Tal día como hoy 7 de enero de 1908, en España se promulga de la Ley de la Escuadra, para dotar al país de fuerzas marítimas, tras los desastres sufridos en las guerras de Cuba y Filipinas.
El fruto de la Ley de la Escuadra fueron los tres acorazados, España, Alfonso XIII y Jaime I, diseñados por la casa británica Vickers, y construidos por la Sociedad Española de Construcción Naval en su factoría de Ferrol.
La Guerra Hispano-Estadounidense, consecuencia de la guerra de Cuba y Filipinas, se desató entre España y los Estados Unidos de América en 1898, durante la infancia del rey Alfonso XIII, bajo la regencia la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda del rey Alfonso XII y presidente del gobierno Práxedes Mateo Sagasta.
Este enfrentamiento es generalmente denominado en España como “el desastre del 98”, o Guerra de Cuba y todo el conflicto, desde el inicio hasta la entrada en la lucha de Los Estados Unidos, se desarrolló entre 1895 y 1898 y supuso la independencia de Cuba y la pérdida - por parte de España - del resto de sus colonias en América y Asia -Puerto Rico, Filipinas y Guam-, cedidas a Estados Unidos, que se convertiría en potencia colonial.
En España se alzaron voces contra la Ley de la Escuadra y el 20 de enero de 1908, el Catedrático de Medicina de Valencia, Francisco Moliner, lanzaba un escrito en el que criticaba al gobierno por los recortes presupuestarios en educación mientras que, a su juicio, el estado continuaba destinando partidas excesivas al ejército; sobre todo con la “Ley de la escuadra”.
El Catedrático, como medida de protesta, aconsejaba a los alumnos de toda España ausentarse de las aulas. Dos días más tarde, Moliner fue detenido al salir de su casa y conducido a la Cárcel Modelo y en señal de protesta, los estudiantes apedrearon a las autoridades durante un acto protocolario con motivo del santo del rey, el día 23.
El día 27 de enero se reunieron los claustros de Derecho, Filosofía y Letras, Medicina y Ciencias y rechazaron los propósitos de Moliner y acordaron volver a clase y el rector publicó un edicto anunciando que perderían el curso los estudiantes que faltasen a clase.
Moliner acudió a la Universidad y fue otra vez detenido por mandamiento judicial y llevado a la cárcel.
El 25 de febrero recobró la libertad bajo fianza, pero ya había sido suspendido y separado de su cátedra por el Consejo Universitario de Valencia y más tarde por el ministro de Instrucción pública.
Acusado de un delito de sedición por los actos promovidos en la Universidad y por la publicación de un panfleto que no fue presentado a la autorización previa del gobernador, fue condenado y perdió su cátedra.
Moliner fue el médico de los pobres, y luchó fervientemente contra la falta de atención sanitaria de las clases más necesitadas y por tanto más propicias al contagio de enfermedades como la tuberculosis
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