Tal día como hoy 20 de enero de 1783, se firma entre Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y España los preliminares del llamado Tratado de Versalles, por el que se reconoce la independencia de las colonias británicas americanas.
El tratado se firmó finalmente en París el 3 de septiembre de 1783 y puso fin a la guerra de Independencia de Estados Unidos, siendo firmado por David Hartley representando al Parlamento Britanico, en nombre del rey Jorge III, John Adams, Benjamin Franklin y John Jay, representantes de los Estados Unidos y ratificado por el Congreso de la Confederación en enero de 1784, y por los británicos en abril de 1784.
En dicho tratado se reconocía la independencia de las Trece Colonias como los Estados Unidos de América y otorgó a la nueva nación todo el territorio al norte de Florida, al sur del Canadá y al este del río Misisipi.
Los acuerdos fueron los siguientes: El reconocimiento de las deudas contratadas debían pagarse a los acreedores de ambas partes. Los prisioneros de guerra de ambos bandos debían ser liberados y Gran Bretaña y los Estados Unidos tendrían libre acceso al río Missisipi.
Los británicos firmaron también el mismo día, acuerdos por separado con España, Francia y los Países Bajos, negociados con anterioridad, por los cuales España mantenía los territorios recuperados de Menorca y Florida. Se reconocía la soberanía española sobre la colonia de Providencia y la inglesa sobre Bahamas. Sin embargo, los ingleses conservaban la estratégica plaza de Gibraltar.
Francia recibía San Pedro y Miquelón, Santa Lucía y Tobago y el derecho de pesca en Terranova. También recuperaba algunos enclaves en las Antillas, además de las plazas del río Senegal en África.
Los Países Bajos recibían Sumatra, estando obligados a reconocer a los ingleses el derecho de navegar libremente por el océano Índico.
Por su parte Gran Bretaña reconocía la independencia de Estados Unidos y le cedía los territorios situados entre los Apalaches y el Misisipi, mientras que las regiones de Canadá siguieron siendo dominio de la Corona, a pesar de los intentos estadounidenses por exportar su revolución a esos territorios.
Los logros alcanzados pueden juzgarse como favorables para España y en menor medida para Francia a pesar del elevado coste bélico francés y las pérdidas ocasionadas por la casi paralización del comercio con América, un pesado lastre para la posterior situación económica francesa.
Por otra parte, el triunfo de los rebeldes norteamericanos sobre Inglaterra no iba a dejar de influir en un futuro sobre las colonias españolas.
Dicha influencia vino por distintos caminos: la solidaridad de los antiguos colonos con los que aún lo eran, la ayuda de otras potencias interesadas en la desaparición del imperio colonial español, etc.
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