viernes, 18 de julio de 2025

De moviles y siglas...

Los gitanos - que de siempre han andado reñidos con la justicia-  tienen un dicho que evidencia hasta que punto este singular pueblo, piensa como debe ser el contacto con  el estamento judicial y todo lo que al mismo rodea, como abogados, procuradores,  fiscales, policías y el largo etcétera que constituye su maquinaria.Tal expresión es “Tengas pleitos y los ganes…” y, si es una maldición ganar los juicios, que debe ser el perderlos...

La verdad es que no les falta razón a los calés,  y existen otras máximas pronunciadas por payos, en las que queda claro este mismo sentimiento, como es aquella que reza “Vale siempre más un mal acuerdo, que un buen pleito”, que en esencia viene a decir lo mismo que la anterior, dejando claro que por poco que ganemos con un arreglo amistoso, será mucho más lo conseguido, que si llevamos el asunto a los tribunales, aunque acabemos por obtener la razón, “ganando” finalmente el juicio.

Además de este sentimiento general, el mundo de lo jurídico, es extraño para el humano común y corriente, empezando por la terminología que usa, alejada del hablar ordinario, y continuando con las ceremonias que durante su ejercicio desarrollan.

La parafernalia de un tribunal de justicia, con jueces, abogados y fiscales enfundados en negras togas, impresionan al ciudadano, aunque bien es cierto que esa y no otra es la finalidad perseguida con el funcionamiento descrito. Ejemplos de esto que digo, son las anécdotas que seguidamente paso a contar y que tienen relación con las palabras usadas en los medios jurídicos.

Desde que se jubiló Genara - abuela de la familia - se pasaba el día oyendo la radio y por eso, estaba al tanto de todos los “chismes” llamados del corazón - aunque suelen ser casi siempre líos de  braguetas y braguitas - así como estaba enterada de otras muchas noticias – casi todas malas - que en el mundo sucedían.

Como la consideraban una persona al tanto de la realidad diaria, sorprendió sobremanera el hecho de que mostrase su más rotunda oposición, cuando con motivo del cumpleaños, la familia decidió regalar a su nieta un teléfono móvil.

-Pero ¿como se os ha podido ocurrir tal cosa…?- dijo poniendo el grito en el cielo - ¿Es que acaso no os dais cuenta de lo que pasa todos los dias…? Los móviles son la culpa de todo lo malo…Y así seguía, ante cualquier intento de razonar con ella, sobre que los tiempos cambiaban y que poseer un móvil no era nada negativo, sino estar de acuerdo con los tiempos.

-Eso lo dirás tú… espeto a su hija ante la insistencia en el regalo. -Si oyeses como yo la radio cada día, verías cuanta razón tengo. Todas las noticias de tragedias dicen lo mismo… Se está investigando el móvil del crimen, no está claro el móvil de la violación, parecen claros cuales fueron los móviles del robo….  Y con todo esto y más que podría decirte, ¿le queréis comprar un móvil a la niña…?.”

La segunda historia sucedió en una sala de justicia, en la que se sometía a juicio, a un ciudadano por una presunta denegación de auxilio, en un accidente de tráfico en el que estuvo - para su desgracia - presente.

Cuando tras las sesiones de prueba, y una vez oídas las declaraciones de los testigos, y las actuaciones, de la acusación y la defensa, el magistrado ofreció a nuestro hombre la posibilidad de manifestar, lo que creyese oportuno, nuestro héroe puesto en pie explicó:

Con el debido respeto al tribunal y a todos los participantes, tengo que manifestar mi más absoluta disconformidad, sobre como han transcurrido las sesiones. Desde que empezó este juicio, yo no he parado de oír la intervención en los hechos de una señora, a la que todos aquí han llamado “la Lecrim”(*).

-“Según establece la Lecrim, según dice la Lecrim, en base a lo sostenido por la Lecrim” …Y yo les aseguro que ni antes ni después e conocido, ni tenido que ver nada, ni recuerdo haber visto, en parte alguna y en toda mi vida, a la tal Lecrim,..

Tras oír el alegado, sin dejar de esbozar una sonrisa, y antes de dictar sentencia, su Señoría explicó pacientemente al acusado, quien era "la tal Lecrim".

J.M. Hidalgo/ Historias de gente singular

(*) Lecrim . Sigla usada, para referirse a la Ley de Enjuiciamiento Criminal

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