Tal día como hoy, el 10 de mayo de 1840, se legalizaba el primer sindicato de la historia de España, la Sociedad de Tejedores de Barcelona.
La Asociación de Tejedores de Barcelona, fue una asociación de los tejedores de algodón de Barcelona y de las poblaciones colindantes, fundada en la clandestinidad en el verano de 1839 y que se constituyó en 1840, como sociedad de ayuda mutua con el nombre de, Sociedad Mutua de Tejedores de Barcelona, que dio cobertura legal a sus actividades sindicales de "resistencia".
Fue prohibida varias veces, porque el derecho de asociación no fue reconocido durante el reinado de Isabel II, pero continuó actuando utilizando diversos subterfugios. Fue el primer sindicato, de la historia de España.
A pesar de que su salida a la luz, se produce en mayo de 1840, lo cierto es que la Sociedad de Tejedores de Barcelona, ya llevaba funcionando un tiempo en la clandestinidad, al igual que otras organizaciones obreras anteriores a 1835, sobre las que existen referencias. De hecho, la Sociedad de Tejedores de Barcelona, presentó una primera solicitud para ser una organización legal en 1839.
Que el primer sindicato legal de la historia de España, tenga lugar en Barcelona tampoco es nada casual, pues estamos hablando de la zona con mayor peso, de la industria de todo el país. La Sociedad de Tejedores de Barcelona contó, a los pocos días de su fundación legal, con unos 3.000 afiliados y, en enero de 1842, ya superaba los 50.000.
La Sociedad de Tejedores de Barcelona, apenas duró hasta el año 1848, sin estar exenta de ninguna polémica. En junio de 1840, tras la victoria de los liberales en la Primera Guerra Carlista, el Gobierno del general Espartero ordenó, que las sociedades obreras se ciñeran a sus fines de protección y socorro, con amenazas de penas de prisión, para aquellos que coartaran la libre contratación de obreros y patronos, además de impedir las reuniones que no estuviesen autorizadas. Aquello generó una tensión, que culminó con la prohibición de la Sociedad de Tejedores de Barcelona, el 9 de diciembre de 1841.
La respuesta de la Sociedad de Tejedores de Barcelona no fue otra, que esta “no necesitaba la aprobación ni reprobación de nadie” y, con la ayuda del Ayuntamiento de Barcelona, lograron que el 29 de marzo de 1842, se promulgase una orden por la cual el regente, el general Espartero, volvía a autorizar la sociedad.
El problema fue que, después de que el general Espartero aplastase la sublevación de Barcelona, en noviembre de 1842 bombardeando la ciudad, el capitán general de Cataluña acusó directamente de los disturbios, a la Sociedad de Tejedores. Tras ello, la asociación se vio obligada a trabajar en la clandestinidad, hasta el fin de sus días, así como bajo la cobertura de la Compañía Fabril de Tejedores de Algodón, que fue autorizada en mayo de 1843.
El 1843 la Diputación y el ayuntamiento de Barcelona concedió un
préstamo a la entidad para construir la fábrica cooperativa Compañía
Fabril de Tejedores de Algodón de Barcelona, la cual dio trabajo a 200
obreros y además llegó a sostener 700 obreros sin trabajo mediante
pequeños subsidios.
La experiencia finalizó con la crisis económica de 1848, motivo por el cual fue traspasada a unos particulares.
La sociedad de tejedores, siguió funcionando clandestinamente en los años siguientes, como lo prueba que fuera mencionada en octubre de 1845, por el jefe político de Barcelona, para dirimir un conflicto laboral y que en 1850 un bando del gobernador civil amenazara a las sociedades, creadas sin autorización, con llevar a sus miembros ante los tribunales, aplicándoles las leyes sobre las sociedades secretas.
Al mismo tiempo, amenazaba también a los perturbadores que "formen coaliciones con objeto de que no se trabaje". En 1852 un nuevo bando, esta vez del capitán general, advertía a los perpetradores de desórdenes y "crímenes", que serían juzgados por comisiones militares.
Al año siguiente, se reiteraba la prohibición de las "coaliciones" —el término empleado entonces, para referirse a las huelgas-.
La Sociedad de Tejedores de Barcelona, como respuesta a la conflictividad laboral y ante una orden gubernamental de disolución, se mantuvo activa y logró, con el apoyo del Ayuntamiento, que la regencia autorizara nuevamente la sociedad.
Sin embargo, la presión gubernamental y la prohibición de asociaciones obreras finalmente condujo a su disolución en enero de 1853, junto con otras sociedades obreras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario