viernes, 9 de julio de 2021

La Batalla de Punta Stilo

 

Tal día como hoy 9 de julio de 1940 el convoy italiano, que había salido de Nápoles el día 6, viró hacia el Sureste y puso rumbo a Bengasi bajo la protección de la casi totalidad de la flota de guerra.

Con la entrada de la Italia Fascista en la Segunda Guerra Mundial, las aguas del Mar Mediterráneo entraron en disputa con el Reino Unido a partir del verano de 1940. A pesar de que durante los compases iniciales ambas escuadras pudieron haberse retado por poseer un gran número de unidades de superficie muy cualitativas, el primer encuentro entre la Marina Real Italiana y la Marina Real Británica sería fortuito durante un enfrentamiento a cañonazos cerca de Calabria que desde entonces sería conocido con el nombre de la Batalla de Punta Stilo.

La posición italiana en el centro del mediterráneo le confería una ventaja significativa, ya que operaban desde una posición central mientras las fuerzas navales británicas se dividían entre la llamada "fuerza H" en Gibraltar y el resto de las fuerzas navales operando desde Alejandría. Al principio del conflicto ambos contendientes, fuera Francia de la escena, se dedicaron a trasladar tropas y equipo a sus posiciones más amenazadas.

Ello llevaría al combate que nos ocupa, en el que las dos armadas montaron operaciones de gran espectro para cubrir el envío de sendos convoyes, uno italiano hacia Bengasi, y uno británico hacia la isla de Malta.

El Plan italiano contaba con despistar a los ingleses haciéndoles creer que el convoy se dirigía a Tripoli, y estaba cubierto por una fuerza de destructores como escolta cercana. Una fuerza de 6 cruceros pesados y otros 4 destructores operaba en las cercanías, y el principal cuerpo de la armada italiana proporcionaba escolta lejana, con ocho cruceros ligeros, otros 16 destructores y los acorazados Giulio Cesare y Conte di Cavour. Este grupo estaba comandado por el almirante Campioni.

Por su parte, las fuerzas británicas escoltaban dos grupos de mercantes con tres fuerzas, la fuerza A, con 5 cruceros y un destructor; la fuerza B, cinco destructores y el acorazado Warspite; y el principal grupo, la fuerza C, compuesta por los acorazados Malaya y Royal Sovereign, el portaaviones Eagle y once destructores. Al mando de la operación se encontraba el almirante Andrew Cunningham.

Fue un avión de reconocimiento italiano Cant Z 506 el primero en localizar al enemigo, ya el 8 de julio de 1940. Campioni viró hacia el este con sus fuerzas para proteger al convoy, mientras 72 bombarderos italianos atacaban a la flota británica. La táctica italiana, contraria al uso de bombarderos en picado y favorable al ataque a gran altura, produjo muy escasos resultados. Sólo el crucero Gloucester fue alcanzado en el puente de mando. Sin embargo los aviadores italianos informaron de graves daños causados a la Royal Navy.

Realmente Cunningham lo que estaba haciendo era, en un movimiento audaz, correr hacia el noroeste para situarse entre la escuadra italiana y su principal base, Tarento. Al amanecer del 9 de julio de 1940 comenzó un combate librado a la distancia límite de tiro, con cañoneos sucesivos entre los cruceros de uno y otro bando mientras los acorazados disparaban desde más de 20 km. de distancia.

Fue entonces cuando el Warspite, que era el que primero había llegado a la escena debido al poco andar de sus compañeros, acorazados ya bastante antiguos, consiguió un impacto de récord en el Giulio Cesare. Es uno de los impactos directos más lejanos documentados, junto con uno del acorazado alemán Scharnhorst sobre el portaaviones inglés Glorious pocos meses antes. El Cesare fue dañado y vio reducida su velocidad a 18 nudos. El duelo artillero continuó mientras los italianos retrocedían hacia sus costas, atrayendo a los ingleses al alcance de su aviación basada en tierra.

Con el final del día, ambos contendientes viraron hacia sus bases. Los dos bandos reclamaron la victoria, ya que los italianos habían conseguido hacer pasar su convoy a Libia, y además sus aviadores aseguraban haber alcanzado nada menos que a la mitad de los buques ingleses participantes. Por su lado los británicos habían llevado la iniciativa del combate y perseguido a la flota italiana casi hasta sus costas, bajo las mismas narices de sus fuerzas aéreas, dañando uno de los acorazados italianos en el proceso.

Todavía quedaban muchos asaltos que librar en el Mediterráneo, pero lo ocurrido representaba un oscuro presagio sobre las capacidades de la Regia Marina y también de la fuerza aérea italiana, incapaz de impedir a la flota enemiga el acceso a su propia costa.


 


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