Tal día como hoy 12 de junio de 1991 tras la desaparición de la URSS, Boris Yeltsin resulta elegido como primer presidente de Rusia, siendo el primero directamente elegido por el pueblo en la historia de su país.
En las elecciones presidenciales de junio de 1991 Borís Yeltsin, presentándose como independiente, salió elegido Presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia con el 57 % de los votos.
Fue reelegido en 1996, derrotando al candidato del Partido Comunista, pero sin embargo, Yeltsin nunca recuperó su popularidad inicial después de una serie de crisis económicas y políticas durante la década de 1990.
En agosto de 1991, Yeltsin se ganó los aplausos internacionales al promoverse a sí mismo como un demócrata y por desafiar el intento de golpe de Estado de agosto de 1991 llevado a cabo por los comunistas de línea dura en el gobierno soviético y en la KGB.
Tras la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 1991, se comprometió a transformar la economía socialista rusa en una economía de libre mercado e implementó la liberalización de los precios y los programas de privatización, pero debido al sistema de privatización, buena parte de la riqueza nacional cayó en manos de un pequeño grupo de oligarcas.
La era Yeltsin estuvo marcada por la corrupción generalizada, el colapso económico, dos guerras en Chechenia y enormes problemas sociales y políticos que afectaron a Rusia y a otros antiguos Estados de la Unión Soviética.
Durante los primeros años de su presidencia, muchos de sus propios partidarios políticos se volvieron contra él y el Vicepresidente Aleksandr Rustskói denunció sus reformas como un “genocidio económico”.
Los constantes enfrentamientos con el Parlamento, culminaron en la crisis constitucional rusa de octubre de 1993, cuando el Parlamento intentó apartar de su cargo a Yeltsin y éste, como respuesta, asedió la “Casa Blanca rusa”, en la que murieron cientos de personas.
Yeltsin se deshizo de la Constitución vigente, prohibió la oposición política y prosiguió con su experimentación económica y a continuación, introdujo una nueva Constitución con un fuerte poder presidencial, que fue aprobada por un polémico referéndum.
El 31 de diciembre de 1999, Yeltsin hizo un sorprendente anuncio de su renuncia, dejando la presidencia en manos de su sucesor, el entonces primer ministro, Vladímir Putin. Cuando dejó el cargo era ampliamente impopular entre la población rusa y según algunas estimaciones, sus índices de aprobación al dejar el cargo fueron tan bajos como el dos por ciento.
Su desmedida afición por la bebida contribuyó, en cierto modo, a esto
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