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sábado, 10 de agosto de 2024
La primera y segunda conquista de la isla de Ibiza
Tal día como hoy, 11 de agosto del año 1114, un ejército formado por tropas catalano-provenzales, pisanas, florentinas y pontificias,liderado por el el conde de Barcelona, Ramón Berenguer III, después de treinta días de asedio, tomaba al asalto la ciudad musulmana de Eivissa.(actual Ibiza)
Aquella conquista, concebida como una operación militar de castigo y destrucción, de las bases de la piratería musulmana del Mediterráneo occidental, no comportó la anexión efectiva de la isla.
Las fuentes documentales revelan que, un tiempo después, cuando el valí de Eivissa Abu-al-Mandir ―que había huido poco antes de la conquista― volvió a la isla con refuerzos almorávides, encontró la ciudad de Eivissa totalmente destruida y el territorio completamente devastado.
La ocupación cristiana,tuvo escaso éxito, pero un gran botín, pues tuvieron que huir tras pedir los musulmanes ayuda a los almorávides. Los musulmanes ocuparon de nuevo la isla, manteniéndose en ella hasta el 1235 en que el Rey de Aragón Jaime I "el Conquistador" ordenó la segunda y definitiva conquista
Así, mas de un siglo después el 8 de agosto de 1235, por orden del Rey Jaime I un ejército cristiano comandado por el arzobispo electo de Tarragona, Guillem de Montgrí, conquistaba la isla de Ibiza a los sarracenos.
Lo hacía después de que el Rey Jaime I "el Conquistador", le otorgase el 7 de diciembre de 1234 la posibilidad de conquistar las islas de Ibiza y Formentera, que se encontraban en manos sarracenas, y poseerlas como feudatario del Rey.
Jaime I firmó la escritura de cesión en feudo, “reservándose sólo la soberanía, con el derecho de hacer la guerra y la paz”, y fijando un término para dicha conquista, comprendido desde la fecha en que se firmó la donación, hasta la próxima fiesta de San Miguel, el 29 de septiembre de 1235.
Guillem de Montgrí, disponía de nueve meses y 23 días para preparar a sus soldados y a la escuadra que debería trasladarlos a las costas de Ibiza. El verano era teóricamente la mejor época, para la navegación y de hecho, así se eligió.
El 12 de abril de 1235, Guillem de Montgrí suscribió un contrato con el Infante Pedro de Portugal y el conde de Rosselló, Nunó Sanç, por el que unían sus fuerzas para llevar a cabo dicha conquista.
Las cláusulas más destacadas de este convenio eran, en primer lugar, la erección y dotación de una iglesia parroquial en Ibiza, “para gloria de Jesucristo y de su Madre la Virgen María”; el acuerdo de que cada uno de los tres, se resarciría de los gastos que le ocasionara la expedición, con los bienes capturados en el saqueo; y el reparto en partes iguales del Castillo y la Villa de Ibiza.
Asimismo, “todo el resto que haya fuera de la Vila, tanto en la mar como en la tierra, los estanques de la sal y cualesquiera otras posesiones de las islas”, se repartiría en partes proporcionales, al número de soldados que aportase cada uno.
Así pues, y en el término señalado en la donación del rey, se llevó felizmente a término la conquista de Ibiza y Formentera, siendo el 8 de agosto de 1235 la fecha en que la villa y el Castillo de Ibiza, fueron conquistados por las tropas de Montgrí, Sanç y Pedro de Portugal.
Finalizada dicha gesta, los tres conquistadores comenzaron a cumplir escrupulosamente y al pie de la letra todos y cada uno de los pactos, que figuraban en el contrato alcanzado repartiéndose entre los tres la isla.
No pocas veces se queda uno mirando solo el dedo que señala a la Luna.
ResponderEliminarEn el texto, “para gloria de Jesucristo y de su Madre la Virgen María”.
Allá en el pleistoceno el escepticismo se hizo hueco en mí sobre el tema de la virginidad de Santa María (contando con que existiera tal señora).
La reproducción por doncella, partenogénesis, existe en algunos pocos seres vivos. No son pocas las antiguas religiones que consideran que su profeta nació de mujer virgen. Virgen, claro, hasta que se abre el canal del parto con la consecuente rotura del himen.
Que por minucias así uno empiece a poner en solfa los dogmas y misterios de la Santa Madre Iglesia manda carallo.
Pedro GPinto