Posteriormente disuelta a los tres años de su existencia, la RAU siguió siendo hasta 1971 el nombre oficial de Egipto y se creó por iniciativa de Siria como primer paso hacia la futura unidad de todos los estados árabes.
Todo se debió al gran prestigio del presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser – el cual fue nombrado presidente del nuevo ente - he hizo que convergieran en él las miradas de los estados vecinos.
Sin embargo, la presidencia de Nasser y situar la capital en El Cairo, fue percibida por algunos sectores de la sociedad siria como una anexión por parte de Egipto y esto sería la semilla de su destrucción.
Esta nación tuvo una existencia muy breve debido, entre otras cosas, a que las diferencias legislativas, diversa composición social, diferencias entre las respectivas clases políticas y presión de los nacionalismos, la hicieron inviable.
En julio de 1961 Nasser adoptó medidas de nacionalización de empresas y grandes reformas agrarias, lo cual originó la crisis final con la burguesía siria que rechazó tales medidas, formando un frente único para impedirlas.
El descontento de los terratenientes ante las expropiaciones y el temor de la burguesía comercial ante las nacionalizaciones, dieron paso a un golpe de Estado el 28 de septiembre de 1961, donde los nasseristas fueron violentamente reprimidos, acabando con la efímera RAU.
Tras este ilusionante proyecto de fusión de mundo árabe, se demostró una vez más que sus clases dirigentes, no solo son incapaces de dar libertad y progreso a sus pueblos, sino mantener la unidad ante Israel.
El relativamente reciente movimiento de la “primavera árabe”, con un mosaico de nuevos regímenes islamistas, cada uno de una tendencia diferente, tampoco parece el más propicio escenario para tal unión.
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