miércoles, 18 de junio de 2025

El atentado de Hipercor, el más sangriento de la banda terrorista ETA

Tal día como hoy, 19 de junio de 1987, en la ciudad de Barcelona, la banda terrorista ETA perpetraba su ataque más sangriento, el atentado de Hipercor.

El atentado de Hipercor, perpetrado por ETA en 1987 en Barcelona, es considerado el más sangriento de la banda terrorista, causando la muerte de 21 personas y más de 45 heridos. El atentado se produjo, con la detonación de un coche bomba en el aparcamiento del centro comercial, dejando un rastro de destrucción y muerte

Nos encontramos, en los años de terror de la banda terrorista ETA, el momento de mayor actividad de la organización terrorista que, aquel fatídico viernes, colocó un coche bomba, cargado con unos 200 kilos de carga explosiva, en el parking del Hipercor, situado en la avenida Meridiana de Barcelona.

El vehículo, un Ford Sierra robado, tenía el explosivo en el maletero. Una bomba que había sido puesta, por el comando Barcelona, rama de la banda terrorista ETA que estaba formada por Josefa Ernaga, Domingo Troitiño y Rafael Caride Simón, quienes declararon posteriormente, que la elección de Hipercor como objetivo, se debía a que pensaban que era una empresa de capital francés.

Al ser un viernes a primera hora de la tarde, el local, sin estar atestado, tenía más gente de la que era habitual a esa hora, realizando sus compras. A las 16:10 horas, actuó el temporizador que activaba los explosivos, ocasionando una enorme explosión, que voló por los aires la primera planta del garaje,  provocando un socavón de 5 metros de diámetro, en el suelo del establecimiento, por el que penetró una bola de fuego que abrasó a todas las personas, que encontró a su paso.

La mezcla explosiva, tuvo efectos similares a los del napalm, pegándose a los cuerpos y elevando la temperatura, hasta los 3.000 grados centígrados. Además, los gases tóxicos producidos, provocaron la asfixia de otras personas, no afectadas por el fuego.​ Como consecuencia, perecieron 21 personas y otras 45 resultaron heridas, de diversa consideración.​

La llegada inmediata de la Policía y los bomberos, atenuó el alcance de la masacre, ya que de no haberse extinguido a tiempo, el incendio habría afectado a otras plantas del supermercado. Algunos de los fallecidos (la mayoría de los cuales eran mujeres y niños), quedaron completamente carbonizados

Lo más sorprendente del atentado de Hipercor, fue que la propia banda terrorista ETA alertó del coche bomba. El personal de la empresa de seguridad del edificio, con ayuda de la Policía y la Guardia Urbana, buscaron el artefacto explosivo pero, al sobrepasar la hora señalada para la explosión y no encontrar ningún paquete sospechoso, la dirección de Hipercor y las fuerzas policiales, no consideraron necesario el desalojo del local. 

La razón era el elevado número de falsas alarmas, que tenían lugar en aquella época. De hecho, aquel fatídico viernes se recibieron un total de 12 falsas alarmas.

El problema fue, que no se trató de una falsa alarma y a las cuatro y diez de la tarde, la bomba explotó. La primera planta del garaje voló por los aires, tan grande fue la explosión que esta provocó un socavón de unos cinco metros de diámetro en el suelo del establecimiento. 

La explosión provocó además, la destrucción de unos 20 vehículos que se encontraban en el aparcamiento siniestrado, otros 25 sufrieron daños de gravedad y otros muchos, fueron afectados por el humo, además de daños importantes, en las instalaciones del hipermercado y de diversa consideración, en algunos immuebles vecinos, sobre todo balcones y cristales. Finalmente fueron valorados en unos 400 millones de pesetas (2,4 millones de euros).​ 

martes, 17 de junio de 2025

La Tregua de Niza, el fin a la lucha de España y Francia por la posesión de Italia

 

Tal día como hoy, 18 de junio de 1538, el Rey Carlos I de España y V de Alemania y el Rey Francisco I de Francia, firmaban la Tregua de Niza. Un acuerdo que ambos monarcas alcanzaron, después de años de disputas por el control de Italia, con el propósito de que ambos Reinos, lograsen recuperarse económicamente.

Los antecedentes de esta tregua, los encontramos en 1535, año en el que falleció el duque de Milán Francisco Il Sforza. Su muerte planteó nuevamente la cuestión italiana y alimentó, las pretensiones francesas sobre la zona.

En febrero de 1536, Francia invadió los territorios de Saboya y Piamonte, ocupando plazas como las de Chambéry o Turín. Una acción que suponía una gran amenaza, para los intereses españoles en Italia.

Ese mismo año, el Emperador Carlos V regresaba de Túnez de forma triunfante y, con grandes planes para unificar la cristiandad, se reunió con el Papa en presencia de los embajadores franceses, para advertir que si el Rey Francisco I de Francia´ no aceptaba sus condiciones de paz, le declararía la guerra.

Permitiendo Carlos V negociar a sus ministros, para hacer tiempo y empujado por sus capitanes Andrea Doria y Antonio de Leyva, decidieron emprender hostilidades. Pensaba en un ataque por mar y tierra contra Francia, lo que significaba un traslado total de tropas.

Del múltiple ataque sobre Flandes, la invasión septentrional desde los Países Bajos se tuvo que abandonar, por escaseces económicas, pero Carlos durante el verano de 1536 se internó por la Provenza. La campaña fue un desastre y en octubre Carlos estaba de nuevo en Génova, arruinado en su potencia militar y endeudado.

El mutuo agotamiento, hizo detener las operaciones mayores y fracasadas las negociaciones, por los emisarios del emperador sobre Milán, por la ayuda francesa a los turcos y por el apoyo de Francia, al quinto Concilio General, se firmó la Tregua de Niza el 18 de junio de 1538, con el acuerdo de que debía durar 10 años y con el programa de una liga, contra los musulmanes y protestantes y la colaboración, en un concilio general. Francia mantenía sus conquistas de Saboya, Turín, Bresse y Bugey.

Posteriormente en 1542, Francisco I, aprovechando el agotamiento del emperador y de los recursos sacados de Argel, el año anterior, rompe la tregua en julio de ese mismo  año  y envía un ejército invasor a los Países Bajos, iniciando la guerra italiana de 1542 a 1546. De la que saldría el emperador, con la firma de la paz de Crepy en 1544.

De esta forma se iniciaba un nuevo conflicto, que durante cuatro años mantuvo ocupados a los Tercios Españoles. Una guerra que sangró nuevamente la Hacienda pública y que no supuso, ningún cambio en el mapa europeo.

lunes, 16 de junio de 2025

La conquista de Valencia, por Rodrigo Díaz de Vivar, el "Cid Campeador"

Tal día como hoy, 17 de junio del 1094, Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el "Cid Campeador", conquistaba la ciudad de Valencia tras un año de asedio.

Rodrigo Díaz de Vivar, también conocido como "el Cid Campeador", fue un líder militar castellano, que llegó a dominar al frente de su propia mesnada, el Levante de la península ibérica, a finales del siglo XI como señorío, de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno.

Consiguió conquistar Valencia y estableció en esta ciudad, un señorío independiente desde el 18 de junio de 1094​ hasta su muerte; su esposa, Jimena Díaz, lo heredó y mantuvo hasta 1102, cuando pasó de nuevo a dominio musulmán.

Hijo de Diego Laínez y descendiente del legendario Laín Calvo, Rodrigo Díaz de Vivar fue educado junto al Infante Sancho, quien al ocupar el trono de Castilla, le nombró alférez real.

Tuvo, asimismo, conocimientos de derecho, pues intervino en dos ocasiones a instancias regias, para dirimir contenciosos jurídicos, aunque quizá en el ambiente de la corte, un noble de la posición de Rodrigo Díaz, pudiera estar oralmente familiarizado con conceptos legales, lo suficiente como para ser convocado en este tipo de procesos.

Su prestigio como guerrero se incrementó tras vencer en combate singular al caballero navarro Jimeno Garcés, victoria que solucionó el conflicto entre Castilla y Navarra por unos territorios fronterizos.

Como jefe de las tropas del Rey Sancho II de Castilla, Rodrigo Díaz de Vivar participó en la guerra fratricida que su monarca mantuvo con Alfonso VI de León teniendo un papel destacado en las batallas de Llantada y Golpejera, enfrentamientos tras los cuales Alfonso VI de León fue derrotado y obligado a escapar a la Taifa de Toledo, sin embargo, Sancho II murió poco después en su afán por derrotar a su hermana Urraca, al intentar conquistar la villa de Zamora.

Cuando Alfonso VI se convirtió en su nuevo Rey, este no le guardo rencor e incluso, consciente de su valía, lo honro concediéndole la mano de su sobrina doña Jimena, con quien se casó en julio del 1074.

Años después, una expedición a tierras toledanas sin el permiso real que puso en peligro las negociaciones de Alfonso VI para adueñarse de la ciudad de Toledo le provocó su primer destierro. Destierro durante el cual sirvió al Rey al-Muqtadir de Zaragoza después de que el conde de Barcelona,rechazase sus servicios.

Tras ser derrotado por los almorávides, Alfonso VI de León se reconcilió con Rodrigo Díaz de Vivar, pero una nueva disputa provocó su destierro definitivo de Castilla, fue entonces cuando el Cid se convirtió en protector de al-Qadir, Rey de Toledo y Valencia, ciudad esta última que conquistaría a la muerte de su protegido, aprovechando el conflicto interno entre partidarios y opositores, a abrir la ciudad a los almorávides.

Rodrigo Díaz de Vivar, se nombró Príncipe de Valencia y se instaló en la ciudad del Turia, hasta el día de su muerte, el 10 de julio del 1099. su esposa, Jimena Díaz, lo heredó y mantuvo hasta 1102, cuando pasó de nuevo a dominio musulmán. 


domingo, 15 de junio de 2025

El matrimonio de Felipe II de España con María I de Inglaterra, la inconclusa unión de ambos reinos

Tal día como hoy, 16 de junio de 1586: la Reina María I de Inglaterra, de la casa Tudor, reconoce a su esposo, Felipe II de España, como su heredero.

El matrimonio entre Felipe II de España y María I de Inglaterra, fue una unión política, no amorosa, cuyo objetivo era unir Inglaterra a la Monarquía Hispánica. La unión, aunque breve, no logró su propósito y fue marcada, por la oposición del pueblo inglés y la falta de descendencia.

Aunque mucha gente los desconoce, España e Inglaterra estuvieron bajo el mando de un mismo Rey, bien avenidos, como si fueran una sola potencia. De haber perdurado en el tiempo esta unión, hoy probablemente estaríamos hablando,del mayor imperio de la historia.

Este episodio no es fácil de comprender si tenemos en cuenta que España e Inglaterra han mantenido casi siempre una relación de rivalidad con sentimientos de temor, desprecio y admiración mutuos. 

La lista de pugnas y rupturas es interminable. Por citar solo algunos, los abordajes de los corsarios a los barcos españoles en el siglo XVI, las pugnas por la soberanía de Gibraltar, la expedición de la Armada Invencible, el apoyo español a la independencia de Estados Unidos, la tradicional alianza de los ingleses con Portugal ,contra los intereses españoles y la Batalla de Trafalgar.

Sin embargo, hubo un momento, en que todas esas diferencias no fueron tan evidentes, aunque fuera por un corto periodo de tiempo. Nos referimos a los cuatro años en que Felipe II fue también Rey de Inglaterra, bajo el nombre de Felipe I. 

Aquello fue consecuencia, de su matrimonio con María I Tudor entre 1554 y 1558, una circunstancia ya de por sí importante, pero que se habría sumado a las consecuencias que tuvo para España, el descubrimiento de América, que se había producido poco antes. De hecho, el retrato del monarca español todavía cuelga, en las paredes de la Cámara del Príncipe, estancia anexa a la Cámara de los Lores, en el palacio de Westminster.

El matrimonio, sin embargo, no tuvo hijos. De haberlos tenido, la historia de Europa y España habría sido diferente. Todo comenzó cuando el príncipe Felipe enviudó de su primera mujer, María Manuela de Portugal, en 1545. Ocho años después, su padre, el emperador Carlos V, todavía Rey de España, eligió a María Tudor como nueva esposa, para aprovechar que esta acababa de ser coronada. 

El objetivo último, era que la descendencia de ambos, uniese en una sola corona a Flandes, Borgoña, España e Inglaterra, formando una defensa infranqueable de sus posesiones continentales, contra la ambición de los franceses.

Felipe concibió el enlace, como una obligación política impuesta por su padre. Su única misión parecía ser engendrar a un heredero, que se convirtiera en el futuro aliado de España y el Imperio. Los opositores contra los que tuvo que pelear, no obstante, fueron muchos. En primer lugar, Francia, que observaba con pánico un matrimonio que podía conceder a España, un gran poder y un vasto territorio. 

En segundo, los nobles, que se habían enriquecido con los bienes eclesiales expropiados en tiempos de Enrique VIII de Inglaterra, padre de María, y temían que tuvieran que devolverlos. En tercero, los protestantes, pues la unión ponía en grave peligro a su Iglesia.

El monarca español, representaba para María de Tudor un perfecto apoyo, en su causa de restaurar el catolicismo y frenar las aspiraciones protestantes. Estas estaban representadas por su hermanastra Isabel, hija de Enrique VIII y Ana Bolena. 

A su favor solo contaba con algunos nobles católicos, pero estos ya habían sido duramente reprimidos e, incluso, condenados a muerte en la Torre de Londres por su padre. La boda, por lo tanto, se celebró con urgencia en Winchester, en enero de 1554, en medio de este clima de tensión.

Para desgracia de Felipe II, se estableció que este solo ostentaría el título de Rey de Inglaterra mientras María viviese. Además, solo ella dispondría de las rentas públicas y él solo podría usarlas, con el permiso de esta. El monarca aprovechó el amor que su esposa le profesaba, para mover hilos en la corte con el objetivo de que le nombraran su sucesor, en el caso de que no tuvieran hijos. El Parlamento invocó los acuerdos prematrimoniales y lo impidió en el último momento.

Once meses después de la boda, Inglaterra volvía oficialmente a la obediencia de Roma. Para tranquilizar a la nobleza protestante, se dictó que las antiguas tierras eclesiales que Enrique VIII les había cedido, no tuvieran que restituirse. Solo se devolverían aquellas que habían ido a parar, a manos del Rey de Inglaterra.

Sin embargo, no era suficiente para María Tudor, puesto que ella quería venganza, después de que su madre hubiera sido repudiada y ella misma, hubiera sido desheredada. Así que hizo prisionera a su hermana Isabel, en la Torre de Londres y empezó a perseguir a los protestantes, a muchos de los cuales condenó a muerte, sin ningún reparo.

Pasó el tiempo y el objetivo del matrimonio no se cumplía. María estaba tan obsesionada que, incluso, llegó a creerse que estaba embarazada. Dijo que su hijo nacería en abril de 1555 y puso a su hermanastra, a hacer la ropa de su futuro bebé, como una especie de tortura psicológica. Cuando llegó la fecha, se produjo la desilusión.

La salud de la Reina empeoró y Felipe se sintió engañado, pero todavía necesitaba a su esposa desde el punto de vista político. Cuando marchó a Flandes para asistir a la abdicación de Carlos V, le respondió a todas las cartas de amor que esta le envió, aunque fuera cortésmente, para hacerla creer que era la mujer de su vida. A su regreso siguió manteniendo relaciones sexuales con ella, aunque no tuviera ninguna esperanza de procrear.

Tras la guerra que se desencadenó con Francia, Felipe II volvió a marcharse. Esta vez, a Flandes. María  Tudor se quedó destrozada y siguió escribiéndole cartas, rogándole que regresara pronto. No se imaginaba,que ya nunca volvería a verle y que el sueño de aquella unión indefinida,entre los dos reinos se perdía para siempre. 

Ella lo intentó y le escribió, para comunicarle que estaba embarazada, pero él no la creía y envió al duque de Feria para confirmarlo. Este le dijo que la Reina simplemente esta enferma y que parecía, no tener cura. Solo el láudano le aliviaba ya, los fuertes dolores y se pasaba el día rezando y llorando.

Ni siquiera fue a estar junto a ella, en su agonía. Felipe II había perdido todo interés en ella. También por la corona inglesa. Era consciente de que el Parlamento, jamás cambiaría las leyes de sucesión y dio el trono por perdido. 

El 17 de noviembre de 1558, María Tudor moría sola, sin despedirse de su esposo, creyendo que este aún la amaba. Felipe II dejaba de ser monarca de Inglaterra de manera automática. El monarca hispano, hizo un último intento y sondeó la posibilidad de casarse con su cuñada Isabel, pero esta le rechazó.

sábado, 14 de junio de 2025

El Primer Sitio de Zaragoza por las tropas de Napoleón Bonaparte

 

Tal día como hoy, 15 de junio de 1808, en el marco de la Guerra de la Independencia, las tropas de Napoleón Bonaparte, iniciaban el Primer Sitio de Zaragoza.

El Primer Sitio de Zaragoza, que duró desde junio hasta agosto de 1808, fue el primer asedio que las tropas napoleónicas dirigidas por Lefebvre y Verdier infligieron a la ciudad, durante la Guerra de la Independencia Española. 

Las fuerzas francesas, tras una serie de victorias iniciales, se aproximaron a Zaragoza, donde encontraron una resistencia feroz, por parte de los defensores, incluyendo soldados regulares, milicianos y civiles. 

A pesar de su débil preparación inicial, los zaragozanos lograron rechazar el asedio durante más de dos meses, causando una gran cantidad de bajas a los franceses.

Tras las derrotas de Tudela, Mallén y Figueruelas, el ejército francés, dirigido por el general Lefebvre, llegó a los muros de Zaragoza. La ciudad apenas estaba defendida, por poco más de 1.400 hombres del ejército regular. 

Lefebvre vio una victoria fácil, incluso pensó que podía tomar la ciudad aquel mismo día con un asalto general, sin embargo, el general francés no contaba con que los zaragozanos, se alzasen en armas en defensa de la religión, la patria y del legítimo Rey, Fernando "el Deseado", mas tarde llamado "el felón"

La noticia sobre la llegada de los franceses, durante la mañana del 15 de junio de 1808 alarmó a toda la ciudad. Se hicieron llamamientos, para que todo el mundo participara en la defensa de Zaragoza e imposibilitase el avance enemigo. Las fuerzas napoleónicas, divisaron la ciudad a primera hora de la mañana y fueron recibidos, con fuego de artillería.

A pesar de la "bienvenida", poco antes de la una de la tarde, los franceses ya se encontraban junto a las puertas de la zona sur, dispuestos a comenzar el asalto. De esta forma se iniciaba la batalla de las Eras, entre las puertas del Carmen y el Portillo.

Las fuerzas napoleónicas lograron superar a los defensores, e incluso entrar en la ciudad, a través de ambas puertas pero cuando los soldados españoles se vieron superados, los zaragozanos, dirigidos por Antonio Sangenís, respondieron con furia y valentía,, con el poco armamento del que disponían, logrando así rechazar la ofensiva.

Tras este inesperado fracaso inicial, los franceses sometieron la ciudad a un intenso bombardeo, mientras procuraban cortar sus líneas de abastecimiento y organizar un asedio ordenado, a pesar de que el número de tropas de que disponían, era claramente insuficiente para este fin.

Los zaragozanos, por su parte, se ocuparon en diversas obras de fortificación: parapetos, aspilleras, barricadas etc. de las que no se habían ocupado antes; comandados por el ingeniero militar Antonio Sangenís, que murió heroicamente, defendiendo la ciudad. Durante los días siguientes,se produjeron diversos ataques puntuales franceses, siendo rechazados todos ellos.

Ese 15 de junio los franceses perdieron más de 700 hombres. Lefebvre ordenó la retirada mientras empezaba a comprender que la toma de Zaragoza no iba a ser tan sencilla. Comenzaba así el primer sitio de Zaragoza, asedió que duró dos meses y que costó a los franceses unos 4.000 soldados.


viernes, 13 de junio de 2025

La batalla de Marengo, cuando Napoleón venció a los austríacos en Italia

Tal día como hoy, 14 de junio de 1800, las tropas napoleónicas derrotaron a los austriacos, en la Batalla de Marengo.

La batalla de Marengo fue un enfrentamiento bélico, durante las Guerras Napoleónicas, que tuvo lugar el 14 de junio de 1800 cerca de la ciudad italiana de Alessandria. La victoria de las tropas francesas, lideradas por el mismo Napoleón Bonaparte, tuvo un gran impacto en la evolución de las guerras en Europa.

El desarrollo inicial de la batalla, puso de manifiesto la superioridad austríaca. A las ocho de la mañana, el general austríaco Melas lanzó la unidad de O’Reilly al asalto de la división francesa Gardanne; al principio, ésta se resistió, pero golpeada por la artillería, se replegó y retrocedió hacia el pueblo de Marengo, que se convirtió en el epicentro de la batalla. 

Los franceses trataron de resistir durante toda la mañana, pero cuando Melas hizo entrar en escena a su caballería, se desató una lucha encarnizada. Sólo entonces compareció Bonaparte, convencido al fin de que el ejército austríaco estaba en Marengo.

El mariscal frances Kellermann, respondió a las cargas austríacas con sus dragones y frenó cuatro asaltos seguidos, pero hacia las 14 horas, las líneas francesas empezaron a ceder. Las divisiones de Lannes y de Victor retrocedieron dejando allí parte de su artillería. 

La situación era cada vez más comprometida y se complicó todavía más cuando el general austríaco Ott, logró hacerse con el pueblo de Castel Ceriolo, al norte, e intentó, atacar a las tropas francesas por retaguardia.

A primera hora de la tarde, todo indicaba que los franceses habían sido derrotados. Hasta tal punto que el general austríaco Melas, agotado por la jornada, decidió pasar el mando al general Kaim y partió a Alessandria, para anunciar la victoria de su ejército sobre el primer cónsul francés. De inmediato, los correos partieron hacía las principales capitales europeas para transmitir la sensacional noticia.

Entre tanto, desde lo alto del campanario de un pueblo próximo, Bonaparte observaba cómo sus tropas se batían en retirada. En ese momento, lo máximo que podía esperar era que su ejército retrocediera de forma ordenada y sin sufrir demasiadas bajas; la derrota, era inapelable. Pero entre las 4 y las 5 de la tarde, Napoleón avistó en la lejanía al destacamento del general Desaix, uno de los que había enviado por la mañana en busca de las tropas austríacas.

Tres horas antes, hacia la una, Desaix –un ardoroso general de 32 años - que había acompañado a Napoleón a Egipto, había recibido un mensaje desesperado de Bonaparte: "Volved, por amor de Dios". Obedeció sin demora, y llegó a marchas forzadas al campo de batalla, dispuesto a sostener al ejército en retirada.

Rápidamente improvisó una reunión de mandos, en la que participaron Berthier, Murat, Marmont y Desaix. Fue este último, quien mostró mayor ímpetu. Informado de la situación, proclamó: "Hemos perdido una batalla, pero sólo son las cinco y todavía estamos a tiempo de ganar otra".

Bonaparte dio, la orden de lanzar una contraofensiva, con todas las fuerzas disponibles en una acción conjunta. La infantería de Desaix se lanzó contra la columna principal austríaca, mandada por el general Zach. El propio Desaix murió en el ataque, de un balazo en el pecho, pero la artillería del general Marmont y una carga de la caballería del general Kellermann, lograron desorganizar a las fuerzas enemigas.

La acción coordinada de estos tres elementos, dio un vuelco a la situación e hizo que las divisiones de Lannes y Victor, que llevaban retrocediendo desde principios de la tarde, volvieran a avanzar respaldadas por la Guardia Consular. El general austriaco, Anton von Zach, fue hecho prisionero junto a más de 2.000 de sus soldados. La sorpresa inicial de los austríacos se trocó en pánico y todos se batieron en retirada.

Contra toda esperanza, al anochecer del 14 de junio, el ejército francés había quedado dueño del campo de batalla. Algunos batallones austríacos resistieron valientemente en la misma Marengo, mientras  el general austríaco Melas retornaba a la acción, para reunir a los fugitivos y ponerlos a salvo. Las bajas de unos y otros fueron considerables: cerca de 9.500 hombres por el bando austríaco, por 5.600 del lado francés.

La victoria de Marengo llegó en el mejor momento para Bonaparte. En los primeros meses de 1800, su poder como primer cónsul parecía debilitarse. Sus primeras reformas todavía no habían dado frutos, y en París hasta sus más allegados habían empezado a conspirar en su ausencia, previendo que fracasara o muriera en Italia. 

De hecho, cuando llegó a la capital la falsa noticia de la derrota de Marengo, transmitida precipitadamente por Melas, Talleyrand, el ministro de Relaciones Exteriores, y Fouché, jefe de la Policía, estaban dispuestos a considerar una alternativa. Hasta los hermanos de Napoleón, José y Luciano, discutieron sobre un posible traspaso de poderes.

La victoria de Marengo, permitió a Bonaparte barrer las resistencias a su poder. Al regresar victorioso de Italia, Bonaparte obtuvo una popularidad sin precedentes y pudo volcarse en las reformas de Francia, que fue posible gracias a la paz que suscribió con Austria mediante el tratado de Lunéville, de enero de 1801, y que duraría hasta 1804, cuando, ya coronado emperador, se lanzaría a sus grandes campañas de conquista en Europa.

jueves, 12 de junio de 2025

La conquista de Moclín: la última frontera del reino Nazarí de Granada

Tal día como hoy, 13 de junio de 1486: En la actual localidad granadina de Colomera, Fernando "el Católico" conquista Moclín con sus tropas.

Colgado en lo alto de una montaña y en situación de preeminencia estratégica, el castillo fortaleza de Moclín, es sin duda uno de los monumentos defensivos más impactantes, de cuantos acordonan la vega y la ciudad de Granada.

Hacia él, centro de una comarca, donde se mezclan olivares, vegas y sierras la vista es soberbia; y ya sobre sus murallas y adarves, la contemplación del horizonte es circular y completa hasta Alcalá la Real, Granada y la Sierra.

Esa situación de ventaja, sobre las laderas y montañas cercanas, permitía el control de uno de los pasos naturales desde los reinos cristianos y le valió ser, uno de los escudos de Granada cuando la caída de Alcalá la Real en 1341, puso al ejército cristiano a dos pasos de la capital nazarí.

Testigo fue de al menos  tres intentos de conquista, a través del paso del río Velillos con Fernando lll, Sancho lV (dos de sus hijos), y finalmente los Reyes Católicos.

Los dos primeros intentos, de 1280 y 1381 se saldaron con sangrientas derrotas de los ejércitos cristianos,que tardarían más de 150 años en reponerse y preparar el asalto final. Este se lleva a cabo en dos intentos.

En el primero, el Conde de Cabra intenta tomar la villa con un ejército de cien caballeros y mil peones. El emir El Zagal se le adelanta, con mil caballeros y mil infantes y el choque acaba en una derrota sangrienta  para el Conde de Cabra, en el lugar que después se llamó Campo de la Matanza.

Un año más tarde, tras la caída del Loja, el otro paso natural hacia la Vega de Granada , la artillería castellana, logró incendiar el polvorín del castillo y destruir por fuego el Alcázar, con la consiguiente rendición de los moclileños.

El paraje natural de la “ruta del Gollizno” forma parte de esa rica y tormentosa historia, de población de frontera, enriquecido por la belleza de un río con cascadas, cuevas y pinturas paleolíticas y esos enclaves naturales, que por recónditos y preservados son hoy un lujo, para caminantes y curiosos.

A 1.100 metros de altitud, se levanta orgulloso el castillo de Moclín. Es el centro de todo el complejo de fortificaciones del pueblo y desde donde se controla todo el territorio, entre Alcalá la Real y la vega de Granada. Esta fue la última defensa del reino nazarí, motivo por el cual los reyes nazaríes le dieron por nombre "el escudo de Granada".

La reina Isabel la Católica, utilizó esta fortaleza durante cortos periodos de tiempo y tuvo aquí cautivo, al ‘infantico’, sobrenombre por el que se conocía al hijo de Boabdil, rehén de los cristianos durante algún tiempo, en las guerras de finales del XV.