La fragata de guerra Gneisenau de 2.843 toneladas, 470 tripulantes y 14 cañones, se encontraba anclada en las afueras del puerto de Málaga en espera de recoger al embajador alemán, de misión en Marruecos.
Desde la mañana del día 15 negros nubarrones habían ido cubriendo el cielo de Málaga con una insistente lluvia, empeorando en la madrugada del 16, lo que presagiaba un fuerte temporal de Levante.
La fragata alemana permanecía cerca del puerto y, a primeras horas del día, la Comandancia de Marina advirtiendo el inminente temporal, le envió un mensaje, en el que se le invitaba a que entrase y fondeara dentro del recinto portuario.
Pero su comandante en un gesto de confianza excesiva, desantendió el consejo y a media mañana, el temporal arreció tanto, que se rompieron las amarras que la unían a sus anclas y la fragata quedó a merced de las olas y el viento, por lo que se dispuso la evacuación de la tripulación, lanzando al mar varias lanchas que llenas de náufragos se hundían con los hombres o los empujaba contra las piedras destrozándolos.
El comandante, sobre cubierta, seguía intentando poner a salvo a los marineros, pero un golpe de mar le arrojó al agua pereciendo también, mientras la nave chocaba con las rocas, quedando hundida y encallada entre ellas.
Varias embarcaciones de pescadores se hicieron a la mar, logrando rescatar a algunos marineros mientras otras se hundían y, desde la escollera, se arrojaban cuerdas a los hombres que luchaban contra las olas salvando a algunos de ellos.
Numerosos malagueños se lanzaron al agua para socorrer a los marineros alemanes, lo cual les costó la vida a 12 de ellos y por este hecho, le fue concedida a Málaga por la reina María Cristina el título de “Muy Hospitalaria”, que figura en su escudo.
La colonia alemana de la ciudad, quiso mostrar de alguna forma su agradecimiento al pueblo de Málaga y tras las catastróficas consecuencias de la riada de 1907 en esta ciudad, donde las aguas alcanzaron hasta cinco metros de altura y, según testigos, era tal la cantidad de barro y residuos, que era posible acceder a algunas casas por los balcones, este país donó un puente al que se le conoce como "Puente de los Alemanes", en una suscripción que encabezó el propio emperador Guillermo II, destinando los fondos recaudados a su construcción, llamado también “Puente de Santo Domingo” por estar frente a la iglesia del mismo nombre.
La prensa europea recogió el suceso, exaltando la actitud de los malagueños y destacando los rasgos de heroísmo realizados en tan trágicos momentos, erigiéndose un mausoleo a los restos de las 41 víctimas alemanas.
El 16 de diciembre de 1909 se inauguró finalmente el Puente de Santo Domingo, o "Puente de los Alemanes", donado por Alemania, tal y como consta en una placa conmemorativa : “Alemania donó a Málaga este puente agradecida al heroico auxilio que la ciudad prestó a los náufragos de la fragata de guerra Gneisenau.”
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