Tal día como hoy 8 de diciembre de 1864, el Papa
Pío IX, tras una fase de indecisiones, publica el "Syllabus
Errorum", o sumario de errores, que son 80 proposiciones
condenando el racionalismo, el liberalismo, la democracia, el
sindicalismo, el modernismo, el escepticismo científico...
Pío IX, nació el 13 de mayo de 1792 y fié
elegido pontífice en 1846, suscitando esperanzas en los ambientes
patrióticos liberales y católicos y en los primeros dos años del
pontificado, se ganó el título de papa liberal, patriótico y
reformador.
En abril de 1848, Pío IX tomó distancia de las
facciones más radicales de los patriotas italianos. A raíz del
desencadenamiento de motines en Roma, se trasladó a Gaeta, mientras
que en la ciudad eterna se proclamaba poco después, en 1849, la
República Romana. Las iglesias fueron saqueadas y se incautaron las
obras de arte, propiedad de la Iglesia, para pagar a la masonería
británica, que había anticipado el dinero necesario para tomar Roma.
Gracias a la intervención de las tropas
francesas, el Papa pudo volver a la capital en 1850. Desde entonces,
el Pontífice puso en marcha una política de intransigencia hacia el poder laico, convirtiéndose en el adversario más
acérrimo del ala anticlerical de la masonería.
En 1854, proclamó el dogma de la Inmaculada
Concepción y, en el primer Concilio Vaticano -1869- el dogma de la
infalibilidad papal. En 1864, promulgó la enclítica “Quanta
cura”, con el anexo del “Sillabus”, una lista de enseñanzas
prohibidas, con la que la iglesia condenaba los errores y
los conceptos liberales e iluministas.
Con la llegada de la unidad de Italia, el último
papa-rey se vio desposeído de las regiones de la Romaña, Umbría,
las Marcas y, en 1870, la misma Roma, que marcó el fin del poder
temporal de los papas.
Según Pío IX, todos los males que se abatieron
en aquél tiempo sobre la Iglesia y la sociedad provenían del
ateismo y del cientifismo del siglo XVII, postulado y exaltado por la
Revolución Francesa y la masonería.
Ante estas acusaciones, la Masonería reaccionó
con un desdén violento. En primer lugar, convocó un «Anticoncilio
masónico, Asamblea de librepensadores» con la idea de liderar un
movimiento internacional dedicado a combatir sin tregua al Vaticano.
En esta situación de beligerancia continua, Pío
IX no perdió el ánimo y siguió su trabajo para compactar la
Iglesia en torno a un principio de unidad e impulsó procesiones,
peregrinaciones y todas las formas de piedad popular.
Su popularidad creció enormemente, siendo
obstinado en no aceptar ningún arreglo con el Estado italiano y
murió el 7 de febrero de 1878, pero la masonería trató de
perseguirlo incluso tras la muerte.
La noche del 12 de julio de 1881, su féretro fue
trasladado del Vaticano al cementerio del Verano y la masonería
organizó una manifestación, con lanzamiento de piedras,
imprecaciones, blasfemias, y canciones obscenas, contra el cortejo
fúnebre.
El culmen de la agresión tuvo lugar cuando el
cortejo pasó por el puente Sant'Angelo. Al grito de
“¡muerte al Papa, muerte a los curas!”, un grupo de exaltados
trató de arrojar el cadáver de Pío IX al rio Tíber, pero los
católicos rechazaron el ataque y lo impidieron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario