sábado, 18 de mayo de 2024

Francisco de Quevedo y la conjuración de Venecia.

 

Tal día como hoy, 19 de mayo de 1618 en Venecia, es descubierta la "Conjuración de Venecia", de la que se acusaba al duque de Osuna y a Francisco de Quevedo, que habrían planeado apoderarse de la ciudad, mediante un audaz golpe de mano.

La conjuración de Venecia de 1618, fue una confusa intriga diplomática entre la Monarquía Hispánica de Felipe III y la Serenísima República de Venecia, que condujo a una violenta revuelta contra los extranjeros, al descubrirse el 19 de mayo.

Francisco de Quevedo, fue un gran escritor en lengua española del siglo de oro.. Quevedo era el secretario de Pedro Téllez-Girón Y Velasco, duque de Osuna, lo había conocido en su juventud. Al duque le gustaba la acción. Había estado combatiendo en Flandes, donde reorganizó al ejército y era muy conocido por su valor en combate.

En 1610  el duque consigue que le nombren virrey de Sicilia, llevándose a Quevedo como secretario. Hasta su llegada, Sicilia era un caos, llena de ladrones y con corrupción en la administración. El duque dio seguridad en las calles y que los servicios públicos volviesen a funcionar. Al pueblo le agradó la vuelta del orden. El otro gran problema de Sicilia eran los piratas otomanos que asolaban sus costas.

Convenció al rey, para que le diese patente de corso y armó una flota con su dinero. Se enfrentó a los piratas que iban a Sicilia derrotándoles y quedándose con sus barcos y sus mercancías. Le fue tan bien a la armada que ya no solo se ocupaba de defender Sicilia, si no que era él el que atacaba los puertos otomanos obteniendo grandes ganancias. Famoso fue su ataque al puerto de Túnez, donde se preparaban los berberiscos para atacar a la flota de indias. Debido su éxito el Rey le nombró virrey de Nápoles en 1616.

En Nápoles hizo la misma política que en Sicilia. Se ganó el aprecio del pueblo, pero el desprecio de la nobleza napolitana, que veía como su poder se achicaba ante la llegada del nuevo virrey. Al duque de Osuna no lo podían manejar. La flota del duque hostigaba a los otomanos en los puertos griegos y se hicieron dueños del mar adriático. El duque miró hacia el norte a por una nueva presa, Venecia.

Envió a su secretario Francisco de Quevedo, con la orden de establecer una red de espionaje, que pudiese facilitar su asalto a Venecia, era lo que en el siglo XX se llamó “La guerra fría”. Mediante regalos “reclutó” al embajador español en Venecia, el marques de Bedmar.

Francia y España libraban su guerra fría en la península itálica. Quevedo aprovechó la red que ya tenia el marqués de Bedmar y la amplió reclutando a los mercenarios franceses que trabajaban en Venecia.

Querían crear el caos en el día de la Ascensión, en Venecia donde se conmemoraba la boda del Dux con el mar y donde todo el mundo iba disfrazado. Ese día empezaba la revuelta tomando edificios oficiales, buques del ejercito y tomando prisioneros a los principales dirigentes de Venecia, incluyendo al Dux. Toda esta operación debía quedar en secreto y ni siquiera el Rey de España, debía tener conocimiento de ello, pues la República de Venecia era un aliado de la corona española.

Desgraciadamente para el duque y Quevedo los venecianos también tenían su red de espionaje, y eran muy efectivos. Entre los espías venecianos se hallaban también mujeres de vida alegre del barrio de Castelletto. A este barrio acudían muchos conspiradores franceses, para disfrutar gastándose las monedas de oro español, en noches de alcohol y pasión. Mas de uno en momentos de euforia, habló mas de la cuenta, llegando a oídos de las espías del Dux.

Diez días antes de la fiesta de la Ascensión, Los venecianos ya tenían los nombres de los conspiradores, deteniendo, torturando y ejecutando a los mercenarios franceses capturados. Con la tortura empezaron a salir nombres que se repetían una y otra vez. Nobles venecianos, diplomáticos españoles y comerciantes que en busca de fortuna pagaron con su vida la conjura de Venecia.

En pocos días murieron mas de 300 personas, apilándose sus cadáveres en los canales venecianos. La matanza se detuvo cuando se demostró la inocencia de un noble veneciano ya ejecutado.

Asaltaron la embajada española, pero el marqués de Bedmar ya había huido. Le acusaban de ser uno de los cerebros de la conjura, el otro era Francisco de Quevedo, al que buscaban por toda la ciudad.

Quevedo, era inteligente y aprovechó todos sus conocimientos para salvar su vida. Se disfrazó de mendigo y anduvo dos meses sin que le descubriesen, logrando salir en barca de la república y lográndose poner a salvo en España dedicándose solo a escribir el resto de sus días.

En Venecia quemaron los retratos del marques de Bedmar y de Francisco de Quevedo, el Dux había logrado anular la conjura. Hay quien dice, que dicha conjura no existió y todo fue una treta del Dux para afianzar su poder y alejar a franceses y españoles de Venecia.   Lo cierto es que desde entonces, empezó la decadencia de la República de Venecia.

En cuanto al Duque de Osuna, la nobleza napolitana aprovechó la ocasión para acusarle, de conspirar contra España y querer proclamarse rey de Nápoles. Volvió preso a España y acabó muriendo poco tiempo después, en una mazmorra en Madrid.

La conjuración de Venecia de 1618 no debe confundirse con el Drama histórico en cinco actos y en prosa, de Martínez de la Rosa. "La conjuración de Venecia", del año 1310, basado en un hecho histórico medieval, que tuvo lugar en ese año. obra del Romanticismo español, escrita en 1830 por Francisco Martínez de la Rosa.

 


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