Tal día como hoy, 18 de junio de 1538, el Rey Carlos I de España y V de Alemania y el Rey Francisco I de Francia, firmaban la Tregua de Niza. Un acuerdo que ambos monarcas alcanzaron, después de años de disputas por el control de Italia, con el propósito de que ambos Reinos, lograsen recuperarse económicamente.
Los antecedentes de esta tregua, los encontramos en 1535, año en el que falleció el duque de Milán Francisco Il Sforza. Su muerte planteó nuevamente la cuestión italiana y alimentó, las pretensiones francesas sobre la zona.
En febrero de 1536, Francia invadió los territorios de Saboya y Piamonte, ocupando plazas como las de Chambéry o Turín. Una acción que suponía una gran amenaza, para los intereses españoles en Italia.
Ese mismo año, el Emperador Carlos V regresaba de Túnez de forma triunfante y, con grandes planes para unificar la cristiandad, se reunió con el Papa en presencia de los embajadores franceses, para advertir que si el Rey Francisco I de Francia´ no aceptaba sus condiciones de paz, le declararía la guerra.
Permitiendo Carlos V negociar a sus ministros, para hacer tiempo y empujado por sus capitanes Andrea Doria y Antonio de Leyva, decidieron emprender hostilidades. Pensaba en un ataque por mar y tierra contra Francia, lo que significaba un traslado total de tropas.
Del múltiple ataque sobre Flandes, la invasión septentrional desde los Países Bajos se tuvo que abandonar, por escaseces económicas, pero Carlos durante el verano de 1536 se internó por la Provenza. La campaña fue un desastre y en octubre Carlos estaba de nuevo en Génova, arruinado en su potencia militar y endeudado.
El mutuo agotamiento, hizo detener las operaciones mayores y fracasadas las negociaciones, por los emisarios del emperador sobre Milán, por la ayuda francesa a los turcos y por el apoyo de Francia, al quinto Concilio General, se firmó la Tregua de Niza el 18 de junio de 1538, con el acuerdo de que debía durar 10 años y con el programa de una liga, contra los musulmanes y protestantes y la colaboración, en un concilio general. Francia mantenía sus conquistas de Saboya, Turín, Bresse y Bugey.
Posteriormente en 1542, Francisco I, aprovechando el agotamiento del emperador y de los recursos sacados de Argel, el año anterior, rompe la tregua en julio de ese mismo año y envía un ejército invasor a los Países Bajos, iniciando la guerra italiana de 1542 a 1546. De la que saldría el emperador, con la firma de la paz de Crepy en 1544.
De esta forma se iniciaba un nuevo conflicto, que durante cuatro años mantuvo ocupados a los Tercios Españoles. Una guerra que sangró nuevamente la Hacienda pública y que no supuso, ningún cambio en el mapa europeo.
Relación efemérides históricas; cuentos, reflexiones, poesias...
martes, 17 de junio de 2025
La Tregua de Niza, el fin a la lucha de España y Francia por la posesión de Italia
lunes, 16 de junio de 2025
La conquista de Valencia, por Rodrigo Díaz de Vivar, el "Cid Campeador"
Tal día como hoy, 17 de junio del 1094, Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el "Cid Campeador", conquistaba la ciudad de Valencia tras un año de asedio.
Rodrigo Díaz de Vivar, también conocido como "el Cid Campeador", fue un líder militar castellano, que llegó a dominar al frente de su propia mesnada, el Levante de la península ibérica, a finales del siglo XI como señorío, de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno.
Consiguió conquistar Valencia y estableció en esta ciudad, un señorío independiente desde el 18 de junio de 1094 hasta su muerte; su esposa, Jimena Díaz, lo heredó y mantuvo hasta 1102, cuando pasó de nuevo a dominio musulmán.
Hijo de Diego Laínez y descendiente del legendario Laín Calvo, Rodrigo Díaz de Vivar fue educado junto al Infante Sancho, quien al ocupar el trono de Castilla, le nombró alférez real.
Tuvo, asimismo, conocimientos de derecho, pues intervino en dos ocasiones a instancias regias, para dirimir contenciosos jurídicos, aunque quizá en el ambiente de la corte, un noble de la posición de Rodrigo Díaz, pudiera estar oralmente familiarizado con conceptos legales, lo suficiente como para ser convocado en este tipo de procesos.
Su prestigio como guerrero se incrementó tras vencer en combate singular al caballero navarro Jimeno Garcés, victoria que solucionó el conflicto entre Castilla y Navarra por unos territorios fronterizos.
Como jefe de las tropas del Rey Sancho II de Castilla, Rodrigo Díaz de Vivar participó en la guerra fratricida que su monarca mantuvo con Alfonso VI de León teniendo un papel destacado en las batallas de Llantada y Golpejera, enfrentamientos tras los cuales Alfonso VI de León fue derrotado y obligado a escapar a la Taifa de Toledo, sin embargo, Sancho II murió poco después en su afán por derrotar a su hermana Urraca, al intentar conquistar la villa de Zamora.
Cuando Alfonso VI se convirtió en su nuevo Rey, este no le guardo rencor e incluso, consciente de su valía, lo honro concediéndole la mano de su sobrina doña Jimena, con quien se casó en julio del 1074.
Años después, una expedición a tierras toledanas sin el permiso real que puso en peligro las negociaciones de Alfonso VI para adueñarse de la ciudad de Toledo le provocó su primer destierro. Destierro durante el cual sirvió al Rey al-Muqtadir de Zaragoza después de que el conde de Barcelona,rechazase sus servicios.
Tras ser derrotado por los almorávides, Alfonso VI de León se reconcilió con Rodrigo Díaz de Vivar, pero una nueva disputa provocó su destierro definitivo de Castilla, fue entonces cuando el Cid se convirtió en protector de al-Qadir, Rey de Toledo y Valencia, ciudad esta última que conquistaría a la muerte de su protegido, aprovechando el conflicto interno entre partidarios y opositores, a abrir la ciudad a los almorávides.
Rodrigo Díaz de Vivar, se nombró Príncipe de Valencia y se instaló en la ciudad del Turia, hasta el día de su muerte, el 10 de julio del 1099. su esposa, Jimena Díaz, lo heredó y mantuvo hasta 1102, cuando pasó de nuevo a dominio musulmán.
domingo, 15 de junio de 2025
El matrimonio de Felipe II de España con María I de Inglaterra, la inconclusa unión de ambos reinos
Tal día como hoy, 16 de junio de 1586: la Reina María I de Inglaterra, de la casa Tudor, reconoce a su esposo, Felipe II de España, como su heredero.
El matrimonio entre Felipe II de España y María I de Inglaterra, fue una unión política, no amorosa, cuyo objetivo era unir Inglaterra a la Monarquía Hispánica. La unión, aunque breve, no logró su propósito y fue marcada, por la oposición del pueblo inglés y la falta de descendencia.
Aunque mucha gente los desconoce, España e Inglaterra estuvieron bajo el mando de un mismo Rey, bien avenidos, como si fueran una sola potencia. De haber perdurado en el tiempo esta unión, hoy probablemente estaríamos hablando,del mayor imperio de la historia.
Este episodio no es fácil de comprender si tenemos en cuenta que España e Inglaterra han mantenido casi siempre una relación de rivalidad con sentimientos de temor, desprecio y admiración mutuos.
La lista de pugnas y rupturas es interminable. Por citar solo algunos, los abordajes de los corsarios a los barcos españoles en el siglo XVI, las pugnas por la soberanía de Gibraltar, la expedición de la Armada Invencible, el apoyo español a la independencia de Estados Unidos, la tradicional alianza de los ingleses con Portugal ,contra los intereses españoles y la Batalla de Trafalgar.
Sin embargo, hubo un momento, en que todas esas diferencias no fueron tan evidentes, aunque fuera por un corto periodo de tiempo. Nos referimos a los cuatro años en que Felipe II fue también Rey de Inglaterra, bajo el nombre de Felipe I.
Aquello fue consecuencia, de su matrimonio con María I Tudor entre 1554 y 1558, una circunstancia ya de por sí importante, pero que se habría sumado a las consecuencias que tuvo para España, el descubrimiento de América, que se había producido poco antes. De hecho, el retrato del monarca español todavía cuelga, en las paredes de la Cámara del Príncipe, estancia anexa a la Cámara de los Lores, en el palacio de Westminster.
El matrimonio, sin embargo, no tuvo hijos. De haberlos tenido, la historia de Europa y España habría sido diferente. Todo comenzó cuando el príncipe Felipe enviudó de su primera mujer, María Manuela de Portugal, en 1545. Ocho años después, su padre, el emperador Carlos V, todavía Rey de España, eligió a María Tudor como nueva esposa, para aprovechar que esta acababa de ser coronada.
El objetivo último, era que la descendencia de ambos, uniese en una sola corona a Flandes, Borgoña, España e Inglaterra, formando una defensa infranqueable de sus posesiones continentales, contra la ambición de los franceses.
Felipe concibió el enlace, como una obligación política impuesta por su padre. Su única misión parecía ser engendrar a un heredero, que se convirtiera en el futuro aliado de España y el Imperio. Los opositores contra los que tuvo que pelear, no obstante, fueron muchos. En primer lugar, Francia, que observaba con pánico un matrimonio que podía conceder a España, un gran poder y un vasto territorio.
En segundo, los nobles, que se habían enriquecido con los bienes eclesiales expropiados en tiempos de Enrique VIII de Inglaterra, padre de María, y temían que tuvieran que devolverlos. En tercero, los protestantes, pues la unión ponía en grave peligro a su Iglesia.
El monarca español, representaba para María de Tudor un perfecto apoyo, en su causa de restaurar el catolicismo y frenar las aspiraciones protestantes. Estas estaban representadas por su hermanastra Isabel, hija de Enrique VIII y Ana Bolena.
A su favor solo contaba con algunos nobles católicos, pero estos ya habían sido duramente reprimidos e, incluso, condenados a muerte en la Torre de Londres por su padre. La boda, por lo tanto, se celebró con urgencia en Winchester, en enero de 1554, en medio de este clima de tensión.
Para desgracia de Felipe II, se estableció que este solo ostentaría el título de Rey de Inglaterra mientras María viviese. Además, solo ella dispondría de las rentas públicas y él solo podría usarlas, con el permiso de esta. El monarca aprovechó el amor que su esposa le profesaba, para mover hilos en la corte con el objetivo de que le nombraran su sucesor, en el caso de que no tuvieran hijos. El Parlamento invocó los acuerdos prematrimoniales y lo impidió en el último momento.
Once meses después de la boda, Inglaterra volvía oficialmente a la obediencia de Roma. Para tranquilizar a la nobleza protestante, se dictó que las antiguas tierras eclesiales que Enrique VIII les había cedido, no tuvieran que restituirse. Solo se devolverían aquellas que habían ido a parar, a manos del Rey de Inglaterra.
Sin embargo, no era suficiente para María Tudor, puesto que ella quería venganza, después de que su madre hubiera sido repudiada y ella misma, hubiera sido desheredada. Así que hizo prisionera a su hermana Isabel, en la Torre de Londres y empezó a perseguir a los protestantes, a muchos de los cuales condenó a muerte, sin ningún reparo.
Pasó el tiempo y el objetivo del matrimonio no se cumplía. María estaba tan obsesionada que, incluso, llegó a creerse que estaba embarazada. Dijo que su hijo nacería en abril de 1555 y puso a su hermanastra, a hacer la ropa de su futuro bebé, como una especie de tortura psicológica. Cuando llegó la fecha, se produjo la desilusión.
La salud de la Reina empeoró y Felipe se sintió engañado, pero todavía necesitaba a su esposa desde el punto de vista político. Cuando marchó a Flandes para asistir a la abdicación de Carlos V, le respondió a todas las cartas de amor que esta le envió, aunque fuera cortésmente, para hacerla creer que era la mujer de su vida. A su regreso siguió manteniendo relaciones sexuales con ella, aunque no tuviera ninguna esperanza de procrear.
Tras la guerra que se desencadenó con Francia, Felipe II volvió a marcharse. Esta vez, a Flandes. María Tudor se quedó destrozada y siguió escribiéndole cartas, rogándole que regresara pronto. No se imaginaba,que ya nunca volvería a verle y que el sueño de aquella unión indefinida,entre los dos reinos se perdía para siempre.
Ella lo intentó y le escribió, para comunicarle que estaba embarazada, pero él no la creía y envió al duque de Feria para confirmarlo. Este le dijo que la Reina simplemente esta enferma y que parecía, no tener cura. Solo el láudano le aliviaba ya, los fuertes dolores y se pasaba el día rezando y llorando.
Ni siquiera fue a estar junto a ella, en su agonía. Felipe II había perdido todo interés en ella. También por la corona inglesa. Era consciente de que el Parlamento, jamás cambiaría las leyes de sucesión y dio el trono por perdido.
El 17 de noviembre de 1558, María Tudor moría sola, sin despedirse de su esposo, creyendo que este aún la amaba. Felipe II dejaba de ser monarca de Inglaterra de manera automática. El monarca hispano, hizo un último intento y sondeó la posibilidad de casarse con su cuñada Isabel, pero esta le rechazó.
sábado, 14 de junio de 2025
El Primer Sitio de Zaragoza por las tropas de Napoleón Bonaparte
Tal día como hoy, 15 de junio de 1808, en el marco de la Guerra de la Independencia, las tropas de Napoleón Bonaparte, iniciaban el Primer Sitio de Zaragoza.
El Primer Sitio de Zaragoza, que duró desde junio hasta agosto de 1808, fue el primer asedio que las tropas napoleónicas dirigidas por Lefebvre y Verdier infligieron a la ciudad, durante la Guerra de la Independencia Española.
Las fuerzas francesas, tras una serie de victorias iniciales, se aproximaron a Zaragoza, donde encontraron una resistencia feroz, por parte de los defensores, incluyendo soldados regulares, milicianos y civiles.
A pesar de su débil preparación inicial, los zaragozanos lograron rechazar el asedio durante más de dos meses, causando una gran cantidad de bajas a los franceses.
Tras las derrotas de Tudela, Mallén y Figueruelas, el ejército francés, dirigido por el general Lefebvre, llegó a los muros de Zaragoza. La ciudad apenas estaba defendida, por poco más de 1.400 hombres del ejército regular.
Lefebvre vio una victoria fácil, incluso pensó que podía tomar la ciudad aquel mismo día con un asalto general, sin embargo, el general francés no contaba con que los zaragozanos, se alzasen en armas en defensa de la religión, la patria y del legítimo Rey, Fernando "el Deseado", mas tarde llamado "el felón"
La noticia sobre la llegada de los franceses, durante la mañana del 15 de junio de 1808 alarmó a toda la ciudad. Se hicieron llamamientos, para que todo el mundo participara en la defensa de Zaragoza e imposibilitase el avance enemigo. Las fuerzas napoleónicas, divisaron la ciudad a primera hora de la mañana y fueron recibidos, con fuego de artillería.
A pesar de la "bienvenida", poco antes de la una de la tarde, los franceses ya se encontraban junto a las puertas de la zona sur, dispuestos a comenzar el asalto. De esta forma se iniciaba la batalla de las Eras, entre las puertas del Carmen y el Portillo.
Las fuerzas napoleónicas lograron superar a los defensores, e incluso entrar en la ciudad, a través de ambas puertas pero cuando los soldados españoles se vieron superados, los zaragozanos, dirigidos por Antonio Sangenís, respondieron con furia y valentía,, con el poco armamento del que disponían, logrando así rechazar la ofensiva.
Tras este inesperado fracaso inicial, los franceses sometieron la ciudad a un intenso bombardeo, mientras procuraban cortar sus líneas de abastecimiento y organizar un asedio ordenado, a pesar de que el número de tropas de que disponían, era claramente insuficiente para este fin.
Los zaragozanos, por su parte, se ocuparon en diversas obras de fortificación: parapetos, aspilleras, barricadas etc. de las que no se habían ocupado antes; comandados por el ingeniero militar Antonio Sangenís, que murió heroicamente, defendiendo la ciudad. Durante los días siguientes,se produjeron diversos ataques puntuales franceses, siendo rechazados todos ellos.
Ese 15 de junio los franceses perdieron más de 700 hombres. Lefebvre ordenó la retirada mientras empezaba a comprender que la toma de Zaragoza no iba a ser tan sencilla. Comenzaba así el primer sitio de Zaragoza, asedió que duró dos meses y que costó a los franceses unos 4.000 soldados.
viernes, 13 de junio de 2025
La batalla de Marengo, cuando Napoleón venció a los austríacos en Italia
Tal día como hoy, 14 de junio de 1800, las tropas napoleónicas derrotaron a los austriacos, en la Batalla de Marengo.
La batalla de Marengo fue un enfrentamiento bélico, durante las Guerras Napoleónicas, que tuvo lugar el 14 de junio de 1800 cerca de la ciudad italiana de Alessandria. La victoria de las tropas francesas, lideradas por el mismo Napoleón Bonaparte, tuvo un gran impacto en la evolución de las guerras en Europa.
El desarrollo inicial de la batalla, puso de manifiesto la superioridad austríaca. A las ocho de la mañana, el general austríaco Melas lanzó la unidad de O’Reilly al asalto de la división francesa Gardanne; al principio, ésta se resistió, pero golpeada por la artillería, se replegó y retrocedió hacia el pueblo de Marengo, que se convirtió en el epicentro de la batalla.
Los franceses trataron de resistir durante toda la mañana, pero cuando Melas hizo entrar en escena a su caballería, se desató una lucha encarnizada. Sólo entonces compareció Bonaparte, convencido al fin de que el ejército austríaco estaba en Marengo.
El mariscal frances Kellermann, respondió a las cargas austríacas con sus dragones y frenó cuatro asaltos seguidos, pero hacia las 14 horas, las líneas francesas empezaron a ceder. Las divisiones de Lannes y de Victor retrocedieron dejando allí parte de su artillería.
La situación era cada vez más comprometida y se complicó todavía más cuando el general austríaco Ott, logró hacerse con el pueblo de Castel Ceriolo, al norte, e intentó, atacar a las tropas francesas por retaguardia.
A primera hora de la tarde, todo indicaba que los franceses habían sido derrotados. Hasta tal punto que el general austríaco Melas, agotado por la jornada, decidió pasar el mando al general Kaim y partió a Alessandria, para anunciar la victoria de su ejército sobre el primer cónsul francés. De inmediato, los correos partieron hacía las principales capitales europeas para transmitir la sensacional noticia.
Entre tanto, desde lo alto del campanario de un pueblo próximo, Bonaparte observaba cómo sus tropas se batían en retirada. En ese momento, lo máximo que podía esperar era que su ejército retrocediera de forma ordenada y sin sufrir demasiadas bajas; la derrota, era inapelable. Pero entre las 4 y las 5 de la tarde, Napoleón avistó en la lejanía al destacamento del general Desaix, uno de los que había enviado por la mañana en busca de las tropas austríacas.
Tres horas antes, hacia la una, Desaix –un ardoroso general de 32 años - que había acompañado a Napoleón a Egipto, había recibido un mensaje desesperado de Bonaparte: "Volved, por amor de Dios". Obedeció sin demora, y llegó a marchas forzadas al campo de batalla, dispuesto a sostener al ejército en retirada.
Rápidamente improvisó una reunión de mandos, en la que participaron Berthier, Murat, Marmont y Desaix. Fue este último, quien mostró mayor ímpetu. Informado de la situación, proclamó: "Hemos perdido una batalla, pero sólo son las cinco y todavía estamos a tiempo de ganar otra".
Bonaparte dio, la orden de lanzar una contraofensiva, con todas las fuerzas disponibles en una acción conjunta. La infantería de Desaix se lanzó contra la columna principal austríaca, mandada por el general Zach. El propio Desaix murió en el ataque, de un balazo en el pecho, pero la artillería del general Marmont y una carga de la caballería del general Kellermann, lograron desorganizar a las fuerzas enemigas.
La acción coordinada de estos tres elementos, dio un vuelco a la situación e hizo que las divisiones de Lannes y Victor, que llevaban retrocediendo desde principios de la tarde, volvieran a avanzar respaldadas por la Guardia Consular. El general austriaco, Anton von Zach, fue hecho prisionero junto a más de 2.000 de sus soldados. La sorpresa inicial de los austríacos se trocó en pánico y todos se batieron en retirada.
Contra toda esperanza, al anochecer del 14 de junio, el ejército francés había quedado dueño del campo de batalla. Algunos batallones austríacos resistieron valientemente en la misma Marengo, mientras el general austríaco Melas retornaba a la acción, para reunir a los fugitivos y ponerlos a salvo. Las bajas de unos y otros fueron considerables: cerca de 9.500 hombres por el bando austríaco, por 5.600 del lado francés.
La victoria de Marengo llegó en el mejor momento para Bonaparte. En los primeros meses de 1800, su poder como primer cónsul parecía debilitarse. Sus primeras reformas todavía no habían dado frutos, y en París hasta sus más allegados habían empezado a conspirar en su ausencia, previendo que fracasara o muriera en Italia.
De hecho, cuando llegó a la capital la falsa noticia de la derrota de Marengo, transmitida precipitadamente por Melas, Talleyrand, el ministro de Relaciones Exteriores, y Fouché, jefe de la Policía, estaban dispuestos a considerar una alternativa. Hasta los hermanos de Napoleón, José y Luciano, discutieron sobre un posible traspaso de poderes.
La victoria de Marengo, permitió a Bonaparte barrer las resistencias a su poder. Al regresar victorioso de Italia, Bonaparte obtuvo una popularidad sin precedentes y pudo volcarse en las reformas de Francia, que fue posible gracias a la paz que suscribió con Austria mediante el tratado de Lunéville, de enero de 1801, y que duraría hasta 1804, cuando, ya coronado emperador, se lanzaría a sus grandes campañas de conquista en Europa.
jueves, 12 de junio de 2025
La conquista de Moclín: la última frontera del reino Nazarí de Granada
Tal día como hoy, 13 de junio de 1486: En la actual localidad granadina de Colomera, Fernando "el Católico" conquista Moclín con sus tropas.
Colgado en lo alto de una montaña y en situación de preeminencia estratégica, el castillo fortaleza de Moclín, es sin duda uno de los monumentos defensivos más impactantes, de cuantos acordonan la vega y la ciudad de Granada.
Hacia él, centro de una comarca, donde se mezclan olivares, vegas y sierras la vista es soberbia; y ya sobre sus murallas y adarves, la contemplación del horizonte es circular y completa hasta Alcalá la Real, Granada y la Sierra.
Esa situación de ventaja, sobre las laderas y montañas cercanas, permitía el control de uno de los pasos naturales desde los reinos cristianos y le valió ser, uno de los escudos de Granada cuando la caída de Alcalá la Real en 1341, puso al ejército cristiano a dos pasos de la capital nazarí.
Testigo fue de al menos tres intentos de conquista, a través del paso del río Velillos con Fernando lll, Sancho lV (dos de sus hijos), y finalmente los Reyes Católicos.
Los dos primeros intentos, de 1280 y 1381 se saldaron con sangrientas derrotas de los ejércitos cristianos,que tardarían más de 150 años en reponerse y preparar el asalto final. Este se lleva a cabo en dos intentos.
En el primero, el Conde de Cabra intenta tomar la villa con un ejército de cien caballeros y mil peones. El emir El Zagal se le adelanta, con mil caballeros y mil infantes y el choque acaba en una derrota sangrienta para el Conde de Cabra, en el lugar que después se llamó Campo de la Matanza.
Un año más tarde, tras la caída del Loja, el otro paso natural hacia la Vega de Granada , la artillería castellana, logró incendiar el polvorín del castillo y destruir por fuego el Alcázar, con la consiguiente rendición de los moclileños.
El paraje natural de la “ruta del Gollizno” forma parte de esa rica y tormentosa historia, de población de frontera, enriquecido por la belleza de un río con cascadas, cuevas y pinturas paleolíticas y esos enclaves naturales, que por recónditos y preservados son hoy un lujo, para caminantes y curiosos.
A 1.100 metros de altitud, se levanta orgulloso el castillo de Moclín. Es el centro de todo el complejo de fortificaciones del pueblo y desde donde se controla todo el territorio, entre Alcalá la Real y la vega de Granada. Esta fue la última defensa del reino nazarí, motivo por el cual los reyes nazaríes le dieron por nombre "el escudo de Granada".
La reina Isabel la Católica, utilizó esta fortaleza durante cortos periodos de tiempo y tuvo aquí cautivo, al ‘infantico’, sobrenombre por el que se conocía al hijo de Boabdil, rehén de los cristianos durante algún tiempo, en las guerras de finales del XV.
miércoles, 11 de junio de 2025
El reinado de Jaime II de Aragón como Rey de Valencia. Cerdeña y Córcega
Tal día como hoy, 12 de junio de 1295, el Papa Bonifacio VIII, nombraba Rey de Cerdeña y Córcega, a Jaime II de Aragón,
Jaime II de Aragón, fue rey de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona entre 1291 y su muerte, y rey de Sicilia entre 1285 y 1302. Ostentó los títulos honoríficos de Portaestandarte, Almirante y Capitán General, de la Santa Iglesia Católica.
Apodado "el Justo", Jaime II de Aragón era el segundo hijo, del Rey Pedro III de Aragón, de quien heredó el Reino de Sicilia en 1285. Seis años después, en 1291, también recibió la Corona aragonesa, después de morir sin descendencia su hermano, Alfonso III de Aragón.
El primero de los Reinos que heredó, el Reino de Sicilia, lo cedió al Papa Bonifacio VIII en junio de 1295, a cambio de los derechos sobre los territorios de Córcega y Cerdeña. Un acuerdo que pasó a la historia como, el Tratado de Anagni.
Sin embargo, su hermano menor, Federico, al que había nombrado gobernador de Sicilia, se negó a abandonar el dominio de la isla y resistió eficazmente, la campaña militar de Jaime II para arrebatársela, aunque finalmente fue derrotado en 1299. Ese mismo año, se reforzó el pacto mediante la boda de Jaime II con Blanca de Anjou, hija de Carlos de Anjou. Federico fue reconocido como rey de Sicilia, por la paz de Caltabellota de 1302.
Concluido el enfrentamiento, Jaime II de Aragón se dispuso a conquistar los territorios de Córcega y Cerdeña. Lo consiguió en 1325, año en el que ambas islas quedaron incorporadas a la Corona de Aragón, a pesar de la oposición de Génova y Pisa.
La política de expansión en el Mediterráneo de Jaime II de Aragón, se completó tras llegar a un acuerdo con el Reino de Castilla, para repartirse las respectivas zonas de influencia en el norte de África. Este hecho, permitió a Jaime II de Aragón intensificar su presencia, en Túnez, Bugia y Tremecén.
El Rey Jaime II fue capaz de consolidar la Corona de Aragón, al obtener el vasallaje de los Reyes de Mallorca, recuperar el Valle de Arán, reforzar la posición de la Corona ,sometiendo a la nobleza, con el apoyo de las ciudades y reforzar la defensa del flanco sur frente a los musulmanes, creando para ello la orden militar de Montesa.
Su sobrenombre de "el Justo", se debe a que reunía de forma regular a las Cortes, para tratar asuntos de interés mutuo y atender asiduamente las demandas de sus súbditos. Jaime II de Aragón falleció el 2 de noviembre de 1327.
En su testamento otorgado en Barcelona el 28 de mayo de 1327, Jaime II ordenó la erección de la tumba de su padre, el rey Pedro, en el monasterio de Santes Creus, al mismo tiempo que disponía, la creación de la suya y de su segunda esposa, Blanca de Anjou, fallecida en 1310.
Se dispuso, que los sepulcros se hallaran cobijados, como así se hizo, bajo baldaquinos labrados en mármol blanco, procedente de las canteras de San Feliu, cerca de Gerona. Cuando el rey Jaime II dispuso la creación de su propio sepulcro, tomó como modelo el sepulcro de su padre
Durante el reinado de Jaime II de Aragón , la corona aragonesa,llegó a su máximo esplendor.
martes, 10 de junio de 2025
La derrota en Lisboa de la "Contra-armada Invencible" inglesa
Tal día como hoy, 11 de junio de 1589, fuerzas inglesas atacan La Coruña y Lisboa, siendo repelidas con graves pérdidas. Es sitio de Lisboa se levanta el 11 de junio, ante la llegada por mar de refuerzos.
Al año siguiente de la expedición española contra Inglaterra llamada la "Felicissima Armada" (y por los ingleses "Invencible Armada" con intención despreciativa), Inglaterra lanzó una expedición de represalia, mandada por el almirante Francis Drake y el general Norris, que mandaba las fuerza de desembarco.
Su misión era, completar la destrucción de las fuerzas españolas supervivientes, de la expedición del año anterior, que estaban recuperándose en La Coruña, Santander y San Sebastián; capturar Lisboa, provocar una insurrección portuguesa, contra el Rey Felipe II; y capturar el convoy de las Indias.
Todo ello en la errónea suposición, de que la Armada española había sido catastróficamente diezmada, en su fracasada expedición. En realidad, la "Felicissima" había perdido 37 barcos de 128, y 9.159 hombres de un total de 25.106 soldados y marineros, por lo que las fuerzas españolas, que habían de repeler el ataque eran todavía muy considerables, aunque dispersas en los puertos, que podían ser objeto de ataque.
En lo que respecta a la posible insurrección portuguesa, el Prior de Crato tenía mucho menos apoyo, del que suponían los ingleses, y en general, la fidelidad portuguesa al Rey Felipe II era firme.
La fuerza inglesa incluía 150 barcos y 23.275 hombres, es decir de similar entidad a la "Felicissima", pero a diferencia de aquella, llevaba la fuerza de desembarco a bordo, (una de las principales causas del fracaso español, fue la falta de coordinación con la fuerza de desembarco, que se encontraba en Flandes y con la que no pudo reunirse), pero para ello la armada inglesa hubo de sacrificar el material pesado, de sitio y la caballería.
El ataque a La Coruña, fue repelido por una fuerza muy inferior, y dio tiempo para reunir fuerzas y preparar la defensa de los siguientes probables objetivos, particularmente Lisboa. El posterior ataque a Lisboa, duró tres semanas y fue igualmente desastroso.
El 11 de junio, Lisboa recibió importantes refuerzos por mar, lo que forzó la decisión de levantar el sitio. Otras acciones menores se llevaron a cabo, para paliar el desastre general, como la captura de un convoy y un ineficaz ataque a Madeira, pero durante la subsiguiente retirada la fuerza inglesa, fue continuamente acosada por españoles y portugueses, causándoles más pérdidas, aumentadas por un temporal en el Golfo de Vizcaya.
En definitiva, la Contra-Armada resultó "tan desastrosa como el fracaso español de 1588" según el historiador estadounidense, Garrett Mattingly, perdiendo 40 barcos y entre 11.000 y 15.000 hombres, es decir, de nuevo cifras similares a las de la Felicissima.
Ambos bandos,acometieron empresas por encima de las capacidades disponibles entonces, en especial en comunicaciones e inteligencia, claramente deficientes. La estrategia de Drake adolecía de imprecisión, dispersión de objetivos y falta de planes de contingencia.
En ambos casos, las pérdidas se concentraron en los barcos mercantes, que acompañaban a la fuerza, algunos artillados para suplir a los de guerra, más sólidamente construidos, o en los buques mediterráneos, mal preparados para las condiciones meteorológicas del Atlántico.
lunes, 9 de junio de 2025
Hernando de Soto, el descubridor de Norteamérica
Tal día como hoy, 10 de junio de 1539: En la bahía del Espíritu Santo, actual Estado de Florida, desembarca el conquistador español Hernando de Soto junto a 600 hombres. .
Desde el viaje de Solís y Pinzón por el golfo de México, los españoles supieron con seguridad, que al norte de las Antillas existían extensas regiones a las que pronto rodearon de un halo de misterio y fantasía, dotándolas de un atractivo irresistible. Desde ese momento, varias fueron las expediciones que se adentraron, por el sur del subcontinente norteamericano.
En 1513, Juan Ponce de León, alcanzó las costas de la Florida, bautizándola así por hallarlas el día de la Pascua Florida. En 1521, organizó una expedición más ambiciosa, en la que perdió la vida.
Las navegaciones de Álvarez de Pineda en 1521, Esteban Gómez de 1524 a1525 y Vázquez de Ayllón en 1526, proporcionaron los contornos bien definidos, de la costa sur norteamericana, al tiempo que se difundían historias sobre las fabulosas riquezas, que poseerían los indios de esas regiones.
En 1528, Pánfilo de Narváez encabezó una expedición de colonización a Florida, que terminó con la muerte de casi todos sus miembros, unos 250 hombres. Dos supervivientes de esta empresa, el franciscano Marcos Niza y Vaca de Castro, expandieron entre autoridades y aventureros, la idea de que en la Florida había, un nuevo "El Dorado".
Uno de estos exploradores fue Hernando de Soto. Este extremeño, había amasado una gran fortuna desde 1514, en Centroamérica y en la conquista del reino inca del Perú, junto a Francisco Pizarro en 1532. De vuelta a España, fascinado por las historias que se contaban de la Florida, logró de Carlos V una licencia para explorar esas tierras.
Ansioso por superar las conquistas de Cortés y de Pizarro, Soto se ofreció a costear una expedición al interior de la Florida, a cambio de que la Corona obtuviese el 50 por ciento de los beneficios, y a él se le nombrara adelantado, de las tierras por descubrir y gobernador de Cuba. El acuerdo fue sellado el 20 de abril de 1538. Un año después partía desde Cuba, al frente de una flota de nueve navíos, con 650 hombres y 237 caballos a bordo.,
La expedición desembarcó en Florida, en la bahía de Tampa o Espíritu Santo. Dejando los barcos anclados y un retén de soldados, para cubrir la retaguardia y poder mantener la comunicación con Cuba, Soto se adentró en una región insalubre, plagada de pantanos, con un calor húmedo insoportable y habitada por nativos hostiles, que tenían muy mal recuerdo, del paso de la hueste de Narváez.
Los hombres de Soto se llevaron una sorpresa, cuando de repente apareció un hombre tatuado y vestido con falda de hierba y taparrabos, que se dirigió a ellos en español. Se trataba del sevillano Juan Ortiz, un miembro de la expedición de Narváez, que había sido capturado por los indios, doce años atrás y que ahora se puso al servicio de Soto, como guía e intérprete.
El conquistador extremeño había llegado a la Florida, convencido de que encontraría tesoros como el que Pizarro obtuvo en Perú, pero Ortiz le dijo, que no tenía noticias de que hubiera oro en la región. Pese a ello, Soto decidió continuar la marcha. Los expedicionarios, alcanzaron en unos meses los montes Apalaches. Soto envió un puñado de hombres de vuelta a Cuba, para dar noticias de la expedición y conseguir más hombres y provisiones, aunque los navíos de socorro, enviados por la esposa de Soto, jamás llegaron a contactar con los expedicionarios.
Sin noticias ni provisiones ni rumbo conocido, en marzo de 1540 Hernando de Soto y sus hombres, reanudaron la exploración alentados por las noticias, que les dieron algunas tribus sobre la reina de Cofitachequi, un país que suponían rico en oro y perlas. Antes pasaron por otros territorios indios, en los actuales territorios de Georgia y Carolina del Sur: los creek inferiores, el pueblo de Toa, los ichisis, los indios de Atamaha... Los caudillos indios les regalaban comida, los alojaban e incluso les ofrecían porteadores, pero los españoles no veían oro por ningún sitio.
Cuando llegaron finalmente a Cofitachequi, la reina los recibió con grandes ceremonias y los llevó hasta un rico palacio. Pero los exploradores descubrieron pronto, que todo el metal que tenían los indios, procedía de unas pobres minas de cobre.
Para entonces, el frío y las epidemias, habían provocado la muerte de la mayoría de los indios auxiliares, por lo que al pesado avance de los españoles, se unía el tener que arrastrar los bastimentos. Sin destino claro atravesaron Carolina del Norte y Tennessee, y descendieron hacia la costa sur, por Alabama. Al llegar a cada pueblo indio, Soto secuestraba al jefe y exigía la entrega de comida, porteadores y mujeres que les sirvieran.
En noviembre, los supervivientes llegaron al territorio de los indios choctaw, al sur del actual estado de Alabama. En Atahachi, Soto encontró al jefe Tascalusa, a quien se llevó hasta la siguiente etapa de su avance, Mabila (quizá la actual Mobile). Allí los españoles fueron recibidos con bailes y regalos, pero uno de ellos descubrió que cientos de guerreros, estaban agazapados listos para atacarlos.
Tras un incidente en que un español le cortó el brazo a un indio, "comenzaron todos a tirarnos flechas, unos por dentro de las casas y otros por fuera, y nos fue forzado salir huyendo del Pueblo", escribió el expedicionario Hernández de Biedma. Hernando de Soto decidió sitiar el pueblo y asaltarlo a sangre y fuego. La ciudad fue incendiada, y los choctaw, masacrados.
El mismo Biedma recordaba, que los indios "pelearon como brabos leones; matámoslos todos, unos con el fuego, otros con las espadas, otros con las lanzas". Por parte española murieron 20 hombres y hubo 250 heridos, incluido Hernando de Soto, flechado en un glúteo, lo que le impedía cabalgar.
El adelantado, decidió continuar hacia el norte, arrastrando tras de sí a una hueste cada vez más desmoralizada, convencida ya de no encontrar nada salvo la muerte. El invierno les obligó a buscar refugio y descanso. En el poblado de Chizaca aguantaron el frío, el hambre y el acoso de los indios.
Con la llegada de la primavera, continuaron hacia el noroeste hasta encontrar, el 8 de mayo de 1541, un inmenso río que los nativos llamaban Meatt-Massipí (Misisipi) y que los españoles bautizaron, como río Grande o del Espíritu Santo. Construyeron balsas para cruzar la enorme corriente de agua y siguieron hacia el sudoeste, con la esperanza de alcanzar la inexistente riqueza y el Pacífico, como camino de regreso. El nuevo invierno les sorprendió en el poblado de Utiange, hoy Camden (Arkansas).
A mediados de marzo de 1542, sólo seguían vivos la mitad de los hombres, que partieron de Cuba. Convencido ya de su fracaso, Soto cambió de rumbo, enfiló hacia el sur y en abril alcanzó de nuevo el Misisipi. Intentando vadear el río, el extremeño se sintió afiebrado y moriría pocos días después.
Su lugarteniente Luis Moscoso quedó al mando de la expedición e intentó llegar a México por tierra. Ante la imposibilidad de cruzar el río Trinidad, los expedicionarios retrocedieron hasta el Misisipi, donde construyeron unas pequeñas naves, para descender por la corriente y salir al mar. Allí, los vientos les empujaron hacia la costa y les impidieron navegar hasta Cuba.
Tardaron cerca de 50 días en llegar a Pánuco (México), donde pudieron desembarcar. Los supervivientes, un tercio de los que partieron de Cuba, habían concluido una fabulosa gesta, descubriendo un enorme territorio, pero a un elevado coste en vidas humanas.
domingo, 8 de junio de 2025
El fallido atentado contra el Rey Alfonso XIII en la ciudad de París
Tal día como hoy, 9 de junio de 1905, a la salida de la Ópera de París, tenía lugar un fallido atentado, contra el Rey Alfonso XIII de España.
La figura de Alfonso XIII fue desde el inicio de su reinado, una pieza clave para los anarquistas españoles. Ya en 1902, con motivo de su jura de la Constitución, corrieron rumores de que estos planeaban atentar contra el monarca.
Precisamente, tres años después, en París, los rumores se hicieron realidad, durante una visita al país vecino del Rey Alfonso XIII. Un atentado que dejó numerosos muertos y heridos y del que Alfonso XIII, salió completamente ileso.
Dicho atentado se produjo, tras una gran campaña de desprestigio a nivel internacional, contra el Rey Alfonso XIII que los anarquistas españoles residentes en París, pusieron en marcha tras los enfrentamientos que unos huelguistas, tuvieron con la Guardia Civil en agosto de 1903 en Alcalá del Valle.
Los detenidos fueron indultados, sin embargo, a pesar de este hecho, la extrema izquierda preparó una serie de actos propagandísticos, contra la monarquía española, coincidentes con la visita de Alfonso XIII a París.
Puesta en alerta la policía francesa, se procedió a vigilar a figuras clave en el mundo anarquista, como el zapatero Causannel, Charles Malato, Francisco Ferrer, Vallina y Alejandro Farras. Las labores de vigilancia permitieron averiguar, la colaboración de todos estos individuos, que fueron rápidamente detenidos, a excepción de Alejandro Farras, que no llegó a ser localizado, pues había fallecido.
Las detenciones no impidieron el atentado, durante la madrugada del 9 de junio de 1905 cuando el presidente Louvet y Alfonso XIII volvían de la Opera, en la calle Rohan, frente al Louvre. Fue en ese preciso instante, cuando una bomba alcanzó al carruaje en el que viajaban. Ambos mandatarios resultaron ilesos, pero miembros de la escolta y algunos transeúntes, resultaron heridos.
Como estaba previsto, el rey acudió a la ópera y, tras la función, el rey se montó en un automóvil descubierto, con el presidente de Francia. Dejaron atrás la plaza del Teatro francés, entraron en la calle de Rohan y, justo cuando el coche iba a torcer hacia la calle de Rivoli, un gran estruendo retumbó y el lugar se llenó de humo.
Había estallado una bomba al lado del "Café de la Régence", muy cerca del coche donde viajaba Alfonso XIII. En el suelo había dos heridos graves: un agente de policía y un salchichero apellidado Sérain.
Todas las sospechas apuntaban, al anarquista barcelonés Eduardo Aviñó pero la policía francesa fue incapaz de localizarlo. Ante este hecho, la justicia del país galo procesó a los cuatro anarquistas, que habían sido vigilados y contra los que se tenían pruebas más que suficientes, para considerar que habían tomado parte en el atentado.
El proceso se inició el 27 de octubre de 1905 y se desarrolló en cuatro sesiones. La defensa se centró en argumentar, que era una maquinación policial y en desacreditar al régimen de Madrid.
Las declaraciones del exministro español Nicolás Estévanez, a favor de los acusados fueron de gran importancia, al igual que las de Alejandro Lerroux, líder del partido radical español, quién declaró que los últimos atentados pertrechados en Barcelona y el de la calle Rohan, eran obra de las fuerzas del orden españolas.
El veredicto fue favorable a los acusados, que fueron absueltos, aunque las pruebas contra ellos eran bastante sólidas.
sábado, 7 de junio de 2025
La muerte del señor de Vizcaya Lope Diaz III de Haro
Tal día como hoy, 8 de junio de 1288: En la localidad riojana de Alfaro, el Rey Sancho IV "el Bravo" da muerte al señor de Vizcaya Lope de Haro.
El 8 de junio de 1288, en la localidad de Alfaro, un evento marcó profundamente la historia de Castilla: la ejecución de Lope Díaz III de Haro, señor de Vizcaya, a manos del rey Sancho IV "El Bravo".
Lope Díaz III de Haro, era hijo de Diego López III de Haro, señor de Vizcaya, y de su esposa, Constanza de Bearne,
Fue hermano de Diego López V de Haro, que llegó a ser señor de Vizcaya y también mayordomo mayor del rey y alférez del rey Fernando IV de Castilla, y de Teresa de Haro, que contrajo matrimonio, con Juan Núñez I de Lara, señor de la Casa de Lara.
Algunos autores afirman que nació hacia el año 1245. Tomó posesión del señorío de Vizcaya siendo todavía menor de edad, tras el fallecimiento de su padre y como este había tenido disputas con el rey de Castilla Alfonso X de Castilla, poniéndose bajo las órdenes del rey de Navarra, Lope fue llevado por sus tutores a Estella en 1255, para ofrecer igualmente sus servicios, al rey navarro.
Más adelante se reconcilió con el rey de Castilla, logrando que este le confirmase los privilegios sobre Haro, que su padre había perdido y fue armado caballero por Fernando de la Cerda, primogénito de Alfonso X.
Tras la muerte de Fernando de la Cerda en 1275, su hijo Alfonso de la Cerda y su hermano Sancho empezaron a disputar la sucesión del reino de Castilla.
Lope decidió apoyar a Sancho, que en un principio tenía también el apoyo de Alfonso, pero que en 1282 pasó a apoyar a su nieto, privando a Lope del señorío de Haro, en favor del infante Jaime, quien moriría en 1283 a los dieciocho años, por lo que es probable, que no llegase a tomar posesión.
Al fallecer Alfonso X el 4 de abril de 1284, Sancho fue nombrado rey de Castilla. Estaba casado con María de Molina, hermana de la mujer de Lope Díaz III, lo que convirtió al señor de Vizcaya en cuñado del rey. Esto le dio un gran poder y fue nombrado mayordomo real, canciller y alférez Mayor, y le fue devuelto el señorío de Haro y el gobierno de la región, desde Burgos al Cantábrico. En 1287 era regente del reino junto a Martín González obispo de Astorga.
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La desmedida ambición de Lope, conllevó protestas de otros nobles y provocó muchos problemas al rey. Hallándose este en Alfaro el 8 de junio de 1288, entre otros nobles convocó al infante Juan y a Lope, para reclamarles los castillos que le habían usurpado. Agriada la discusión, ordenó que apresasen al de Haro.
Fue entonces.-según las crónicas- cuando éste ... "se levantó mucho asina e dijo: "¿Presos? ¿Cómo? ¡A la merda! ¡Oh, los míos!" e metió mano a un cuchillo e dejóse ir para la puerta donde estaba el Rey el cuchillo sacado e la mano alta ... ballesteros e caballeros, veyendo que el Conde iva contra el Rey, firieron al Conde, e diéronle con una espada en la mano, e cortáronsela, e cayó luego la mano en tierra con el cuchillo; e luego diéronle con una maza en la cabeza, que cayó en tierra muerto".
Lope Diez de Haro, fue sepultado en el monasterio de Santa María la Real de Nájera, junto a muchos de sus antepasados, como señaló Esteban de Garibay. Y la mayoría de los historiadores, aunque sin mencionar que había sido enterrado en Nájera, señalaron que sobre su sepulcro estaba colocado el siguiente epitafio, que fue consignado por Gonzalo Argote de Molina y por Antonio Benavides:
"Los plantos gemian, el lloro crecía, ca el hirió de muerte al gran Señor, y muy poderoso honrado de linage Real el Conde D. Lope Diez de Haro. Que hizo grandes servicios á Dios. Recobró su cruz de mano de los paganos. Y no menos hizo á su Rey. Los quales fueron olvidados el día de su muerte. La crueldad fue cierto sentida por Grandes Principes et agraviada: en Alfaro fue su fin, miércoles era de 1332 años".
El epitafio colocado sobre el sepulcro del conde,le fue comunicado a Argote de Molina, por el "maestre Álvar Gómez", aunque la fecha que aparece en el mismo es errónea, aun considerando que está numerada conforme a la era hispánica, ya que fue asesinado en 1288.
viernes, 6 de junio de 2025
Don Juan de Austria, el hijo bastardo de Carlos V que lideró la batalla de Lepanto
Tal día como hoy, el 7 de junio de 1554, el emperador Carlos V reconocía en un codicilo, a Don Juan de Austria como hijo suyo.
Don Juan de Austria nació en Ratisbona, el 24 de febrero de 1545 y fue hijo ilegítimo, del rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico y de Bárbara Blomberg. Fue miembro de la familia real española, además de militar y diplomático, durante el reinado de su hermano -por vía paterna- Felipe II de España.
Bautizado en realidad con el nombre de Jeromín, Don Juan de Austria fue criado en Castilla, lejos de su padre, al que no conoció hasta que este le llamó durante su retiro, en el monasterio de Yuste en 1556.
Fue el Rey Felipe II quien, siguiendo el testamento de su padre, le reconoció como miembro de la Familia Real , con el nombre de Juan de Austria, quien recibió a partir de ese momento honores y rentas, dignas de un Infante.
Don Juan de Austria, completó sus estudios en la Universidad de Alcalá de Henares. Su destino era la carrera eclesiástica, pero su decidida vocación militar hizo que Felipe II, en 1568, le pusiera al mando de una escuadra, para combatir a los piratas berberiscos, que asolaban el Mediterráneo.
Con el tiempo demostró sus grandes dotes militares, al acabar con la rebelión de las Alpujarras, un hecho que le permitió obtener el mando supremo, de la flota de la Liga Santa que el Imperio español formó, junto a Venecia y los Estados Papales, para hacer frente a los turcos, a los que venció de forma contundente, en la batalla de Lepanto.
Siendo el hombre del momento , intentó que Felipe II le reconociese oficialmente, como Infante con tratamiento de alteza, demanda que su hermanastro rechazó. Sí le otorgó el cargo de gobernador de los Países Bajos, para poner fin a la rebelión protestante, un puesto en el que ya habían fracasado, el duque de Alba y Luis de Requeséns.
Don Juan de Austria no fue la excepción, y todo después de comprometerse, a retirar a los Tercios Españoles de Flandes y de respetar las libertades flamencas, a cambio de que los rebeldes reconocieran la fe católica, así como la soberanía española.
Viendo cerca su muerte, el victorioso en Lepanto, nombró sucesor en el gobierno de los Países Bajos a su sobrino Alejandro Farnesio y escribió a su hermano, pidiéndole que respetase este nombramiento y que le permitiera, ser enterrado junto a su padre.
No en vano, en el momento de su muerte, el 1 de octubre, Don Juan de Austria se encontraba aislado políticamente, y profundamente herido en su espíritu, por la falta de confianza que le había transmitido Felipe II. Solo al fallecimiento de su hermano, el Rey se percató de la perniciosa manipulación, que estaba ejerciendo Antonio Pérez- secretario de Felipe II - sobre él y, en consecuencia, de la injusticia que había cometido.-
El cadáver de Don Juan de Austria fue trasladado a España, después de
ser seccionado en tres partes para evitar que pudiera caer en manos
enemigas y posteriormente unido de nuevo.
Según las fuentes, el estado de sus restos tras el viaje, era bastante calamitoso, faltándole la punta de la nariz y otras partes. Y como queriendo redimirse del injusto trato que le dio en sus últimos años de vida, Felipe II situó su escultura en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial .
Un obsequio para un hombre que no dejó nada en su testamento, "porque nada poseía en el mundo que no fuese de su hermano y señor el Rey".
Un obsequio para un hombre que no dejó nada en su testamento, "porque nada poseía en el mundo que no fuese de su hermano y señor el Rey".Don Juan de Austria murió víctima del tifus, enfermedad que contrajo durante una campaña militar.
Don Juan de Austria "fue acaso la figura más atractiva de la corte
filipina". Fue apreciado por sus contemporáneos, gozó de la amistad de
su sobrino el príncipe Carlos, lo mismo que del valeroso Alejandro
Farnesio. Como triunfador de Lepanto, gozó de gran reputación en toda
Europa.
Como militar, destacan su intervención en la guerra de
las Alpujarras y el triunfo de Lepanto. Su actividad política está menos
estudiada, en particular la diplomacia desarrollada en Lombardía y el
resto de Italia.
Menos éxito tuvo en los Países Bajos, donde la
situación era extremadamente compleja y en la que se sintió abandonado y
sin medios. Se le reprocha su tardanza en llegar una vez que recibió
las órdenes de desplazarse allí, pues se considera que podría haber
evitado el saqueo de Amberes por las tropas españolas.
De sus
relaciones con su hermano Felipe II, se suelen mencionar los celos por
parte del rey hacia sus ambiciones. Aunque le trató como miembro de la
familia real, situándose entre ésta y delante de los grandes de España
en las ceremonias públicas, no fue considerado infante de España y
tampoco recibió el tratamiento de "Alteza", aunque sí fue tratado como
"Excelentísimo Señor".
jueves, 5 de junio de 2025
La Guerra de las Naranjas
Tal día como hoy, 6 de junio de 1801: El Tratado de Badajoz, pone fin a la Guerra de las Naranjas.
La Guerra de las Naranjas, fue un breve conflicto militar entre España y Portugal en 1801, impulsado por las ambiciones, de Napoleón Bonaparte. Este conflicto, que duró apenas 18 días, fue resultado de la presión de Francia para que Portugal, rompiera su alianza con Gran Bretaña y cerrara sus puertos a los británicos.
Todo comenzó en 1801, cuando Napoleón intentó que Portugal rompiera su alianza con Inglaterra, ruptura que el país luso negó, y nunca consintió, que Napoleón les controlase.
Pero entre Francia y Portugal, estaba España – en ese momento a cargo del gobierno de Manuel Godoy –, Napoleón obligó a que España, declarase la guerra al país vecino Portugal, ante su negativa, a abandonar su apoyo a los ingleses.
Manuel Godoy, era secretario de Estado desde 1792 y quien había firmado varios tratados con Francia, por los que establecía una alianza mutua contra Gran Bretaña y, aunque había tenido que abandonar temporalmente su ministerio, en 1801 volvió a retomar las riendas del ejecutivo tras, la caída de Urquijo y Mazarredo.
La solicitud de Bonaparte le venía como anillo al dedo, para recobrar su prestigio, así que organizó un cuerpo expedicionario, a cuyo frente se puso él mismo. Y así fue como España se vio envuelta en medio de una guerra, la llamada Guerra de las Naranjas.
El nombre de esta guerra se debe a una sátira. Cuando el ejercito comandado por Godoy, se hace con la plaza portuguesa de Elvas, los soldados recogieron una cuantas ramas de naranjas, que Godoy hizo llegar a su amante, la reina consorte María Luisa de Parma, esposa del rey de España, Carlos IV.
La oposición a Godoy,utilizó este hecho para hacer bromas y chistes, sobre las relaciones extramatrimoniales entre la reina María Luisa de Parma y el primer ministro. Así, una anécdota utilizada por parte de la oposición, sirvió para bautizar un conflicto bélico.
Un conflicto bélico corto pero al fin y al cabo una guerra, con un nombre muy bucólico, la Guerra de las Naranjas.
La paz se firmó en Badajoz, el 6 de junio, en ella, se devuelven todas las conquistas –casi una veintena de plazas–, salvo alguna posición fronteriza, que España quería conservar.
Fue una guerra corta, en la que Napoleón no consiguió conquistar Portugal, pero si consiguió que, al menos, el país luso cerrase sus puertos a Inglaterra.
miércoles, 4 de junio de 2025
La rendición de la ciudad de Breda
Tal día como hoy, 5 de junio de 1625, se produce la rendición de la plaza de Breda, ante las tropas españolas, comandadas por Ambrosio de Spínola.
El año de gracia de 1625, fue de un éxito tal para la monarquía española que se conoce en la historia como el "annus mirabilis" ,porque durante el mismo, se recuperó Bahía de Todos los Santos (Brasil) de las garras de los holandeses, que la habían tomado el año anterior, se rindió Breda, se venció a los ingleses en su intento de tomar Cádiz, a los holandeses se les rechazó en Puerto Rico, y se socorrió a Génova con éxito, resolviéndose la cuestión de La Valtelina.
Rota, en 1621, la tregua con las siete provincias rebeldes de Flandes, la guerra en aquellos estados se vio imbricada, en la de los treinta años. En ese contexto, un ejército español al mando de Ambrosio de Spínola sitió Breda, que estaba defendida por Justino de Nassau, de la casa de Orange.
Felipe IV nombró jefe supremo de la expedición a Breda, al mejor estratega a su servicio conocido en aquella época, el aristócrata genovés Ambrosio de Spinola. Este se puso al mando de 40 000 hombres, entre los que había numerosos generales españoles, como el marqués de Leganés y Carlos Coloma, militares muy famosos.
En la madrugada del día 28 de marzo de 1624, Spínola, tras hacer varias diversiones estratégicas, amagando sobre otros puntos, lanzó la caballería contra los arrabales de Breda, concentró alrededor de ella sus fuerzas y, enseguida, formalizó el sitio.
Spínola, derrochando dotes de estratega, impidió que la plaza recibiese víveres y municiones, mediante la inundación de los terrenos cercanos y controlando perfectamente, los caminos hacia la ciudad, con apropiadas guarniciones.
Las crónicas de la época, cuentan que la defensa de Breda llegó a ser heroica, pero la guarnición tuvo que rendirse y levantar la bandera. Justino de Nassau, capituló el 5 de junio de 1625. Fue una capitulación que el ejército español reconoció como tal, admirando en su enemigo, la valentía de los asediados.
Por estas razones permitió, que la guarnición saliera formada en orden militar, con sus banderas al frente. Los generales españoles dieron la orden de que los vencidos, fueran rigurosamente respetados y tratados con dignidad.
Las crónicas describen también, el momento en que el general español Spinola esperaba fuera de las fortificaciones. al vencido general neerlandés Nassau. La entrevista fue un acto de cortesía y el enemigo, fue tratado con caballerosidad y sin humillación; es el momento histórico elegido por Velázquez para su cuadro :" La rendición de Breda".
Diego Velázquez ha inmortalizado el encuentro entre ambos generales en el famoso cuadro conocido vulgarmente, como "Las Lanzas", en el cual, a pesar de que Ambrosio Spínola está recibiendo las llaves de la plaza de Breda, que le ofrece su oponente, es difícil saber, contemplando la dignidad de todos los presentes, quienes son los vencedores y cuales los vencidos.
La rendición de Breda, fue la última gran victoria de los Tercios españoles del S. XVII. El asedio fue costoso. Miles de soldados perecieron en la lucha. Tras ella, la ciudad de Breda pasó a manos españolas, aunque no por mucho tiempo, pues en 1637 esta sería recuperada por los rebeldes holandeses, encabezados por Enrique de Orange-Nassau.
martes, 3 de junio de 2025
Guerra en el Pacífico: La batalla aeronaval de Midway
Tal día como hoy, 4 de junio de 1942, dos poderosas flotas, la estadounidense y la imperial japonesa, se enfrentaron en el Pacífico, en una batalla decisiva por el control del atolón de las Midway,, donde los norteamericanos tenían una base naval, a medio camino entre Asía y América.
El Imperio del Sol Naciente escogió este lugar, para asestar el que creían sería el golpe definitivo a los Estados Unidos. El coloso norteamericano, ya había sufrido un duro golpe hacía seis meses, cuando la aviación japonesa, atacó la base naval de Pearl Harbor, en las islas Hawái.
Pero en las Midway, a pesar de que los nipones contaban con más efectivos, la defensa "numantina" de los norteamericanos, fue suficiente para dar la vuelta a una batalla, que parecían tener perdida.
Tras las rotundas victorias de la Armada japonesa, en el transcurso de la batalla del mar del Coral, la Marina del Sol Naciente obtuvo el primer revés. Pero a pesar de ello, la Flota Combinada de la Armada Imperial japonesa, comandada por el almirante y comandante en jefe Isoroku Yamamoto, puso rumbo al atolón de las Midway con 185 buques, entre ellos cuatro portaaviones pesados, que transportaban más de 250 aviones cada uno, dos portaaviones ligeros, siete buques de línea, catorce cruceros, y varios submarinos, destructores y buques de abastecimiento.
La supremacía naval de Japón, permitió poner fin a la presencia militar británica en el archipiélago malayo y conquistar la inexpugnable Singapur, las islas Filipinas, Indonesia, y lo más importante: lograr la ansiada obtención de recursos naturales.
El plan de batalla del almirante japonés, partía del supuesto de que los portaaviones USS Enterprise y USS Hornet, eran los únicos de los que disponía la flota norteamericana del Pacífico y de que el USS Lexington, había sido hundido y el USS Yorktown había sufrido graves daños, en la batalla que había tenido lugar en el mar del Coral, tan sólo un mes antes.
Por encima de esto, estaba la creencia japonesa, de que los norteamericanos se hallaban terriblemente desmoralizados, por las derrotas sufridas en los últimos seis meses y que esto sería fundamental, para llevarlos hacia la trampa que el almirante Yamamoto, estaba tejiendo para ellos.
El 3 de junio de 1942, un hidroavión "Catalina" avistó una formación de buques de la Marina Imperial Japonesa,a unas de 700 millas náuticas, y aunque en aquel momento, los norteamericanos creyeron que se trataba del grueso principal de la flota nipona, aquella no era más que una pequeña escuadra, que se había adelantado.
Ante aquella inquietante presencia, el almirante Chester Nimitz, envió un escuadrón de nueve bombarderos cuatrimotores, para enfrentarse al enemigo, pero estos fallaron en todos sus objetivos
Por su parte, el almirante Chuichi Nagumo, temiendo la posibilidad de que pudiera haber portaaviones enemigos en las inmediaciones, ordenó, enviar siete hidroaviones para que reconocieran la zona.
Sin embargo el séptimo aparato se retrasó treinta minutos, debido a un fallo mecánico en la catapulta que lo debía impulsar. Sin saberlo, aquella tardanza tendría nefastas consecuencias para los japoneses, ya que en la ruta del séptimo hidroavión, se encontraba el portaaviones USS Yorktown, lo que dejaba completamente desprotegida a la escuadra japonesa.
El 4 de junio de 1942, la aviación japonesa apareció en los cielos de Midway. Los raids aéreos provocaron un desastre en las defensas norteamericanas, gracias a la superioridad de los Zero, los cazas japoneses, que no perdieron ningún aparato, mientras que los norteamericanos, perdieron diecisiete aviones.
A partir de ese momento, los japoneses bombardearon el atolón y ametrallaron a ras de suelo durante veinte minutos destruyendo edificios, depósitos de gasolina, hangares de hidroaviones, torretas de vigilancia, vehículos y posiciones de artillería antiaérea, además de acabar, con numerosos marines y empleados de la base.
Por su parte, el almirante Chuichi Nagumo aún desconocía el informe de los hidroaviones enviados, porque uno de ellos había salido con treinta minutos de retraso. A pesar de esto, ordenó que bajaran los aviones a los hangares, para sustituir los torpedos por bombas para lanzar otro raid sobre Midway.
Aquella decisión era muy arriesgada, porque el rearme de los aviones era una operación con un coste de tiempo muy elevado. Finalmente, el último hidroavión japonés, que había partido con treinta minutos de retraso, llegó con el siguiente informe: "Avistados diez buques, aparentemente enemigos, a 10 grados de elevación y 240 millas de Midway. Ruta 150 grados; velocidad superior a los 20 nudos". Presa del pánico, el almirante Nagumo ordenó suspender, el rearme de los aviones y que la tripulación se mantuviera a la espera de nuevas ordenes.
Finalmente, los portaaviones estadounidenses fueron detectados y Nagumo, ordenó volver a subir todos los aviones a cubierta y volver a cambiar las bombas por torpedos, perdiendo así un tiempo precioso.
Cuando las escuadrillas de 30 aviones comandadas, por el contraalmirante Clarence McClusky regresaban a la base con el combustible necesario, detectaron a los portaaviones japoneses justo en el momento en que los aviones, cargados con torpedos hacían más vulnerables a los buques, ya que si eran destruidos estando aún en cubierta, las deflagraciones,podían ser devastadoras y hundirlos.
Por su parte los japoneses consiguieron detectar al USS Yorktown y hundirlo, pero en la siguiente oleada de ataques, los estadounidenses hundieron asimismo al Hiryu y cuatro portaaviones pesados, un crucero pesado y 250 aviones, con un total de 2.500 tripulantes.
Al ser informado de la debacle en el Pacífico, el almirante Yamamoto decidió aceptar la derrota y retirarse. Al ser convocado por el Estado Mayor japonés, Yamamoto asumió la responsabilidad de lo ocurrido argumentando: "Yo soy el único que debe excusarse ante el emperador".
El 6 de junio de 1942, durante la retirada de la Marina Imperial Japonesa, un grupo de bombarderos, procedentes del portaaviones USS Enterprise acertaron al crucero Mikuma que se incendió y se hundió, con 650 marineros a bordo.
La derrota de Japón en la batalla de Midway, fue de tal magnitud que, con el hundimiento de sus cuatro mejores portaaviones, fruto de una serie de circunstancias adversas, la Marina Imperial Japonesa, quedó incapacitada para llevar a cabo nuevas ofensiva, tanto en Asia como en el océano Pacífico.
Esta colosal catástrofe, condenó a los japoneses a interrumpir su expansión por Oceanía y, por tanto, modificó el curso de la historia, tanto de la Segunda Guerra Mundial como del siglo XX.
lunes, 2 de junio de 2025
Historia breve del general español Emilio Mola, "el Director"
Emilio Mola Vidal fue un militar español, que desempeñó un papel relevante, durante la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República.
Siendo General de brigada, fue llamado "el Director" del golpe de Estado de 1936, que, tras su fracaso inicial, dio origen a la Guerra Civil. Una vez comenzada la contienda, destacó en la dirección de las operaciones militares, al mando del Ejército del Norte, especialmente en la zona del País Vasco.
Emilio Mola fue uno de los principales instigadores, del fallido golpe de Estado que dio inicio a la Guerra Civil española. Siguiendo la tradición militar, Emilio Mola ingresó en el ejército español a los 17 años.
La mayor parte de su carrera militar la hizo en Marruecos, en donde fue herido varias veces en combate y ascendió por méritos de guerra, hasta el grado de general.
El Gobierno del general Dámaso Berenguer le nombró director general de Seguridad, puesto desde el que llevó a cabo una dura represión, contra los movimientos estudiantiles y republicanos. A pesar de sus actos, Emilio Mola no sufrió represalias, después de que los republicanos tomasen el poder, al proclamar la Segunda República Española en el año 1931.
En 1932, Emilio Mola fue separado del ejército. El motivo fue, las sospechas de que había formado parte en el fallido golpe de Estado del general Sanjurjo, sin embargo, el Gobierno de derechas, liderado por Alejandro Lerroux y José María Gil Robles le amnistió en 1934 y le nombró,jefe de la Alta Comisaría de Marruecos en 1935.
A raíz del triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936, Emilio Mola comenzó a conspirar con los militares más reaccionarios y dispuestos a dar un golpe contra la Segunda República Española.
Lo hizo desde Pamplona, lugar al que había sido destinado por el nuevo Gobierno y desde el que dirigió el golpe de Estado de julio de 1936, golpe que finalmente fracasaría ante la resistencia de las organizaciones republicanas, en gran parte del territorio.
Los sublevados decidieron continuar con su ataque contra la Segunda República Española, iniciándose así una larga Guerra Civil en la que Emilio Mola asumió el mando del ejército del Norte aunque pronto dejaría de liderar el bando nacional, debido a un trágico accidente de aviación. Su muerte permitió a Francisco Franco hacerse con la jefatura del bando rebelde y cambiar así la historia de España.
Ya iniciada la guerra, y como colaborador de Franco en la jefatura de
las fuerzas sublevadas, su muerte accidental siempre ha sido motivo de
discusiones y especulaciones en torno al posible papel desempeñado por
Franco, a quien desde luego beneficiaba su desaparición, pero cuya
participación nunca ha sido acreditada.
La figura del general Emilio Mola Vidal, a pasado a la historia por haber sido el minucioso planificador, del fallido golpe de Estado que daría lugar a la contienda civil, pero quizás más por sus famosas directrices secretas, en las que establecía los métodos de represión destinados a todos los miembros simpatizantes del Frente Popular, que luego serían aplicados hasta sus últimas consecuencias.
domingo, 1 de junio de 2025
Los últimos de Filipinas: El levantamiento del sitio de Baler
Tal día como hoy, 2 de junio de 1899,tiene lugar el final del sitio de Baler, en las Islas Filipina.
El levantamiento del sitio de Baler, también conocido como "Los Últimos de Filipinas", fue el último asedio militar español en Filipinas, que duró 337 días, desde el 30 de junio de 1898 hasta el 2 de junio de 1899.
Un pequeño destacamento español, de 58 hombres, fue sitiado en la iglesia de Baler por fuerzas filipinas mucho mayores. Tras la caída de Manila en agosto de 1898, los españoles en Baler continuaron resistiendo, desconociendo que la guerra había terminado y que Filipinas, ya no era una colonia española.
Su resistencia, caracterizada por la valentía ante la adversidad, la escasez de recursos y la amenaza constante, les valió el reconocimiento como "los últimos de Filipinas".
El asedio de Baler constituyó la última acción militar española en las Islas Filipinas. Se prolongó durante 337 días, desde el 30 de junio de 1898 hasta el 2 de junio del siguiente año, en que los sitiados se convencieron de que la guerra había terminado y ya no tenía sentido seguir resistiendo.
Baler es un pequeño pueblo de la costa este de la isla de Luzón, hoy día cabecera de la provincia de Aurora, que debe su nombre a la esposa del presidente filipino, Manuel Luis Quezón, nacido en Baler, en 1878.
Hasta hace bien poco, Baler se encontraba tan mal conectado por tierra con Manila, que los transportes y avituallamientos se hacían por vía marítima, circunnavegado Luzón por el norte. A pesar de estar a poco más de 200 kilómetros de la capital, Baler en 1898 era una apartada aldea, y su pequeña guarnición se encontraba aislada, del resto del ejército español.
Tras ser casi aniquilada la anterior guarnición, se envió una nueva dotación al mando del capitán Enrique de las Morenas, con el teniente Juan Alonso Zayas y el 2º teniente Saturnino Martín Cerezo. También se incorporó el teniente medico Rogelio Vigil de Quiñones, constituyendo una unidad, de 58 hombres en total.
Inicialmente se establecieron en la Comandancia, pero al incrementarse el peligro se ubicaron en la Iglesia de la aldea, ya que era el único edificio sólido, en el que se podía mantener una cierta resistencia. El 27 de julio de 1898, el capitán De las Morenas, decide refugiarse con todo el destacamento en la iglesia. La decisión es determinante: la defensa de la posición hasta que lleguen más refuerzos, o nuevas órdenes desde Manila.
Comienza la resistencia que se convertirá en heroica. Los víveres son escasos y parte de ellos se encontraban en mal estado. Cientos de tagalos atacan la iglesia por todas partes, pero logran repeler todas las ofensivas. Los insurgentes insisten y vuelven a la ofensiva y los españoles vuelven a repelerlos.
Muere el capitán de las Morenas, así como el teniente Zayas y queda al mando el teniente Martín Cerezo. Los días y los meses pasan, pero la decisión de defenderse no cambia. La guerra termina y los filipinos informan de ello, pero los sitiados desconfían. La situación se agrava, las provisiones se agotan y el beri-beri hace estragos entre los defensores. Los refuerzos no llegan.
En mayo de 1899, el teniente coronel Cristóbal Aguilar y Castañeda, llegó a Baler con la misión de convencer a Martin Cerezo, pero éste, firme en sus convicciones, piensa que es otra estratagema más, pero Aguilar entrega unos periódicos a la guarnición y en esta ocasión, al ver el destino de un teniente conocido de Martín Cerezo a Puerto Rico, se convence de la realidad y del fin de la guerra. El sitio había concluido.
El 2 de junio de 1899, la bandera española era arriada de la iglesia y en su lugar se izó la bandera blanca. Martín Cerezo negoció una honrosa rendición, los españoles no tendrían la condición de prisioneros de guerra, saldrían de la iglesia portando sus armas y serían escoltadas, hasta donde hubiere tropas españolas o a un lugar seguro.
Más tarde el 30 de junio de 1899, se publicó un decreto firmado por Emilio Aguinaldo, presidente de la República Filipina, que encumbró a la categoría de héroes a los españoles defensores de Baler, y por eso se eligió dicha fecha, como el Día de la Amistad Hispano Filipina. Por su relevancia transcribimos el inicio del decreto:
"Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo, las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor, de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares…"