domingo, 1 de diciembre de 2024

En memoria del genial cineasta español, Luis García Berlanga

Hace ya 14 años, el 13 de noviembre de 2010 moría en Madrid, el genial cineasta Luis García Berlanga.-

Creo que Berlanga, lo único que hizo mal en su vida, fue haber nacido en España, porque de haberlo hecho– pongo por caso – en Estados Unidos, hoy sería una gloria del cine mundial, aunque en el concepto de muchos, como es mi caso, ya lo es.

Su vida estuvo marcada por la contradicción, pues de joven estudió Filosofía y Letras– que al decir de algunos, era lo que los inútiles estudiaban en los años cuarenta – aunque bien pronto, se decantó por lo que sería su pasión, es decir, la cinematografiá.

El ser hijo de un republicano eminente - ya que su padre durante la República fue gobernador civil de Valencia - hizo que nuestro hombre hubiese de hacerse perdonar, estos “pecados”, alistándose como voluntario a la División Azul, de donde volvió con un “pedigree” de luchador por la patria, lo que sin duda fue un marchamo de garantía, en aquella España monolítica y a partir de ese momento, su carné de divisionario excombatiente, debió abrirle más de una puerta.

Desde entonces hasta su muerte, su vida fue el cine, pero el cine de Berlanga es - sin ningún género de dudas - un cine especial.

Cuando buscas en la videoteca y visionas – sin cansarte jamás de hacerlo – alguna de sus películas: “El verdugo”, “Los jueves milagro”, “Placido” o  quizás la más conocida y para mi la mejor “Bienvenido Mr. Marshall”, aparte de que sabes que indefectiblemente, vas a encontrar en todas ellas, la palabra “austro húngaro”, ves también de inmediato, que algo no cuadra con el esquema que, de aquellos tiempos, tienes asumido.

Muchas veces, me he cuestionado, si estaba ante versiones hechas para el extranjero, pues no podía llegar a entender como, con la censura de la época, se pudiesen decir las cosas, que en sus películas se decían.

Esa habilidad magistral en los diálogos, eran fruto de la inteligencia de Don Luis, que -con su singular ironía - sabía introducir conversaciones, que expresaban situaciones de denuncia, tratadas con tal sutileza y finura, que lograban burlar los pacatos controles ideológicos, religiosos y costumbristas, que la censura imponía, de forma que - a los que nos gustaba leer entre lineas - disfrutábamos doblemente, no solo de lo que se decía, sino del hecho de que se dijera...

Con la llegada de la democracia, Berlanga volvió a demostrar, que no precisaba - como otros – de la existencia de la censura, para evidenciar su calidad, y ya en un régimen de libertades, su cinematografía siguió siendo tan genial, como cuando eludía con ella a los censores.

Cintas como “La escopeta nacional”, “La Vaquilla” o “Todos a la cárcel” por citar solo algunos ejemplos, continuaron deleitando al público, por la mordacidad y sutileza, que habían hecho siempre, singular e inconfundible su cine, dándole categoría de genial.

En sus últimos años - vital como siempre fue – estando ya en silla de ruedas, a la pregunta de unos entrevistadores, sobre como se encontraba manifestó;"Yo pensaba que lo más jodido de mi vida, había sido la censura de Franco. ¡Pues no! Lo más jodido, es la pérdida de la memoria”.

Aunque sé que - esté donde esté - ya no puede oírme quisiera decirle desde mi más profunda tristeza:

“Querido Luis, igual que a los censores, has engañado también a la muerte, porque los que como tú hicisteis pensar, vivir y disfrutar durante tanto tiempo, tantas cosas, a tanta gente, no moriréis jamás...¡Hasta siempre Don Luis, querido "Mr.Marshall!”

Descanse en paz mi admirado Berlanga.

J.M. Hidalgo

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