jueves, 25 de agosto de 2022

La batalla de Crécy, el predominio de los arqueros, sobre la caballería

Tal día como hoy 26 de agosto de 1346, tiene lugar la batalla de Crécy - en Francia, al sur de Calais, en Normandía- en el contexto de la Guerra de los Cien Años, primera gran batalla de esta guerra, en la que el reducido ejército inglés del rey Eduardo III, formado por unos 16.000 hombres, aniquila una fuerza francesa muy superior constituida por los 30.000 soldados del rey Felipe VI de Francia.

Durante esta batalla se hace uso del mortal arco inglés y se frena a la caballería francesa cuando intenta romper la línea de infantería inglesa. De Crécy, Eduardo III partirá hacia Calais, donde se rendirá al año siguente.

La batalla de Crécy tuvo lugar el 26 de agosto de 1346, cerca de la localidad de Crécy, en el norte de Francia. Fue una de las batallas más decisivas de la guerra de los Cien Años, conjunto de conflictos armados que enfrentaron a Inglaterra y Francia entre 1339 y 1453 por motivos territoriales y dinásticos.

Con esta batalla Eduardo III de Inglaterra pretendía tomar la ciudad de París. Tras desembarcar en Saint-Vaast, en la Baja Normandía, los ingleses habían avanzado rápidamente hacia el interior y se habían dirigido hacia el norte, cruzando el Somme. En Crécy ocuparon excelentes posiciones en espera de la caballería francesa, que venía a su encuentro.

El rey inglés situó a su ejército entre los pueblos de Crécy y Wadicourt. Él mismo y su segunda línea de jinetes ocuparon el centro, flanqueados por dos cuerpos de arqueros. Por detrás, cerca de un bosque, se situaron carros y caballos con las provisiones de flechas. La formación inglesa principal contaba con dos grupos de a pie y jinetes con un militar de arqueros entre ellos, dispuestos en flecha. En total, eran unos 7000 soldados. Enfrente, los franceses situaron un ejército de cerca de 12 000 hombres, confusamente formados debido a la impaciencia por entrar en combate.

Entre la tarde y la noche del 26 de agosto del año 1346, el ejército inglés venció holgadamente a las fuerzas francesas, superiores en número y lideradas por Felipe VI, que ya había sido derrotado en Caen.  La diferencia numérica fue compensada por los ingleses con el usa de novedosos armamentos, como el arco inglés, que llegó a disparar 500 000 flechas contra las pesadas armaduras de los franceses, que dificultaban sus movimientos.

Inglaterra, con una economía más saneada, contaba con un ejército más disciplinado, donde predominaba la infantería; además, Eduardo III era un hombre de gran pragmatismo. Por otra parte, la destacada actuación del Príncipe Negro, hijo del rey y con tan solo 16 años, aseguró el triunfo inglés. En el curso de la batalla Felipe VI vio sucumbir a los mercenarios genoveses que había contratado, armados con ballestas y arcos cortos, y luego a su pesada caballería.

La victoria, que produjo muchas bajas entre la nobleza francesa – aproximadamente 1500 caballeros de entre sus 4000 muertos -, le permitió a Inglaterra, que tuvo muy pocas pérdidas, sitiar Calais, que luego capitularía, convirtiéndose en base de operaciones para Inglaterra hasta el siglo XVI. Tras una pausa provocada por la irrupción de la peste negra, otra victoria les aguardaba a los ingleses, en la batalla de Poitiers.

Tras una tegua de ocho años, la guerra se reanudó en 1354. El Príncipe Negro asoló desde Burdeos el sur de Francia hasta el Languedoc y destrozó en 1356 en Maupertuis al ejército francés, cuyo rey cayó prisionero y fue conducido a Londres. La ausencia del monarca abrió un periodo crítico entre 1358 y 1360, con una insurrección en París y una sangrienta revolución social campesina, la Jacquerie, en el norte del país. Sofocadas ambas revueltas, finalmente en 1360 Francia e Inglaterra firmaron un acuerdo de paz, por el que los ingleses pasaban a controlar la Francia suroccidental.

El arco inglés era un arma tan eficaz que permitía a cada arquero disparar hasta 10 flechas por minuto y estas caían con tal fuerza que lograban penetrar fácilmente las armaduras y cotas de malla de los caballeros franceses. Por el uso de nuevas armas y tácticas bélicas, muchos historiadores interpretan la batalla de Crécy como el comienzo del declive en la edad, de la caballería.

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