El incendio de la ciudad de Valladolid fue un suceso de la historia de Valladolid, que se saldó con la destrucción de una décima parte de la ciudad. La reconstrucción de la zona se realizó entre 1562 y 1576.
En junio de 1561, el rey Felipe II decidió instalar de forma definitiva la capital de su imperio en Madrid, lo cual provocó un fuerte impacto, en ciudades como Valladolid o Toledo. En el caso de Valladolid, propició el desmantelamiento de todo el entramado administrativo y comercial que atraía la presencia de la corte en la ciudad.
El incendio comenzó el domingo 21 de septiembre, en el entorno de la casa del platero de la ciudad, Juan de Granada. El fuerte viento del este, que varió después a suroeste, expandió el fuego en todas las direcciones, dificultando su extinción.
Duró 50 horas y se saldó con entre 3 y 6 muertos y con la destrucción de al menos 440 casas, entre ellas la plaza del Mercado y prácticamente todas las del barrio de artesanos, que comprendía el caserío entre las calles de la Pasión y Teresa Gil.
La versión oficial de la causa de incendio, fue la de una hoguera mal apagada por unos muchachos en un corral de la Costanilla, junto a la casa del platero, pero como sucede en estos casos hay más hipótesis.
El Corregidor y el presidente de la Chancillería, no creían que hubiera sido un accidente, sospechaban que se utilizó pólvora para expandirlo, al parecer se llegó a detener a dos o tres franceses, para interrogarlos.
Los canónigos de la Colegiata, por su parte, pensaban que había sido grupo de luteranos, para vengarse de los Autos de Fe de 1559.
Como algunos pensaban que gracias a San Mateo, el incendio se pudo sofocar y además casi sin víctimas, el Ayuntamiento acordó que cada año, el 21 de septiembre, se haría una procesión en honor del Santo.
La catástrofe fue paliada en parte, por la orden de Felipe II de proceder a la reconstrucción de la ciudad, -la Corte se había trasladado el año anterior a Madrid-, ya que el suceso había dejado, grandes explanadas sin construir en el centro de la ciudad.
Esto permitió que Valladolid, se convirtiese en uno de los centros de desarrollo de los nuevos estilos, que venían apareciendo en España: el herreriano y, posteriormente, el barroco. A esta etapa de construcción, pertenecen la Catedral, la Plaza Mayor, considerada como la primera plaza regular de España, y la Iglesia de San Benito.
El Ayuntamiento fue construido a principios del siglo XX. La reconstrucción del entorno de la plaza Mayor de Valladolid, constituye un hecho excepcional en el siglo XVI. El proyecto de Francisco de Salamanca, supuso la puesta en práctica de concepciones del urbanismo moderno, por primera vez en España.
Las plazas mayores de Madrid y Salamanca, que datan de 1617 y 1729 respectivamente, ambas presentan un claro influjo, procedente de la Plaza Mayor vallisoletana.
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