ofrece una avioneta para huir a Portugal, el prefiere compartir la suerte de sus tropas.
Irónicamente fue juzgado por los franquista por “rebelión militar”, siendo condenado a muerte y a pesar de que altos dignatarios de la Iglesia solicitaron su indulto, Franco se negó a ceder y Escobar fue fusilado en los fosos del castillo de Montjuïc, el 8 de febrero de 1940, siendo él mismo quien dirigió su propia ejecución, y el piquete ejecutor de la Guardia Civil, el que rindió luego honores militares a su cadáver.
Después de la inauguración del Valle de los Caídos, el hijo del general, oficial con Franco, solicitó que se trasladaran los restos de su padre, enterrado en el Cementerio de Montjuïc y de su hermano, José, teniente que luchó en el bando golpista, fallecido en la batalla de Belchite aunque unicamente fue autorizado el traslado de los restos del hijo y Antonio Escobar sigue en la actualidad en el cementerio de Montjuïc de Barcelona.
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