Louise Joy Brown, nació en el Royal Oldham Hospital de Mánchester, mediante cesárea, en un quirófano ante la enorme atención mediática despertada. Louise es hija de Lesley y John Brown, que 4 años más tarde tuvieron una segunda hija por fecundación in vitro, la número 40 del mundo.
Sus padres científicos, fueron el fisiólogo Robert G. Edwards, que en 2010 ganó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por su trabajo en fertilidad; el ginecólogo Patrick Steptoe; y Jean Purdy, la científica que fue quien implantó, el embrión de Louise Joy Brown, en el útero de su madre y que se convirtió, en la primera embrióloga del mundo, aunque la prensa la presentó como la comadrona del parto de Louise.
Conocida como la bebé probeta, el nacimiento de Louise Joy Brown fue considerado en su momento, como el mayor logro del siglo XX, junto a la llegada del hombre a la luna.
El equipo médico sugirió a los padres de Louise, su segundo nombre, Joy "-alegría" en inglés-, para representar la felicidad, que el nacimiento de la primera bebé probeta, iba a suponer para muchas parejas, Por el hecho de ser la primera bebé probeta del mundo, Louise Joy Brown, tuvo que ser sometida a más de 60 pruebas médicas, inmediatamente tras su nacimiento para comprobar, que su estado de salud era “normal”.
Louise Joy Brown, en 2004 se casó con Wesley Mullinder, de 37 años. Brown, a los 28 años, tuvo a su primer hijo, mediante la fecundación normal, Cameron John Mullinder, nacido el 20 de diciembre de 2006 en la localidad inglesa de Bristol. En 2013 tuvo su segundo hijo llamado Aiden, también nacido mediante la fecundación normal.
Su nacimiento estuvo rodeado de muchas polémicas. Por ser el primer caso de fecundación artificial, se planteaban los posibles riesgos, de aplicar esta técnica tan nueva y, sobre todo, desconocida.
El nacimiento de la primera bebé probeta del mundo, también planteó nuevos dilemas éticos y legales, desde la forma de seleccionar a los candidatos en las donaciones, hasta el uso y destrucción de los embriones no utilizados. También se despertó el temor, ante la posibilidad de crear seres humanos en serie.
Desde las instituciones religiosas cuestionaban el hecho, de que se pudiera crear una vida, sin que ello implicara la necesidad de una relación sexual, entre una mujer y un hombre
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