domingo, 21 de abril de 2024

Paca Díaz

 

A veces, en la vida hay personas, que sin estar unidas por vínculos de sangre, forman tanto parte de tu existencia, que el día que dejan de existir, adviertes que algo muy tuyo se ha ido con ellas para siempre. Eso me sucede a mi cuando hablo de Paca Díaz Alba,

Nació el mismo año, en que acabó nuestra última contienda civil y pocos meses después de concluir esta, como si hubiese aguardado hacerlo, para no convivir con el horror.

Según dice su partida de nacimiento, vio la luz en Álora el día tres de octubre del 1939, y posiblemente, la “nacieran allí” por poco, ya que a partir de entonces se desarrollaría su vida en el campo, al trasladarse sus progenitores a una huerta de la Gavia.

En sus primeros años, Paca fue una niña feliz, traviesa y juguetona como cualquier otra, pero al poco, cuando aún no había tenido tiempo de disfrutar, ni tan siquiera de su completa infancia, se advirtieron en ella, torpezas en el andar y flojera en sus extremidades, que la hacían ser poco ágil,para luego empezar a caerle cosas de las manos, y carecer de fuerza en sus brazos,

No tardó mucho, en evidenciarse la terrible realidad. Una espantosa enfermedad paralizante y sin diagnóstico ni remedio conocido, empezó a impedirle andar y para hacerlo, había de ir cogida, primero de una persona, más tarde de dos, hasta no poder en forma alguna y acabar postrada hasta su muerte en una silla, frente a una mesa camilla en el salón su casa, en donde vivió desde entonces.

Otra persona en su situación, se hubiese amargado y desesperado, o quizás pensado en morir, pero nadie tenía la alegría y las ganas de vivir, que siempre tuvo Paca, que siguió siendo “la niña” para todos los que la conocíamos, como si se hubiese quedado congelada en el tiempo, desde el inicio de su enfermedad.

Para ella - condenada a estar en una silla de aneas de por vida, pues entonces no se conocían las de inválidos - constituía una fiesta el que alguien fuese a verla tan solo para hablar del mundo exterior, al que no tenía forma de acceder.

Hoy - aún me emociono cuando lo pienso – recuerdo que cuando la visitaba, ella – que no tenía vida – te daba ánimos para continuar viviendo y te hacía descubrir que la existencia – pese a todo - era maravillosa.

La única relación de Paca con ese mundo, fue una radio de pilas y más tarde, cuando en España empezó la televisión, un pequeño aparato en blanco y negro, que funcionaba con baterías de coche. Con estos pobres medios ella desde allí, lo sabía todo... Las novelas, los concursos, las  canciones, las noticias y te lo explicaba siempre con una sonrisa en sus labios, sin proferir jamás una queja de por qué ella estaba postrada, en aquella silla maldita.

Las únicas salidas de casa, eran llevarla entre dos - a la “sillita de la reina”- para que pudiese asistir a un “zambombeo” en una casa vecina o a oír misa a la capilla cercana a su hogar. No obstante su enfermedad – de manera inexorable - seguía avanzando. 

Llegó un momento, en que hubo que lavarla, peinarla, darle de comer porque ni eso podía ya hacer... Sin embargo siempre se preocupó de estar limpia, y aseada por si había querecibir a alguien con quien hablar y a quien animar con su alegría.

Pero en la vida, nunca hay tiempo de ocuparnos de los demás, porque siempre tenemos prisa por algo y carecemos de un minuto para atenderlos. Lo cierto es que – como antes dije - jamás sabes lo que son las personas para ti, hasta que estas faltan.

Un día, estando ya lejos de allí, una llamada telefónica me dio la noticia “Esta pasada noche, Paca Díaz ha muerto en su cama en brazos de su hermano...” Tenía entonces treinta y dos años y aún no había vivido realmente, ninguno de ellos.

Durante unos segundos, no supe que decir, ni en que pensar. Durante unos segundos me pareció imposible estar escuchando lo que oía, y desde entonces estoy de luto en mi corazón, porque la noche que murió Paca Díaz, - “la niña” para todos - lo hizo también con ella y de manera definitiva, una parte de mi infancia y adolescencia. Posiblemente la más emotiva de toda ella.

Muchas veces he pensado – escandalizando con esto a los creyentes – que el Dios al que Paca rezaba, fue demasiado cruel con ella, tanto que he llegado a creer que no tenía derecho a tratarla como la trató.. Dicen que eso es porque Dios prueba siempre a los mejores y que le hizo eso precisamente porque era a ella a quien Él más amaba.

Yo pienso sin embargo - quizás porque no puedo entender a un dios así - que de haber cielo, Paca estará en él - ya sin la atadura de carne que aquí la mantuvo prisionera - animando con su eterna alegría, a las almas que cuentan que allí habitan.

Solo así su Dios, podrá compensarle su sufrimiento en la tierra.
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J.M. Hidalgo

2 comentarios:

  1. José María, bonito y espléndido artículo has escrito y publicado a la memoria de Paquita,por lo que te felicito sinceramente,ya sabes yo también la conocí de cerca y supe del sufrimiento de sus padres.
    Lo que no comparto es la de crueldad de Dios,pues como dices,a estas personas tan buenas las quiere para EL,igual que hizo con tu hermana Nati, con seguridad estarán gozando de la presencia de Dios.
    Reitero mi felicitación y sabes que cuentas siempre con mi aprecio y por ello te envío un fortísimo abrazo.

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  2. Muchas gracias por escribir tan bonito sobre una de las "niñas" se me han saltado las lágrimas, yo soy familiar directo de ella y me gustaría saber si tú sabes el porqué de la niña. Ya no viven ninguna.

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