Tal día como hoy, 25 de abril de 1852: nace en Zamora, el escritor Leopoldo Alas Ureña, más conocido como "Clarín".
Leopoldo Alas "Clarín", fue un novelista español, autor entre otras obras, de "La Regenta", una de la máximas creaciones, de la narrativa decimonónica.
Junto con Benito Pérez Galdós, es el principal representante en España de las corrientes que dominaron la escena literaria europea, durante la segunda mitad del siglo XIX: el realismo y el naturalismo.
Aunque nació en Zamora, donde su padre había sido nombrado gobernador civil, era de familia asturiana y a partir de los siete años, vivió en Oviedo, ciudad a la que le uniría una estrecha relación y que se convertiría, de alguna manera, en la protagonista de su obra maestra, "La Regenta".
Estudió en Oviedo, con brillantes calificaciones, tanto en el colegio como en la universidad. Muy joven manifestó una exaltada afición por la literatura y una notable aptitud, para el teatro y el periodismo satírico.
La revolución de 1868 despertó sus simpatías por la causa republicana y liberal, y sus años en Madrid de 1871 a 1882, donde estudió filosofía y letras y se doctoró en leyes, le permitieron tener contacto con el círculo intelectual krausista, cuya influencia, muy en especial de su profesor Francisco Giner de ,los Ríos, fue decisiva en su formación.
Leopoldo Alas se hizo famoso por su seudónimo de "Clarín",que el mismo eligió para sus artículos en el periódico "El Solfeo". Este seudónimo se inspiró en el nombre del gracioso Clarín, de la obra "La vida es sueño" de Calderón de la Barca
Con el seudónimo de Clarín, se convirtió, a partir de 1875, en uno de los colaboradores más activos de la prensa "democrática". En 1883 contrajo matrimonio y obtuvo la cátedra de economía y estadística, en la Universidad de Zaragoza. Al año siguiente, logró su traslado a la Universidad de Oviedo, donde enseñó derecho romano, actividad que alternó con las de articulista y escritor.
Sus artículos literarios y satíricos, publicados mayoritariamente en la revista "Madrid Cómico", alcanzaron gran popularidad, pero su mordacidad le valió numerosas enemistades e incluso algún duelo. A su llegada a la capital asturiana, emprendió la redacción de La Regenta, cuyo primer volumen aparecería en 1884.
Lector infatigable y estudioso concienzudo, sus más de dos mil artículos filosóficos, políticos y literarios publicados, lo convirtieron en el mayor crítico literario de su tiempo, y en una autoridad intelectual influyente y respetada.
Su ideología progresista y su adscripción a la ética liberal del krausismo, entroncan con la voluntad política, característica de ese fin de siglo, de superar la tradicional inercia, cultural española.
Sin embargo, a partir de 1890, al sentir que no pertenecía a ninguna de las clases sociales históricamente activas y despreciando a una burguesía, cuya única aspiración se limitaba al beneficio, poco a poco sustituyó ese dinamismo histórico, por una moral más bien individual que reivindicaba la emancipación del hombre por la cultura. Para él, la posibilidad del progreso social, estaba íntimamente ligada, al progreso moral del hombre.
Esa nueva orientación, lo llevó a concentrarse más en su obra literaria y a revisar sus convicciones positivistas. Sin alejarse definitivamente de la ciencia, relativizó su poder y centró sus esfuerzos literarios, en la descripción de la interioridad humana. Para Clarín, no hay valor auténticamente humano, que no sea valor de interioridad.
De ahí sus implacables críticas, a la Iglesia institucional y su repugnancia por la falsedad, la impostura y la hipocresía, componentes centrales de la sociedad provinciana y decadente, que describe magistralmente su novela La Regenta.
Si bien es indiscutible, que la gran obra que deja Clarín es su novela La Regenta, sus relatos breves y su teatro son parte insoslayable de su producción y destacan por la ironía y la ternura inteligente. En cuanto a su vocación teatral, en 1885 estrenó "Teresa", obra considerada actualmente, como uno de los intentos más notables de renovación, del teatro español del siglo XIX.
Leopoldo Alas, siempre fue crítico frente a la ortodoxia y el tradicionalismo católicos. Fue adherente al libre examen, al espíritu crítico y reformador y al republicanismo liberal, durante toda su vida. Sus artículos y ensayos periodísticos, le convirtieron en el crítico de actualidad, más vigente de su época.
Como intelectual independiente, profesó una literatura comprometida políticamente y estéticamente rigurosa.
Se cuenta la anécdota de que, cuando en 1891, Clarín fue elegido para concejal republicano del Ayuntamiento de Oviedo, mediante sufragio universal. Durante la reunión del acto de nombramiento, Clarín permaneció callado, pero sus nervios se dispararon al escuchar un "haiga" en boca de otro concejal que leía el acta.
El profesor se echó sobre él, con tanta furia dialéctica que el concejal, avergonzado por las risas de sus compañeros y del público asistente, presentó inmediatamente su dimisión. Clarín intervino de nuevo y consiguió que retirase la renuncia.
El 13 de junio de 1901, a las siete de la mañana, murió Leopoldo Alas, de una tuberculosis intestinal, a la edad de cuarenta y nueve años. El féretro fue velado en el claustro de la universidad donde acudieron profesores, amigos y familiares del escritor. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de El Salvador.
En Madrid, el escritor Bonafoux (mediocre escritor según Clarín y otros colegas de la época), fiel enemigo declarado de Clarín hasta la muerte, preparó el artículo necrológico en que añadió estas palabras: "Yo he sido el primero en alegrarme de la muerte de Clarín. […] En su entierro se escuchó el silencio que se escucha en los entierros de los tiranos".
Leopoldo Alas murió el trece de junio de 1901 en Oviedo, año en que aparece la segunda edición de La Regenta, prologada por el novelista más conocido de la época, Benito Pérez Galdós.
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