Tal
día como hoy 14 de agosto de 1945: se anuncio la rendición
incondicional de Japón por parte de Harry Truman, marcando el fin de la
Segunda Guerra Mundial.
Para 1945 Italia había sido derrotada, Alemania estaba sufriendo una acción de pinza al verse atrapada en dos frentes abiertos y Japón resistía como podía en el Pacífico.
Con la muerte de Hitler, fue el ministro de propaganda,
Joseph Goebbels, quien asumió el poder, pero pronto se vería superado y
seguiría el ejemplo de su Führer. El 7 de mayo, El almirante Karl
Dönitz (último líder de la Alemania nazi) se rindió ante los
norteamericanos.
Con Alemania e Italia sometidas, solo quedaba
Japón. Numerosos países asiáticos, como la China de Mao Zedong, estaban
ofreciendo una dura resistencia contra los japoneses mientras los
estadounidenses combatían isla por isla tanto en mar como en el aire.
Al
igual que los nazis, Estados Unidos llevaba años trabajando en un arma
de destrucción masiva, la bomba atómica, y cuando el proyecto Manhattan
consiguió hacerla realidad, sus planes de utilizarla como arma de
disuasión no cambiaron, tan solo variaron el objetivo.
El
presidente Harry S. Truman, viendo que la derrota de Alemania no había
afectado a la convicción de los japoneses, decidió cortar por lo sano.
El
6 de agosto de 1945, el bombardero Enola Gay lanzó sobre Hiroshima la
primera bomba atómica de la historia, la Little Boy. En los minutos que
siguieron a la detonación murieron 70 000 personas y casi otras 70 000
resultaron gravemente heridas.
Truman pretendía,impresionar al Emperador, Hirohito para que se rindiera y pusiera fin a la guerra, pero esto último no sucedió.
El
9 de agosto, la bomba Fat Man cayó sobre Nagasaki y mató a 80 000
personas. El emperador japonés anunció, tras este segundo golpe y
temiéndose lo peor, la rendición incondicional de Japón. La capitulación
se firmó el 2 de septiembre de 1945 en un acorazado estadounidense.
Seis
años y un día después de la declaración de guerra de Gran Bretaña y
Francia a Alemania, la Segunda Guerra Mundial terminaba siendo el
conflicto más brutal y destructivo de la humanidad y dejando sobre él
las sombras del Holocausto nazi y de un nuevo tipo de arma cuya
capacidad de destrucción superaba cualquier cosa vista con anterioridad.
El mundo entraba de lleno en la era atómica.
La Segunda Guerra
Mundial dejó un legado de destrucción y sufrimiento. Uno de los aspectos
más oscuros del conflicto fue el Holocausto nazi, un genocidio
sistemático que resultó en el asesinato de seis millones de judíos, así
como de millones de otras personas consideradas indeseables por el
régimen nazi.
Los campos de concentración y exterminio, como
Auschwitz, se convirtieron en símbolos de la brutalidad y el odio que
caracterizaron al Tercer Reich.
La devastación global de la
guerra no se limitó a Europa. En Asia, los crímenes de guerra cometidos
por las fuerzas japonesas, como la masacre de Nankín, dejaron cicatrices
profundas en las naciones afectadas.
Además, el conflicto
resultó en un desplazamiento masivo de poblaciones, la destrucción de
ciudades enteras y un colapso económico que afectó a millones de
personas en todo el mundo.
Los Juicios de Núremberg, celebrados
entre 1945 y 1946, llevaron a los líderes nazis ante la justicia y
establecer un precedente para el enjuiciamiento de crímenes de guerra y
genocidio.
La magnitud de la destrucción llevó a la comunidad
internacional a replantearse las relaciones entre naciones y la
necesidad de mecanismos para prevenir futuros conflictos.
La
devastación causada por la Segunda Guerra Mundial llevó a la comunidad
internacional a buscar formas de prevenir futuros conflictos y promover
la paz mundial.
En este contexto, se creó la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) en 1945, con el objetivo de fomentar la
cooperación entre naciones y abordar problemas globales como la
seguridad, el desarrollo económico y los derechos humanos.
La
ONU se convirtió en un foro para el diálogo y la diplomacia,
desempeñando un papel crucial en la resolución de conflictos y la
promoción de la paz.
El nuevo orden mundial que surgió tras la
guerra también estuvo marcado por un proceso de descolonización en Asia y
África, donde muchas naciones lograron independizarse de las potencias
coloniales europeas.
Este cambio geopolítico transformó el mapa mundial y dio lugar a un aumento en el número de estados soberanos.

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