sábado, 3 de noviembre de 2018

Enrique VIII, primer Jefe de iglesia inglesa

Tal día como hoy 3 de noviembre de 1534, el Parlamento británico aprobó el “Acta de Supremacía”, que colocaba al rey Enrique VIII como cabeza de la Iglesia de Inglaterra, antes en poder del Papa.

La primer Acta de Supremacía fue promulgada en noviembre de 1534 por el Parlamento de Inglaterra y en ella se declaraba que el rey era “la suprema y única cabeza en la tierra de la Iglesia en Inglaterra”, y la corona británica debería disfrutar de “todos los honores, dignidades, privilegios, autoridades, inmunidades, beneficios y bienes propios de esa dignidad”.

Este acta, fue el resultado del deseo de Enrique VIII, de que se declarase la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón, ya que Catalina había estado casada anteriormente con Arturo, hermano mayor de Enrique, lo que se alegó como impedimento para el matrimonio, aunque se trató de una maniobra de Enrique, para efectuar su casamiento con su amante Ana Bolena.

La “Ley de Traiciones”, promulgada el mismo año, estableció que quien rechazara el Acta de Supremacía, privase al rey de su título o afirmara que era hereje, cismático, infiel o usurpador, sería considerado reo de alta traición.

Tras este primer documento, se promulgó en 1559 la “segunda acta de supremacía” que consistió en la reinstauración de la de 1534, en la que la nueva reina Isabel I de Inglaterra, hija de Enrique VIII, fue declarada “Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra”, en lugar de "cabeza suprema" lo cual calmó a católicos y protestantes preocupados porque una mujer, fuera la cabeza de la Iglesia.

De acuerdo a esta ley, se declaró la obligatoriedad de que los cargos públicos civiles o eclesiásticos realizaran el juramento a la supremacía, y se impusieron sanciones a su violación, que debía ser tratada como traición, obligación que llegó a extenderse hasta los estudiantes universitarios.

Todo esto, causó un impacto entre los católicos, ya que se ordenaba que estos, debían renegar de la obediencia al catolicismo, dado que la Iglesia de Roma constituía una autoridad extranjera.

Durante los primeros años del reinado de Isabel I, se practicó la tolerancia religiosa, ya que era necesaria para que la reina Isabel pudiera establecer su autoridad y alejar la amenaza de invasión de Francia y España, así como y vencer las acusaciones de ilegitimidad.

En los últimos años de su reinado, a medida que el poder de los católicos disminuyó, al serles prohibido ocupar cargos públicos y ser despojados poco a poco de sus tierras y fortunas, creció el sentimiento anti español y las muertes de católicos ordenadas por Isabel produjeron numerosos mártires.

La unión de la iglesia y el estado bajo la figura real, dio lugar a luchas religiosas y políticas en los siglos siguientes, de la misma forma que otras similares en el resto de Europa.  Sin embargo, hoy en día, la monarquía británica, todavía conserva un papel importante en la Iglesia de Inglaterra.

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