martes, 2 de abril de 2024

El Santo Grial: la reliquia que "provocó" la muerte de un clérigo en Valencia

 

Tal día como hoy, 3 de abril de 1744, durante la Semana Santa, el Santo Grial de la Catedral de Valencia, se escurre entre las manos del canónigo Vicente Frígola, partiéndose en dos. Aunque fue reparado esa misma tarde, la impresión del accidente fue tal, que el canónigo enfermó y murió días después.
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El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia o Grial de Valencia, es una de las joyas religiosas de las que más se ha hablado, a lo largo de la Historia. Más allá de la connotación que tiene para el cristianismo, está acompañado de una historia digna de estudio. De hecho, todavía hoy se analiza.

El Santo Grial de Valencia está roto. Sin embargo, no se aprecia, ya que la cara que se muestra de cara al públic, se encuentra en perfectas condiciones. Según el libro "El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia", el cáliz se rompió de manera involuntaria en 1744. Los archivos de la época relatan, que fue reparado de inmediato. El encargado del arreglo fue el maestro platero Luis Vicent, quien juntó los pedazos esa misma tarde.

El cáliz se habría escapado, según los documentos del siglo, de las manos del canónigo Vicente Frígola, partiéndose en dos. Más allá de lo anecdótico y de las connotaciones que tiene una joya de estas dimensiones, -especialmente en el sentido histórico-, se rompiera, la impresión del accidente fue tal, que el clérigo enfermó y murió días después.

El Santo Grial, se utiliza la misma noche de Semana Santa, en la que se conmemora la Última Cena de Jesús con los apóstoles. Se cuenta, que sólo un puñado de personas fueron testigos de lo ocurrido en Valencia, pero que la muchedumbre que se abarrotaba en la Catedral ese Viernes Santo, en seguida se percató de la noticia, que corrió como la pólvora en cuestión de minutos.

Hasta llegar a España, el Santo Cáliz hizo un recorrido de siglos por el mundo y por el propio país. La copa que Jesucristo utilizó en el que es uno de los momentos que marca la Semana Santa, fue llevada de Jerusalén a Roma por San Pedro y utilizada por él y los sucesivos Papas de la Iglesia de Roma, en las celebraciones eucarísticas, hasta el año 258, cuando Sixto II ordenó sacarlo, de la ahora capital italiana, para protegerlo de la persecución del emperador Valeriano.

La reliquia llegó después a Huesca, por medio de San Lorenzo. El Santo Grial estuvo un tiempo escondido, en el monasterio de San Juan de la Peñam hasta casi el año 1400, cuando fue entregado al rey Martín I de Aragón.

Él mismo trasladó la joya religiosa, a la capilla del Palacio de la Aljafería, para que más tarde, el también rey Alfonso el Magnánimo, lo trasladase 24 años después, al Palacio Real de Valencia.

El cáliz hizo de préstamo en 1437, cuando supuestamente el monarca tuvo que entregarlo, para responder a su deuda con la Iglesia. A partir de ahí y hasta el siglo XVIII, se conservó entre las joyas de la Catedral para, finalmente, ser instalado en la antigua Sala Capitular, habilitada como Capilla del Santo Cáliz, ya en el año 1916.

El Santo Grial, ha sido acuñada, como la copa que Jesús utilizó en la Última Cena. Sin embargo, son varias, las que a lo largo del tiempo, se han disputado este honor. Algunas de ellas son:

El Grial de Antioquía: Se trata de una copa de dos litros, demasiado grande para pasar de unas manos a otras. San Jerónimo dice que había dos copas, una de plata para el vino y otra de piedra para el pan.
    
El Grial de los Templarios: La orden acumuló donaciones durante siglos, hasta que el por aquel entonces rey de Francia, Felipe el Hermoso, la expulsó tras acusarla de brujería. El cáliz se lo llevaron a Inglaterra.
    
El Grial de Francia: Estuvo protegido por las logias masónicas de Sainte Marie de la Mer, a escasos kilómetros de Arlés.
    
El Grial de la Patagonia: Protegida por un conglomerado de roca basáltica, está ubicado en una ciudad subterránea, de la Patagonia Argentina.

Las reliquias relacionadas con la  figura de Cristo, proliferan sospechosamente, como sucede con las astillas, de la cruz donde murió Cristo. Ya en el año 1543 el líder protestante Juan  Calvino, ante las innumerables astillas y trozos de madera, que se decía pertenecían a dicha cruz, sentenció :"Los fragmentos de la cruz de Cristo, dan para llenar un gran barco". Algo similar sucede, con la existencia de tantos cálices,  a los que se atribuye ser el Santo Grial.

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