domingo, 28 de febrero de 2021

El tiroteo de North Hollywood

Tal día como hoy 28 de febrero de 1997, dos asaltantes de banco (Larry Eugene Phillips, Jr. y Emil Matasareanu) fuertemente armados con ametralladoras AK-47, se enfrentan con la polícia en las puertas de una sucursal del banco Bank of America en lo que se dio en llamar Tiroteo de North Hollywood .

Los dos atracadores enmascarados eran Larry Philips Jr. y Emil Matasareanu, dos peligrosos delincuentes que acumulaban en su historial, diversos atracos a bancos y transportes blindados en diversos estados.

Su modus operandi se caracterizaba por el uso de armas de guerra y su carencia de escrúpulos a la hora de emplear la violencia. Así, en junio de 1995 asesinaron a un vigilante en el transcurso del asalto a un furgón blindado.

Ambos atracadores habían estado planificando el golpe al Bank of America durante meses. Reconocieron la zona, vigilaron a los empleados y siguieron sus rutinas y horarios. Una vez en el interior de la entidad, y sin previo aviso, abrieron fuego con sus ametralladoras. Disparaban al aire, para causar un shock psicológico a empleados y clientes.

Tras hacer que el director abriese la cámara acorazada, se encontraron con que había poco más de 300.000 dólares, menos de la mitad de lo que habían previsto. Cuando salían del banco varios coches patrulla y decenas de agentes les cerraban el paso. Lejos de rendirse, Philips y Matasareanu con furia extrema, abrieron fuego contra todo lo que había a su alrededor.

Nada más comenzar el tiroteo los agentes de policía comprendieron que, pese a su superioridad numérica, estaban en desventaja. Los delincuentes contaban con una potencia de fuego muy superior. Cada uno portaba dos ametralladoras con cargadores de alta capacidad: de cincuenta a setenta y cinco proyectiles frente a los treinta de uno estándar.

Por si fuera poco, llevaban munición blindada que atravesaba las carrocerías y las paredes como si fuese mantequilla. Frente a lo que ocurre en la ficción cinematográfica, un chaleco antibalas no detiene el proyectil disparado por armas como estas.

Por su parte, los agentes iban dotados con revólveres calibre 38 y pistolas de 9 mm. En otra situación, quizá hubiesen bastado, pero Philips y Matasareanu iban pertrechados con blindaje corporal: chalecos antibalas reforzados por placas metálicas, lo que les hacía casi invulnerables frente a los disparos de la policía.

Las bajas empiezan a sucederse. Tanto policías como transeúntes inocentes empiezan a caer abatidos. El recuento final arrojará un saldo de once agentes y siete civiles heridos.

La llegada de los SWAT - policias de especial preparación- equilibra la balanza, Philips recibe un disparo fatal de un francotirador del SWAT en el cuello. Será el quien ponga fin a su propia vida con un disparo de pistola. En su cuerpo se contabilizaron once heridas, además de los proyectiles detenidos por la protección antibalas.

Matasareanu abandona su inutilizado vehículo y consigue otro a punta de pistola, pero la rápida llegada de varios vehículos policiales con oficiales del SWAT impide su huida. Al final, la policía le abatirá disparando por debajo de la carrocería de los coches, haciendo blanco en sus piernas.

Y aquí sucede uno de los episodios más controvertidos del caso. Los agentes solicitan una ambulancia para el delincuente herido, que yace esposado en medio de la calle,. Para su desgracia, esta tarda más de una hora en hacer acto de presencia, cuando Matasareanu ya ha muerto.

La autopsia demostrará posteriormente que el fallecimiento no se produjo porque la policía permitiese que se desangrase. El deceso se produjo por el shock provocado por las heridas: veintinueve impactos sin contar los que detuvo el blindaje.

Se calcula que en el tiroteo se intercambiaron más de dos mil disparos, motivo por el que algunos autores han calificado el suceso como muy sangriento, además de por el número de heridos.

 




No hay comentarios:

Publicar un comentario