Tal día como hoy, el 1 de agosto del año 939, tuvo lugar la batalla de Simancas, entre las tropas del Rey leonés Ramiro II y las fuerzas de Abderramán III.
La batalla de Simancas, que tuvo lugar el 1 de agosto del año 939, representa un hito destacado en la Reconquista, ya que la victoria cristiana consolidó su dominio, sobre las tierras situadas al norte del río Duero, por un lado, y permitió un avance seguro de la repoblación hacia el sur, por otro.
Además, es preciso señalar que a diferencia de otros episodios bélicos entre las fuerzas cristianas y musulmanas, como Covadonga o Clavijo, con tintes de leyenda, el enfrentamiento registrado en Simancas, se halla perfectamente documentado desde el punto de vista histórico, porque fue un hecho real y tangible.
En la contienda se midieron las tropas sarracenas del califa Abderramán III, compuestas por 100.000 efectivos que pretendían mantener sus posiciones al norte del Duero, con el ejército cristiano comandado por el rey Ramiro II de León, en una coalición, que apoyaban Fernán González y los condes de Castilla, y que también incluía tropas de Navarra y Aragón.
El califa omeya, Abderramán III, quería acabar de una vez por todas con el Reino de León. Para conseguirlo, puso en marcha un proyecto gigantesco, al que denominó “gazat al-kudra”, traducido al castellano, como la campaña del Supremo Poder o de la Omnipotencia.
Abd al-Rahman III consiguió reunir a un gran ejército, alentado por la llamada a la yihad. Casi 100.000 hombres, entre los que se encontraban mercenarios andalusíes, militares profesionales, tribus bereberes, soldados de las provincias militarizadas, contingentes de las Marcas y un buen número de voluntarios.
Por su parte, el Rey leonés Ramiro II pudo reunir a su lado, además de a su propia hueste, las tropas de los condes castellanos Fernán González y Ansur Fernández, las fuerzas del Reino de Pamplona de García Sánchez I, así como las tropas gallegas y asturianas, aunque se desconoce el número total de efectivos con los que contó.
Ambos ejércitos se encontraron, en los campos de la ciudad amuralla de Simancas (Valladolid) el 1 de agosto del año 939, día en el que comenzó la batalla de Simancas.
La batalla duró varios días, hasta que el 6 de agosto ante la imposibilidad de conquistar la ciudad, el Califa ordenó la retirada y volver a Córdoba, para rehacer fuerzas y reacondicionar su ejército.
Al contemplar la retirada del ejército musulmán, todavía numeroso, el Rey Ramiro II decidió salir en su persecución, llegando incluso a emboscar días más tarde, a las tropas musulmanas.
Abderramán III tuvo que escapar, abandonando su lujosa tienda, donde se halló un gran botín, en el que cabe destacar su cota de mallas y el Corán que llevaba a las campañas (que recuperaría años más tarde).
Después de esta derrota, la más grave probablemente que habían sufrido, hasta entonces, los musulmanes en España, Abderramán III no volvió a encabezar ninguna de las muchas expediciones, que ordenó en los veintidós años de reinado que le quedaban, (antes lo había hecho trece veces).
Abderramán III se dedicó a castigar con crueldad a los que consideró responsables,de la derrota del ejército que dirigía él. Afortunadamente, las fuentes árabes, a diferencia de las cristianas que eran muy lacónicas, se recrean en contar detalles, de las historias violentas.
La batalla de Simancas fue la primera gran victoria contra el Califato de Córdoba. Triunfo que permitió avanzar la línea de repoblación del Reino de León hasta el río Tormes, rebasando así el límite del río Duero.
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