domingo, 6 de mayo de 2018

Álora en los romances de frontera

Tal al día como hoy 6 de mayo de 1455, las huestes cristianas de Enrique IV de Castilla entran en los pueblos de Álora, Coín y Cártama – provincia de Málaga - arrasando huertas, campos de cereal y viñas.

La conquista de Álora ya se había intentado en 1434, durante el reinado de Juan II de Castilla, lo que se saldó con la muerte ante los muros de su castillo de D. Diego Gómez de Rivera, Adelantado de Andalucía, engañado por los sarracenos defensores, lo cual fue difundido en todo el mundo medieval y que ha perdurado en nuestras días como romance fronterizo en “Álora la bien cercada”.

Las posteriores campañas bélicas organizadas por Enrique IV entre 1455 y 1458, solo tuvieron el carácter de guerra de desgaste, con incursiones de castigo sin grandes batallas campales ni toma de territorios.

En este contexto hay que situar esta incursión en los campos de Álora, organizada por Juan Pacheco, marqués de Villena, y su hermano Pedro Girón, maestre de Calatrava, incursiones que no era populares entre la nobleza debido a los escasos réditos que producían.

Durante tales lances guerreros, favorables y adversos, en que se entremezclaba lo cristiano y lo musulmán, surgieron entre los “romances de frontera” la "Historia de Abindarraez y la hermosa Jarifa".

En él se cuenta la historia de Abindarráez el mozo enamorado de la hermosa Jarifa, en amores contrariados por el padre de ella, la cual le mandó aviso de que fuera a visitarla a Coín, aprovechando un viaje de su padre a Granada, pero cuando iba desde Cártama a Coín, cayó prisionero de Don Rodrigo de Narváez, alcalde cristiano de Antequera y Álora, que al final le deja marchar.

Es esta una bellísima primera muestra de novela histórica: "En Cártama me he criado/ nascí en Granada primero/ Mas fui de Álora frontero/ y en Coín enamorado".

Al terminar la primavera de 1484, los Reyes Católicos toman Álora y la incorporan de forma definitiva a la corona de Castilla, fundando sobre una mezquita existente en el Castillo la iglesia de Santa María de la Encarnación, destruida después por un terremoto y de la que sólo quedan restos del gótico flamígero de finales del siglo XV, en la capilla existente en “las Torres”.

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