Tal día como hoy, 15 de de mayo de 1896, en Madrid en las fiestas de San Isidro, tenia lugar la primera exhibición pública en España,del Cinematógrafo de los hermanos Lumière en uno de los salones del antiguo Hotel Rusia, en la Carrera de San Jerónimo.
En la segunda semana de mayo de 1896. Madrid celebraba su fiesta más importante, la festividad de San Isidro, entre verbenas, bailes populares, corridas de toros y, también, y no menos importante, con la presentación de algunos de los inventos, más asombrosos y extravagantes, que los madrileños pudieran imaginar.
Madrid era una ciudad, en la que ya no se veían los típicos tranvías tirados por mulas; ahora, estos habían sido sustituidos por los que iban impulsados, por la corriente eléctrica, que muy pronto empezaría a llegar, a todos y cada uno de los rincones de la capital. De hecho, hacía tan solo 18 años que, para celebrar la boda de Alfonso XII con su prima, María de las Mercedes de Orleans, en la Puerta del Sol, se había instalado el primer alumbrado eléctrico.
En un contexto donde, la modernidad parecía invadirlo todo, una placa conmemorativas situada en la madrileña Carrera de San Jerónimo, donde a finales del siglo XIX se alzó el Gran Hotel de Rusia, informan aún hoy que el 15 de mayo de aquel prodigioso año, la ciudad de Madrid, fue testigo de la presentación en sociedad del cinematógrafo.
La máquina, obra de los hermanos Lumière, era capaz de filmar y proyectar imágenes en movimiento, y que fue presentada en la capital de España, tan solo cinco meses después de que ese increíble invento, asombrara a la sociedad parisina.
Alexandre Promio, uno de los operadores de cámara de los hermanos Lumière, que había recorrido el mundo con el nuevo invento, fue el encargado de mostrar su potencial en la capital española, concretamente en el Gran Hotel de Rusia.
Así, pensando que el hotel era el local más adecuado, para llevar a cabo su espectáculo, Promio, convirtió la planta baja del establecimiento, en lo más parecido a un patio de butacas.
En la entrada, se improvisó una especie de sala de espera, donde los madrileños esperaban hasta que la sesión previa finalizase, para poder acceder a la sala, que estaba compuesta por varias filas de butaca. Las paredes del local estaban adornadas con Cortinajes, frente a los espectadores, se exhibía una gran pantalla y al fondo se instaló un proyector.
Los periódicos se hicieron eco del acontecimiento, y en las páginas del Heraldo de Madrid se anunciaban, pases a las 10:00, a las 15:00 y a las 2:00. En la sala se proyectaron asimismo, películas nuevas filmadas en Madrid como "Maniobras de artillería de Vicálvaro" o "La salida de las alumnas del Colegio de San Luis de los Franceses".
De hecho, la gran aceptación que tuvo la llegada del cine a Madrid, la refleja de este modo el periodista madrileño José Francos Rodríguez en su libro Contar vejeces de las memorias de un gacetillero: "El espectáculo produjo asombro, ganando desde el primer momento las simpatías del público.
Algo molestaba la vibración luminosa de las proyecciones; pero el cansancio de los ojos lo aminoraba, el recreo de asomarse a panoramas interesantes, sugestivos; el gusto de asistir a alardes de la realidad, mirar múltiples cuadros que superaban a los de la invención. Estábamos con el cinematógrafo como chiquillos con zapatos nuevos. No hubo la menor discrepancia; la opinión general le aplaudía, acudiendo a él con alborozo, celebrando sus sorpresas".
Desde entonces, y emulando al cámara francés, en España, se popularizaron las filmaciones de gente saliendo de misa, como "Salida de misa de 12 del Pilar de Zaragoza" o "Salida de la iglesia de Santa María".
Al final, el éxito de las proyecciones cinematográficas en nuestro país fue enorme, de tal modo que el 12 de junio de 1896, la familia real al completo, acudió a presenciar aquel prodigioso invento, y sería la propia reina regente, María Cristina, la que ordenó que se organizase una exhibición de artillería, para ser filmada y proyectada a través del cinematógrafo.
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