viernes, 12 de agosto de 2022

El origen de la palabra japonesa "kamikaze"

Tal día como hoy 12 de agosto de 1281, a pesar de haber fracasado en 1274 en su intento de invadir Japón, la flota del emperador mongol Kublai Kan, soberano del mayor imperio que jamás haya exisitido en el mundo, y formada por más de 4.000 barcos y 200.000 soldados y caballeros, con la que pretende la conquista de Japón, es destruida por un devastador tifón que la hace naufragar, convirtiéndose el hecho en uno de los mayores desastres navales de la Historia.

Este tifón, que azotará las costas de Japón durante dos días sin cesar, será llamado "kamikaze" -que significa "viento divino"- siendo éste el origen arraigado en la tradición japonesa de ser un pueblo protegido por los dioses que de este modo se encargarán de su supervivencia y seguridad.

Aunque Kublai Khan pensará invadir Japón una vez más en 1286, se encontrará con que sus recursos serán demasiado escasos para llevar a cabo la mencionada invasión con garantías de éxito. Japón se reorganizará tras evitar las invasiones mongolas que habrán llevado al límite sus recursos económicos y a su ejército.

Todos hemos escuchado alguna vez la palabra kamikaze. Sabemos que kamikaze fue la forma en la que los japoneses llamaban a los soldados que, en un acto de patriotismo y locura, se suicidaban, durante la Segunda Guerra mundial,  estrellando sus aviones contra los objetivos enemigos con el fin de causar el mayor daño posible, en el que muchos pilotos dieron su vida por su patria. En base a estos hechos, la mayoría de la gente cree que "kamikaze" quiere decir suicida. Pero en realidad, alberga un significado mucho más profundo que ese.

Hace muchos años, Mongolia se convirtió en el mayor imperio del mundo antiguo. Comandados por Kublai Khan y en pleno auge conquistador, en el siglo XIII los Hunos pusieron sus ojos sobre las islas de Japón. Kublai Khan estaba decidido a enviar cientos de barcos para conquistar el país, pero antes mandó una carta al gobierno japonés exigiendo el pago de unos tributos a todas luces excesivos. Los japoneses sabían que no podían hacer frete a aquellas demandas así que optaron por prepararse para lo peor.

Tal y como suponían, los mongoles lo dispusieron todo para iniciar una invasión. En 1274, Kublai Khan envió una gigantesca flota de barcos con miles de hombres a bordo dispuestos a conquistar el archipiélago japonés. De forma casi milagrosa, un gran tifón apareció y destrozó una gran parte de la flota enemiga, dejando en la costa a merced del ejército de samurái, a buena parte de los soldados mongoles. Los samurái no tuvieron complicaciones para arrasarles y convertirles en esclavos.

Kublai Khan, decepcionado y dispuesto a hacer cualquier cosa para vengar aquel acontecimiento, volvió a reunir a su ejército y en el año 1281, por segunda vez, lo mandó partir hacia Japón. En esta ocasión no estaba dispuesto a permitir otra derrota, así que no escatimó en recursos. Unos 200.000 hombres a bordo de 4000 naves, partieron hacia el archipiélago con intención de conquistar hasta la última de las islas.

Cuando ya todo parecía perdido, los japoneses volvieron a recibir un regalo inesperado. De nuevo un tifón tomó parte en la batalla y antes de que el ejército de los mongoles pudiera desembarcar, sus fuertes vientos arrasaron por segunda vez la flota salvando así de nuevo a los japoneses de una derrota casi asegurada.

Tras esta segunda humillación, Kublai Khan decidió abandonar y los japoneses se erigieron como vencedores. Desde entonces, ambas tormentas fueron bautizadas con el nombre de Viento Divino, o lo que es lo mismo, Kamikaze.

El ejército japonés de los años 1940, recuperó estas palabras y las utilizó para nombrar a los soldados que estaban dispuestos a dar su vida por la salvación de su amado imperio. Estos soldados se consideraban así mismos como el “viento divino” que de nuevo, daría a Japón la victoria, en la que era su guerra más importante.

Los kamikaze no pudieron volver a salvar a los japoneses y fueron derrotados. Pero en los corazones de aquellos que entregaron sus vidas por la causa, siempre quedará un profundo sentimiento del deber cumplido y de entrega a su país, aquello que más ansiaba proteger.

Como ves, amigo lector, no todo es lo que parece. Ahora ya sabemos, el verdadero significado de esta palabra.


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