Tal día como hoy, 26 de julio de 1582:En las Islas Azores, la flota española dirigida por Álvaro de Bazán, derrota a Francia, e Inglaterra en la batalla de la Isla Terceira.
La batalla de la Isla Terceira, también conocida como la Batalla de Ponta Delgada, fue un enfrentamiento naval ocurrido el 26 de julio de 1582 en aguas de la isla Terceira, en las Azores.
En esta batalla, una flota española comandada por Álvaro de Bazán, se enfrentó a una flota francesa que apoyaba las pretensiones al trono portugués de Antonio, Prior de Crato, y que buscaba tomar el control de las Azores. A pesar de la inferioridad numérica, la flota española, logró una victoria decisiva sobre la francesa.
La flota española estaba mandada por el gran marino militar Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz y capitán general de las Galeras de España. Mandaba dos galeones del rey, 10 naos guipuzcoanas, ocho portuguesas y castellanas, 10 urcas flamencas y una levantina, así como cinco pataches. Pero dos de las urcas desaparecieron en la noche del 24 de julio, tres naves se demoraron en Lisboa, la levantina llegó tarde y uno de los pataches había sido apresado, por lo que, en el momento del combate, solo tenía 25 bajeles de guerra.
El mando de la flota francesa lo tenía Felipe Strozzi, mariscal de Francia, y le secundaba Charles de Brisac, conde de Brisac,. Se encontraba en ella don Francisco de Portugal, conde de Vimioso. También había un pequeño contingente inglés, al mando de sir Howard of Effingham. Llevaban 60 navíos con 6000 a 7000 infantes y arbolaban la bandera de Francia blanca, con la flor de lis dorada.
El 21 de julio llega Bazan a la isla de San Miguel, con solo 27 naos y la mitad de la tropa prevista. Manda dos pataches, para notificar su llegada al gobernador y decir al almirante Peijoto, que se una a su escuadra, y fondea el 22 en Villafranca para hacer aguada. Le sorprende el recibimiento hostil de los lugareños, e incluso los esquifes recibieron algún arcabuzazo.
Pero le dicen, que son leales a Felipe II y que deberían dirigirse a Ponta Delgada. En esto llega una carabela, comunicando que había salido de Lisboa con otras dos carabelas y dos naos, que las dos carabelas habían sido apresadas por los franceses y que las naos, habían conseguido escapar como ellos.
Uno de los pataches de descubierta, viene con las noticias del apresamiento de los dos pataches que se habían enviado a Ponta Delgada. Ante la evidencia de la presencia de la flota francesa, Bazan acelera la aguada y se hace a la mar, avistando más de 60 velas, que estaban ocultas al otro lado de la isla.
La falta de viento, deja a las dos escuadras inmóviles, y con la brisa del anochecer, los españoles se dirigen hacia la mar y los franceses hacia tierra.
A media noche llega a la capitana de Bazán, una pinaza con noticias de Ponta Delgada. El gobernador le comunica "que los franceses habían desembarcado con 3000 hombres en la isla el 15 de julio, saqueando la villa de La Laguna y tomando Ponta Delgada, salvo el castillo".
"Que el almirante Peijoto, en vez de hacerse a la mar, se arrimó al castillo, resultando apresadas las naves guipuzcoanas y varadas en los escollos dos carabelas y dos galeones". "Que la gente de los barcos se había refugiado en el castillo, por lo que pudo resistir con más de 500 hombres". Y "que al ver que los franceses se retiraban, en vez de hacerse fuertes en Ponta Delgada, supusieron que había llegado la escuadra española, por lo que despacharon la pinaza para avisarles".
Al amanecer, la flota francesa, que tenía barlovento (1), intenta romper la formación española sin conseguirlo. Repite el intento dos veces más durante la mañana, ya que por la tarde el viento vuelve a calmarse, dejando inmóviles a las dos flotas.
En la amanecida del 24, la situación sigue igual. A las cuatro de la tarde, los franceses, en tres columnas, atacan la retaguardia que manda Miguel de Oquendo, con sus cinco naves guipuzcoanas. La presteza de Bazán en cerrar la formación, hace que fracase el ataque, y los franceses se ven obligados a retirarse con daños, pero conservando el barlovento.
Bazán ordena a sus barcos que esa noche, al ponerse la luna, sin más órdenes y sin luces, viren para ganar barlovento, esperando así encontrarse al amanecer a barlovento de los franceses, como así fue.
En la mañana del 25, se encuentra por tanto Bazán a barlovento de los franceses, y además la formación francesa está desordenada, porque estaban reparando las averías del combate de la tarde anterior.
Sin embargo, Bazán no puede aprovechar esa oportunidad, puesto que a las nueve de la mañana, la nao de Cristóbal de Eraso, su segundo en el mando, pide auxilio pues se ha desarbolado.. Bazán le da remolque y se pierde la ocasión de atacar.
El 26 de julio, amanecen las dos flotas a tres millas una de otra, y a 18 millas de la isla de San Miguel, con la francesa situada a barlovento. Siguen navegando de orza,(2) y parece que tampoco va a haber combate.
Después del mediodía, el galeón San Mateo, que lleva de maestre de campo a don Lope de Figueroa, se aparta de la línea hacia barlovento. Los franceses creen que pueden aislarle de la línea española, y se dirigen hacia él la capitana, la almiranta y tres galeones.
Figueroa acepta el combate, y sin disparar sus cañones, se ve abordado por la capitana y la almiranta, mientras los otros tres galeones, le hacen disparos por proa y popa. Cuando las dos naves están muy cerca, dispara su artillería, produciendo grandes daños a los franceses, y repite la descarga antes del abordaje.
Pone tiradores escogidos en la gavias, para barrer las cubiertas francesas. Siendo el San Mateo ya una boya, sin jarcias ni velas, mantiene combate durante dos horas. Tuvo que dar orden D. Lope a sus hombres para que no pasasen a la capitana francesa, que se había rendido, para mantener el combate con la almiranta.
Los franceses atacan la línea española, que se mantiene en buen orden. Bazán suelta el remolque que llevaba y se dirige a apoyar al galeón San Mateo, al igual que el grupo de retaguardia, que llega antes. La nao Juana, del capitán Garagarza, aborda a la capitana francesa, mientras Villaviciosa lo hace con la almiranta.
Acuden naves francesas, que se amarran a estas últimas, y se forma un grupo de barcos en que los hombres combaten unos con otros encarnizadamente. Miguel de Oquendo se mete a toda vela entre el San Mateo y la almiranta francesa, disparando contra ella al estar en medio. Con esta maniobra, rompe las amarras y hunde el costado de la nave francesa, a la que se aferra.
Cuando llega Álvaro de Bazan , viendo que sus barcos están dominando la situación y, al comprobar que la capitana francesa, que mandaba Strozzi, se separa del San Mateo, la aborda, al igual que la nave Catalina. En una hora, el navío francés se rinde.
Al dar por perdidas la almiranta y la Capitana, los franceses que no están trabados a naves españolas se retiran, y termina el combate a las cuatro horas, de haber empezado.
Por parte española, hubo 224 muertos y 550 heridos, y, aunque no se perdió ningún barco, todos quedaron con averías. Por parte francesa se perdieron 10 navíos grandes, y se calcula que hubo unos 2000 muertos, entre ellos el almirante Felipe Strozzi.
El día 30 fondea la escuadra española en Villafranca, desembarcando heridos y prisioneros y empezando sus reparaciones.
Se inicia un juicio contra los prisioneros, acusándoles de piratas, ya que España y Francia estaban oficialmente en paz. Los franceses alegaron no ser piratas, y que tenían despachos del rey de Francia, pero don Álvaro dio por falsos esos documentos, y los condena a muerte.
El 1 de agosto, en Villafranca, fueron degollados 28 señores y 52 caballeros, y ahorcados los soldados y marineros de más de 18 años de edad.
El Prior de Crato huye de la isla Tercera, embarcando en las naves francesas fugitivas. Cabe destacar que en esta batalla participó el poeta y dramaturgo Félix Lope de Vega.
(1) En náutica y meteorología, barlovento se refiere al lado de donde proviene el viento, mientras que sotavento es el lado hacia donde se dirige el viento.
(2) Navegar "de orza" se refiere a la acción de orientar la proa del barco hacia la dirección de donde viene el viento, reduciendo el ángulo entre la dirección del viento y la línea de crujía del barco.
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