miércoles, 27 de septiembre de 2023

Urbano VII, el papa más breve de la historia

Tal día como hoy, 27 de septiembre de 1590, hace 433 años, falleció de malaria el Papa Urbano VII, a los 13 días de haber sido elegido, convirtiéndose el suyo en el papado más breve de la historia, sin contar los tres días de Esteban II en marzo de 752, quien falleció antes de su consagración y, por tanto, fue eliminado, de la lista de papas oficiales.

Pese a la poca duración del pontificado de Urbano VII, su papado tuvo un lugar relevante, en las relaciones, entre la Santa Sede y la monarquía hispánica, debido al contexto en el que llegó, tras suceder a Sixto V.

Durante el pontificado de Sixto V, desde 1585 a 1590, hubo roces entre la monarquía hispánica y la Santa Sede, debido tanto al fuerte carácter del pontífice, como al poco aguante del nuncio en España y del embajador español en Roma. En un intento de despejar las vías de comunicación, el Papa cambió al nuncio de Madrid, pero el contexto, no ayudó a las relaciones.

Cuando Sixto V murió, el embajador en Roma mandó al cardenal Luis Madruzzo al cónclave, pues este cardenal conocía nombres de interés para el monarca español Felipe II. Finalmente el elegido, fue Giovanni Battista Castagna, que tomó el nombre de Urbano VII. 

Le esperaba una larga etapa con el nuevo Papa, pues Castagna gozaba de buena condición física, tenía solo 69 años y contaba con el beneplácito, de los cardenales y regentes cristianos.

La primera decisión que tomó, fue ordenar a los panaderos romanos, hacer hogazas de pan más grandes y venderlas a precios más asequibles, pagando el déficit de producción de su propio bolsillo. Esta decisión vino, por su cercanía a los pobres. Pidió también a sus parientes, una familia noble, que no se preocuparan, de aumentar el personal de servidumbre de su casa, ni aceptasen nuevos títulos.

Ordenó también a sus criados, que no hicieran gastos excesivos, ni se vistieran de forma tan ostentosa, como les había ordenado el anterior pontífice. Liberó también a un capitán de caballería apresado por Sixto V. Además, en su testamento dejó todos sus bienes a la caridad.

Finalmente, llegó el día 27 de septiembre. Urbano VII falleció de malaria, acompañado del secretario del embajador veneciano en Roma. Ese mismo día, la noticia llegó a los reyes y príncipes cristianos, nuncios y principales obispos, de la curia romana.

A España, la noticia no llegó, hasta el 27 de octubre, Felipe II y todos sus ministros recibían la trágica noticia con gran disgusto. El embajador veneciano en España, justificó esta reacción porque decía que creían "haber perdido un Papa que realmente estaba de acuerdo con ellos".

Además el monarca hispánico había nombrado embajador extraordinario al Duque de Feria, Lorenzo Suárez de Figueroa, como muestra de obediencia a Urbano VII, y el sobrino del pontífice, monseñor Pietro Mellini, había sido nombrado nuncio de Madrid, pero perdió las facultades por la muerte de su tío, así que quedó despojado, de sus sueños de grandeza.

 

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