martes, 23 de mayo de 2023

El asesinato del juez italiano Giovanni Falcone

Tal día como hoy 23 de mayo de 1992, el juez más popular antimafia de Italia, Giovanni Falcone, muere en un atentado junto con su esposa y tres guardaespaldas, al pasar con su coche sobre 500 kilos de explosivos cuando viajaba por una autopista de Palermo. Intentó desmantelar la “Cosa Nostra”, llegando a sentar en el banquillo a 41 capos y 400 “soldati” en el mayor juicio hasta entonces contra la mafia. Declaró que no quería tener hijos para no dejar huérfanos.

iovanni Falcone estaba convencido de que la mafia "no era, en modo alguno, invencible". "Es un hecho humano y como todo hecho humano tiene un principio y también tendrá un final". Hoy hace 30 años, dos minutos antes de las seis de la tarde, una enorme explosión arrancó un tramo de la carretera de Palermo por la que viajaba el juez más famoso de Italia. Quinientos kilos de TNT y nitrato de amonio habían sido colocados en una tubería de agua enterrada bajo la autovía. Giovanni Brusca, por orden del capo Totò Riina, activó el detonador desde una colina cercana.

La bomba hizo saltar por los aires el coche en el que viajaban tres escoltas de Falcone: todos murieron. En el otro vehículo, iban Falcone y su esposa, la también magistrada Francesca Morvilllo. Ambos salieron despedidos y murieron casi en el acto. El conductor, Giuseppe Costanza, que ese día estaba sentado en la parte trasera porque Falcone había querido conducir, sobrevivió, igual que los otros tres agentes que iban en el coche que cerraba la comitiva.

En el lugar de la matanza quedó un cráter de un metro de profundidad y un amasijo de huesos, piedras y metal. El Instituto Nacional de Geofísica, encargado de vigilar los latidos del Etna, registró el temblor en la carretera que llevaba al aeropuerto de Palermo. Treinta años después, un enorme monolito recuerda que en esa curva fue asesinado Falcone. A su lado crecen unos olivos de cuyo fruto se obtiene un aceite utilizado en las iglesias sicilianas en las unciones. Como si del dolor de una injusticia pudiera nacer un rito sagrado.

"El asesinato de Falcone fue un trauma colectivo para Italia", afirma Rocco Sciarrone, profesor de Sociología de la Mafia de la Universidad de Torino. Tras el anuncio del asesinato, cientos de ciudadanos fueron caminando hasta la casa del juez, en Palermo, y se reunieron bajo la sombra del ficus milenario plantado a su puerta. De sus ramas han colgado desde entonces mensajes en recuerdo del juez. El árbol se ha convertido en lugar de peregrinaje y el hombre, si no en leyenda, sí en una especie de héroe nacional.

Tras la muerte de Falcone, "creció enormemente la conciencia de la peligrosidad de las mafias, pero también la atención de la política y de las instituciones. "Hoy en día la mafia recurre mucho menos a la violencia, prefiere adoptar los métodos de la corrupción o buscar alianzas para infiltrarse en la economía legal". 

Además, con el foco de la justicia puesto durante los años 90 en la Cosa Nostra y Sicilia, la mafia calabresa, aprovechó la ocasión. "Ahora tienen posiciones dominantes en el narcotráfico y, sobre todo, es el grupo criminal que ha demostrado mayor capacidad de expansión territorial, tanto hacia las regiones del norte de Italia como hacia el extranjero".

La mafia no es invencible, tiene un principio y tendrá un final, había dicho Falcone. La frase no terminaba ahí: "Más bien, debemos darnos cuenta de que es un fenómeno terriblemente grave y que se puede ganar, no exigiendo heroísmo a los ciudadanos indefensos, sino comprometiendo en esta batalla a las mejores fuerzas de las instituciones". Treinta años después, la batalla continúa. 


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