sábado, 31 de mayo de 2025

La supresión de las cartillas de racionamiento en España

Tal día como hoy, 1 de junio de 1952, se suprimían las llamadas cartillas de racionamiento del régimen de Francisco Franco.

Las cartillas de racionamiento eran unas tarjetas con cupones, creadas por el Gobierno franquista en la España de la Posguerra, para que la mermada población española, pudiera salir adelante ante la escasez de alimentos.

Inicialmente familiares, las cartillas de razonamiento se convirtieron en individuales en el año 1943. Este hecho permitía al Gobierno, un mayor control sobre la población.

Cada persona tenía asignada una tienda concreta, para comprar artículos racionados, cantidad que solía variar según la semana o el mes. La prensa se encargaba de publicar la ración diaria de cada producto, así como los lugares para conseguirlo.

La limitación era tan detallada, que incluso había diferentes cartillas de racionamiento. Existían cartillas de primera, segunda y tercera categoría, según el nivel social del consumidor, su estado de salud o posición familiar. 

Los hombres adultos podían acceder al 100 % de los alimentos, eso sí, dependiendo del trabajo que realizaban. Las mujeres adultas y los mayores de 60 años recibían el 80% de la ración, mientras que los menores de 14, tan solo un 60 %.

El pan blanco era un artículo de lujo, motivo por el cual no se incluía en el alimento que cada persona tenía el derecho, de recibir semanalmente. Sí se incluía el pan negro, la carne, las patatas, el arroz, el aceite y la leche. Entre los productos de primera necesidad, también se encontraban el jabón y el tabaco.

Sin embargo, no todo funcionó a rajatabla, sino que, por supuesto, la sociedad necesitaba sobrevivir, y por ello triunfó el estraperlo, o mercado negro. Al considerar que las cartillas de racionamiento estaban destinadas al fracaso, algo que los poderosos no atendían ya que contaban con privilegios, a la hora de acceder a bienes alimenticios, en las clases menos pudientes, se optó por el método más peligroso.

Un riesgo que había que tomar, si el objetivo era poder alimentarse de algo más de lo impuesto por el Estado, así como huir de algunas intoxicaciones, o productos en mal estado, que se difundían con la cartilla.

Los productores agrícolas, comenzaron a reservar parte de sus recursos para después venderlos de manera clandestina, lo que supuso el inicio del "estraperlo" en el franquismo. 

Así los define el historiador Miguel Ángel del Arco: “Eran mercados negros de supervivencia, el ‘estraperlo de los pobres’, en el que participaban las clases sociales más bajas y que no enriquecieron a sus protagonistas, sino más bien le permitieron salir adelante a ellos y a sus familias”.

Al difundirse este mercado negro, que llegó a acaparar hasta a las altas esferas, acabó convirtiéndose en una especie de mercado paralelo, donde se encontraban alimentos como el pan blanco, los incluidos en la cartilla, y hasta la carne, también considerada como un lujo.

La cartilla, dejó de estar en funcionamiento en abril de 1952, cuando el Gobierno consideró que dejaba de ser necesaria. Fueron, por tanto, 13 años de carencias alimenticias, que no solo se reflejó en el estraperlo, sino también en las pérdidas humanas.

Se calcula que entre 1939 y 1942, se produjeron entre 200.000 y 600.000 muertes como consecuencia de la mala alimentación, o de las enfermedades que derivaban de ella. Una época difícil, trágica, que es mejor aprender, para  no repetirla.

viernes, 30 de mayo de 2025

El bombardeo de Almería por la marina de guerra alemana

Tal día como hoy, 31 de mayo de 1937: La Marina de guerra alemana, bombardea la ciudad de Almería durante casi una hora, por orden directa de Adolf Hitler. 
    
El bombardeo de Almería fue una acción militar, ocurrida el 31 de mayo de 1937, durante la guerra civil española, efectuado en respuesta por un bombardeo gubernamental del Acorazado de bolsillo alemán Deutschland, ocurrido este dos días antes en el antepuerto de Ibiza. Hitler dio órdenes de bombardear la capital almeriense, como represalia por dicha acción.

El 29 de mayo de 1937, una escuadrilla de bombarderos republicanos Tupolev SB-2 -Katiuskas- despegan para perseguir una flotilla de la armada rebelde que estaba operando en el Mediterráneo, entre los que se encontraba el crucero Canarias. Poco después volvieron dos aviones y la tripulación rusa de uno de ellos dijo que habían bombardeado al Canarias.

Al parecer, las tripulaciones vieron al buque fondeado cerca de Ibiza y disparándoles con su artillería antiaérea. El primer avión lanzó sus bombas, que fallaron; el segundo dio una primera pasada, y en una segunda lanzó sus bombas, una de las cuales impactó cerca de la chimenea y la otra cerca de la proa.

Pero el buque que recibió los impactos no era el crucero Canarias, sino el crucero alemán Deutschland. El buque sufrió graves daños materiales y hubo 31 muertos y 74 heridos; Las bombas fueron lanzadas por el avión cuyo observador era G. Livinski, pilotado según otras fuentes por el ruso Nikolai Ostryakov.

A pesar de la larga polémica en torno a este ataque, el buque alemán incumplía la normativa del Comité de No Intervención, de permanecer a un mínimo de diez millas de la costa española y estaba presente, en la zona de patrulla naval francesa.

Al ser informado sobre el suceso y la muerte de tantos alemanes, Hitler montó en cólera, y el ministro alemán de Asuntos Exteriores necesitó seis horas para tratar de calmarle.​ Debido a la excitación, Hitler ordenó el bombardeo de Valencia como contrapartida por este ataque, así como de Cartagena.

Sin embargo, tras ser aconsejado por sus asesores militares,  decidió el bombardeo de Almería, al ser esta una ciudad sin defensas militares, de importancia y para evitar un gran eco internacional. Por otro lado, Almería se encontraba dentro de la zona, de control marítimo alemán.​

En la madrugada del 31 de mayo, los alemanes se tomaron la revancha. El acorazado de bolsillo Admiral Scheer, apareció junto a cuatro destructores alemanes, que seguían un rumbo que levantaría pocas sospechas, como queriendo continuar por la costa hacia el estrecho de Gibraltar; pero, de repente, hicieron un brusco viraje hacia el norte.

A las 7:29 de la mañana, abrieron fuego contra las instalaciones portuarias y cualquier barco que se encontrase en el puerto, incluyendo un pequeño submarino, aunque su principal objetivo, era el acorazado republicano Jaime I, que había partido hacia Cartagena para unas reparaciones. Posteriormente, las baterías de costa delataron su posición, al intentar repeler sin éxito el ataque, por lo que pasaron a ser un nuevo blanco.

La escuadra alemana, realizó en total más de 275 disparos antes de retirarse, ante la creciente actividad de las baterías antiaéreas costeras republicanas; finalmente, el ataque se saldó con 19 muertos, 55 heridos y 35 edificios destruidos.

Investigaciones más recientes, sitúan el número de muertos en 31. Al revés de lo sucedido semanas antes en Guernica, con los aviones de la Legión Cóndor, los buques alemanes en ningún momento ocultaron su nacionalidad, ni pretendieron actuar como apoyo subordinado al bando sublevado, sino como fuerza naval que ejecutaba órdenes directas del III Reich.

El bombardeo duró casi una hora y los 275 disparos, que se efectuaron, 94 de ellos con cañones de 280 milímetros, cayeron sobre la ciudad, sin que las baterías de costa pudieran hacer nada, porque sus cañones no tenían alcance suficiente, para llegar hasta donde se encontraba, la flotilla alemana.

Toda la ciudad de Almería se vio afectada y entre los edificios dañados, se encontraban la catedral de Almería, la iglesia de San Sebastián, dos hoteles, un banco, el mercado, la escuela de artes, la estación de ferrocarril, el ayuntamiento y la sede de la Cruz Roja internacional.

El consejo de ministros de la República, se reunió en Valencia, donde Prieto (Ministro de Defensa Nacional) propuso que la República bombardeara a la flota alemana, en el Mediterráneo.​ Sin duda, aquello podía provocar una guerra mundial, reconoció, pero el riesgo valía la pena. 

Juan Negrín respondió, cautelosamente, que habría que consultar con el Presidente de la República, Azaña, consultando también los ministros comunistas con Moscú. En este sentido, los dirigentes soviéticos se mostraron totalmente contrarios, a un conflicto con Alemania,​ de la misma manera que se mostró Manuel Azaña: "Hemos de evitar que el Deutschland se convierta en nuestro Maine…​" fueron las palabras de Azaña.

Al final se impuso la postura de Juan Negrín, en contra de tornar la contienda española en germen de una guerra europea, sospechando que Gran Bretaña y Francia podrían inclusive, mantener su política de apaciguamiento hacia Hitler, hasta extremos de negar apoyo a la República Española. Los nacionalistas vascos y catalanes también se opusieron a la idea, pues no deseaban una internacionalización, del conflicto. 

El Partido Comunista Español,  también opinó en contra, en tanto la URSS no estaba dispuesta a entrar en guerra contra Alemania solo por causa de España; el propio presidente Manuel Azaña rechazó el proyecto, temiendo que ocasionase solo más muertes y destrucciones, en suelo español.

Por su parte, el Gobierno franquista, tanto en su cuartel general de Salamanca, como desde la junta técnica de Burgos, o las distintas representaciones diplomáticas en el extranjero, guardó absoluto silencio.

jueves, 29 de mayo de 2025

Fadrique Álvarez de Toledo, uno de los más valientes capitanes generales de la Armada Española

Tal día como hoy, el 30 de mayo de 1580, nacía en Nápoles el militar y político español Fadrique Álvarez de Toledo y Mendoza, uno de los más valientes y destacados capitanes, generales de la Armada Española.

Fadrique de Toledo Osorio  fue un militar y político español, marqués de Villanueva de Valdueza, capitán general de la Armada del Mar Océano y de la Gente de Guerra del Reino de Portugal, caballero de la Orden de Santiago y posteriormente, comendador del Valle de Ricote y comendador mayor, de Castilla en dicha Orden.

Sus victorias contra ingleses, holandeses, franceses y musulmanes le convirtieron en el mayor almirante de España y Portugal en su época, al que se dedicaron obras de teatro y poesías. Sin embargo, su fama y fuerte carácter le granjearon la enemistad del valido del rey Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, lo que significó su caída en desgracia.

Nació en Nápoles, el 30 de mayo de 1580. Era hijo de Pedro de Toledo Osorio, V marqués de Villafranca del Bierzo, y de Elvira de Mendoza. Heredó desde su nacimiento el cargo de comendador del Valle de Ricote, en la Orden de Santiago.

Comenzó sirviendo en galeras, bajo el mandato de su padre y ascendió rápidamente igual que su hermano, García Álvarez de Toledo Osorio, en la carrera militar. En 1617 alcanzó el cargo de capitán general de la Armada del Mar Océano. Esto le llevó a nuevos y numerosos combates, mandando la escuadra contra holandeses, ingleses y berberiscos.

En la batalla de Gibraltar de 1621, derrotó a la armada de las Provincias Unidas de los Países Bajos, y en la batalla del Canal de la Mancha en 1623, venció nuevamente a la flota neerlandesa, e impidió que cruzara el canal estableciendo un bloqueo sobre sus costas. Poco después, derrotó una armada bereber en el estrecho de Gibraltar.

Debido a la unión dinástica bajo la casa de Habsburgo, fue general del Reino de Portugal y capitán general de la Armada del Brasil. En 1625, con una flota de 26 navíos, con 450 cañones y 3500 soldados de desembarco, fue enviado a recuperar la ciudad de Salvador de Bahía, ocupada por las fuerzas holandesas de los Países Bajos. Con una operación por tierra y por mar, rindió la ciudad de Bahía y capturó a miles de holandeses. Siguió con las operaciones militares desalojando a holandeses e ingleses, de otros puntos de Brasil.

En 1629, dirigió la expedición de la armada española en el mar de las Antillas y libró la batalla de San Cristóbal, en donde venció a una flota corsaria en la isla Nieves, expulsó a los ingleses y franceses de la isla de San Cristóbal, y quemó todas sus plantaciones de café y tabaco.

El aumento de su poder, le hizo chocar directamente con el autoritarismo y las políticas en materia de relaciones exteriores, del conde-duque de Olivares, quien para alejarle de la corte, le quiso enviar a América a recuperar la plaza de Pernambuco y el resto de plazas brasileñas, ocupadas en 1630 por una inmensa armada neerlandesa, que traía hasta 7000 hombres de desembarco.

Fadrique no aceptó la misión, por su estado de salud y por la disposición y el estado de la flota, por lo que se le formó un proceso de desobediencia. Este consejo de guerra lo apartó, humilló y condenó, a una vida de penurias y descrédito. Cayó prácticamente en la miseria, por no cumplir la misión que Olivares le exigió.

Poco después su memoria fue rehabilitada. Las hazañas navales y militares de Fadrique Álvarez de Toledo, fueron motivo bastante para que Felipe IV, le concediera el título de marqués de Villanueva de Valdueza, en 1634 pocos meses antes de fallecer en la villa de Madrid.

La caída del conde-duque de Olivares en 1643, acrecentó su fama como uno de los más valientes y destacados capitanes generales, de la Armada Española.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Historia de Enrique II de Castilla, "el de las Mercedes" el primer Rey de la casa de Trastámara

Tal día como hoy, 29 de mayo de 1379, fallecía el Rey castellano Enrique II, el primer monarca de la casa de Trastámara.

Hijo bastardo del Rey Alfonso XI de Castilla y adoptado por el conde de Trastámara, Rodrigo Álvarez, de quien tomaría nombre su dinastía, Enrique II mostró siempre su oposición al reinado de hermano paterno Pedro I de Castilla. Se sublevó en Asturias en 1352 y, más tarde, en Ciudad Rodrigo.

Derrotado, Enrique II de Castilla huyó a Francia y a Aragón para establecer alianzas con ambos Reinos. Apoyado por ambos Reyes, Enrique de Trastámara encabezó una nueva rebelión nobiliaria, que comenzó al entrar en territorio castellano, secundado por las Compañías francesas lideradas, por Bertrand Du Guesclin y proclamarse Rey en Calahorra.

Tras ello comenzaron nuevamente las hostilidades, entre Enrique de Trastámara y Pedro I de Castilla y León. La guerra se decantó en un primer momento del bando de este último, tras derrotar a las tropas de Enrique de Trastámara, en la batalla de Nájera.

Las cosas cambiaron cuando los ingleses, aliados de Pedro I de Castilla y León, dejaron de participar en el conflicto. A partir de ese momento Enrique de Trastámara, comenzó a llevar la iniciativa. Puso cerco a la ciudad de Toledo y derrotó a las tropas reales en Montiel.

Pedro I había reunido un gran ejército de castellanos adeptos, moros y judíos para compensar la deserción de Eduardo de Lancaster. Consciente de que su medio hermano gobernaba ya de facto la mitad del reino, recorrió el país hasta encontrarlo y enfrentar a su ejército bajo las almenas, del castillo de Montiel.

La batalla fue sangrienta, pero gracias a la infantería mercenaria de Enrique, logró reducir a las tropas de Pedro a la impotencia y obligarlos, a refugiarse en el interior de la fortaleza, el 14 de marzo.

Ya bajo sitio por las fuerzas de su hermano, Pedro el Cruel, intentó una salida desesperada, negociando una rendición por separado (según creía) con Du Guesclin, a quien consideraba más accesible.

El militar francés pareció acordar con él y le prometió la fuga, pero, en vez de sacarlo a campo abierto, lo condujo directamente al campamento de Enrique. Una vez frente a frente ambos hermanos, se arrojaron el uno contra el otro con intenciones homicidas: Pedro logró derribar a Enrique y se disponía a matarlo cuando Du Guesclin —hombre de gran fortaleza física— tomó al rey de los pies y consiguió hacerlo caer.

Ya Enrique encima de su hermano, apuñaló al monarca repetidamente. Ante la muda acusación de traición en los ojos de Pedro, el general francés pronunció sus célebres palabras: "Yo no pongo ni quito rey, solo ayudo a mi señor".

Ya muerto Pedro, su hermano cortó la cabeza al cadáver, (la cual arrojó a un sendero) y, colocando el cuerpo mutilado, entre dos tablones de madera, lo colgó en las murallas del castillo de Montiel, para desazón de los oficialistas que aún resistían allí. Viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, estos se rindieron de inmediato.

Así, Enrique de Trastámara fue nombrado rey de toda Castilla en reemplazo del hermano que había asesinado y fue coronado con el nombre de Enrique II.

Enrique II mantuvo, al llegar al trono, la alianza con Carlos V de Francia y ayudó a los franceses a liberar el puerto de La Rochela (1372), que había sido tomado por tropas inglesas.

A pesar de los temores de que se vengara de los moros y judíos que habían luchado por su hermano y contra él, Enrique se reveló como un monarca justo que perdonó a ambos grupos y les permitió vivir en paz en adelante.

El afianzamiento en el poder resultó muy difícil pues Enrique II de Castilla tan sólo contaba con el apoyo de Francia para defenderse de los ataques de Inglaterra, Portugal, Navarra y Aragón.

Incluso había regiones enteras como Galicia, Zamora, Ciudad Rodrigo o Carmona, que permanecían fieles a la memoria del Rey asesinado. 

Enrique fue proclamado rey en Calahorra en 1366, pero a cambio tuvo que conceder a sus aliados títulos y riquezas sin medida, como pago por la ayuda recibida. 

Ello le valió el sobrenombre de "el de las Mercedes". debido a las numerosas mercedes o donaciones de tierras, privilegios y rentas que otorgó a sus aliados y nobles para asegurar su apoyo tras su ascensión al trono.

Las "mercedes" eran donaciones de tierras, privilegios, títulos y otras ventajas económicas, que se utilizaban para ganar la lealtad de los nobles. 

Enrique II de Castilla murió, asentando una nueva dinastía en el poder, dejando el Reino en manos de su hijo Juan I de Castilla.


martes, 27 de mayo de 2025

La Batalla de Covadonga, el inicio de la Reconquista

Tal día como hoy,28 de mayo del año 722, tiene lugar la Batalla de Covadonga y, con ella, el inicio de la Reconquista.

Los hechos, tal y como han llegado a nuestros días, atestiguan lo que allí ocurrió y la trascendencia enorme de la gesta. Porque, desde que, en la primavera del año 711, Tariq ibn Ziyad desembarcó en la bahía de Algeciras hasta ese momento, la progresión de los ejércitos del Califato Omeya por España fue fulgurante.

Hay que poner en relación Covadonga con la Batalla de Poitiers, el 10 de noviembre de 732, como los momentos clave en que la invasión musulmana de Europa fue detenida y, como se ha comentado, comenzó la larguísima reconquista, que no finalizó hasta la toma de Granada por los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1492.

Siguiendo una inveterada tradición en la historiografía hispánica, empeñada en relativizar las gestas históricas patrias, se ha cuestionado el alcance, la importancia e, incluso, la existencia de la Batalla de Covadonga.

Lo que parece incuestionable, es que, en ese preciso momento de la historia y en aquel lugar, en el valle de Cangas, que termina en el monte Auseva, se produjo un importante hecho de armas que obligó al ejército del general musulman Al Quama, con importantes refuerzos venidos de Córdoba, a retroceder y no aventurarse más por aquellas tierras. 

Es también incuestionable, que en Covadonga se produce un cambio de tendencia en el que el avance musulmán pasó a ser retirada. Larga y discontinua, pero retirada del territorio español.

La zona es angosta y abrupta, un terreno infernal para un ejército organizado y muy apto para acciones, de lo que hoy llamamos guerra irregular.

El mando de Don Pelayo parece también acreditado, presumiblemente un noble visigodo, sin que esta condición sea la clave de su liderazgo, que probablemente tenga más que ver con su capacidad de proponer una reacción, contra una invasión extranjera y contra unos valores impuestos, y percibidos como extraños.

Sin duda, habría que celebrar hoy en día el aniversario de la batalla de Covadonga. Sobre todo, porque, mucho más allá de su indudable valor militar y su repercusión histórica, marca el despertar del alma española, que se levanta heroica entre aquéllas abruptas montañas en defensa de sus valores, de sus tradiciones y de su religión, contra el invasor musulmán.

En este sentido Covadonga es,sin duda, el origen de esa alma española tan contradictoria como heroica, que ha desplegado su impronta hasta hoy en el tiempo y en el espacio, alrededor del mundo.

No podemos dejar pasar la ocasión de rememorar el arrojo de un puñado de  visigodos españoles, que fueron capaces de levantarse contra la opresión en defensa de sus raíces, como tantas veces a lo largo de la historia. A aquéllos valientes, debemos nuestro ser, debemos que los valores occidentales y cristianos sigan formando parte, de la esencia de España y que sigamos disfrutando de derechos y libertades, que de otra manera probablemente,se habrían perdido para siempre

Cara al futuro, apelamos a ese carácter indomable que repetidamente en nuestra historia, ha visto la luz en nuestra tierra y que en el fondo es la mejor esperanza, para un futuro en libertad de las generaciones que nos suceden.

Según la crónica árabe de Isa ben Ahmad al-Razi la Batalla de Covadonga, fue relatada de esta manera:

Dice Isa ben Ahmad al-Razi que en tiempos de Anbasa ben Suhaim Al-Qalbi, se levantó en tierra de Galicia un asno salvaje llamado Pelayo. Desde entonces empezaron los cristianos en Al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. 

Los islamitas, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta llegar a Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona, en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugió el rey llamado Pelayo, con trescientos hombres.

Los soldados musulmanes no cesaron de atacarle, hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía, sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían qué comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas, en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron y se retiraron diciendo: “Treinta asnos salvajes ¿qué daño pueden hacernos?” 

En el año 133 murió Pelayo y reinó su hijo Fávila. El reinado de Pelayo duró diecinueve años, y el de su hijo dos. A Favila, le sucedió en el trono  Alfonso I "el Católico", esposo de su hermana Ermesinda. 

Alfonso I accedió al trono de Asturias a través de su matrimonio con Ermesinda, hija de Pelayo, lo que lo convirtió en yerno del primer rey de Asturias

El día que se eligió la actual bandera de España

Tal día como hoy, el 28 de mayo de 1785, el Rey Carlos III de España aprobaba los modelos de pabellón nacional y civil españoles, modelos que acabarían sentando las bases, para la actual bandera de España.

La actual bandera de España, la rojigualda, fue creada el 28 de mayo de 1785 mediante Real Decreto de Carlos III. Aunque fue diseñada como pabellón naval y civil, no fue adoptada como bandera nacional oficial hasta 1843, durante el reinado de Isabel II

La bandera de España, tiene un origen esencialmente militar. La llegada de Felipe "el Hermoso" a la Península Ibérica, para contraer matrimonio con la hija de los Reyes Católicos, Juana "la Loca", trajo consigo un elemento propio del ducado de Borgoña, la Cruz de Borgoña.

Con el Rey Carlos I de España y V de Alemania, la Cruz de Borgoña pasó a ser el emblema de los ejércitos imperiales y los temidos Tercios Españoles, soldados que pasearon la enseña por los campos de toda Europa. De esta forma los enemigos de España empezaron a reconocer a los ejércitos españoles. La Cruz de Borgoña, se convirtió en la primera bandera oficiosa, que no oficial, de la monarquía hispánica.

El problema surgió, con la llegada de los Borbones al trono español. La Cruz de Borgoña se mantuvo, con la diferencia de que estos portaban sobre ella el escudo de armas del monarca de la casa de Borbón, que gobernaba en ese momento pero el blanco y el rojo eran colores, que también utilizaban los enemigos del Reino, un hecho que provocaba grandes confusiones, especialmente en alta mar.

Por todo ello, ante la gran dificultad de distinguir amigo de enemigo, el Rey Carlos III de España ordenó la celebración de un concurso, con el que elegir la bandera de la Armada Española. Doce fueron los diseños presentados, curiosamente fueron dos los elegidos.

El primero, el más parecido a la actual bandera de España, utilizado para los buques de guerra, constaba de tres barras, dos rojas a los extremos y una amarilla en el centro, con el escudo simplificado de la monarquía. 

El segundo diseño ganador, utilizado tan solo por los barcos mercantes, incluía hasta cuatro barras sin escudo. Modelos que sentarían las bases, de la actual bandera de España.

En 1793, con el Rey Carlos IV en el poder, se amplía el uso de la bandera rojigualda a las plazas marítimas, castillos y defensas de las costas. Un uso que se amplió durante la Guerra de Independencia, momento en el que adquirió gran popularidad. Sin embargo, no fue hasta 1843, ya vencidos los franceses, que se convirtió en la bandera oficial de España.

Así se mantuvo hasta nuestros días, con diversos cambios en su escudo a excepción de los años que duró la Segunda República, pero eso es ya otra historia.

lunes, 26 de mayo de 2025

José Joaquín Romero, el primer ingeniero naval de la Armada Española

Tal día como hoy, 27 de mayo de 1735, nacía en Galaroza, Huelva, el ingeniero naval y teniente general de la Armada, José Joaquín Romero y Fernández de Landa, el primer ingeniero naval de la Real Armada Española.

José Joaquín Romero, hijo de militar, ingresó con 17 años en un regimiento de dragones y dos años después, sentó plaza en la escuela de Guardiamarinas. Con 22 años era alférez de fragata y participó en numerosas singladuras, particularmente en la lucha contra los corsarios en el Mediterráneo. En aquellos años la corona española,  estaba intentando reformar a fondo la Armada, para dotarla de buques más modernos.

José Joaquín Romero, fue la figura encargada de desarrollar los planos de numerosos navíos, participantes en las grandes batallas navales, de finales del S. XVIII y principios del XIX, como la batalla del Cabo de San Vicente y la batalla de Trafalgar. Además, es conocido por escribir el "Reglamento de maderas necesarias para la fábrica de los baxeles del Rey", la guía que modernizaría la Armada Española en el S. XVIII.

La instauración de la casa de Borbón a principios del S. XVIII, supuso una política de profundas reformas en todos los campos, con el propósito de devolver a España la hegemonía. Uno de esos campo, que fue considerado vital para lograrlo era la Marina, una parte del ejército necesaria para controlar, los territorios americanos.

La ocasión para Romero Landa apareció cuando el secretario de Estado Grimaldi, que había sido embajador en París, pidió al ministro francés Choiseul, un constructor naval: después de todo, Francia y España mantenían inmejorables relaciones, por los pactos de familia de los Borbones y ambos países, compartían intereses frente a Inglaterra. 

Ese constructor naval fue Francisco Gautier, que llegó a España en 1765. Durante diecisiete años trabajará para la corona española.  Al cual le pondrán como adjunto y aprendiz a un  alférez de navío llamado José Joaquín Romero.

Romero se instaló con Gautier en el astillero de Guarnizo, en Cantabria, y allí lo aprendió todo sobre construcción de barcos. En 1770 se creó el cuerpo de Ingenieros de Marina y Romero Landa, fue el número dos de la promoción, después de su maestro. 

Entretanto se cruza en su vida, el marino navarro Fernández de Castejón, uno de los grandes nombres de la armada española de aquel tiempo, y Romero colabora con él, para irritación de Gautier.

Son años de intensísima actividad naval y Romero Landa, está en el vértice de la pirámide. Los astilleros se multiplican, los barcos también, e incluso las escuelas de guardiamarinas, con nuevos centros en Cartagena y Ferrol. Cuando Fernández de Castejón fue nombrado secretario de Estado de Marina, la figura de Romero Landa crecerá aún más. Gautier, el viejo maestro, dimite en 1782 y vuelve a Francia. Romero Landa asciende a Ingeniero General de la Armada.  

El balance creativo de Romero Landa es impresionante: en diez años, entre 1784 y 1794, diseñó y supervisó la construcción de veinticinco barcos de guerra. A su mano se deben ocho navíos de 112 cañones, ocho navíos de 74 cañones, tres navíos de 64 cañones y seis fragatas, construidos en los astilleros de Ferrol, La Habana, Cartagena, Cádiz y Mahón. Muchos de ellos combatirán en San Vicente y en Trafalgar, y algunos prolongarán su vida hasta muy entrado el siglo XVIII.

Nuestro hombre, que terminó su carrera como teniente general del Armada, morirá en Madrid en 1807. Con su muerte, no se ahorró la amargura de Trafalgar, pero sí la humillación de la invasión napoleónica.

domingo, 25 de mayo de 2025

La batalla de Haarlemmermeer, la victoria naval de los Tercios Españoles

Tal día como hoy, el 26 de mayo de 1573, durante el asedio español a la ciudad holandesa de Haarlem, en plena guerra de los Ochenta años, tuvo lugar la batalla de Haarlemmermeer, un combate naval que tuvo lugar en las aguas del lago Haarlemmermeer, en el que la Armada española, dirigida por el conde de Bossu, derrotó a los "Mendigos del Mar", nombre que recibían los piratas holandeses, que se disponían a romper el cerco español.

Tan pronto como la primavera de 1573 deshizo los hielos, presentaron los mendigos del mar en el lago embarcaciones de remo construidas a modo de galeotas ligeras, de poco calado, con once o quince bancos de remeros, y artillería gruesa en la proa. 

El Conde de Bossu, el Estatúder de Holanda, al mando de los españoles, hizo construir otras semejantes en Ámsterdam, que dieron aspecto nuevo al asedio, combatiendo en el agua para impedir que los mendigos, pudieran socorrer la plaza.

Pronto empezaron las escaramuzas, que finalmente se tornaron en batallas, aumentando por ambas partes el número de bajeles, quedando ordinariamente las ventajas para la Armada Española, más ágil y habituada a parecidos encuentros, en las guerras con los turcos en el Mediterráneo. 

Una de las galeotas, la mayor que se apresó a los holandeses, tenía instaladas pieza de 44 libras de bala, otra piezas de 13 libras, este fue en el principal encuentro que tuvo la armada en Haarlem 150 bajeles, no llegando la de los católicos a 100, si bien por su calidad, suplían la diferencia del número.

Gracias a esta victoria, los sitiados holandeses  Haarlem - no pudieron seguir recibiendo alimentos ni apoyo militar, un hecho que hizo que la ciudad se rindiese, ante los Tercios españoles, un mes y medio después.

La pintura "Battle of Haarlemmermeer"-del artista holandés,  Hendrick Cornelisz Vroom es una obra maestra, que captura un momento histórico y presenta una serie de aspectos interesantes, tanto en su estilo artístico como en su composición, color y la historia que hay detrás de ella.

En términos de estilo artístico, Vroom era conocido por su habilidad para representar escenas marítimas y batallas navales, con gran detalle y realismo. 

En "Battle of Haarlemmermeer", esto se evidencia, en la forma en que representa los barcos y el agua, creando una sensación de movimiento y acción en la escena. Los detalles de las velas, las cuerdas y los cañones, se representan con precisión, lo que muestra, la destreza técnica del artista.

La composición de la pintura es otro aspecto destacado. Vroom utiliza una perspectiva en diagonal que guía la mirada del espectador a través de la escena, creando una sensación de profundidad y dinamismo. El uso de líneas diagonales también ayuda a enfatizar la tensión y la acción de la batalla. Además, la disposición de los barcos y las figuras humanas en la pintura crea un equilibrio visual y una sensación de armonía en medio del caos de la batalla.

En cuanto al color, Vroom utiliza una paleta rica y vibrante, que incluye tonos de azul profundo para representar el agua y el cielo, y tonos cálidos como el rojo y el naranja, para resaltar los barcos en llamas. Estos colores intensos, contribuyen a la atmósfera dramática de la escena y ayudan a transmitir,  la emoción y la violencia de la batalla.

En resumen, la pintura "Battle of Haarlemmermeer" de Hendrick Cornelisz Vroom, es una obra maestra,que combina un estilo artístico realista, con una composición dinámica, colores vibrantes y una historia fascinante. Es una representación visual, impresionante de un momento histórico importante y ofrece una visión única, de la guerra naval en los Países Bajos del siglo XVI.

sábado, 24 de mayo de 2025

El bombardeo de Alicante durante la Guerra Civil Española

Tal día como hoy, 25 de mayo de 1938: en Alicante, durante la Guerra Civil Española, aviones italianos del ejército de Francisco Franco, realizan uno de los peores bombardeos contra población civil,en el que mueren más de 300 hombres, mujeres y niños.

El bombardeo del Mercado Central de Alicante, del 25 de mayo fue un ataque aéreo perpetrado por la aviación italiana, en la ciudad española de Alicante en 1938. Es considerado uno de los primeros grandes ataques, contra población civil, ocurridos durante la guerra civil española

El bombardeo del 25 de mayo, formaba parte de la campaña ordenada por las autoridades nacionales, cuando las tropas rebeldes alcanzaron el Mediterráneo y comenzaron, el avance sobre Valencia. 

Por esas mismas fechas, hubo bombardeos sobre otras poblaciones civiles, en toda la costa mediterránea, a cargo de los aviones italianos de Mallorca, que no cesaron hasta que se inició, la Batalla del Ebro.

En Alicante, a las 11:18 horas del 25 de mayo de 1938, entre 7 y 9 aviones, Savoia Marchetti “Sparviero” italianos, del bando sublevado, que habían despegado de Mallorca a las 8:10 de la mañana, lanzaron sobre el centro de la ciudad, alrededor de 90 bombas, algunas de las cuales, dieron en el Mercado Central, repleto de gente dada la hora de la mañana que era, -y que no habían sonado las sirenas-, por lo que la mortandad fue espantosa. 

La tripulación de los bombarderos era italiana en su totalidad, y los jefes de las dos escuadrillas que llevaron a cabo el ataque, con 4 minutos de intervalo, fueron los capitanes De Prato y Zigiotti.

"Los aviones no entraron por el mar, como venía siendo habitual, sino que lo hicieron desde el interior, escapando de las escuchas antiaéreas, situadas en la playa del Postiguet y en el Puerto, orientadas hacia el Mediterráneo", según explica Roque Moreno, catedrático de Historia Contemporánea, de la Universidad de Alicante.

La ciudad, que sufrió más de setenta bombardeos durante la contienda, contaba con refugios antiaéreos, con capacidad para más de 30 000 personas, pero esa mañana nadie pudo alcanzarlos por la maniobra de la escuadra, dirigida por De Prato y Zigiotti.

El parte de guerra republicano habló de que "la criminal aviación extranjera al servicio de los facciosos", había causado "doscientos cincuenta muertos, en su mayor parte niños y mujeres" y un número de heridos "muy elevado", y más de cincuenta edificios habían quedado destruidos. Algunos supervivientes, dejaron relatos terroríficos sobre el alcance, del bombardeo.​

El cuerpo diplomático acreditado en Alicante, hizo público un comunicado en el que mostraba su pésame, por las "numerosas víctimas producidas pertenecientes al elemento civil" y denunciaba que, "el ataque haya sido recibido en el casco céntrico de la población, alejado de objetivos militares".

El bombardeo, tuvo gran repercusión internacional. El día 27 el gobierno español presentó una nota de protesta, a los gobiernos de Francia y el Reino Unido y los británicos formaron una comisión, para que investigara los efectos y las circunstancias del ataque. La comisión llegó a Alicante el 22 de agosto y dictaminó, que había sido un "ataque deliberado a una zona civil".

Las víctimas, en su mayoría, fueron enterradas en fosas comunes, del cementerio municipal de Alicante y permanecieron sin lápida, ni recordatorio alguno hasta el año 1995.

Contrasta cómo el bombardeo de Guernica, ha sido recordado gracias al cuadro de Picasso, mientras que el del 25 de mayo en Alicante, ha permanecido en la ignorancia y el olvido por causa del miedo y la represión, ejercida durante muchos años sobre la población alicantina.

En la actualidad, tan sólo una modestísima placa de cerámica, en la pared del Mercado Central, recuerda este hecho tan doloroso.  


viernes, 23 de mayo de 2025

La "Gesta de los Zapadores" :la primera unidad del ejército español que se levantó contra los franceses

Tal día como hoy, 24 de mayo de 1808, el Regimiento Real de Zapadores Minadores, ante los sucesos protagonizados por patriotas, que se enfrentaron en Madrid y otras ciudades españolas a los invasores franceses, decidió abandonar la ciudad de Alcalá de Henares, donde junto con la Academia de Ingenieros que estaba de guarnición, sustrayéndose al control de las autoridades, que estaban al servicio del invasor francés y poniéndose a las órdenes, de las Juntas de Defensa.

Con este gesto, le cupo el honor de ser el primer Cuerpo del Ejército Español, en levantarse contra el invasor como unidad militar, con su Bandera, caja de caudales y formado con sus oficiales, a la cabeza de sus filas. .Este hecho se conoce como “La gesta" de Zapadores

La gesta de los zapadores, se plasmó en un cuadro al óleo sobre lienzo pintado en 2011 por el artista español, Augusto Ferrer-Dalmau. La obra retrata al Regimiento Real de Minadores-Zapadores, abandonando Alcalá de Henares el 24 de mayo de 1808, en el contexto de la Guerra de la Independencia Española, siendo por tanto la primera Unidad Reglamentaria de todo el Ejército Español, que, como tal Unidad, se levantó contra el ejército invasor francés.

El  cuadro, pintado por Ferrer Dalmau, refleja al Regimiento Real de Minadores-Zapadores, saliendo de su acuartelamiento de Alcalá de Henares, hacia el 24 de mayo de 1808. El oficial que cabalga a la izquierda del cuadro, es Antonio Sangenís, quién caería gloriosamente, en la defensa de Zaragoza.

Para entender el contexto de este suceso, debemos remontarnos a la creación del cuerpo en 1711 y su reorganización en 1802, cuando el regimiento fue reorganizado en 10 compañías con acuartelamiento en la Academia de Ingeniería de Alcalá de Henares, bajo el mando y la dirección del coronel Manuel de Pueyo y Díez.

España estuvo aliada a Francia, durante los primeros compases de las Guerras Napoleónicas, concretamente de 1803 hasta 1808, momento en el que termina la guerra contra la cuarta coalición y Napoleón, invade España con el pretexto de invadir Portugal.

El descontento popular,frente a los tejemanejes políticos de los gobernantes franceses y los políticos españoles afrancesados, que estaban,a su entender, vendiendo el país a los franceses. En este clima sucedió el levantamiento del 2 de Mayo, dando lugar a la guerra  de la independencia .

En esos momentos, muchas de las unidades militares de España, se veían en duda sobre cómo proceder, pues legalmente debían servir al nuevo rey, José I Bonaparte -apodado "Pepe Botella"- en quien Fernando VII había abdicado, en las conocidas como abdicaciones de Bayona, ocurridas un día después del nombramiento del mariscal Murat, como Lugarteniente General, del Reino de España por Carlos IV

El coronel Manuel de Pueyo y Díez, director de la Academia de Ingenieros, era contrario a sublevarse contra los franceses, pero el Sargento Mayor  Julián Albo Helguero junto a los subtenientes Francisco López, José Segovia, Mariano Albo y Salvador Manzanares - aún alumnos de la Academia - sí se posicionaron a favor de hacerlo y dirigir las dos compañías, que quedaban en el cuartel a Cuenca, para liberar la ciudad y servir de ejemplo, para el resto de ciudades de España.

El día determinante fue el 23 de mayo, pues los soldados se mostraron con gran desosiego, aspectos que los oficiales achacaron al rumor de que se iba a comenzar a recibir,la paga de los soldados franceses en vez de la habitual. 

En la mañana siguiente, las dos compañías formaron sus cuadros y fueron visitadas por separado por el coronel Pueyo, quien les transmitió que conocía sus temores y ofreció a todo soldado que así lo quisiera ser destinado a las distintas compañías destacadas en trabajos en la península.

La propuesta no fue aceptada por nadie y ambas compañías, proclamaron "preferir morir de hambre a comer el rancho, costeado con el dinero francés". El oficial y suboficiales mencionados antes, decidieron esa misma noche partir del cuartel.

A la hora de la lista de retreta, (nocturna) formaron las dos compañías con las armas frente al cuartel y marcharon a casa del coronel. El subteniente Manzanares y el sargento Alonso indicaron al coronel que ambas compañías marchaban a Cuenca y pidieron que el coronel marchase con ellas. El coronel Pueyo, no desaprobó su decisión, pero decidió no acompañarles. 

A las doce de la noche del día 24 de mayo, la columna se puso en marcha a tambor batiente en correcta formación, con la bandera desplegada. Se dirigieron hacia el puente de piedra a Villalvilla, pueblo situado a una legua de Alcalá, camino de Almonacid.

Con esta acción, el Regimiento Real de Zapadores Minadores y la Academia de Ingenieros, se convirtieron en las dos primeras unidades organizadas que, con su bandera al frente, proclamaron la independencia, contra Napoleón y sus representantes.​

El cuadro de Augusto Ferrer Dalmau, se exhibe en la Academia de Ingenieros del Ejército, en Hoyo de Manzanares, Madrid. También ha participado en algunas exposiciones, la más importante de ellas, fue la del III Centenario del Regimiento, una exposición principalmente filatélica, celebrada el 19 de mayo de 2011 en Ceuta, con motivo del aniversario.del cuerpo de ingenieros original. En un acto, presidido por el rey Juan Carlos I. 

jueves, 22 de mayo de 2025

La invasión de España por los Cien Mil Hijos de San Luis

Tal día como hoy, 23 de mayo de 1823, el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, entraban en la ciudad de Madrid, sin encontrar ninguna resistencia.

Dos años después, de la exitosa sublevación del general Rafael de Riego en Cabezas de San Juan, el felón rey Fernando VII pedía ayuda a la Santa Alianza, con el propósito de restaurar el absolutismo en España.

El Trienio liberal de 1820 a 1823, es el primer periodo en el que se pone en vigor la Constitución de Cádiz. Al haberse producido un fenómeno regresivo en la política europea, tras la derrota de Napoleón en 1815,

España se convierte en un mal ejemplo, para las potencias conservadoras del continente. El Congreso de Verona reúne a las potencias europeas, que deciden enviar un ejército para poner fin, al proyecto liberal español y devolver el poder absoluto al ahora rey constitucional, Fernando VII. El propio monarca, se había encargado de promover levantamientos antiliberales y había solicitado, la ayuda de las potencias europeas.

Fernando VII pidió ayuda a través de su amigo el diplomático, ministro y militar Vargas Laguna, quien logró ponerse en contacto con el Rey de Nápoles, la figura que actuaría como portavoz del Rey Fernando VII, ante los aliados de la Santa Alianza.

Tras una difícil tarea diplomática, tuvo lugar entre el 20 de octubre y el 14 de diciembre de 1822, el Congreso de Verona,  que autorizó al Rey Luis XVIII de Francia, a enviar a España a los Cien Mil Hijos de San Luis.

El ejército absolutista, al mando del duque de Angulema, entró en la Península Ibérica en el año 1823, sin encontrar apenas resistencia. Este hecho permitió la restauración del absolutismo en España bajo la Corona de Fernando VII. 

De esta forma se iniciaba la última etapa del reinado de Fernando VII, la "Década Ominosa". Un periodo caracterizado por la represión contra el liberalismo, en el que el Rey Fernando VII, restableció el absolutismo.

El duque de Angulema, hizo su entrada triunfal en Madrid el 23 de mayo, siendo acogido por la población al grito de "¡Viva el ejército francés!" y "¡Viva el Rey absoluto!". En la capital instituyo una Regencia, en la que entraron destacados absolutistas y que anulo, la obra legislativa del Gobierno liberal.

Pronto, la esperanza de ver en España una versión moderada de monarquía absoluta, como en Francia, se empezó a esfumar, al permitirse que el sector más intransigente, tomara las riendas del gobierno. Las pasiones triunfaron sobre la moderación y las tropas realistas, vengaron los excesos revolucionarios previos, cometiendo innumerables atropellos, sobre los partidarios del Gobierno liberal.

Así, el 1 de octubre de 1823, poco menos de seis meses, después del inicio de la intervención militar, el duque de Angulema se arrodillaba para recibir a su primo Fernando VII, en su cuartel general del Puerto de Santa María. La operación había sido todo un éxito, pero los más avisados intuían, que se inauguraba un periodo sombrío para España.

El problema sucesorio y la aparición del carlismo, hizo que Fernando VII cambiase de parecer con el liberalismo, en los últimos años de su reinado, con el fin de coronar a su hija Isabel como Reina de España. Esta realidad consolidará de forma definitiva, el Estado Liberal en España durante el Siglo. XIX.

 


miércoles, 21 de mayo de 2025

La conquista de la ciudad de Ronda

 

Tal día como hoy, 22 de mayo de 1485: tropas cristianas conquistan la ciudad de Ronda, el más importante punto de resistencia nazarí de la frontera occidental.

La ciudad de Ronda fue conquistada por el rey Fernando el Católico, el 22 de mayo de 1485, tras un largo asedio. Este hecho fue fundamental para el desarrollo, de las últimas campañas en el Reino de Granada.

Ronda fue una de las plazas mejor defendidas del Reino nazarí de Granada, al levantarse en lo más alto de una elevada roca. Hacia el levante y el poniente estaba defendida de posibles asaltantes, por anchos muros poblados de fuertes, e inmensas torres., Mientras que al noroeste se encuentra el Tajo, un cortado escarpado difícil de escalar.

Sobre la peña, en su parte llana, se levantaba el Alcázar, rodeado por un triple muro cuajado de almenas. Alrededor de la Torre del Homenaje de ese Alcázar, se distribuían las casas agrupadas al norte y al este, constituyendo la medina que se comunicaba con el interior del castillo, por pasadizos y minas. Dentro de las murallas, había dos arrabales y entre ellos estaba, la Torre de las Ochavas.

Con un puente que unía, la parte alta y baja de la ciudad, así como un acueducto, Ronda contaba innumerables mezquitas, cementerio y muchas suntuosas mansiones que emulaban la belleza de la Alhambra con raudas, fuentes y tarbeas dando un aire, señorial a la ciudad.

Las gentes de Ronda eran duros en el trato y combativos, fruto del trabajo en el campo y las guerras por aquellas montañas. Los hombres eran valientes y fieros, formidables ballesteros, ejercitándose desde niños. 

La fama de la belleza de sus mujeres, era conocida por acostumbrar a salir a la calle sin velo, a diferencia de la costumbre imperante, en otras ciudades y aldeas del reino nazarí. Tenían una elegancia al andar, imposible de ver en otros lugares, cubriendo sus piernas con calzas de vistosos colores.

El 22 de mayo de 1485 los cristianos conquistan la ciudad, principal baluarte de resistencia nazarí, en su frontera occidental y su alcalde Hamet el Zegrí huye a Málaga.

Cuando Ronda capitula, se entregaron tras de ella todas las poblaciones de la serranía. Inmediatamente la Corona procederá a la repoblación de la zona, con elementos cristianos, despojando a Ronda de la población musulmana, permitiendo en cambio a esta, la permanencia en el resto de la serranía. 

La población mudéjar, vivirá bajo control cristiano, mediante guarniciones militares, en las principales fortalezas de los distritos rurales, de: Gaucín, Casares, Montejaque y Cortes.

 

martes, 20 de mayo de 2025

El nacimiento de Felipe II, el Rey "prudente"

Tal día como hoy, el 21 de mayo de 1527, nacía en la localidad de Valladolid el Rey Felipe II, el gran defensor de la fe católica.

El nacimiento de Felipe II, hijo del emperador Carlos V y su heredero, fue largo y doloroso, pero también fue una prueba de la entereza y fortaleza de la emperatriz, Isabel de Portugal, a la que apenas se escuchó gritar durante el trance.

El nacimiento del heredero del emperador Carlos V, el futuro Felipe II, aconteció el 21 de mayo de 1527 y de él contamos una curiosidad y  es,  que la emperatriz Isabel apenas gritó durante las 16 horas que estuvo de parto. Parto que comenzó en la madrugada de aquel 21 de mayo.

A diferencia de lo que suele ser habitual, Isabel demostró una fortaleza inaudita. Incluso cuando le recomendaron que lo hiciera, pues se trataba de una ayuda, contestó en su lengua natal, el portugués, que “Eu morrerey, mais no gritarey”. Es decir, moriré, pero no gritaré.

En consecuencia, a las 4 de la tarde de aquel día, la emperatriz dio luz a un varón, lo que llenó de alegría al padre, al emperador Carlos V, dado que sólo entonces es cuando se conocía el sexo del recién nacido. 

Por eso mandó cartas a todo el mundo para noticia de la buena nueva, cartas en las que manifestaba “porque sé el placer y alegría que dello haréis”, refiriéndose a su nueva condición de padre; y también como progenitor del heredero de sus dominios, lo que le llevó a manifestar en aquellas mismas cartas, que “espero en Dios que sea para su servicio y gran bien destos reynos”.

En cambio, Isabel estuvo dos días en los que su vida corrió peligro. Fue entonces cuando el emperador pudo anunciar que tanto madre como hijo se encontraban en buen estado de salud Sobre todo, la madre, “la cual, aunque ha pasado harto trabajo, queda ya, loores a Dios, muy buena”.

Durante toda su vida, Felipe II fue un hombre austero, profundamente religioso y preparado para las labores de gobierno, a las que consagró todas sus energías, Felipe asumió la tarea de defender de la fe católica. 

Por ello combatió tanto la propagación de la Reforma protestante en Europa, como los avances del Imperio Otomano en el Mediterráneo. De este modo, Felipe II hizo de nuevo frente a los turcos, a los que derrotó en la batalla de Lepanto.

A pesar de que nunca tuvo la aspiración de su padre, el Emperador Carlos V, de formar un Imperio cristiano universal, Felipe II logró extender los dominios del Imperio español, hasta dimensiones nunca vistas, con la incorporación de Portugal y sus colonias africanas y asiáticas a la corona.

Sin embargo, al igual que había sucedido durante el reinado del Emperador Carlos V, sus intentos por consolidar la hegemonía en Europa,se toparon con la expansión del protestantismo y la oposición de Francia e Inglaterra. 

Estos conflictos mermaron gravemente, las arcas públicas y marcarían los reinados de sus descendientes.


lunes, 19 de mayo de 2025

La batalla de Cartagena de Indias, una gran derrota Inglesa

Tal día como hoy, 20 de mayo de 1741, durante la Guerra del Asiento en la actual Colombia, la flota del almirante británico Edward Vernon se retiraba tras sufrir una dura derrota en el sitio de Cartagena de Indias.

Para conocer los antecedentes de esta contienda debemos retroceder hasta el año 1738, cuando ocurrió el suceso de la "Oreja de Jenkins".

En 1738, compareció en el Parlamento británico el capitán de navío Robert Jenkins para relatar algo que le había ocurrido siete años antes, en 1731. Mientras navegaba por el Caribe, su barco fue abordado por un guardacostas español, quien al comprobar que su carga era mayor que la declarada, le requisó las mercancías acusándolo de contrabando.

No sólo eso; además el capitán del guardacostas le cortó una oreja como escarmiento, al tiempo que le decía: "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré, si a lo mismo se atreve. Jenkins enseñó incluso la oreja cortada en un tarro de cristal. Entre la opinión pública británica hubo un estallido de indignación, hasta el punto de que unos meses después, el 23 de octubre de 1739, el rey Jorge II declaró la guerra a la monarquía hispana, regida entonces por Felipe V.

Antes de la declaración de hostilidades, había partido de Londres una flota de guerra, al mando del almirante Edward Vernon. En Jamaica recibió refuerzos de las colonias británicas en Norteamérica, con lo que se formó una fuerza imponente de 27 navíos de línea, además de fragatas, cañoneras, bombardas y transportes. "Nunca un contingente estuvo más completamente equipado, y nunca tuvo la nación más razón para la esperanza en un éxito extraordinario", recordaba el escritor Tobias Smollett, que participó como cirujano en la expedición.

El objetivo de Vernon, era conquistar las principales plazas españolas en Cuba, Panamá y la actual Colombia. "Si Portobelo y Cartagena son tomadas –aseguraba el almirante–, los españoles lo habrán perdido todo". Portobelo cayó casi sin presentar resistencia, tras apenas dos horas de bombardeo, lo que le valió a Vernon una recepción triunfal en Londres.

Convertido en el hombre del momento, Vernon convenció a las autoridades de lanzar un gran ataque contra Cartagena de Indias. El plan consistía en tomar Cartagena en una operación relámpago, antes de que llegara la estación de las lluvias, y marchar luego hacia Perú. Con ello, el rey británico, Jorge II, podría exigir la paz a Felipe V.

La desproporción de fuerzas era enorme: Cartagena disponía únicamente de seis navíos y de unos 3.000 hombres, incluidos 500 civiles y otros 500 indios chocoés. La defensa estaba dirigida por el virrey, Sebastián de Eslava, y el comandante Blas de Lezo; dos militares curtidos y eficientes, pero de personalidades opuestas y que desde el primer momento, se enemistaron y pugnaron por el mando. 

El 13 de marzo de 1741 aparecieron en el horizonte los primeros barcos británicos. El objetivo de Edward Vernon, era penetrar en la bahía de Cartagena y poner sitio a la ciudad hasta conquistarla.

La bahía de Cartagena de Indias tenía dos accesos: el de Bocagrande, cerrado con cadenas por los españoles, y el de Bocachica, guardado por dos poderosos fuertes, los de San José y San Luis.

La armada de Vernon se dirigió a este segundo paso, pero el buque que iba en cabeza, el Shrewsbury, fue cañoneado desde los fuertes y desde cuatro navíos españoles y quedó inmovilizado, bloqueando el acceso al resto de naves. Tras remolcarlo, los británicos desembarcaron en el islote de Tierra Bamba, donde masacraron a los defensores de las baterías.

La resistencia española, se concentró en el fuerte de San Luis, adonde se trasladaron el virrey Eslava y Blas de Lezo. Durante la refriega, de los trece navíos británicos que entraron por Bocachica once fueron destruidos por los cañones de San Luis. Tras fieros combates, Eslava, Lezo y los soldados supervivientes escaparon de noche a Cartagena, a bordo de unas lanchas.

De este modo, tres semanas después de su llegada a Cartagena, Vernon logró su objetivo de entrar en la bahía e iniciar el asedio de la ciudad. Lezo hizo hundir los navíos de su flota para cegar la entrada a Cartagena, aunque uno de ellos, el Galicia, fue capturado. Los británicos tomaron el castillo de Santa Cruz, y desde allí empezaron a disparar contra la ciudad, al tiempo que desembarcaban 9.000 atacantes.

En pocos días, las defensas exteriores hispanas quedaron destruidas. Tan segura le parecía la victoria a Vernon que envió una misiva a Jorge II en la que afirmaba que para cuando recibiera la carta, ya habría tomado la plaza, lo que desató el delirio en Londres. Pero los españoles conservaban todavía el castillo de San Felipe, la principal fortaleza de Cartagena, y estaban dispuestos a resistir hasta el final.

Vernon ordenó cercar San Felipe y en la madrugada del 20 de abril, lanzó el asalto general. En la oscuridad, tres columnas, de 1.200 hombres cada una, marcharon contra el castillo. Unos supuestos desertores españoles, les habían confiado el mal estado de la fortaleza y el desánimo, que reinaba entre los defensores.

«No hay ni la mitad de dificultad, como os parece –les dijeron–, como para que de 600 hombres, 400 no sean equipados con armas de fuego". Siguiendo el consejo, los británicos marcharon al castillo, con sólo un fusil por cada cinco hombres y sin explosivos, creyendo que la conquista del fuerte sería tarea fácil. Pero habían caído en una trampa.

Las escalas de los soldados, resultaron demasiado cortas, a causa del foso que los españoles habían excavado frente a las murallas, y al acercarse a ellas las columnas se vieron sorprendidas por el fuego del castillo. Viendo el caos, el brigadier Thomas Wentworth, segundo en el mando, envió otras dos columnas, pero en su camino de subida se toparon con sus compatriotas que huían colina abajo, perseguidos por la guarnición de la fortaleza.

El balance del ataque fue terrible para los británicos. Según el oficial Charles Knowles, "entre la mañana del jueves y la noche del viernes [las fuerzas británicas] habían menguado de 6.645 a 3.200, y 1.200 de aquellos americanos, no estaban aptos para el servicio". Los oficiales británicos pedían a Vernon que ordenara la retirada, pero éste se negaba.

Había prometido una victoria a Jorge II y no quería volver con las manos vacías. Sin embargo, el descontento se adueñaba de las tropas británicas, diezmadas por la fiebre amarilla y el vómito negro de la estación de las lluvias, y los desertores se multiplicaban.

La vista del campo de batalla desde los navíos era desoladora, como recogió Smollett: "[Las tropas] contemplaron los cuerpos desnudos de sus compañeros soldados y camaradas flotando arriba y abajo en el puerto, proveyendo de presas a los carroñeros cuervos y tiburones, que los hacían pedazos sin interrupción, y contribuían con su hedor a la mortalidad que prevalecía". Cuando Vernon ordenó un nuevo ataque estalló un motín, que se saldó con cincuenta fusilamientos.

Finalmente, el almirante dio su brazo a torcer y el 10 de mayo los navíos británicos empezaron a abandonar la bahía de Cartagena. Fue uno de los reveses más serios de la historia de la marina británica; los contemporáneos calcularon que hubo 10.000 bajas en el bando británico, por 600 entre los defensores.

Uno de los españoles que cayó fue Blas de Lezo; murió cuatro meses después de liberada Cartagena, a causa de una infección. Eslava volvió a España ocho años después. 

En cuanto a Vernon, pese a su larga hoja de servicios en la marina, la polémica por el fracaso de aquella "armada invencible" británica en Cartagena lo acompañaría hasta que, en 1745, viéndose postergado por el gobierno, dimitió de su cargo en la administración naval.


domingo, 18 de mayo de 2025

EL "Desfile de la Victoria" de Madrid en 1939

Tal día como hoy, 19 de mayo de 1939, en Madrid, Francisco Franco preside el "desfile de la victoria", una vez ganada la Guerra Civil.

El desfile de la Victoria de Madrid de 1939, fue una exhibición militar organizada en la capital de España, por el gobierno del general Franco el 19 de mayo de 1939, para celebrar el triunfo obtenido, en la recién terminada guerra civil.

Fue el punto culminante de una serie de desfiles, que tuvieron lugar en otras capitales españolas. Junto con la ceremonia de la iglesia de Santa Bárbara que tuvo lugar al día siguiente, pretendía mostrar el carácter permanente de la jefatura del Estado, que Franco había venido desempeñando, durante el conflicto bélico y consagrarle como "Caudillo", victorioso ante la nación.

Poco antes, el 1 de abril, tras rendirse los escasos enclaves en los que aún se combatía, Radio Nacional emitió el escueto y tantas veces citado, parte de guerra final firmado, de su puño y letra por “el Generalísimo Franco”, que enseguida recibiría felicitaciones, en la esfera internacional por su triunfo: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

Así, el 14 de abril comenzaron los preparativos para la celebración, un mes más tarde, de una gran exhibición militar en la capital, que iba a recibir el nombre, de Desfile de la Victoria. Después de decidirse cuántas unidades participarían en la parada y cuáles serían, se escogió como fecha del evento el 19 de mayo. 

Hay que tener en cuenta, que Franco y su gobierno aún se encontraban en Burgos, que la situación de las comunicaciones y las infraestructuras, seguía haciendo penoso cualquier traslado y que, además, se buscaba que el desfile madrileño, fuese el último de una serie de ellos, a celebrarse en diversos lugares de la geografía patria.

En ese lapso, la ciudad fue dispuesta a conciencia, a imagen y semejanza de lo que llevaban años haciendo, Hitler y Mussolini. Las fachadas de cines, teatros, grandes almacenes y edificios representativos, se engalanaron con fotos de Franco y José Antonio, banderas rojigualdas y emblemas del Movimiento Nacional. 

La Cámara de Comercio, ordenó que los escaparates de todas las tiendas, exhibieran retratos del Caudillo y carteles con los lemas “Franco, Franco, Franco”, “Arriba España”, “Una, Grande y Libre” o “Por la Patria, el Pan y la Justicia”  Asimismo, se pidió a la población, que acogiera en sus casas a los oficiales que iban a participar en el desfile; la respuesta, a este respecto, fue un tanto tibia, por lo que el 9 de mayo, hubo de imponerse un sistema obligatorio de alojamiento.

Con todo a punto, el 18 de mayo, se produjo la entrada triunfal del vencedor de la Guerra Civil, en la que había sido capital de la República hasta mes y medio antes. En otro alarde de grandilocuencia medieval, se encendieron hogueras en las montañas más altas, de cada provincia por la que pasó su comitiva, en el trayecto de Burgos a Madrid. Una vez allí, la marquesa de Argüelles le cedió a Su Excelencia, un palacio en la calle de Serrano para que se hospedara lo más cómodamente posible.

Y así llegó la gran jornada: el 19 de mayo, Día de la Victoria, que fue declarado festivo, para favorecer la asistencia al desfile. No es que hicieran falta muchos incentivos; con auténtico fervor o por la cuenta que les traía, 400.000 madrileños se agolpaban, desde las seis de la mañana a lo largo del recorrido previsto. Por el centro de la ciudad iban y venían, excitadas, las pandillas de Falange y de la Sección Femenina, ofreciendo a los viandantes ejemplares de Arriba y haciendo el saludo romano.

A las nueve, Franco llegó en coche descubierto a su tribuna, ataviado con un oportuno eclecticismo,que incluía guiños al Ejército (uniforme militar), los falangistas (camisa azul) y los carlistas (boina roja). Se le impuso la Gran Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración militar española, y, tras unírsele en el palco de autoridades el cardenal primado Isidro Gomá, dio comienzo el desfile.

El número de efectivos que intervinieron, varía según las fuentes: unos hablan de 120.000, otros de más del doble, 250.000. En cualquier caso, fue el abrumador e intimidante espectáculo, que Franco deseaba. Allí estuvieron todas las unidades que habían combatido en la guerra, incluidas las extranjeras: los llamados “viriatos” (voluntarios portugueses de la Legión), los mercenarios marroquíes, el Corpo di Truppe Volontarie italiano y los alemanes de la Legión Cóndor, que sobrevolaron con sus aviones los tejados de la ciudad.

Por si esta exhibición aérea fuera insuficiente, una escuadrilla de 62 biplanos compuso en el cielo la leyenda “Viva Franco” y otra aeronave pintó con humo, la palabra “Generalísimo”. La parada, que duró cinco horas, apenas quedó deslucida, por un rato de lluvia hacia el mediodía.

Luego, tras un banquete en el Palacio Real, el Caudillo remató la faena con un discurso por radio, en el que hubo bilis para todos: Francia y Reino Unido (veladamente), el gran capital, el marxismo y, por supuesto, los vencidos, a los que achacó la responsabilidad del “martirio de Madrid” en la guerra. La apoteosis concluyó así satisfactoriamente y Franco pudo dedicar el resto del día, a actividades más gratas; por la tarde, acudió al Teatro Calderón a ver la zarzuela Doña Francisquita.

Aún faltaba el último acto. Al día siguiente, 20 de mayo de 1939, se celebró una fastuosa y solemne ceremonia religiosa, en la iglesia de Santa Bárbara, presidida por el cardenal Gomá y con la asistencia de otros veinte obispos, que supuso la consagración definitiva, de la santidad de la “Cruzada”.

La ceremonia, además de la misa pontifical y el tedeum en agradecimiento a Dios, por la victoria, incluyó un ritual –ungimiento del Caudillo , reconocimiento de su liderazgo providencial, entrega de la espada de la Victoria a Cristo– muy semejante a los realizados en el pasado, para coronar a los reyes de Castilla. Ahí no acabaron las semejanzas: Franco entró al templo bajo palio, un privilegio litúrgico, hasta entonces reservado a la realeza.

Antes de la misa del 20 de mayo, el cardenal primado Isidro Gomá, pasó revista a las tropas y las bendijo. Acto seguido, la Iglesia española sacralizó a Franco y su “Cruzada”.

Sirva la descripción, que del episodio hace en sus memorias, el escritor y teólogo Enrique Miret Magdalena, testigo del mismo en su juventud: “Y para terminar la misa, Franco entregó su espada al Cristo de Lepanto, que presidía la ceremonia, uniendo simbólicamente la política española tradicional y la religión hispana, de la intolerancia de Felipe II. (...) Así comenzó la posguerra”.

La batalla de Rocroi, la gran derrota de los Tercios Españoles

Tal día como hoy, 19 de mayo de 1643, tenía lugar durante la Guerra de los 30 años, la batalla de Rocroi, el enfrentamiento armado que muchos consideran, el principio del fin de los Tercios españoles.

Con el fin de aliviar la presión sobre el Franco Condado y Cataluña, el ejército español liderado por el capitán general de los Tercios de Flandes, el portugués Francisco de Melo, invadió el norte de Francia, y se propuso conquistar la villa de Rocroi. 

Alertado de las intenciones españolas, el general francés Luis Borbón Condé, duque de Enghien, se dirigió a Rocroi con la intención, de romper el cerco español y plantar batalla en campo abierto.

Los franceses contaban con unos 23.000 hombres y 14 piezas de artillería, mientras que las tropas imperiales, estaban compuestas por unos 22.000 soldados y 24 cañones. Tropas que esperaban a Jean de Beck y sus 4.000 hombres de refuerzo.

Los días 17 y 18 de mayo, ambos ejércitos mantuvieron las distancias, hasta que un desertor entre las tropas españolas de origen francés, avisase al duque de Enghein de que los Tercios españoles recibirían refuerzos. Este hecho precipitó la batalla de Rocroi. De esta forma, el 19 de mayo de 1643 el ejército francés, avanzó a las tres de la madrugada, contra los soldados españoles.

Los primeros compases de la lucha, parecían decantarse del bando español, pero las malas decisiones de Francisco de Melo y una hábil maniobra de la caballería francesa, consiguieron cambiar el rumbo del enfrentamiento.

El duque de Enghien, temeroso de los refuerzos españoles, ofreció a los soldados de los dos Tercios españoles, que todavía se mantenían en pie, una rendición honrosa con términos muy ventajosos, ofreciendo condiciones que habitualmente, se otorgaban a las guarniciones de las plazas fuertes asediadas. 

El ejército español se vio desprovisto en sus dos flancos de caballería, quedando únicamente los propios hombres a caballo del líder español Francisco de Melo. Alea iacta est, máxime cuando los más que necesarios refuerzos del noble Jean de Beck no iban a llegar al combate. 

Así, poco a poco la expuesta infantería fue siendo derrotada por el ejército francés. Los tercios italianos se retiraron de manera discreta, mientras que los alemanes, valones y borgoñones lucharon con bravura hasta el último aliento.

Del que unas horas antes era un magnífico ejército que defendía el honor y los intereses de la Monarquía Española del Austria Felipe IV, solo quedaban muy reducidos grupos de caballería conformada básicamente por comandantes y oficiales que no huyeron en desbandada y, claro está, los Tercios Viejos españoles. 

Esta última defensa es en buena medida la responsable del halo mítico que rodea a la batalla de Rocroi, puesto que llegó a ser alabada desde el bando francés.

Los tercios españoles se reagruparon para presentar una sólida formación de tipo cuadrangular-rectangular al estilo de «murallas humanas». Por su parte, los franceses se reorganizaron para que la artillería que permanecía bajo su control hiciese bien su trabajo, los infantes diesen buen uso a sus armas de fuego y la caballería lanzase varias cargas.

Las picas, los mosquetes y los arcabuces españoles resistieron distintas embestidas francesas, que estuvieron a punto de costarle un serio disgusto al duque de Enghien. El honor, el orgullo y las banderas de esos veteranos permanecían junto con la sangre, el sudor, el polvo y los muertos.

Los intensos combates hicieron que los tercios españoles fuesen quedándose sin munición y cayendo hasta que apenas quedó resistiendo un único tercio. Como muy acertadamente dice el experto Julio Albi: "se rindió, horas después de que todo estuviese perdido, menos su honor".

Los veteranos españoles siguieron luchando a pesar de saber cuál iba a ser el resultado de la batalla. Esta concluyó cuando el maltrecho y heroico último tercio se rindió bajo unas buenas condiciones más propias de soldados de una plaza asediada que de soldados que combatían en una batalla a campo abierto.

En lo que respecta a los caídos y a los supervivientes, teniendo en cuenta la dificultad que supone ofrecer un número lo más exacto posible, se considera que por el bando francés las bajas se situarían alrededor de unas dos mil, aunque hay autores que elevan dicha cantidad a casi el doble entre muertos y heridos.

En cambio, por el bando de la Monarquía Hispánica el número de caídos rondaría los cuatro mil o cinco mil más varios miles de prisioneros. El grueso de las bajas fue de soldados españoles de los Tercios Viejos. El adiós de una auténtica élite guerrera. A estas pérdidas humanas en el bando español, hay que sumar las pérdidas de valor material: veinticuatro cañones, casi doscientas banderas y una buena cantidad de dinero.

Rocroi, marca el inicio de una serie de derrotas estratégicas claves para el Reino de España, que deja de ser la potencia hegemónica, y pierde toda capacidad de iniciativa, la política se vuelve defensiva, con un contrabando descarado que drenaba los recursos que pudieran liderar un cambio de la situación del reino, como se ve en el hecho, que los territorios españoles en 1660, son prácticamente los mismos que en 1800, con una consolidación de las zonas donde ya eran fuertes, y un mayor control de los territorios interiores.

Luis Borbón Condé, duque de Enghien, terminó pasándose a los españoles debido a las luchas de la Fronda. Tomando la ciudad de Rocroi, esta vez comandando las tropas españolas en 1653. El Tratado de los Pirineos devolvería la ciudad a Francia. 

sábado, 17 de mayo de 2025

Historia de Alonso de Ojeda, el olvidado descubridor español

Tal día como hoy, 18 de mayo de 1499, el conquistador español Alonso de Ojeda, parte del Puerto de Santa María (Cádiz), con una sola carabela.

Alonso de Ojeda, es uno de esos conquistadores desconocidos, al que la historia ha enterrado. Fue el segundo gran descubridor, Viajó con Colón en su segundo viaje y participó, en el descubrimiento de oro y en las primeras acciones, para dominar los indígenas de la isla La Española.

Fue encargado por los Reyes Católicos, para supervisar que los descubrimientos del genovés  eran totalmente ciertos. Siguió al tercer viaje de Colón, siendo su segunda singladura a las nuevas tierras. Fue el descubridor de la costa venezolana y colombiana, fundador de Santa Cruz -primer emplazamiento español en Suramérica- y gobernador de Urabá, una de las primeras gobernaciones de Tierrafirme, de la que se desglosó la fundación de Santa María la Antigua del Darién, primera ciudad hispana en América.

Había nacido en Torrejoncillo del Rey, en Cuenca, en  1466 y falleció en Santo Domingo, en 1516. Perteneció en una familia noble y fue paje y criado del duque de Medinaceli,  Luis de la Cerda.

Participó en la toma de Granada, donde destacó como soldado valiente y combatió, contra las guerrillas moras en las montañas, al mando de su señor. Estas tácticas aprendidas, son las que usaría en América. 

Las crónicas nos lo describen como “pequeño de estatura, ágil hasta causar sorpresa y en todos los ejercicios de las armas, maestro consumado; tenía el genio pronto y la vista perspicaz; era valiente hasta la temeridad, vengativo hasta la crueldad, tierno de corazón con los débiles y cortés con las damas; pendenciero y duelista, pero hondamente creyente y por extremo observante de sus deberes religiosos”.

Durante el segundo viaje de Colón, exploró la región de Cibao - actual Haití y República Dominicana-, donde obtuvo las primeras muestras del oro de las Indias, enviadas por Colón a los Reyes Católicos, junto con un memorial donde ensalzaba, la riqueza de las islas descubiertas. 

En 1498 se enemistó con Colón y regresó a España. Aquí el Obispo Fonseca le asignó la misión, en nombre de los reyes , de comprobar y certificar las actuaciones y descubrimientos de Colón. Fue la segunda persona, a la que se le autorizó el viaje a las Indias.  

Partió del Puerto de Santa María (Cádiz) el 18 de mayo de 1499. Llevaba una sola carabela y le acompañaban, el cosmógrafo Juan de la Cosa y Américo Vespucio, un comerciante oportunista, que hacía entonces su primer viaje al Nuevo Mundo y cuyo nombre fue dado a todo el continente descubierto, aunque injustamente,

Ojeda costeó África, donde se apoderó de una carabela de Huelva, pasó a Canarias y finalmente, siguió la ruta del tercer viaje colombino para arribar, a la costa suramericana por la Guayana venezolana. Desde aquí subió a la isla de Trinidad, donde había estado antes Colón. A partir de este momento realizó su verdadero descubrimiento: Toda la costa de Venezuela hasta Maracaibo.

Allí los españoles, hallaron unas viviendas tipo palafitos que a Vespucio le recordaban la Venecia italiana y por ello, bautizaron el lugar como Venecia Chica o Venezuela. Siguieron costeando hasta el Cabo de Vela, ya en la costa colombiana. Regresaron a Cádiz a mediados de junio del 1500, después de explorar cerca de 3.000 km. de costa. Los resultados de estos descubrimientos, dibujaron en el famoso mapa de Juan de la Cosa, elaborado ese mismo año.

Ojeda fue nombrado Gobernador de Coquibacoa (tierras entre Venezuela y Colombia), sin conocimiento de Colón, y organizó una expedición colonizadora, con dos socios llamados Juan de Vergara y García de Ocampo. Partió en enero de 1502 con cuatro navíos repitiendo la ruta anterior. En este viaje fundó Santa Cruz, en la Bahía de los Castilletes, a orillas de la laguna de Cosinetas, en la Guajira venezolana.

En 1503 regresaron a La Española, por desavenencias entre los socios, siendo apresado Ojeda, aunque salió absuelto en el juicio subsiguiente. Santa Cruz fue abandonado.

En 1508 se celebró la famosa Junta de Burgos, en la que se acordó la colonización de Tierrafirme, dividiéndola en dos gobernaciones, la de Veragua (actual Panamá y donde se fundó Santa María la Antigua del Darién) y la de Urabá o Nueva Andalucía. La última de estas le correspondió a Ojeda (Veragua fue para Nicuesa) y es la actual costa colombiana, comprendida entre el Cabo de la Vela y el Golfo de Urabá.

Ojeda reunió cuatro barcos y 220 hombres y partió de Santo Domingo el 10 de noviembre de 1509 en compañía de Juan de la Cosa. Cerca de la actual Cartagena de Indias desembarcaron, siendo emboscados en el poblado de Turbaco, donde murió el famoso cartógrafo Juan de la Cosa. Más adelante, en el Golfo de Urabá, fundó el cuarto emplazamiento español, en Tierrafirme, el fuerte de San Sebastián de Urabá. 

En Urabá, las condiciones de vida eran pésimas y fueron atacados por los indios, armados con flechas impregnadas en curare, un veneno mortal-. El propio Ojeda fue herido en una pierna, aunque pudo salvar su vida, tras obligar al cirujano a que le aplicara sobre su herida, dos hierros al rojo vivo. Para contener la hemorragia fue necesario gastar una pipa de vinagre.

De los 300 hombres iniciales, solamente quedaron con vida 45. Ojeda partió en una nao en busca de víveres, dejando al mando a Francisco Pizarro .  La nave que acogió a Ojeda iba llena de bandidos, dirigidos por Bernardino de Talavera, que decidieron ir a Cuba en vez de a Santo Domingo, para eludir la justicia.

Allí naufragaron y cruzaron a pie toda la isla, desde el oeste hasta el oriente, donde fueron acogidos por los indios. Desde allí se pidió ayuda al gobernador de Jamaica, Juan de Esquivel, que envió una nave con Pánfilo de Narváez. Se ejecutó a Talavera y a sus seguidores y Ojeda viajó hasta Santo Domingo. 

Ojeda vivió alli,  como monje, hasta el año 1516, cuando murió pobre y mandó que le enterraran bajo la entrada de la iglesia de San Francisco, para expiar sus pecados al ser pisada su lápida, por los creyentes que acudían a misa. Su tumba despareció en 1963, durante unos disturbios, en la República Dominicana.