Tras el descalabro de la “Armada Invencible” española, Inglaterra organizó la que se ha conocido después, como “La Invencible Inglesa o Contra-armada”, compuesta de 120 barcos y 23.375 hombres, al mando del corsario Drake, que tuvo un destino tan desastroso como el de su homóloga española.
Para ello, Isabel I de Inglaterra, había puesto en pie de guerra esa flota gigantesca, con el claro objetivo de atacar primero Santander - donde estaba anclada parte de la armada española- y más tarde Lisboa, –segunda capital del imperio– y así levantar la moral de los británicos aún no repuestos del miedo del año anterior, y además proporcionarles un valioso botín.
La reina inglesa, había promovido a almirante a Sir Francis Drake, que sin embargo, decidió saquear La Coruña, en lugar de enfrentarse primero a la armada española y desde el puerto de Plymouth, al sur de Inglaterra, partió con esta colosal fuerza naval, no sin disensiones sobre el destino, pues Drake era más partidario de un buen botín, que de seguir las indicaciones de la reina, mientras al general de la tropa embarcada, le parecía mejor obedecer el mandato real.
Sus objetivos eran – en términos generales - saquear las costas españolas y provocar una insurrección en Portugal contra Felipe II, para luego intentar hacerse con alguna de las islas Azores, y disponer de una base, desde la que asaltar las flotas españolas de Indias, pero. Drake, atacó primero La Coruña.
Un importante número de soldados británicos, desembarcó cerca de la ciudad, el día cuatro de mayo de 1589, mientras la guarnición española y los ciudadanos, se aprestaron a detener una tropa profesional y bien organizada, que sobre el papel, tenía todas las posibilidades de salir triunfante.
La resistencia de La Coruña, no solo fue encarnizada, sino modélica por la colaboración entre ciudadanía y soldados, y desde arcabuceros de los tercios y artilleros de “La Invencible”, que estaban en la ciudad, cooperaron en la defensa, de manera eficaz, con profesionalidad y notable sacrificio humano, logrando imponerse a los ingleses en circunstancias más que adversas.
En la lucha, se distinguió la gallega, María Mayor Fernández de Cámara y Pita, más conocida como “María Pita”, que defendió la muralla heroicamente como un hombre más, matando al abanderado inglés y quedándose con su enseña, al grito de: “¡Ayudadme a echarlos de aquí!, ¡Quien tenga honra que me siga...!", lo cual enardeció a los españoles y desmoralizó a los ingleses, provocando su retirada.
Una vez acabada la batalla, esta singular mujer - viuda cuatro veces - ayudó a recoger cadáveres y heridos y sabedor de su hazaña, Felipe II, le concedió una pensión vitalicia, equivalente al sueldo de un alférez, más cinco escudos mensuales y permiso para exportar mulas de España a Portugal.
De los aproximadamente 23.375 británicos, embarcados para aquella acción de castigo contra la península, solo volverían unos 10.000, muchos de ellos: heridos, exhaustos, mal nutridos y con toda serie de enfermedades, lo cual quedaría en los anales británicos olvidado por años.
Actualmente, algunos historiadores británicos, han comenzado a llamar a las cosas por su nombre y, la terrible derrota de la “Contra-armada” ha despertado la memoria de aquel país y certificado, una vez mas, la proverbial “mala memoria” de los británicos, sobre zonas oscuras de su propia Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario