martes, 27 de junio de 2023

La máquina alemana Enigma, expuesta en Valladolid

Tal día como hoy, 27 de junio de 1940, Alemania comenzó a usar su máquina de codificación más sofisticada, Enigma, para transmitir información y un equipo en Inglaterra encabezado por algunos de los mejores cerebros matemáticos se dedica a descifrar el código.

En el momento de la invasión alemana de Polonia, el código ya se había revelado y todos los mensajes que los alemanes todavía creían que eran seguros fueron decodificados por los aliados.

Lo que puede parecer una máquina de escribir es una de las armas de guerra más sofisticadas que se han fabricado. Se calcula que España recibió cerca de medio centenar de máquinas Enigma, uno de los grandes avances del ejército alemán que se enviaron como apoyo a las tropas franquistas durante la Guerra Civil.

Su fama se debe a su papel en las comunicaciones cifradas de los submarinos alemanes durante la II Guerra Mundial, pero su debut en la historia de las contiendas y el espionaje comenzó aquí, en España. La cifra exacta de máquinas españolas, sin embargo, es desconocida. De estas, se cree que sobreviven unas treinta. Veintiséis fueron encontradas en el Cuartel General del Ejército en 2008 durante la realización de un inventario, después de casi sesenta años abandonadas.  Una de ellas se expone de forma permanente en la Academia de Caballería de Valladolid.

Parece una simple máquina de escribir, excepto porque no tiene carro ni rodillo. En el lugar en el que debería introducirse el papel hay varios rotores – la de Valladolid tiene cuatro, frente a los tres del modelo comercial más típico-, y diminutas ventanas que muestran números y letras. 

El envío de una comunicación requería el trabajo conjunto de dos personas: una para pulsar las teclas con fuerza suficiente como para hacer girar los rotores y otra para grabar la letra que aparecía iluminada en el panel superior. El proceso se repetía, a la inversa, para descifrar el mensaje.

Cada vez que se pulsaba una, se movía el engranaje mecánico, consistente en varios rotores conectados entre sí; cada uno con 26 contactos en cada cara –uno por cada letra- conectados con los de la cara opuesta del siguiente. Además, estas conexiones eran distintas en cada rotor.  El último, por su parte, solía estar conectado a un reflector.

 Cuando se pulsaba una tecla se enviaba corriente hasta su conexión en el primer rotor. A su vez, pasaba al contacto del segundo rotor, al tercero y a todos los que tuviese la máquina, para ‘rebotar’ en el reflector, volver a pasar por los rotores y ofrecer, finalmente, una letra distinta en el panel de luces.

Con este intrincado sistema, la máquina Enigma creaba una clave para cada mensaje. En una época en la que todo cálculo de posibilidades debía realizarse a mano, el aparato alemán podía realizar hasta 1.252.962.387.456 combinaciones. 

Alemania envió a España en 1936 una partida de piezas modificadas, híbrido entre la versión comercial y el modelo más sofisticado de uso militar. Seguramente esta decisión se deba al temor de que fuesen sustraídas por la inteligencia británica o soviética.

La que se expone en Valladolid, con número K-292, es una se las diez que formaban la segunda partida adquirida por España, en enero de 1937, coincidiendo con la toma de Málaga y la ofensiva de Jarama. Fue fabricada como modelo comercial ‘D’ seis años antes de su compra.

Las maquinas custodiadas en España fueron clave para que la inteligencia británica "rompiese" el código alemán, expresión que usan los criptólogos para referirse al descifrado de un mensaje. 

Aunque la inteligencia del Reino Unido se hizo con una versión comercial en 1927, no podía trabajar en el descifrado del código alemán, simplemente, porque no interceptaban señales reales desde la isla británica. Sin embargo, los mensajes que emitían las máquinas desde España sí que eran audibles desde el Reino Unido.

Estas fueron la base para que Dilly Knox descifrase en apenas medio año, el primer mensaje. Provenía de una máquina modelo K custodiada en España, como varias de las encontradas en el año 2008. Era el 24 de abril de 1937. Faltaban 13 días para el bombardeo de Guernica.


 

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