viernes, 22 de noviembre de 2024

La conquista de Sevilla, por el Rey castellano Fernando III "el Santo"

Tal día como hoy, el 23 de noviembre de 1248, las tropas cristianas diriguidas por el Rey castellano Fernando III "el Santo", conquistaban la ciudad de Sevilla tras un largo asedio de 15 meses.

El asedio de la ciudad, comenzó el 20 de agosto de 1247, aunque los preparativos ya habían comenzado un año antes, cuando el obispo de Rada inició las gestiones en Roma, que permitieron a Fernando III obtener una bula de cruzada, del Papa Inocencio IV, bula que le permitió al monarca castellano, contar con el apoyo económico de la Iglesia, para financiar los gastos de los soldados, que se desplazasen para reconquistar Sevilla por motivos cristianos.

Con el asedio en marcha, las tropas cristianas se percataron de que Sevilla recibía refuerzos y víveres, desde la fortaleza de San Juan de Aznalfarache, utilizando un puente que unía ambos lados del Guadalquivir, el puente de barcas.

Tras conocer esta noticia, Fernando III encargó al almirante castellano Ramón de Bonifaz, destruirlo con una pequeña flota. Lo consiguió tras embestir contra el puente, en dos ocasiones. Aquello había aislado definitivamente la ciudad.

Perdida toda esperanza de recibir ayuda de los almohades, el caíd Axataf y la conferencia de notables de la ciudad, aceptaron las condiciones de Fernando III. Estas no eran otras que entregar Sevilla, con todos sus edificios intactos así como la evacuación de la ciudad, en el plazo de un mes.

La ciudad se rindió, en noviembre de 1248. El 23 de noviembre, en coincidencia con el cumpleaños del infante Alfonso, futuro Alfonso X, quien también participó en el asedio, el caíd Axataf entregó las llaves de la ciudad a Fernando III.

Sin embargo, el monarca castellano y su séquito, no entraron en la ciudad hasta el 22 de diciembre de ese mismo año, para celebrar la vuelta de Sevilla a la cultura cristiana, europea y occidental rindiendo homenaje, a una figura muy especial para la cristiandad, San Isidoro de Sevilla.

Durante los combates del asedio, se dieron diversas capitulaciones. Entre ellas los musulmanes querían destruir la mezquita, que habían finalizado recientemente, para que no cayera en manos cristianas.

Alfonso X, que veía desde la distancia el minarete de la mezquita y conocía, del valor arquitectónico y cultural de esas construcciones, se negó en rotundo y amenazó con matar a todos los habitantes de la ciudad, si tocaban una sola teja de la mezquita.

Entonces los musulmanes, asustados, dijeron que se habían expresado mal, que lo que ellos realmente querían, era destruir el minarete, que era la parte que ellos más valoraban del conjunto. Entonces Alfonso respondió que si tocaban un solo ladrillo de la torre, pasaría a cuchillo a todos los moros de la ciudad.

Dicho minarete, con su remate renacentista, es la actual Giralda de Sevilla.

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