sábado, 5 de diciembre de 2015

La represión de los patriotas peruanos Aguilar y Ubalde.


Tal día como hoy 5 de diciembre de 1805, son ejecutados en Cuzco – Perú - los patriotas peruanos Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde, por haber preparado una conjura para establecer una “monarquía peruana”.

La conspiración de Aguilar y Ubalde se realizó en el Cuzco en el año de 1805, motivada por la acción del primero de ellos y con la ayuda del segundo, abogado de Arequipa, quienes pretendían la creación de un movimiento para luchar por la independencia del Perú de España, y establecer el “Imperio de los Incas”, con la participación de sacerdotes, abogados y miembros de la nobleza incaica entre otros.

José Gabriel Aguilar, era minero, empresario y precursor de la nación peruana, nacido en Huánuco, de padres españoles y de cuya infancia se conoce bien poca cosa.

Con 14 años se marchó de la casa paterna, recorriendo el inmenso territorio del virreynato de Perú, mientras observaba el trato inhumano a que eran sometidos los indios mitayos, al extraer la plata de las profundas e inseguras minas, llegando en uno de sus viajes hasta la provincia de Mendoza, en el  Río de la Plata, donde la gente, pensado de él que era el nuevo “Túpac Amaru”, le solicitó se convirtiese en cabeza de una revolución política.

En su afán viajero, a fines del siglo XVI, se embarcó para España, donde pudo comprobar por propia mano la corrupción del sistema de gobierno absolutista español, desde donde se impartían las órdenes para la explotación de las colonias americanas.

De nuevo en  Perú, reanudó sus actividades mineras en Recuay, al sur del pais, donde años atrás había descubierto unas minas, pero al volver las encontró con un nuevo propietario, por lo que viajó a Lima en busca de un abogado para reivindicar judicialmente su derecho y de esta manera conoció a Manuel Ubalde, de quien se hizo pronto amigo.

En 1804, juntamente con Ubalde iniciaron una conspiración para liberar Perú del dominio español, y mientras Aguilar realizó su trabajo proselitista llegando hasta La Paz, Ubalde y sus amigos lo hacían en el Cuzco, preparando dos expediciones que debían marchar hacia Lima y Potosí.

Como la revolución para - ser efectiva - requería  la participación de fuerzas militares, contactaron con un Teniente de Granaderos, llamado Mariano Lechuga, amigo íntimo de Ubalde, quien participó en todas las reuniones conspirativas.

Cuando la revuelta estaba a punto de estallar, Lechuga, se presentó ante el juez oidor, para delatar el plan y a causa de esta traición, Ubalde y sus amigos fueron capturados en el Cuzco; mientras Aguilar, que preparaba el levantamiento fuera, lo fue más tarde, siendo encerrados todos los conjurados en prisión.

Sometidos a juicio todos los conspiradores por las autoridades virreinales, fueron dictadas penas de destierro, confiscación de bienes, perdidas de empleo y otras a reclusión temporal, pero Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde, fueron condenados a la pena de muerte y ahorcados en la plaza mayor de Cuzco el 5 de diciembre de 1805.

Como escritor, Gabriel Aguilar  escribió el poema “Décimas del reloj de la agonía”, en ochenta y ocho versos octosílabos, describiendo el paso lento y angustioso del último día que le toca vivir a un condenado a muerte y que hoy forma parte de la literatura  patriótica peruana.



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