sábado, 9 de septiembre de 2023

El Imperio almorávide, en Al-andalus

 

Tal día como hoy 9 de septiembre de 1091, en la Taifa de Sevilla, los almorávides ―que tenían sitiada Sevilla desde mayo― inician el asalto de la misma consiguiendo que al-Mutamid se entregue y rinda sin condiciones.

El inicio del imperio almorávide, surgió de un nuevo movimiento político y religioso en el seno de una tribu bereber, del sur de Marraketch, los Lamtuna, que fundaron la dinastía almorávide. En poco tiempo, su actitud de austeridad y pureza religiosa convenció a gran parte, de la desencantada población.

El nombre de almorávide, deriva de "ribat", monasterio donde se dedicaban a la oración, y se preparaban militarmente, para combatir a los infieles, de modo semejante a las Órdenes militares ,de la Cristiandad medieval.

Con su apoyo, emprendieron una serie de contiendas, logrando formar un imperio que abarcaría parte del norte de África y al-Andalus, donde llegaron a través del rey de Isbiliya al-Mutamid, el cual había pedido la ayuda de los almorávides, para frenar el avance cristiano. Encabezados por Yusuf ibn Tashufín, penetraron los almorávides en la península.

Pronto conseguirían acabar, con los reyes de taifas y gobernar al-Andalus, no sin cierta oposición de la población, que se rebelaba contra su talante puritano y su rigidez. Algo que no le iba nada, al hedonista y liberal pueblo andalusí.

Justificaron esta ocupación, por la degeneración moral y militar de los reyezuelos taifas, a la vez que expandían, el imperio almorávide. Una vuelta a la ortodoxia musulmana, será la característica de este dominio, con lo que supone de restricción en lo sensual y recreativo y un auge de los mejores autores, del pensamiento hispano-musulmán.

Su líder, Yusuf ibn Tashufín, llegó con su ejército, y con los refuerzos recibidos en Málaga, Granada y Sevilla ,venció en la batalla de Zalaca en 1086, a las fuerzas de Alfonso VI. Estas victorias, les animaron a quedarse  e imponer la ortodoxia musulmana estricta, de la que eran partidarios.

Mientras tanto, el Cid dominaba el Levante, y el 17 de junio de 1094 conquistaba Valencia, creando en ella un principado y rechazando por dos veces a los almorávides, la primera cuando acudieron a reconquistarla, en otoño de ese mismo año en la batalla de Bairén con la colaboración de Pedro I de Aragón, y en un segundo intento en 1097 por parte del propio emperador Yusuf ibn Tasufín.

De todos modos, un hijo de Yusuf, Muhámmad ibn Aisa, retoma la plaza de Aledo en 1092, cerca de Murcia, que había constituido una fortaleza cristiana avanzada en tierra musulmana, desde 1085 y los almorávides habían intentado recuperar, sin éxito, en 1088. A continuación, Muhámmad ibn Aisa ocupa Játiva y Alcira, situándose a escasos treinta y cinco kilómetros, de Valencia.

Por su parte, los cristianos obtuvieron importantes avances, conquistando Alfonso I de Aragón, Zaragoza en 1118. Al mismo tiempo, los almorávides veían amenazada su propia supremacía, por un nuevo movimiento religioso surgido en el Magreb: el almohade.

Muy pronto, se fragua otra amenaza para el imperio almorávide, el empuje bélico de los Almohades comienza a imponerse en África, en la década de 1130, lo que obligó a los almorávides, a disminuir las fuerzas militares de la Península, que tuvieron que reducir a guarniciones, en los principales distritos andalusíes, para poder contrarrestar la guerra declarada, contra la nueva corriente integrista. 

A las revueltas internas y el acoso almohade, se sumaron las campañas cristianas, de gran amplitud. En el 1146 Alfonso VII impuso su dominación, al gobernador almorávide de Córdoba y al año siguiente emprendió, junto con los soberanos de Navarra, Aragón y la república de Génova, la conquista de Almería, que logró el 17 de octubre. Antes, en enero de ese mismo año, había tomado Calatrava.​ En el este, los almorávides perdieron Tortosa en el 1148 y Lérida y Fraga en el 1149. 

De todos estos territorios, los almohades solo recuperaron posteriormente, Calatrava y Almería. Entregadas Sevilla y Carmona a los almohades por el gobernador almorávide, harto de las exigencias de Alfonso VII , al que se había sometido, el último núcleo almorávide destacable, de la península fue Granada, que cayó en poder de los almohades en 1155.


 

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