martes, 11 de mayo de 2021

El día que un ordenador ganó al campeón del mundo de ajedrez

 

Tal día como hoy el 11 de mayo de 1996, en Filadelfia, el superordenador de IBM Deep Blue se impuso al entonces campeón, Garry Kaspárov, en la primera partida de un encuentro pactado a seis. Tras el susto inicial, el gran maestro ruso dominó con tres victorias, y dejó el marcador final en 4 a 2 a su favor.

La máquina seguía por detrás, la humanidad podía seguir tranquila, pero no se había dicho la última palabra. IBM había descubierto un filón publicitario, y la revancha se celebró por todo lo alto en la ciudad de Nueva York, en mayo de 1997. En aquel histórico duelo la máquina venció por un ajustado 3,5 a 2,5. La supremacía intelectual del ser humano había quedado en entredicho.

Numerosos expertos habían perseguido durante años el objetivo de superar al hombre sobre las 64 casillas, desde que Claude Shannon, padre de la informática, propusiera en 1950 el ajedrez como campo de pruebas para el desarrollo de la inteligencia artificial.

El reto de crear una máquina de ajedrez es en realidad muy anterior, pues los antecedentes registrados de los enfrentamientos hombre contra máquina se remontan a 1770, cuando el barón Wolfgang von Kempelen presentó en la corte austro-húngara El Turco, un maniquí ataviado con turbante, que superaba fácilmente a la mayoría de aficionados, llegando a derrotar al mismísimo Napoleón. Mucho después se descubrió que en el interior de aquel artefacto se alojaba un maestro de ajedrez de baja estatura, que seguía el juego por medio de un sistema de espejos y realizaba las jugadas por procedimientos mecánicos.

Con un enfoque más serio, en 1845, Charles Babbage propuso programar su Máquina Analítica (precursor de los ordenadores actuales) para jugar al ajedrez, pero nunca llegó a terminarla, y tuvo que consolarse resolviendo el conocido juego infantil del Tres en raya. Años más tarde, en 1912, el inventor español Leonardo Torres Quevedo creó una especie de robot capaz de dar el mate de rey y torre contra rey, algo meritorio, pero lejos todavía del concepto de inteligencia.

Ya en la era electrónica, el matemático británico Alan Turing, creó en 1945 un programa que reproducía movimientos y evaluaba posiciones, aunque era incapaz de jugar una partida completa. El desarrollo fue lento al principio, y sólo en 1962 puede hablarse de un ordenador que juegue de forma convincente. Aquel programa, desarrollado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, funcionaba sobre una máquina IBM que tardaba entre 5 y 20 minutos para realizar cada jugada.

Un primer éxito se logró en 1967, cuando un ordenador venció por primera vez a un ser humano en partida de torneo. Un año después, en 1968, la idea de una máquina de inteligencia superior toma forma en la magistral película dirigida por Stanley Kubrick 2001 Odisea del Espacio. En ella aparecía HAL, el ordenador inteligente que controlaba la nave, y que en sus ratos libres se dedicaba a avasallar al ajedrez a los tripulantes. De ese modo, el perfeccionista Kubrick, quien era además un fuerte jugador de ajedrez, nos lanzó una premonición: HAL, en la ficción, fue el antecesor de IBM Deep Blue casi 30 años después.

En los años setenta, el ajedrez por ordenador se fue haciendo cada vez más popular en los círculos científicos, logrando lentos pero firmes progresos. Por fin, en 1985 varios estudiantes de la universidad Carnegie Mellon, en Pensilvania, desarrollan la máquina Deep Thought -Pensamiento Profundo -, que tras conseguir notables éxitos fue apadrinada por IBM en 1989, y renombrada como Deep Blue, -Azul Profundo -, incluyendo así en su nombre el color corporativo de la compañía. Se inició un periodo de intenso desarrollo, que culminó en 1996 con aquella histórica hazaña.

La tecnología de Deep Blue se aplica hoy en campos como la creación de nuevos fármacos, el diseño de aviones, el control del tráfico o el ámbito financiero. El avance es vertiginoso. La vieja Deep Blue pesaba casi dos toneladas, mientras que hoy en día, cualquier smartphone rinde al nivel de un gran maestro en ajedrez, y un portátil barato, vencería con total seguridad al campeón mundial, en un encuentro formal.

El ser humano ya no es rival para las máquinas sobre un tablero de ajedrez . Quizá, aunque viendo la reciente proliferación de modernos robots, y evocando la película Terminator, esperemos que James Cameron no sea tan buen profeta como en su día lo fue Stanley Kubrick.


 

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