Tal día
como hoy 15 de diciembre de 1976 en España, una vez fallecido el
dictador Francisco Franco, se da el primer paso hacia una incipiente
democracia, al aprobarse en referéndum la "Ley para la Reforma
Política", a pesar de que los partidos de la izquierda, que no
confían en el Gobierno de Adolfo Suárez, han pedido la abstención
y de que la extrema derecha ha solicitado el " no" porque
Franco así lo hubiera votado.
Enfrente del Gabinete de Suárez estaba el llamado " búnker",
un hemiciclo nacido del aparato franquista y completamente opuesto a
aceptar reformas, que fuesen en contra del régimen.
Para evitar fracturas legales, Torcuato
Fernández-Miranda – presidente de las Cortes - redactó la Reforma
Política como una Ley Fundamental, conservando las formas jurídicas
que blindaban la dictadura e incluyendo mecanismos para, si fuera
pertinente, poder enmendarla y rectificarla.
No obstante, el aspecto de la nueva ley era
democrático: se otorga y reconoce la soberanía al pueblo, se avalan
las Cortes, salidas de elecciones democráticas, como única
institución capaz de elaborar y aprobar leyes, y se considera la
opción del referéndum popular vinculante, como forma de ratificar
cuestiones de interés nacional.
Intentando aumentar las posibilidades de que
saliera adelante, Fernández-Miranda ideó meses antes el
procedimiento de urgencia para agilizar los trámites burocráticos.
Como revela alguna crónica del momento, las
reuniones y negociaciones clandestinas, al margen de la tribuna de
oradores, fueron esenciales para cimentar , una mayoría sólida que
secundara el proyecto.
Torcuato Fernández-Miranda era catedrático de
Derecho Político y conocía perfectamente la estructura jurídica
del franquismo. El dictador, lo designó preceptor del príncipe Juan
Carlos, para que lo preparase hasta su momento de heredar la jefatura
del Estado.
Cuando el momento llegó y el nuevo rey debía
nombrar el Gobierno, Fernández-Miranda fue el primero en recibir la
propuesta, pero la rechazó, porque entendió, que podía servir
mejor a su país desde la presidencia de las Cortes, colaborando en
los trámites para conseguir la transformación democrática de
España.
El día de votación, para aprobar la ley, era necesario que dijeran
"sí" dos tercios de la Cámara . El secretario de las
Cortes fue nombrando a cada legislador y con más de 400 votos a
favor, el presidente de la Cámara cerraba la sesión tras anunciar:
"El proyecto de ley ha sido aprobado".
"Ese día se suicidó aquel régimen",
dijo José Antonio Girón de Velasco, uno de los viejos prebostes de
la dictadura. Lo que popularmente empezó a llamarse el harakiri de
las Cortes franquistas, el búnker lo tradujo como una muestra de
flexibilidad y sentido de la responsabilidad, "cabecera de
diálogo y puente de concordia".
El empeño demócrata no fue repentino, ya que el
último presidente de Franco, Arias Navarro, avanzó medidas clave
para rescatar las libertades, como la Ley Reguladora del Derecho de
Reunión, o la Ley de Asociaciones Políticas, que aunque no eran
legales según el Código Penal, permitía la creación de partidos
políticos, desvinculados del Movimiento Nacional.
Cuando la Ley estuvo redactada,
Suárez, antes que a ningún otro sector, la presentó ante altos
mandos de las Fuerzas Armadas, y dos días después de hablar con el
estamento militar, el presidente presentó su proyecto ante los
españoles a través de un mensaje televisado.
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