La primera mención de la presencia de los vikingos en la península sitúa su llegada en el año 844 y hace referencia a un desembarco cerca de Gijón con 54 naves, que subieron después por la ría de Arosa y a los que Ramiro I de Asturias venció en La Coruña.
De allí, la flota atacó Lisboa, y después de sitiar la ciudad durante tres días, fueron rechazados por el gobernador árabe, por lo que derrotados y humillados, se dirigieron hacia el sur apoderándose de Cádiz y, dirigiéndose después tierra adentro hasta Medina Sidonia, para subir luego por el Guadalquivir hasta Sevilla.
El día siguiente desembarcaron masacrando a los habitantes de Coria del Río y tres días más tarde tomaron “Isbiliya", la Sevilla islámica, huyendo el emir a Carmona, mientras eran incendiados los barcos y la ciudad ocupada y saqueada durante siete días, esclavizando a la población, incluso ancianos e inválidos, atacando también lugares del interior como Córdoba, Morón y Constantina.
Abd al-Rahmân II movilizó entonces su ejercito y envió caballería junto con una columna de infantería al mando del eunuco Nasr, fatà que era de la confianza del emir, teniendo lugar el encuentro en Tablada, el 11 de noviembre
El ejército andalusí, preparó su estrategia y con banderas y estandartes desplegadas, empezaron a gritar “Allah hu Akbar” mientras los normandos engañados al ver la poca cantidad de enemigos comenzaron a correr hacia ellos en desorden y cuando estaban a tiro de arco, los arqueros comenzaron a disparar y por ambos lados apareció la caballería.
Al poco, llegó el resto de las tropas musulmanas escondidas, dejando a los vikingos acorralados y masacrados, muriendo más de mil de ellos en la batalla, mientras unos cuatrocientos fueron ejecutados poniendo sus cabezas en picas, colgadas en pinchos de las carnicerías y en las ramas de las palmeras.
La derrota fue proclamada por todas las tierras omeyas y los héroes de la batalla el favorito Nasr fue recompensado.
Muchos supervivientes nórdicos que quedaron aislados en tierra se quedaron, algunos voluntariamente y otros se rindieron, perdonándoles la vida por la información que podrían dar, y convirtiéndose en granjeros en la zona de Carmona y Morón, los cuales acabarían convirtiéndose al islamismo y dedicándose a la cría de ganado.
Esta colonia de muladíes normandos, había de dar a Sevilla en el futuro sus reputados quesos, pues muchos se dedicaron a la industria lechera en el valle del Guadalquivir fabricando mantequilla, la leche agria, y sobre todo los quesos, que se pusieron de moda en la comida andalusí y que tienen su origen en el queso danés y escandinavo.
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