jueves, 11 de agosto de 2016

Vacaciones


En vista de que todo el mundo se ha ido de vacaciones, he decidido cerrar el blog durante unos días, ya que los amigos y visitantes precisan también de un descanso. 
                             Si no hay ningún problema, nos volveremos a ver en septiembre.

            ¡¡¡Felices vacaciones a todos !!!

La muerte del líder andalucista Blas Infante

Tal día como hoy 11 de agosto de 1936, muere asesinado Blas Infante, llamado padre de la patria andaluza.

El pensamiento político de Blas Infante es heredero del movimiento republicano y federal de la España del siglo XIX y su pretensión era la existencia de Andalucía como región española diferenciada, para obtener después la regeneración de España.

En 1918 en la Asamblea de Ronda se propuso una constitución regional para Andalucía, que estableció las bases a seguir por el andalucismo para obtener la autonomía política y se aprobó la propuesta de Infante de adoptar la bandera verdiblanca y el escudo.

El 15 de septiembre de 1924, en una pequeña mezquita de Agmat, antigua ciudad medieval del sur de marruecos, Infante se convirtió al Islám declarando su fe en el único dios Ala, adoptando el nombre de Ahmad. 

Sin embargo, su familia hoy no acepta la conversión al Islám de Blas Infante, en esencia porque la misma fue un grave error político de líder andalucista, al existir en aquellos momentos un fuerte sentimiento anti marroquí en toda España a causa de la guerra de Melilla, que no tuvo en cuenta y que en nada debió favorecer su causa.

Con la proclamación de la República en 1931, se establece en Coria del Río, donde construye una casa que llamó en árabe Dar al-Farah -"Casa de la Alegría"- inspirada en la arquitectura de al-Ándalus, y volvió a presentar candidatura por el Partido Republicano Federal sin conseguir representación, lo que vuelve a suceder en las elecciones de noviembre de 1933, con otra de Izquierda Republicana Andaluza, que fracasó de nuevo

Tras las elecciones de 1936, con la victoria del Frente Popular, el movimiento político andalucista recobró fuerzas y elige a Blas Infante presidente de honor de la futura Junta de Andalucía, pero cuando se produce el golpe militar que inició la Guerra Civil, fue detenido por falangistas en su casa de Coria del Río, siendo fusilado sin juicio junto a otros dos detenidos el 11 de agosto, en la carretera de Sevilla a Carmona.

Blas Infante está considerado el máximo ideólogo del andalucismo político en todas sus vertientes.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Parientes


Cuando se escribe sobre la familia - amigo lector - hay que tentarse primero la ropa, más que nada, porque luego la familia lee lo que uno ha escrito. No obstante, cuando la familia a la que te refieres, es un sobrino de tu abuela paterna, el tiento es mucho menor.

Además de eso, al ir conociendo al personaje, entiendes muchas cosas tanto de tu progenitor como de ti mismo, pues las leyes de Mendel referidas a la herencia genética, se mueven a saltos - como los caballos en el ajedrez - y en muchas ocasiones, en alguno de ellos, hasta te pueden llegar a alcanzar.

Se llamaba Diego o Antonio García Márquez, que en lo del nombre hay discrepancias, entre quien me contó la historia y otras fuentes, pero en honor al primero, Diego se llamaba.

Su vivencia tuvo lugar durante las primeras décadas del siglo pasado, y las últimas del anterior, y aconteció en mi pueblo, Álora. Diego era soltero... bueno, más exactamente solterón, pues nunca llegó a contraer matrimonio, gozando de muy buena posición económica, ya que sus fincas – heredadas de sus padres y a cuya atención y cuidado se dedicaba - se extendían por toda la comarca, gestionando además de estas, el patrimonio de sus tres hermanas, dos monjas y una viuda, que al estar casadas unas con Dios, y la otra con nadie, confiaron también sus tierras al hermano soltero.

Estas dos circunstancias - soltería y posición económica - le hacían muy apetecible al sexo femenino de la localidad, o mejor dicho a las madres de las mozuelas, que en edad de merecer, en la comarca había, por lo que eran muchas las encerronas que - al objeto de cazarlo - urdían a su paso día tras día, en el lugar.

Una de las que más destacaba, por su persistencia y habilidad en estas lides, era Rosario, viuda y dueña de un bar en el centro del pueblo, en donde mi lejano pariente, acostumbraba desayunar y tomarse la primera copa para “matar el gusanillo”, generalmente a base de cazalla o chinchón, bebidas ambas cuya ingesta, no suele dejar vivo bicho alguno.

Ver entrar a nuestro hombre en el establecimiento, y llamar a una hija casadera que tenía, era todo uno, al objeto de que fuese ella - debidamente aleccionada –  la encargada de servir a Diego de forma solícita, exclusiva e insinuante.

Al poco, nuestro héroe, que precisamente por ser soltero, no era tonto, advirtió las aviesas intenciones cinegéticas de la hembra y más aún de la madre de esta, y un día, cansado de un juego en el que no estaba dispuesto a entrar, se dirigió a la primera con un poema de su invención, a cuya práctica era aficionado.

“Aunque te arda la fragua
no te enciendo mi candil.
No me enseñes las enaguas,
que he dicho que tú “pa” mí,
no echas garbanzos al agua”


Y  con este verso improvisado – algo ordinario, pero muy elocuente - que no dejaba dudas sobre sus sentimientos, pudo salvar - una vez más – ilesa su soltería.

Aún no he dicho - pero ahora lo digo - que debido a su posición económica, Diego era parte de las fuerzas vivas del pueblo, y aunque él nunca se ocupó de la  política, un tío suyo – conocido como “El Canónigo Morales”-  ya que regentaba este cargo en la catedral de Málaga, era célebre en toda la provincia, como cacique al uso de la época, siendo un auténtico genio, en los trapicheos, chanchullos y  pucherazos electorales.

Un día su tío – también de lejos emparentado con el que esto escribe – recurrió a Diego con la encomienda de pedirle dinero, ya que tenía la intención de adecentar “El círculo”, nombre con el que era conocido en mi pueblo el casino social, que ubicado en la plaza de la Fuente Arriba – en  el centro del municipio – era lugar de habitual reunión – entre otros – de haraganes, e inútiles varios, que, con la excusa de fomentar actividades culturales, se pasaban el día arreglando los problemas de España, mientras bebían fino, jugaban al dominó y se despellejaban entre sí.

Era pretensión del canónigo, usar el establecimiento para agasajar en él a un diputado a cortes de la región, conocido como “El pollo Romero” debido a su juventud, y a quien quería encumbrar, pero el local – al cual, por tradición, tenían vetada su entrada las mujeres - estaba acorde con los parroquianos que lo frecuentaban, con quemaduras de cigarrillo en las mesas, cortinas descoloridas, muebles desvencijados y todo él sucio y abandonado, es decir, un auténtico chamizo, inapropiado para celebrar en él, cualquier clase de acto social, y cuyas finanzas estaban parejas con lo hasta ahora dicho, pues ni telarañas tenía en sus arcas.

Diego, tras atender la demanda de su tío, no escatimó gastos, y a golpe de billetes, mandó restaurar totalmente “El circulo”, que en unas semanas, quedó más lustroso  y pulcro, que el día de su inauguración.

Una tarde - con la reforma ya acabada – y después de haber pasado el día entero trajinando, fue Diego a examinar la obra, y cansado como estaba y aún con las botas llenas de barro del campo, se tendió en un sofá, quedándose dormido como un tronco.

Roncaba a pierna suelta, cuando entró en el local el médico del pueblo, acompañando al canónigo, y al ver a Diego en aquella forma, le espetó al primero:

-“Ve usted, señor canónigo, con personas así no hay forma de hacer nada, fíjese… ahí tendido... con las botas llenas de barro... Esta gente no tiene ni modales ni remedio...

Diego - entre sueños- oyó las palabras del galeno y aún medio dormido, y pensando en el capital que había gastado en las obras, se dirigió a ambos con uno de sus famosos versos

“En este lugar señores,
cada cual duerme a su maña.
Que me den mi dinerito,
si la postura no apaña.”


Como es natural, nadie devolvió el dinero a nuestro héroe, y en cuanto al “círculo”, pocos meses después de lo que acabo de narrar, todo él estaba tan destartalado, abandonado y sucio, como antes de su reforma.

Como habrás podido observar – paciente lector – si es que has terminado de leer la historia, mis parientes merecen – como mínimo – el calificativo de singulares.

J.M. Hidalgo (Gente Singular)

La primera vuelta al mundo

Tal día como hoy 10 de agosto de 1519, zarpa de Sevilla una expedición al mando de Fernando de Magallanes, que acabaría dando la primera vuelta al mundo.

Magallanes, portugués al servicio del rey de España, descubrió el estrecho que hoy lleva su nombre, siendo el primer europeo en pasar desde el Atlántico al Pacífico, denominado entonces “Mar del Sur”.

La expedición constaba de 5 navíos y 234 hombres y el 20 de septiembre zarpó definitivamente de San Lucar de Barrameda, con la intención de buscar el camino que, llegase a las islas de las especias.

Lo difícil del viaje y el racionamiento de víveres fomentaron el descontento entre la tripulación, por lo que se produjo una rebelión contra Magallanes en tres de las naves, que este sofocó con extrema dureza. 

La expedición estuvo plagada de contratiempos y dificultades ya que durante tres meses - desde el estrecho de Magallanes a las islas Filipinas - no descubrieron tierra firme, por lo que la hambruna y el escorbuto azotaron la tripulación, hasta el punto de que se pagaba por una rata para poder comer. 

Poco después de que Magallanes y los suyos llegasen al Extremo Oriente, pereció el descubridor en 1521 en la isla filipina de Mactán y tras su muerte fue elegido jefe de la expedición Gonzalo Gómez de Espinosa y al frente de la nave Victoria, Juan Sebastián Elcano.

Tras arribar a las islas Molucas, objeto del viaje, se emprendió el regreso a España llegando a Sevilla en julio de 1522 con sólo una de las naves. En total, 216 hombres perecieron durante el viaje, y sólo 18, entre ellos Elcano, pudieron sobrevivir.

Tras atravesar el océano Índico y dar la vuelta a África, Elcano completó la primera circunnavegación del globo, lo que suponía el logro de una imponente hazaña para la época.

El cronista de la expedición, Antonio Pigafetta, describe así las penalidades sufridas en el viaje.

"La galleta que comíamos ya no era más pan sino un polvo lleno de gusanos que habían devorado toda su sustancia. Además, tenía un olor fétido insoportable porque estaba impregnada de orina de ratas. El agua que bebíamos era pútrida y hedionda. Por no morir de hambre, nos hemos visto obligados a comer los trozos de piel de vaca que cubrían el mástil mayor a fin de que las cuerdas no se estropeen contra la madera... Muy a menudo, estábamos reducidos a alimentarnos de aserrín; y las ratas, tan repugnantes para el hombre, se habían vuelto un alimento tan buscado, que se pagaba hasta medio ducado por cada una de ellas... Y no era todo. Nuestra más grande desgracia llegó cuando nos vimos atacados por una especie de enfermedad que nos inflaba las mandíbulas hasta que nuestros dientes quedaban escondidos...".

martes, 9 de agosto de 2016

Tarifa económica

 

Como cada verano - al objeto de cargar las pilas para el resto del año - la vuelta a los orígenes la pensé hacer una vez más en avión, ya que la carretera, entre el precio de la gasolina y la inestimable ayuda del Director General de Trafico, multando hasta por abrir la ventanilla del coche, actúan como elementos disuasorios del uso de este medio.

Por eso, buscando vuelos baratos, con la debida antelación, por aquello de los precios de última hora, encaminé mis pasos a una agencia de viajes - tenida por fiable – en donde una joven empleada tras invitarme a sentar, me sometió a lo que más tarde pude comprobar, era casi un tercer grado...

Deseo un billete de ida y vuelta para Málaga en agosto – demandé.
Muy buena elección – expuso sonriente, y tras consultar con su ordenador me dijo. Son dosquientos euros ...- y añadió - Claro, es agosto, se comprende...

Pese a todo - pensé para mi – no es tan caro y desde luego no merece la pena pasar los nervios de la carretera.
Bueno naturalmente – agregó la empleada interrumpiendo mis pensamientos – a esto hay que sumar las tasas aeroportuarias de cada pasajero, que son trincadós euros..., como es lógico...- aclaró.
Bien, bien, pues súmelas y expídame el billete ...

Un momento señor – añadió de nuevo - hemos de añadir también el servicio de terminal...
¿Que es eso del servicio de terminal - pregunté ingenuo 
¿Pues que va a ser señor...? Las atenciones que usted recibe de nuestros servicios en las terminales del aeropuerto, que han de pagarse aparte, claro...- y agregó - Solo son catatrés euros por billete.

En fin – respondí resignado - añádalo usted y acabemos... dije mientras intentaba calcular mentalmente el nuevo precio del billete.

¿Lleva usted maletas...?- me espetó decidida. 
Claro, señorita... ¡voy de vacaciones!. Al menos unas mudas y unas camisas...
¡Ah, muy bien!... son zarantán euros por maleta, ida y vuelta naturalmente...
Bien, bien, pues ponga una...
De acuerdo señor - agregó mientras tecleaba.

¿Querrá usted asiento verdad...? - preguntó.
¿Como que si quiero asiento...? - indagué atónito
Señorita ¡no pretenderán ustedes llevarme de pie...!
No caballero, nada de eso, pero claro, de no reservarlos, les daremos los que queden y con toda seguridad será de los de atrás...
Bueno, bueno, y ¿cuando cuesta ir todo el rato el lado de un extraño?.
Poca cosa señor, son tramparán euros de ida y otros tantos de vuelta, como es obvio,  porque, ¿también los querrá para la vuelta verdad...?
Si claro, para ambos trayectos – contesté.

¿Queda aún algo más...? pregunté temiendo que aquello no acabase nunca...
Otra cosa, aunque esta es opcional... -¿Está usted interesado en contratar un seguro de cancelación...? y aclaró
Verá, las ventajas son muchas, porque caso de una enfermedad o inconveniente, usted lo perdería todo, y sin embargo pagando trapecín euros más por cada billete, queda cubierta esa eventualidad..
De acuerdo, de acuerdo... suscríbalo, no sea que tenga un mal fario ese día...
Hace usted muy bien caballero - agregó mientras arreciaba en su teclear

Solo una cosa más...¿Me puede facilitar el número y entidad de su tarjeta de crédito..? y anadió;
Es que no aceptamos dinero al contado y, el pago con tarjeta tiene una pequeña comisión de trepatal euros por billete...
Señorita hemos acabado ya? - pregunté casi a media voz - ¿Podría decirme entonces el monto total del viaje...?
En total son – dijo tras un breve repaso en la pantalla - trascacien cinquientos euros, con cuarenta, señor...Una baratura, tenga en cuenta que es una tarifa económica. Este billete en vuelo ordinario costaría más del doble...

Le quiero informar por último – concluyó mientras me daba las tarjetas - que a bordo dispondrá de los servicios de prensa, catering y bar, ya que nuestra empresa mima mucho al pasaje..
¿Están incluidos en el billete ?, pregunté candoroso.
No, señor - contestó con una compasiva sonrisa - pero tenga presente que los precios de esta compañía son muy asequibles... Le dejo una tarifa...

Ya con los billetes en la mano y el saldo de mi cuenta notablemente aligerado, miré el catálogo...
El agua mineral – que era lo más barato – costaba trascamandán euros cada botella, como si te hubieses bebido casi medio manantial.

Menos mal que la tarifa es económica, pensé para mi...


J.M. Hidalgo





La bomba atómica sobre Nakasaki

Tal día como hoy 9 de agosto de 1945 se lanza sobre Nagasaki la segunda bomba atómica de la Historia.

El bombardero estadounidense "Bockscar", dejó caer la bomba atómica Fat Man, la segunda bomba atómica sobre Japón y más poderosa que la de Hiroshima.

Inicialmente el blanco era Niigata, pero había niebla espesa y no se pudo ubicar con exactitud, y a falta de combustible y con la misión en peligro se decidió finalmente por el blanco alternativo de  Nagasaki.

Al llegar el avión encontró un cerrado techo de nubes, pero tenía que tomar una decisión o la arrojaba o volvía y se decidió el bombardeo por radar.

A pesar de que la bomba falló por una distancia considerable, aun pudo arrasar casi la mitad de la ciudad y 35.000 de los 240.000 habitantes de Nagasaki murieron instantáneamente, seguidos por la muerte de una suma equivalente por enfermedades y heridas.

El terreno donde se encuentra la ciudad es muy montañoso y esto delimitó los efectos de las ondas expansivas de la explosión inicial. De todos modos la destrucción, el caos y el horror fue similar al de Hiroshima.

Fue tal la estupefacción de los militares y el grado de shock tanto de civiles como militares, que  Nagasaki no se inspeccionó hasta después de una semana, cuando la ciudad era ya un osario silencioso. Los que lograron sobrevivir más allá del radio de acción de la bomba tuvieron que asistir a las oleadas de heridos en su mayoría graves.

Se incendiaron las estructuras de acero de los edificios de hormigón y los árboles fueron arrancados desde la raíz y quemados por el calor.

Algunas personas tuvieron quemaduras en todo el cuerpo, otros perdieron la vista, pero lo que causó impacto, fueron las progresivas deformaciones que afectaron a la población, que no se manifestaban en el acto, sino que podían presentarse semanas, meses, e incluso años después de la detonación.

Japón se rindió 6 días después de esta destrucción.

Tras la guerra, la ciudad fue reconstruida, aunque modificada y algunos de los escombros fueron dejados intactos en memoria del hecho y se levantaron nuevas edificaciones con el mismo objetivo, como el museo de la bomba atómica.

Nagasaki es hoy día una ciudad portuaria con una rica industria naval y es además un fuerte ejemplo de perseverancia y paz.

lunes, 8 de agosto de 2016

Maestros


Antes de mi afiliación al sindicado de la madera, en donde estuve más de cuarenta años, pertenecí - en calidad de docente interino - al de la tiza, si bien que en esos cuarenta años, he procurado compatibilizar actividades en ambos, ya que, el primer quehacer que tuve, es un oficio que - de siempre- me ha tirado mucho.

Y eso, que desde aquellos tiempos hasta ahora, las cosas en el mundo docente han cambiado tanto, que los maestros – ahora profesores – han pasado de ser los reyes de taifas de sus aulas, a asustadizos conejos de campo, que van cada día al trabajo por camino diferente, procurando aparcar su vehículo, lo más lejos del centro docente y siempre en lugar distinto, pues de no hacerlo así, es más que posible que encuentren este con las ruedas pinchadas, pintarrajeado a modo de un mural graffiti, e incluso – en algún caso extremo que conozco – convertido en humeante barbacoa urbana.

Así, de los pescozones con los que generosamente algunos de ellos obsequiaban a sus alumnos, ante él más mínimo atisbo de indisciplina, se ha pasado a que en más de una ocasión algún educando -más cercano al mundo del delito que al del saber- ante un examen comprometido, ha acogotado a este o aquel profesor – navaja en mano –  en la intimidad de un retrete escolar, para avisarle muy seriamente de que, o su nota rebasaba el aprobado, o se podría producir un desagradable accidente, del que sin duda sería víctima el enseñante, en forma de lesión peritoneal por arma blanca, eventualidad esta, que ha convencido a más de uno, a subir la aludida calificación.

Pero, sin llegar a extremos como los expuestos, en donde algunos de los modernos escolares encuentran más rápido, y desde luego mucho menos cansado, apretar el mango de la navaja, que los codos ante un libro de texto, de siempre, los colegiales han sido traviesos, díscolos y algo transgresores, como sucedió en la historia que hoy quiero contar.

Transcurría la década de los sesenta del pasado siglo, y simultaneaba mis estudios de magisterio, en la Escuela Normal de Málaga, dando clases como interino en una escuela unitaria del barrio del Perchel - hoy ya desaparecida- en donde se hacinaban en confusa mezcla, cuarenta escolares, de entre cinco y quince años.

Aquella primavera, me había de examinar de Prácticas Docentes, asignatura esta, cuya prueba consistía en impartir una clase a niños de un grupo escolar, que al ser siempre el mismo, estaban más resabiados, que los novillos de un tentadero.

Acababa de comprobar el orden de intervención, y me había correspondido las cinco de la tarde, y como la asistencia era pública, decidí al objeto de adquirir práctica, presenciar la actuación de los compañeros de la mañana, y en esto estaba, cuando se acercó hacia mí un rapazuelo de no más de siete años, de pelo rojizo, que – como si me conociese de toda la vida – me espetó:

¿Tú te examinas hoy, verdad...? - y sin darme tiempo a contestar agregó, – ¿Imagino que querrás aprobar las prácticas, no...?. Aún no daba crédito a lo que estaba oyendo, cuando mi interlocutor, como si tuviese el discurso largamente ensayado, continuó:

Pues verás, eso te va a costar ocho paquetes de chicles, dos bolsas de caramelos, y diez tebeos del Capitán Trueno de los números que tengo anotados, y que puedes comprar aquí cerca...”

¿Pero tú que te has creído, mocoso...? - le interrumpí ofendido – ¡Vete de mi vista, sino quieres que le diga todo esto al director...!

El escolar sin inmutarse lo más mínimo, se retiró sin prisas, mientras agregaba como final de la conversación. -Bueno,  tu sabrás... yo te he avisado...

El primero en intervenir aquella mañana fue Juan, sobre el tema “Ríos de España”. Su inició de disertación resultó brillante, la exposición en la pizarra clara, y su voz perfectamente audible y mesurada.

No obstante - sin motivo aparente – los alumnos estaban distraídos, miraban para otro lado, jugaban y comentaban entre ellos, hasta lograr finalmente, poner nervioso a nuestro candidato a pedagogo, que comenzó a cometer errores, los cuales, a los pocos minutos, hicieron al catedrático examinador, dar por terminada la prueba con resultado negativo para él.

¡Condenado mocoso...! me dijo mi colega, cuando fui a interesarme por lo que le había sucedido... -Está claro que debí hacerle caso... y acto seguido me relató, una historia que yo bien sabía, de un colegial de unos siete u ocho años, con el pelo rojizo que le había dicho...

Como un poseso estuve buscando, antes de las fatídicas cinco de la tarde, al gansteril sujeto pelirrojo, al cual – luego de hallado - hube primero que convencer, y más tarde suplicar para no ser boicoteado, si bien que –“En este rato, los precios han subido...” me dijo, y fueron quince los paquetes de chicle, cinco las bolsas de caramelos y veinte los tebeos, que hube de apoquinar religiosamente, ante del inicio de la exposición.

La tarde era cálida, de esos días de mayo del sur que ya parecen de verano, el tema que me correspondió exponer fue "los triángulos”. La clase entera, parecía embelesada ante mi explicación, a los quince minutos de disertación, el examinador, vencido por la penumbra del recinto, el agradable calorcillo y el sopor de la digestión, nos abandonó en una plácida siesta sobre su asiento...

Cuando acabé, hube de subir el tono para hacer de despertador, mientras la actitud de la clase, era la de estar recibiendo la ciencia infusa, de boca de Sócrates, como poco...

Muy bien su intervención... dijo el profesor, mientras me retiraba del estrado.

Al salir del aula, mi pelirrojo y malévolo amigo, me despidió con un guiño desde su asiento en primera fila...

A mis dieciocho años comprendí, que los amigos – y los enemigos - nunca son pequeños, y que además de saber hacer las cosas, también debe parecerlo, y esto último, es aún más importante que lo primero.

Esa lección, recibida de un crío de siete años, no la he olvidado jamás...

J.M. Hidalgo (Recuerdos de juventud)

El atentado contra Antonio Cánovas del Castillo

Tal día como hoy el 8 de agosto de 1897 Antonio Cánovas del Castillo murió asesinado en el balneario de santa Águeda, en Mondragón.

Cánovas fue un político e historiador español, Presidente del Consejo de Ministros durante la mayor parte del último cuarto del siglo XIX.

Su asesino era un anarquista italiano que se hizo pasar por corresponsal del periódico italiano Il Popolo y, el motivo fue vengar las muertes de los anarquistas detenidos en Barcelona a raíz del atentado contra la procesión del Corpus en junio de 1896.

Cánovas fue una de las figuras más influyentes de la política española de la segunda mitad del siglo XIX, dirigente del Partido Conservador y artífice del sistema político de la Restauración.

Elaboró e hizo aprobar la Constitución de 1876, que establecía una monarquía liberal inspirada en modelos europeos, intentando acabar con la violencia política y los pronunciamientos militares, para lo que diseñó un modelo bipartidista al estilo británico, formando un Partido Conservador y encontrando en el político Práxedes Mateo Sagasta, la alternativa en el Partido Liberal con el cual se turnaría en el poder, siendo criticado por crear una falsa apariencia de democracia mediante el “turno de partidos”.

La peculiaridad del régimen canovista era que en realidad, las elecciones constituían una farsa manejada por las redes oligárquicas del caciquismo, y tanto el parlamento como el gobierno, se formaban de espaldas a la opinión pública, con una intervención decisiva de la monarquía.

Como gobernante puso fin a la sublevación cantonal de 1874, la Tercera Guerra Carlista en 1875 y la Guerra de los Diez Años en Cuba en1878.

Trató de impulsar un resurgimiento nacional fomentando un nuevo patriotismo español, pero se mostró impotente ante conflictos como; el nacionalismo catalán, el movimiento obrero, el anarquismo y las disidencias internas de su propio partido.

domingo, 7 de agosto de 2016

El ventorro chamizo

 


En la época en que lo conocí, no era ya la venta de hospedaje pequeña y mala con la que la palabra “ventorro” se identifica, aunque posiblemente lo hubiese sido, ya que se hallaba situado al borde de la carretera, que antes fuera el antiguo camino Real de Málaga a Antequera a su paso por la vega de Álora.

Seguramente el apellido “chamizo” que le calificaba, definiría lo que fue el ventorro en sus orígenes, es decir, una venta de mala calidad que aún hiciese más evidente y necesaria su definición como “ventorro”.

Sin embargo, en la década de los años cincuenta, aunque había perdido la condición de hospedería, conservaba todavía la de taberna y estación de postas, ya que el camino - ahora trocado en carretera - era itinerario para un autobús de viajeros que, con salida en la capital, recorría a diario su ruta hasta el límite de la provincia y tenía parada “para estirar las piernas y beber agua” en la puerta del ventorro.

Además de esa función de “estación de diligencias”, el edificio era punto de referencia para la comarca, pues daba nombre tanto a un caserío agrícola del que era centro, como a la cañada y al puente con los que hacia el sur lindaba, ambos denominados “de Chamizo”.

Pero el lugar, no solo era taberna en donde los hombres jugaban a las cartas y al dominó, o bebían en la barra - a palo seco - media botella de fino, sino también centro de atracción social, pues en el edificio se hallaba el estanco y una tienda de ultramarinos, donde de pequeño pude admirar los caramelos de bastón - blancos y rojos - a los que nunca accedí porque su precio rebasaba la peseta y eso era mucho para mi magra economía.

Lo que daba mayor relevancia social al ventorro, eran sus servicios, y es que - además de lo dicho - en él se ubicaba la única barbería en muchos kilómetros a la redonda y el taller del herrero, también único, por los que personas y bestias debían pasar a la fuerza regularmente por allí.

Aún recuerdo la primera vez que fui. No tendría más de siete años y como había empezado a ir al colegio, mis padres entendieron que mi corte de pelo debía dejarse de hacer en casa. Aprovechando que había que ir a herrar al mulo, inicié la costumbre de visitar al barbero para que mi pelo tuviera un aspecto más cuidado que el de hospiciano, que hasta entonces siempre había tenido.

Al haber otras caballerías esperando para ser herradas, mi padre me llevó a la barbería - lo cual me produjo sensación de ser ya mayor - dejándome al cuidado del maestro barbero con la precisa instrucción de que “el pelo quedase muy cortito...”

Hubo de colocar un suplemento sobre el sillón, porque de lo contrario me perdía en él, y luego, con una maquinilla manual comenzó a dejarme la cabeza como la de un recluta. A los pocos segundos, los cabellos cortados comenzaron a picar en cuello y espalda y ante mis continuas contracciones, el barbero luego de coger unas gigantescas tijeras y hacerlas sonar ruidosamente, dijo simplemente: “Si sigues moviéndote, te corto una oreja...” En la siguiente media hora, pese a los picores, ni un músculo de mi cuerpo osó hacer el más leve movimiento...

Después, con la cabeza de la que solo sobresalían las orejas, asistí con mi progenitor al espectáculo del herrero, el cual tras repasar con un escoplo las pezuñas de la acémila, le instaló un juego de herraduras nuevas que clavó con maestría, ante mi instintivo temor a que aquellos clavos tan largos, pudiesen hacerle algún daño.

Ya tarde, en uno de esos maravillosos atardeceres veraniegos del sur, volvimos a casa a lomos del mulo y - como si hubiese estado en un parque de atracciones - conté entusiasmado a mis hermanos la aventura.

Cuando cada verano paso ahora frente al ventorro convertido en vivienda, el único recuerdo de su pasado como taberna es un mosaico de azulejo en la fachada, propaganda de una bebida.

Ya no está el estanco, ni el comercio de ultramarinos con sus tentadores caramelos bicolores en forma de bastones, ni tampoco el barbero, ni el herrero y, al tiempo, me doy cuenta con tristeza que ha desaparecido también el niño que, como si fuese a una fiesta por sentirse mayor, esperaba turno para ser atendido …

Solo las chicharras, con su estridente y monótono canto, permanecen inalterables de todo lo que antaño fue...

J.M. Hidalgo (Recuerdos de infancia)

Cuando Macedonia dominaba toda Grecia

Tal día como hoy 7 de agosto del 338 a. C. tuvo lugar la batalla de Queronea, que supuso el dominio de  Filipo de Macedonia sobre toda Grecia.

Se libró cerca de la ciudad griega de Queronea, entre las fuerzas macedonias y una alianza de polis – ciudades estado - griegas lideradas principalmente por Atenas y Tebas.

Filipo contaba con un poderoso ejército y abundantes recursos, lo que le convirtió en el “líder de Grecia”, siendo visto por muchas de las polis como una amenaza a su libertad, especialmente en Atenas donde el político Demóstenes lideró los esfuerzos para escapar a la influencia del rey macedonio.

Los detalles sobre la batalla son escasos, pero tras una larga lucha los macedonios aplastaron ambos flancos de la línea aliada y se hicieron con la victoria, siendo descrita como una de las más decisivas del mundo antiguo pues los ejércitos de Atenas y Tebas fueron aniquilados y no pudieron continuar su resistencia.

Después de esta batalla ningún ejército podría impedir el avance de Filipo, aunque él nunca tuvo intención de conquistar Grecia sino conseguir la alianza de los griegos para su planeada invasión del imperio persa, lo cual acabó siendo aceptado por todas las ciudades-estados griegas con la excepción de Esparta.

Como resultado de ello, se creó la “Liga de Corinto” que convirtió a todas las polis salvo Esparta que se negó a sumarse, en aliados activos de Macedonia con Filipo como garante de la paz, firmando la liga y declarando la guerra a Persia, una vez proclamado el rey macedonio “strategos”- general - de la próxima campaña militar.

Sin embargo, antes de iniciar los preparativos el rey fue asesinado el 336 a.C. por uno de sus guardaespaldas y sería su hijo Alejandro Magno, convertido en el nuevo rey de Macedonia, el que conquistase todo el imperio persa en el 331 a.C.



sábado, 6 de agosto de 2016

Los tres "fiririches"

 


  A todos los que sufren violencia de género

“Un fiririche” es - en mi tierra - un ataque de histeria incontrolable, un pronto irreprimible, un encontrarse - por alguna causa - fuera de sí. Aquí, pretendemos contar la historia de tres de ellos.

La buena e infeliz Rosario se casó tarde y mal. Tarde, porque pasaba ya largamente de los treinta, y debido a su poco agraciado físico y nula fortuna, no la habían cortejado jamás, y mal, porque, después de tanto esperar, dio con Paco, hombre de similar edad a la suya que, además de no tener otro capital que sus manos, con las que, por cierto, no demostraba grandes habilidades, era bizco de los dos ojos, pero no de un estrabismo pasable, sino que en el caso de Paco, cuando se le miraba a la cara, le dolía a uno la cabeza.

Pese a todo, un domingo de mayo se unieron en santo matrimonio en la iglesia del pueblo, al decir de algún chusco del lugar, habiendo de sujetar al cura durante la ceremonia para que no huyese despavorido, ante el espectáculo que ofrecían los contrayentes.

Diez meses después, y para asombro de  todos, la naturaleza hizo que de aquella unión, naciese un niño precioso, seguido, al año siguiente, por una niña, tan perfecta como el primero, y este fue - precisamente - el inicio de las desgracias de nuestra protagonista.

Todo empezó porque Paco, que a las prendas personales ya dichas, unía un intelecto de simio, no entendió nunca, como él - feo de delito - hubiese podido engendrar tales hijos, y una noche de sábado en que estuvo en la taberna bebiendo hasta las tantas, llegó a casa de madrugada y - cinto en mano- la emprendió a golpes con la infortunada y medio dormida Rosario, a la que - entre zurriagazo y zurriagazo - acusaba de adultera, mientras le preguntaba que quien era el padre, ya que - según razonaba - si los niños no tenían los ojos como los suyos, evidentemente no podían ser sus hijos.

Con tan científica conclusión en su caletre, a partir de ese día, no hubo fin de semana que, no se produjese la adecuada ración de palos, hasta que esta, se hizo costumbre, y ya nadie advertía lo que estaba sucediendo. Incluso algún alma caritativa, llegó a justificar la actitud antropoide del marido, con frases como “También habría que escucharle a él”, o “Que sabe uno lo que pasa en una casa cuando se cierra la puerta”, y otras, tan brillantes como las anteriores.

La cosa es que, unas veces por pitos y otras por flautas, los malos tratos continuaron, y aunque nuestra vapuleada heroína, pensó alguna vez en abandonarlo todo, el solo pensamiento de perder a sus hijos, y el escándalo que tal cosa supondría, la mantuvo, un día tras otro, en el lugar del suplicio.

Pero - como dicen - no hay mal que cien años dure, y una mañana, poco después de que él hubiese salido al campo a trabajar, llamó a la puerta de la vivienda un peón, que nervioso, explicó a Rosario, como su marido momentos después de subirse a un mulo en Las Pedrizas, se había caído y se encontraba privado de sentido.

La privanza, resultó ser un coma profundo, del que Paco no se repuso, falleciendo dos días más tarde en el hospital comarcal, sin llegar a recobrar su escaso conocimiento. Aunque la primera intención, al oír la noticia, fue la de dar saltos de alegría, Rosario pensó que después de lo soportado, no valía  la pena hacer tal cosa, por lo que resolvió despedirle de este mundo ante los demás, con el procedimiento de los “feririches”.

Concienzudamente despeinada y con un pañuelo negro en la mano, en el que había escondido un trozo de cebolla picante, salió a la calle, arrojándose al suelo y llorando a lágrima viva, mientras gritaba, que el mundo se le había acabado, que había perdido la luz de sus ojos, y no se sabe cuantas cosas más, siendo recogida con las vecindonas, que - ahora apiadadas de ella - la consolaron. Fue el primer “fiririche”.

Aquella tarde, en un furgón fúnebre, llegó el ataúd y una vez instalada la capilla ardiente, apareció la doliente viuda, que se arrojó sobre el cadáver, mientras decía entre lamentos, que ya nada tenía sentido sin su hombre, y que para qué quería vivir. Las amigas se hacían lenguas - mientras la sostenían casi inconsciente - del gran amor de Rosario, del que - por cierto - no habían tenido una constancia clara, hasta aquel momento. Este fue el segundo “fiririche”.

Al día siguiente inhumaron el cadáver. Con profundas ojeras, y en gran estado de histeria, se  abrazó al féretro, gritando - como una viuda india - que le enterraran con él, porque más valía morir junto a sus restos que continuar sola. A todos - incluido hombres - impresionó la escena, y alguna lágrima rodó, ante la tragedia presente. Había concluido el tercer y último “fiririche”.

Tapiada y bien tapiada estaba la losa sobre el difunto, cuando Rosario, acompañada  hasta su casa por todas las comadres del pueblo, y tras hacerse cargo estas de sus hijos, quedó - en señal de duelo -  encerrada a cal y canto, dentro de la vivienda.

La viuda, una vez sola, se desprendió de toda su ropa, y tras bañarse y perfumarse de pies a cabeza, se peinó, y pintó cuidadosamente ojos y cara. Luego, volvió a vestirse con el traje de las romerías y se calzó sus mejores zapatos.

Ataviada de fiesta mayor, se dirigió luego al patio interior, y allí fue arrojando una sobre otra, todos los objetos y ropas que fueron de su marido, a las que añadió -  por último - las que ella misma había vestido en el duelo. Cuando comprobó que nada quedaba en cajones y armarios, esparció un  líquido inflamable, y luego prendió fuego a la pira, en donde se convirtió en humo, lo peor de su pasado.

Mientras ardía, estuvo mirando la llama, y disfrutando su postrera venganza, con una sonrisa entre triunfante y decepcionada, seguramente porque entre las prendas, no se encontrase también, el cuerpo de su verdugo. Cuando solo quedaron  brasas, la comedia concluyó.

Los “fiririches” fueron despedida habitual de muchos duelos conyugales durante años, en una época en donde, además de no existir el divorcio, muchos pensaban seriamente, que el matrimonio lo era - sin otra alternativa y por designio divino - hasta que la muerte lo separaba.
   
J. M. Hidalgo (Gente Singular)
   

La destrucción de Numancia

Tal día como hoy 6 de agosto del 133 a C los romanos arrasan la ciudad celtibérica de Numancia,

Las legiones romanas de Publio Escipión arrasan la ciudad de Numancia, símbolo de resistencia al poder romano, tras haber sido sitiada y asediada durante algo más de nueve meses.

Sus habitantes la han defendido con valentía, y muchos prefieren suicidarse el día anterior a su entrega antes que caer bajo la dominación romana.

Numancia es una desaparecida población celtíbera situada sobre el Cerro de la Muela, a siete kilómetros al norte de la actual ciudad de Soria.

En el año 153 a. C. tiene lugar el primer conflicto grave con Roma, al dejar entrar en la ciudad a unos fugitivos de la tribu de los bellos, procedentes de la ciudad de Segeda, situada entre Mara y Belmonte de Gracián, en Zaragoza.

Los numantinos consiguieron derrotar a un ejército de 30.000 hombres mandados por el cónsul Quinto Fulvio Nobilior, pero su jefe, Caro de Segeda, murió en la batalla.

Tras veinte años repeliendo los continuos e insistentes ataques romanos, en el año 134 a. C., el Senado romano confirió a Publio Cornelio Escipión Emiliano “El Africano Menor” la labor de destruir Numancia.

Escipión finalmente puso sitio a la ciudad, levantando un cerco de nueve kilómetros apoyado por torres, fosos, empalizadas, etc.

Tras trece meses de hambruna y enfermedades, agotados sus víveres, los numantinos decidieron poner fin a su situación en el verano del año 133 a. C. Algunos de ellos se entregaron en condición de esclavos, mientras que la gran mayoría decidieron suicidarse.

Tras su victoria, Escipión impondrá el supremo castigo de la destrucción y reducción a cenizas de la ciudad, además de prohibir su reconstrucción para que quede como ciudad maldita

viernes, 5 de agosto de 2016

La "feria grande" de Álora


Estos días están de feria en mi tierra de Álora.

Desde que tengo uso de razón, recuerdo que en mi pueblo había dos ferias: la de agosto, los primeros días de este mes - a la que de siempre se llamó la “feria grande”- y la “chica”, que tenía lugar a últimos de septiembre.

A mi – en la infancia - me tiraba más la “chica”, quizás porque en ella tenía lugar la romería de la patrona del pueblo - que es lo único que aún pervive de la celebración - y  pasaba el día junto con mi madre y hermanos, bajo los olivos próximos a la ermita, quedando embadurnado por una capa rojiza de tierra del olivar.

Mi amigo Pepe Morales - un perote de pro - me dice cada año que la feria de agosto le abruma, pues la ciudad es puro bullicio y ruido, de forma que muchas veces busca incluso una excusa para salir poco a la calle en esos días y hacerlo solo lo imprescindible.

¡Cuanto ha debido cambiar la feria, o quizás cuanto lo hemos hecho nosotros, para pasar de ser un suceso que nos atraía como la luz a las polillas, a algo que nos desazona e inquieta!

No obstante, la “feria grande”, era entonces la reina de las ferias. Además de la fanfarria que toda fiesta de estas características lleva consigo, la de agosto era famosa en la comarca, porque en ella se mercadeaba con ganado de toda la región, y caballos, mulos, vacas o cabras, cambiaban de dueño, en tratos que solían cerrarse con un  apretón de manos en un bar, ante unas copas de fino.

El bar de “La Balita”- en el centro del pueblo - era uno de estos establecimientos, que durante la fiesta veía incrementada de forma notable su clientela, ya de por si numerosa.

Las llamadas mesas “buenas” eran aquellas situadas ante la puerta del local, en plena calle, porque los tratantes, marchantes y “correores”, se sentaban en ellas y  – al calor de vino – se soltaban las lenguas y los billetes afloraban sobre la mesa, haciendo posible el cierre de tratos, en los que los camareros llevaban parte del “negocio”, pues las propinas solían ser generosas.

Tanto era su éxito, que durante la feria se habían de contratar camareros de “ocasión” para cubrir la demanda, los cuales atendían las mesas “malas” que eran las ubicadas en el patio interior del local, en donde quizás por lo escondido y menos visible, no entraba casi ni un alma en todo el día.

Era ya media tarde y aún no se había estrenado en su puesto del patio, mientras en la puerta no daban abasto a servir y recibir propinas, cuando se sentaron en una de las mesas cuatro “lagareños” de los que – por el aspecto –  lo más que solían consumir, era un café y un vaso de agua.

- ¿Que va a ser?  -les preguntó de mala gana el camarero.
- Tráete un dominó -ordenó el que parecía dirigir el cotarro.

Con evidente desgana, nuestro hombre depositó sobre la mesa la caja de madera que contenía el juego.

- ¿Algo más?   -volvió a inquirir esperando la comanda.
- Tráete un papel – tornó a demandar el cliente.

Con apatía reapareció de nuevo el mozo, con una hoja en blanco…

- ¿Que más desean? - terció a preguntar, ya con marcado tono de desagrado
- Tráete algo para apuntar… insistió el parroquiano

Nuestro personaje, mirando fijamente al sujeto le preguntó:
- ¿Algo “pa” apuntar…? y acto seguido concluyó... –“Pa” apuntar te voy a traer una de dos cañones…

Por desgracia – amigo lector – el bar de “La Balita” hace ya tiempo que cerró sus puertas, pero no obstante si este sábado te acercas hasta Álora, te aseguro que no te arrepentirás, pues podrás degustar las “sopas perotas” que el Ayuntamiento sirve gratis con ocasión de la feria.

Para comer “sopas secas”– como también se las conoce – si están bien hechas, no hay excursión que resulte larga, y si además - como es el caso-  son de balde, ya ni te digo…

J.M. Hidalgo (Cosas de la feria)



La crisis de los misiles, el mundo al borde de la guerra mundial

En un día como hoy, 5 de agosto de 1962, comienza la "crisis de los misiles" de Cuba,

La Crisis de los misiles es como se denomina al conflicto entre los Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba en octubre de 1962, generado a raíz del descubrimiento por parte de Estados Unidos de bases de misiles nucleares soviéticos en territorio cubano.

Fue una de las mayores crisis, junto al Bloqueo de Berlín, entre ambas potencias durante la Guerra Fría y en la de Cuba es donde más cerca se estuvo de una guerra nuclear. De hecho sólo dos veces en la historia se ha alcanzado un DEFCON 2 – máxima alerta nuclear - en Estados Unidos.

La crisis abarcó el período entre el descubrimiento de los misiles  el 15 de octubre de 1962, hasta el anuncio de su desmantelamiento y traslado de vuelta a la URSS el 28 de octubre del mismo año, aunque  sin embargo, a otros niveles se extendió hasta noviembre de 1962 e incluso enero de 1963 en sucesivas “minicrisis”.

A raíz de esta crisis, se creó el llamado “teléfono rojo”, una línea de comunicaciones directa entre la Casa Blanca y el Kremlin, con el fin de agilizar las conversaciones entre ambas durante períodos de crisis, evitando demoras diplomáticas, y tratando de subsanar posibles malentendidos sobre la cuestión nuclear.

El 29 de octubre el mandatario soviético Nikita Jruschev envió a Fidel Castro un informe comunicando los términos del acuerdo que soviéticos y estadounidenses ya habían concluido sobre Cuba  a sus espaldas.

En un artículo escrito en esos días y no publicado hasta después de su muerte, Ernesto Che Guevara opinó - dolido por el acuerdo - alabando la actitud del régimen cubano y cuestionando a los gobernantes soviéticos durante la crisis:

“Es el ejemplo escalofriante de un pueblo que está dispuesto a inmolarse atómicamente para que sus cenizas sirvan de cimiento a sociedades nuevas y que cuando se hace, sin consultarlo, un pacto por el cual se retiran los cohetes atómicos, no suspira de alivio, no da gracias por la tregua; salta a la palestra para dar su voz propia y única, su posición combatiente, propia y única, y más lejos, su decisión de lucha aunque fuera solo.”
  
Tras la crisis, sus principales protagonistas no duraron mucho tiempo pues el presidente Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 y el líder de la URSS, Nikita Jrushchov, fue apartado de su cargo por el politburó  - comité comunista - el 14 de octubre de 1964.

jueves, 4 de agosto de 2016

El tunel de la estación

 


Cuando en la infancia iba a Álora desde mi casa en la Gavia – casi siempre al médico - no solía pasar por la estación de ferrocarril, ya que para ese trayecto - como en otra historia conté - usábamos “el palo del río”. Pero durante los inviernos lluviosos, y entonces los había con frecuencia, la margen izquierda del Guadalhorce quedaba aislada del pueblo, salvo si se usaba el único paso posible, que era la carretera de la estación.

Por eso, mis recuerdos de este camino están vinculados a la lluvia y el frío y - como siempre lo hacía a pie - el día en que había que ir “por la estación”, era siempre una mala noticia.

La carretera – serpenteante, estrecha y llena de baches - transcurría siguiendo el curso del río y la referencia de estar ya cerca era llegar “a la cuesta del papa”, con una solitaria casa que le daba su nombre y poco después al puente de hierro sobre el Guadalhorce - hoy ya desaparecido por causa de una riada -  aunque en alguna ocasión hubimos de volver sobre nuestros pasos, porque el río - oliendo a barro por la riada - lo sobrepasaba.

Al otro lado del puente, empezaban las viviendas, los almacenes de frutas y el paso a nivel, por el que siempre sentí recelo al cruzar, no fuera que bajase las barreras y me dejara encerrado en las vías.

Hacíamos también este trayecto para visitar a mi tía Natividad, que vivía poco más allá del túnel que desde el sur, daba acceso a la estación. Ir a casa de “tita Nati” - pese a que siempre me hacía algún regalo - no resultaba agradable precisamente porque había que atravesar el túnel por dentro, ya que aunque existía un camino exterior, este era poco más que una vereda de cabras larga e incomoda y por eso, mi progenitor, tras comprobar que no vinieran trenes, nos instaba a atravesarlo.

El túnel resultaba inquietante. Tenía una longitud de varios centenares de metros y al carecer de cualquier tipo de iluminación, con solo haber andado unos pasos en su interior, todo era oscuridad.

Tendría yo unos seis años, cuando en unos de estos viajes me dijo mi padre; - Acaba de pasar el correo, así que podemos atravesar tranquilos, porque hasta dentro de varias horas no llegará el “exprés”.

Pero aquel día, las previsiones paternas resultaron fallidas y cuando estábamos a medio túnel, oímos el inconfundible ruido de un tren que se aproximaba. Al ser imposible llegar a ninguno de sus extremos, permanecimos - en una oscuridad total y pegados a la pared como salamanquesas - mientras el convoy, con un ruido ensordecedor, se acercaba hacia donde nos encontrábamos.

No te muevas ahora, que pasará enseguida... aclaró mi padre en tono tranquilizador, al advertir que mi respiración se agitaba por momentos. Pero algo debió suceder, pues cuando estaba a escasos metros, el monstruo se detuvo y empezó a lanzar estridentes pitidos que aún acentuaron más su terrible aspecto, siendo innecesarias ya las advertencias paternas para que permaneciese inmóvil, pues mi terror esa tal que me sentía incapaz de mover ni un solo dedo...

Tras más de quince interminables minutos, en los que el humo se enseñoreó del túnel, la negra bestia de hierro y vapor resoplando reanudó su marcha, pudiendo salir del pasadizo sin – por mi parte – decir ni una palabra.

-Hoy nos ha sorprendido un tren dentro del túnel - explicó mi padre al llegar a casa, y  agregó orgulloso -Pero el niño se ha portado como un hombre...

Como es natural yo nada dije, aunque pensé que si él hubiese podido saber, cual era mi real estado de ánimo durante el tiempo que estuvimos dentro, seguro que habría empleado una expresión bien distinta para definirlo...

Como sería la cosa, que aún hoy me causa respeto cuando lo veo.

J.M. Hidalgo (Recuerdos de niñez)

La llamada crisis de los balseros en Cuba

 
Tal día como hoy 4 de agosto de 1994, comienza el éxodo masivo de balseros cubanos en dirección a Florida.

Se conocen como “balseros” los cubanos que trataban de alcanzar las costas de los Estados Unidos, cruzando en precarias embarcaciones el Estrecho de la Florida, en busca de mejores condiciones de vida.

Los anticastristas atribuyeron el hecho a la pésima situación económica de los cubanos desde hace cincuenta años, así como a las políticas migratorias que mantiene el gobierno de Cuba.

Por otra parte los simpatizantes de la Revolución, culparon de la situación al embargo que los Estados Unidos imponen a Cuba desde 1960 que impide efectuar operaciones económicas entre Cuba y USA.

Tales causas - políticas y económicas – son las que forzaron a los cubanos a lanzarse a una travesía tan peligrosa, aunque el fenómeno no sea nuevo hoy en día, pues lo mismo sucede con la emigración de los mexicanos a través del Río Grande -"espaldas mojadas"- los africanos en los países del sur de Europa – pateras del estrecho de Gibraltar - o los asiáticos en dirección al Japón, en donde lo que suelen buscar son mejores condiciones de vida.

En algunos casos los balseros fueron devueltos a Cuba aunque en otros se les acogió, según la detención se produjese en el mar; “política de los pies mojados" o en tierra firme “política de pies secos".

Los balseros, en algunos casos han llegado hasta países del centro y sur de América, como Bahamas, México y Honduras entre otros, donde muchas veces son repatriados a Cuba.

Quizás el incidente más singular ocurrió en julio de 2003, cuando utilizando un camión  12 cubanos trataron de llegar hasta Florida. El camión se mantenía a flote por una serie de depósitos vacíos y  una pequeña hélice conectada al motor que le permitía desplazarse.

Los balseros-camioneros fueron avistados por la guardia costera de los Estados Unidos y devueltos a Cuba y el camión hundido en el mar, para evitar fuese usado como modelo a la inventiva de los que tratan de huir de la isla caribeña.

miércoles, 3 de agosto de 2016

El día que no esté...

Cuando haya exhalado mi último suspiro, quisiera que alguien, en mi despedida, si la tengo, leyese estos versos, escritos un día para esa ocasión...                


El día en que no esté, no digáis que era bueno,
decid que era rebelde, cuestionador, inquieto,
que no estaba conforme con esto o con aquello,
que era hasta irreverente, en asuntos diversos.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
afirmad que pensaba diferente en extremo,
que era un iconoclasta, un díscolo, un perverso,
que siempre dijo no, al necio y al violento.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
decid que era vital, inconformista, terco,
que solo algunas cosas despertaban mi celo,
que amaba con pasión, la vida, el mar, el cielo.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
recordadme parcial, apasionado, incierto,
disconforme con todo y conforme al mismo tiempo,
contradictorio en suma, humano, a fin de cuento.

El día en que no esté, no digáis que era bueno,
no lo digáis jamás, otra cosa antes que eso,
el día en que unos cuantos, os concitéis en ello,
ese día fatal, por siempre estaré muerto.

J. M. Hidalgo (Última voluntad)
                                       

El primer viaje de Colón al nuevo mundo.

 
Tal día como hoy 3 de agosto de 1492, zarpa de Palos de la Frontera la flotilla mandada por Cristóbal Colón y compuesta por las tres carabelas  -"Pinta" "Niña" y "Santa María"- viaje que culminó en el descubrimiento de América.

El primer viaje de Cristóbal Colón, fue una expedición marítima capitaneada por él, al servicio de los reyes Isabel y Fernando de Castilla y Aragón, que partió del Puerto de Palos de la Frontera -actualmente en Huelva, - y se considera el punto de inicio de la conquista y colonización de América.

Participaron tres embarcaciones: la carabela Pinta, la Niña y la carabela o nao Santa María, al mando de Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y Juan de la Cosa, respectivamente.

Según la versión de Bartolomé de las Casas, aceptada mayoritariamente por los historiadores, las naves partieron de Palos y se dirigieron a las Canarias, donde se tuvo que arreglar el timón de la Pinta.

El 16 de septiembre, alcanzaron el mar de los Sargazos y el 12 de octubre llegaron a la isla de Guanahani y Colón siguió con su periplo por El Caribe llegando a Cuba el 28 de octubre y a La Española el 6 de diciembre.

El 24 de diciembre la Santa María encalló en las costas de La Española y con sus restos se instaló el Fuerte Navidad mientras la expedición emprendió el regreso el 16 de enero y unos días más tarde una tormenta separó las dos naves.

La Pinta, llegó a Bayona -Galicia - a finales de febrero y anunció a los Reyes Católicos el descubrimiento, mientras  la Niña, en la que viajaba Colón, hizo escala en la isla portuguesa de Santa María, en las Azores, y el 4 de marzo recaló en Lisboa, tras siete meses y doce días de viaje.

Colón regresó al puerto de Palos y el mes siguiente fue recibido en Badalona por los Reyes.

Las consecuencias de este viaje fueron la prohibición inmediata por los Reyes Católicos a sus súbditos de ir "a las Indias" sin autorización; la rápida difusión en Europa de la noticia de la llegada de Colón a las Indias por medio de los embajadores de los Reyes en Roma y la expedición de unas bulas, denominadas "Bulas Alejandrinas", con las que el papa Alejandro VI otorgó a Castilla y León el monopolio de las tierras descubiertas al oeste de cierto meridiano.

Desde la llegada de Colón a Lisboa, la tensión diplomática entre Portugal y los Reyes Católicos aumentó hasta que finalmente se resolvió con el Tratado de Tordesillas en  1494, el cual delimitó los territorios de ambas potencias en el Atlántico mediante un meridiano distinto del de las Bulas Alejandrinas.

Mientras tanto, Colón preparaba de una segunda expedición a las Indias, mucho mayor en barcos y hombres, que parte de Cádiz el 25 de septiembre de 1493.

La aventurera americana  acababa de comenzar...

martes, 2 de agosto de 2016

El mito burlesco del arte

 

Cuando leo las magníficas crónicas de mi buen amigo Pepe Morales, hablando de luz en unos museos y en otros de pintores que alumbran, lo cual es - a la postre - más luz, uno – que por deformación profesional es iconoclasta - no puede evitar glosar – quizás de forma errónea – la otra cara del arte que percibe...

Creo que desde que el hombre fue algo más que medio mono, sintió inclinaciones artísticas. Aunque es cierto que aún hoy no está claro, si los bisontes de Altamira, se hicieron porque el pintor sintió la necesidad artística de plasmarlos, o porque – desde un punto de vista mítico – pensaba que así atraería mejor la caza.

De cualquier forma, y sin perdernos en disquisiciones artístico-religiosas, que  a nada nos conducirían, he conocido a algunos artistas, que tenían mucho más de pillos que de lo otro.

Como ejemplo, recuerdo a un escritor - que conocí en una tertulia literaria - famoso por sus enrevesados ensayos, de los que siempre obtenías al leerlos, la impresión de no haber entendido, lo que - con lenguaje extravagante y exótico - quería decir.

En cambio, era una persona de muy afable trato y un día, tras haber apurado varias jarras de cervezas, le pregunté cual era su pensamiento sobre lo que escribía, y nuestro hombre con el ánimo alegre por la ingesta del alcohol me confesó:

-Verás, yo en realidad, no tengo ninguna línea definida – afirmó con la mayor naturalidad – Lo que pretendo, es hacer mis escritos lo más farragosos y complejos posibles, y luego – continuó - leo las críticas especializadas, y me entero bien de lo que he querido decir…concluyó en tanto apuraba su bebida.

Aunque el personaje del ejemplo no es un artista en sentido convencional, si creo que su forma de hacer responde a como algunos “creadores” de arte – siempre con la eficaz ayuda de la estupidez humana - muchas veces actúan.

Cuando hablas con algunos sobre su creación artística, o indagas el sentido de tal o cual obra, después de mirarte por encima del hombro, como si estuviesen dirigiéndose a un lelo integral, argumenta con el aplomo del que posee la verdad absoluta:

-“Lo que te pasa, es que tú no estás preparado para entender mi obra…”
sin aclararte en cambio nada, sobre la cuestión que le planteas.

Siempre argumentan, que se requiere de una adecuada preparación para poder entender su arte, y estoy de acuerdo, porque un “paisaje de invierno” que se plasma en un lienzo gris con varios trazos negros en el centro, exigen – sin duda – de un profundo conocimiento en la materia, para poder ser apreciados y disfrutados.

Pero la anécdota que - a mi entender- ilustra mejor este mundo de artistas y picaros, fue la que sucedió hace algún tiempo, en la inauguración de una exposición de pintura de última generación y a la que por motivos de una repentina enfermedad, el autor no pudo asistir al montaje, dando comienzo sin su presencia.

El acto de apertura constituyó un éxito rotundo, en gran parte porque los canapés que costeó el patrocinador fueron de una calidad extraordinaria, y los asistentes – al calor de las viandas - alabaron hasta la saciedad la belleza de la obra, la figura del artista, su compromiso y el gran paso que para el arte suponía su pintura.

No obstante, cuando días más tarde –repuesto de su dolencia - el creador visitó la exposición, su semblante se demudó, al ver como estaba colocado un cuadro - joya de su colección – que, por un error incomprensible, lo habían colgado del revés.

La obra, de grandes dimensiones y titulada “La soledad”, estaba hecha mediante una sucesión de bandas de varios colores que cubrían todo el lienzo, destacando un solitario punto negro en el centro.

Sin duda – pensé al saberlo – el cuadro podía haber estado colgado al derecho, del revés o de lado y el efecto en el espectador, hubiese sido exactamente el mismo.

En un moderno tratado de arte leí hace poco su definición, y entonces lo comprendí de golpe. “El arte - decía - es el reflejo de la sociedad existente, en el momento en que se crea…”

Yo no se a ti - amigo lector - pero a mi desde ese momento, me quedó todo  absolutamente claro.

J.M. Hidalgo (De artistas y pillos)
                   

El último alcalde republicano de Aguilar de la Frontera

Tal día como hoy 2 de agosto de 1936 es fusilado por las fuerzas nacionales, en Aguilar de la Frontera  - Córdoba - José María León Jiménez, último acalde republicano de la ciudad.

José María León fue un político andaluz, hijo de familia campesina que trabajó en el campo desde joven, habiendo recibido la instrucción elemental de manos de su padre, que lo enseñó a leer y escribir, costumbre no muy corriente en aquellos años, siendo Alcalde de su ciudad natal.

Pasó su infancia y juventud padeciendo la dureza del trabajo en el campo, donde al ver la miseria en que vivían los jornaleros, desde muy temprana edad se despertó en él la inquietud por las cuestiones políticas y sociales, lo que le movió a militar en el Partido Socialista Obrero Español, al cual se mantuvo siempre ligada toda su trayectoria política.

En 1920 fue elegido concejal de su pueblo natal por este partido, permaneciendo en el mismo hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, en que fue depuesto, junto a toda la corporación municipal.

Acabado el régimen dictatorial, vuelve a ser nombrado concejal en las elecciones de 1931, que darían lugar a la proclamación de la Segunda República, formando parte de la candidatura republicano-socialista y poco después tras una moción de censura al alcalde, se ve aupado al cargo de nuevo alcalde por el pleno del ayuntamiento.

Durante los dos años del gobierno de los partidos radical y CEDA, vuelve a perder la alcaldía,  hasta las elecciones de 1936, en que obtiene nuevamente el puesto, estando en el cual, le sorprende el alzamiento militar del 18 de julio de 1936.

Ese mismo día, el teniente de la Guardia Civil del pueblo, había asegurado al alcalde la fidelidad de la benemérita al gobierno legitimo de la República, pero sin embargo el día siguiente 19 de julio, la Guardia Civil se sumó a los sediciosos y publicó el bando de guerra, incautándose del Ayuntamiento en nombre de los rebeldes.

José María León, se mantuvo escondido hasta que el día 25 de julio, en que fue detenido por los  guardias civiles que se concentraron en Aguilar desde otros pueblos de la comarca reforzando a los ya existentes, todos los cuales efectuaron registros en el pueblo y realizaron gran número de detenidos.

Todos ellos fueron encerrados en la cárcel de Aguilar de la Frontera, hasta el día 2 de agosto de 1936, en que fue fusilado sin juicio ni procedimiento alguno, junto a muchos otros militantes de la izquierda política y posteriormente enterrado en lugar desconocido, aunque figuraba inscrito en el registro civil de Aguilar de la Frontera.

Fue una de las 132 personas fusiladas o desaparecidas en la localidad con la represión franquista, y una de las once fusiladas el día dos de agosto en la provincia de Córdoba, y su asesinato debe encuadrarse como uno más entre los miles que, por ambos bandos se cometieron en aquellos trágicos días, por el mero hecho de pensar de una manera diferente.

En octubre de 2013, el pueblo de Aguilar de la Frontera, designó al alcalde y concejales fusilados en 1936, miembros honorarios de la Corporación, con nombramientos entregados a sus familiares, siendo uno de los primeros pueblos que llevó a cabo este reconocimiento.

lunes, 1 de agosto de 2016

Los prohibidos

 

Todas las prohibiciones llevan, en si mismas, un aliciente secreto que las hace en gran medida tentadoras, y este aliciente no es otro sino la posibilidad de ser transgredidas.

Hemos de admitir que para aquellos que encuentran placer en la trasgresión, la década de los años cincuenta en nuestro país, era su delirio. En aquella época, lo que no estaba prohibido por la ley de los hombres, lo estaba por la de Dios, y en muchas ocasiones,  por ambas.

Algunas actividades se encontraban tan condenadas, que la sabiduría popular las había bautizado con nombre propio, y así los juegos de azar en los que intervenían jugadores, apostando grandes sumas de dinero, se los conocía vulgarmente con el nombre de “los prohibidos”.“Los prohibidos” tenían, por todo esto, un fuerte arraigo en mi tierra.

En las largas noches de invierno del sur, en las que la televisión aún no se conocía y la radio era solo un lujo al alcance de unos pocos, no quedaba otra distracción - quitada la más antigua que el hombre y la mujer, conocen - que la de la tertulia, el parchís y el inevitable juego de cartas.

Había partidas familiares, en las que los premios eran garbanzos o habichuelas, las había de grupos de amigos en que podían jugarse unas cañas o un café, y por último estaban “las timbas”, partidas ilegales, en donde los recalcitrantes jugadores, desafiando por partes iguales al cura y al gobernador civil, depositaban sobre el verde tapete hasta su propia camisa, y donde la propiedad de una casa o una finca, podían cambiar hasta tres veces de manos en una sola noche.

Como era lógico, la existencia de las partidas, las personas que asistían y casi el lugar y la hora en que se celebraban, constituían para todos en el pueblo un secreto a voces. Bueno, para todos menos para las fuerzas del orden, que pese a su demostrado celo y tenacidad, no habían logrado nunca sorprender “in fraganti” a los desaprensivos delincuentes.

De entre todas, destacaba una sobre las demás por su asiduidad y rareza, la formada por Juan “el de las viñas”, Roque, conocido ganadero de la comarca, Don Paco, un niño de familia rica que ejercía su carrera de abogado en los cafés y Bartolo, humilde agricultor, y que pese a no tener dinero, y menos si se comparaba con sus compañeros de juego, era admitido de buen grado por estos ya que su fino ingenio amenizaba las reuniones y estimulaba la partida.

Por eso Bartolo jugaba “a gastos pagados” y sus pérdidas o ganancias, eran repartidas entre los demás al final de cada velada.

Cierta noche, ya de madrugada, en que la partida a la que nos referimos se encontraba en su punto más álgido, y sobre la mesa se amontonaban en total desorden, fajos de billetes de todos los colores, unos golpes secos, a la puerta de la venta en donde se encontraban, dejó sin resuello a los jugadores.

-¿Quién vive? - pregunto aún sin abrir el ventero.
- ¡Abran a la Guardia Civil! - respondió una autoritaria voz desde el otro lado.

La frase actúo de igual manera, a como lo haría una ráfaga de viento, en una habitación llena de plumas. Los reunidos, abandonando sobre la mesa cartas y dinero, salieron a escape de la sala, mientras el dueño de la casa - con no demasiada prisa para darles tiempo - se disponía a abrir la puerta.

Cada uno buscó, como pudo, una vía de salida. Juan lo hizo por una ventana, Roque encontró camino libre por el corral, en tanto que Don Paco lo lograba - no sin dificultad - a través de la gatera de la cocina.

Solo Bartolo, tras equivocarse por las prisas en la dirección elegida, no halló otro lugar en que esconderse sino una alacena, empotrada en una pared y usada como trastero, de no más de noventa centímetros de alto, y poco más de fondo.

Unos segundos más tarde, el sargento y dos agentes de la Guardia Civil del pueblo, entraban en la casa y tras descubrir el dinero y los naipes, iniciaron con tenacidad y método, la búsqueda de los infractores.

Poco tardaron en dar con la alacena en donde Bartolo se había refugiado, y menos aún - no más abrieron la puerta - en descubrir a este en su interior.

- ¿Que está usted haciendo ahí dentro? - preguntó con voz severa el sargento.

Nuestro hombre, que se encontraba embutido en el habitáculo, replegado sobre sí mismo, con las rodillas junto al mentón, la cabeza ladeada rozando el techo, y un apero de labranza incrustado en sus riñones, contestó con la mayor naturalidad:
   
- Ya lo ve usted, mi sargento, aquí, echando un paseo...


Pese a los esfuerzos de los tres agentes, a los que hubieron de sumarse también los del ventero, se tardaron más de cinco minutos en poder sacar indemne al bueno de Bartolo, del lugar en el que se encontraba “paseando”.


 J. M. Hidalgo (Gente Singular)    

El levantamiento de Varsovia contra la ocupación alemana

Tal día como hoy 1 de agosto de 1944, se produce en Varsovia un levantamiento contra la ocupación alemana de la ciudad.

El alzamiento fue planificado por el “Ejército Territorial”, que representaba al gobierno constitucional polaco en el exilio cuyo objetivo era liberar Polonia antes de que lo hiciera la Unión Soviética.

Las tropas polacas resistieron durante 63 días el asedio alemán, pero ante la falta de apoyo aliado, fueron finalmente superadas por las mejor equipadas tropas alemanas.

El final de la lucha se saldó con 250.000 civiles polacos muertos - la mayoría ejecutados - y más del 85% de los edificios de la ciudad destruidos. Aunque cuando empezó el levantamiento, el Ejército Rojo se encontraba a decenas de kilómetros, el 16 de septiembre sólo debían cruzar el río Vístula para liberar Varsovia.

Sin embargo se detuvieron, lo que ha llevado a la mayoría de los historiadores a concluir que Stalin prefería que la sublevación fracasara, para poder gobernar Polonia con mayor facilidad tras la guerra, aunque  los soviéticos justificaron su inacción por problemas de abastecimiento. 

No cabe duda de que los alemanes se sintieron aliviados por esta pausa, pues el “ejército soviético” que intentó capturar Varsovia fue en realidad solo una fracción del Ejército Polaco, que estaba bajo las órdenes de la Unión Soviética. 

Esta falta de apoyo, frustró los intentos de que el levantamiento triunfara y cabe la fundaba sospecha de la existencia de una total falta de simpatía hacia los nacionalistas polacos por parte soviética.

Ante esto, los polacos entendieron que no podían esperar apoyo exterior y aunque continuaron la lucha fue solo con la esperanza de que la resistencia obligara a los alemanes a disminuir la dureza de las condiciones de rendición, lo cual tampoco se logró.