miércoles, 21 de septiembre de 2022

El reinado del rey visigodo Wamba

Tal día como hoy 21 de septiembre del año 672,tras morir Recesvinto, rey visigodo, en la población de Gérticos - Valladolid -, Wamba, pese a rechazar el nombramiento debido a su avanzada edad, es forzado por la nobleza a aceptar el trono.

A pesar de todo, será el último rey que dará gloria al reino visigodo. Su reinado no será fácil, pues tendrá que hacer frente a luchas internas de todo tipo: de la nobleza contra la monarquía, de los nobles entre sí, de los católicos contra los arrianos y de la población hispano romana, contra los visigodos. Tras su muerte en 688 comenzará la decadencia del reino visigodo.

Cuando el rey Wamba, llegó al poder contaba 72 años, es decir, que experiencia no le debía faltar. A pesar de lo cual su final como monarca, tras ocho años de poder, nos lleva a pensar que un poco incauto e incluso inocente pudo llegar a ser.

Tas ser nombrado rey de los visigodos, en el mismo lecho de muerte de su antecesor Recesviento. Se procuró la aprobación de todos, acudiendo a Toledo la capital del Reino Visigodo, para recibir el cetro y la unción del obispo de dicha ciudad, en la Basílica de San Pedro y San Pablo.

La primavera siguiente, al frente de su ejército, partió desde Toledo hacia Cantabria, donde los cántabros y vascones seguían con sus cotidianas revueltas. Pero no le dejaron ni entrar en combate, desde Nimes, el conde de la ciudad con la ayuda de obispos y abades, se levantan en armas. Por si fuera poco, los francos merovingios ven la posibilidad de incidir en los territorios, al norte de los Pirineos y acabar así con el dominio Visigodo de la zona. En escasos días, se apoderan de la Galia Narbonense.

Wamba, envió a Paulo, un alto personaje de la nobleza afincado en la misma Galia Narbonense, para neutralizar a los insurrectos. Pero nada más llegar a Narbona cambia de bando, y encuentra el apoyo de su homólogo en la tarraconense. el Duque Ranosindo. Es decir, todo el noroeste pasa en pocos días a manos de los enemigos del Rey Wamba.

Lo cierto es que Paulo es coronado y ungido rey con la corona de uno de los antecesores de Wamba, concretamente Recaredo el primer rey visigodo que abrazó el catolicismo. El lugar elegido la Catedral de San Félix en Gerona. Acto seguido, envía una carta al rey Wamba, en la cual el propio Paulo firma como rey oriental y se dirige a su homólogo, como rey occidental.

El rey visigodo se encontraba en la Cordillera Cantábrica, repeliendo la enésima revuelta cántabra. Tras acabar con ella, tiene que elegir entre esperar a la alta nobleza para que le acompañase a la Septimania, o bien encabezar su propio ejército para aplacar la rebelión. La elección tomada fue la segunda, hecho que denota su desconfianza en una nobleza, que ya se la había pegado en primera instancia.

En poco tiempo, se presentó en las ciudades de la tarraconenese, tomando Barcelona y Gerona. El paso siguiente fue traspasar los Pirineos por Puigcerdá y Perthus, y tomar las ciudades de Béziers o Narbona. Ahora solo quedaba Nimes, ciudad rápidamente sitiada con todos los insurgentes en su interior, lugar donde se rinden el 2 de septiembre del 673, bajo la promesa de que sus vidas fuesen respetadas. Pocos días después, el rey visigodo estaba de vuelta en Toledo, junto a él sus prisioneros con Paulo por delante y sosteniendo en su cabeza una raspa de pescado, como improvisada corona del rey oriental.

Al mes lanzó la ley de movilización militar, por la cual, ya fuera por invasión extranjera o bien por levantamiento de cualquier parte del reino. Todos los hombres, desde la Alta nobleza, pasando por el clero, hasta llegar a las capas más inferiores, situados en un radio de 100 km del lugar donde aconteciera el problema, tenían la obligación de acudir a socorrer al rey visigodo.

Los hechos sucedieron el 14 de octubre del año 680, el rey Wamba pidió retirarse a sus aposentos, dado que su estado de salud había sufrido una gran recaída, no olvidemos que tenía 80 años. Acto seguido le siguieron a la misma, sus más allegados colaboradores, entre ellos el obispo Julián de Toledo y un personaje de la alta nobleza visigoda, Ervigio.

Ante la inminente muerte del rey, consiguen que abdique la corona a favor de Ervigio, acto seguido, como buen cristiano, recibe del la penitencia pública de su “fiel” cronista el obispo Julián de Toledo. Es vestido con los hábitos de un monje y tonsurado, es decir, el rapado de la coronilla necesario para ingresar en una orden religiosa de la época, luego estaba por fin preparado para morir.

Pero para sorpresa de todos, a los pocos días despertó, aunque ya era demasiado tarde, Ervigio se había convertido en el nuevo rey visigodo. Además Wamba no podía reclamar el puesto, como buen cristiano debía acatar las normas dictadas por los padres conciliares. El canon 17 del Concilio VI, que señala la exclusión de la posibilidad de convertirse en rey, a aquellos que hubiesen tenido contactos previos con la iglesia.

En el siguiente concilio, es decir el XII, los seguidores de Wamba llevaron a debate el asunto, de que personas en estado de inconsciencia no debían ser responsables de las leyes aplicadas a los tonsurados. Pero los padres conciliares se opusieron, tras comparar el caso de la tonsura de Wamba, con un niño pequeño, que recibe el bautismo antes de tener conciencia de ello.

En definitiva Wamba tuvo los mismos dos enemigos que el resto de reyes visigodos, nobleza y clero. Aunque ello no fue óbice para que pasara sus últimos ocho años de vida junto a estos últimos, como monje del monasterio de Pampliega, hoy desaparecido.

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