Tal día como hoy, 9 de mayo de 1950, Se funda la compañía automovilística SEAT, por parte del INI Español, cinco bancos y la colaboración del Grupo Fiat.
SEAT, S. A. ,-siglas de Sociedad Española de Automóviles Turismo, - denominación con la que fue bautizada originalmente - es una empresa española de automóviles, fundada por el desaparecido Instituto Nacional de Industria, el 9 de mayo de 1950.
En 1986, SEAT se privatizó y el grupo alemán Volkswagen, adquirió una participación mayoritaria de la compañía, y desde entonces, SEAT es una filial que pertenece al grupo Volkswagen, unto a Audi, Bentley, Bugatti, Ducati, Italdesign Giugiaro, Lamborghini, MAN, Porsche, Scania y Škoda.
A su vez, dentro del grupo, la sociedad SEAT se ha desarrollado en los últimos años, como una compañía con dos grandes marcas: SEAT y Cupra.
SEAT es la única compañía que diseña, desarrolla, fabrica y comercializa automóviles en España. Sus oficinas centrales se encuentran desde 1993, en el complejo industrial de la localidad española de Martorell -Barcelona -donde en 2020 se produjeron más de 350 000 vehículos y se vendieron más de 427 000.
La compañía está presente en 75 países, a través de una red de más de 1700 concesionarios y exportó más de 557 000 vehículos, manteniéndose como una de las mayores empresas, exportadoras del país.
En 2018, SEAT lanzó su primera filial, denominada SEAT Cupra, S.A.U., comercializada con el nombre de Cupra, con logo independiente, enfocado en las versiones deportivas
También creó XMOBA Ventures, con el fin de desarrollar nuevas soluciones, de movilidad urbana en las grandes ciudades, que desde 2020 pasó a denominarse SEAT MÓ. En 2021, SEAT MÓ alcanzó, los 70 puntos de venta en España.
El modelo que mas popularizo la marca fue el SEAT 600, el más emblemático de SEAT, su producción comenzó en 1957 y terminó en el verano de 1973, se fabricaron 800.000 unidades aproximadamente.
Fue el principal vehículo, en el proceso de motorización de la clase media española, del que se fabricaron las versiones N, D, E, L Especial y otras minoritarias, variantes del modelo, como su versión de 4 puertas denominada 800.
Fue tan popular el Seat 600 que tuvo su propia canción;"Adelante hombre del seiscientos, la carretera nacional es tuya " y con ese pequeño vehículo, toda la familia se iba de vacaciones a la playa, a 100 kilómetros de distancia.
En aquella época, y no crean que era la de la construcción de las pirámides de Egipto, las familias eran eso, familias. Padre, madre, tres o cuatro hijos, tía soltera, posible abuela y perro. Una familia al uso.
Llegaba el día señalado. La casa en la playa estaba alquilada. Casa, con perdón, porque la mayoría de las veces era una barraca pequeña en la orilla del mar, sin agua corriente, sin servicios y con una cocina “doméstica” que se alimentaba de una mecha y petróleo
En la puerta, el inconfundible y maravilloso seiscientos. Símbolo de poder. Lo habían comprado pagándolo por adelantado, un año antes de que se lo entregaran. No se podía elegir color y se ponía una vela al santo de turno “para que no saliera malo”.
No me pregunten cómo, pero todos y todo, cabían en aquel maravilloso habitáculo, dispuesto a hacer rugir sus motores, rumbo a las ansiadas vacaciones.
En el asiento de delante, el conductor con la madre y, normalmente, el niño pequeño que, en ocasiones, tenía quince años. Entrando por la misma puerta y atrás, el resto de la familia.
Ventanillas abiertas. Botijo al uso y dos abanicos. Vamos todos bien. Arranca, que nos vamos. Y comienza el periplo de recorrer los cien kilómetros que nos separan del lugar de veraneo. Dos hora y media o tres horas de viaje, siempre y cuando a alguno de los viajeros no les dé por pedir pis.
Los vecinos se acumulan para ver salir a la familia o para presenciar “el milagro” nunca estaremos seguros. Indicaciones de “llevar cuidado” “no corráis”. En el salpicadero del coche, unos cuadritos con las fotos de todos los componentes de la familia junto al cartel “Papá, no corras”. Junto a todo esto la imagen de San Cristóbal. Milagros que hacía este santo.
Era el momento de la marcha. Las maletas preparadas, no había mucho que llevar. Un capazo improvisado con viandas para pasar los días, la correspondiente escoba, las sábanas y unas telas más largas de lo normal, para separar las habitaciones si es que aquello, donde se juntaban ciento y la madre, se podían llamar habitaciones
Y todos para allá. Cuatro marchas y aquello no tira ni para decir basta. Lento, pero seguro. A los diez kilómetros hay que parar para abrir un poco la trasera del motor para que no se caliente tanto. Estamos en marcha
Colleja al que va delante, por tocar lo que no debe y gritos a los de atrás, para que no se muevan tanto. Era una ilusión porque, tal y como iban era imposible moverse, lo más mínimo.
Lo peor era bajar del coche. Tras tanto tiempo en el habitáculo, los miembros estaban entumecidos y a la abuela, había que sacarla con sacacorchos, de debajo de las maletas. .
Era, igualmente, el momento de que se quitaran las gafas de bucear, los componentes de la troupe trasera. No se las habían puesto por las ansias de playa, sino para que el palo de la escoba no les sacara un ojo.
Y, a partir de entonces ¡Felices vacaciones!
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