Tal día como hoy 31 de enero de 1578, en la Batalla de Gembloux y en el marco de la Guerra de los Ochenta Años, los españoles se proclaman vencedores, lo que supone la recuperación del sur de los Países Bajos.
Tras la destitución en 1573 del duque de Alba como gobernador de unos Países Bajos en los que la rebelión se había consolidado en Holanda y las islas zelandesas, y la posterior muerte de Luis de Requesens, el poder real se hundió en Flandes hasta casi desaparecer.
Mientras el nuevo gobernador don Juan de Austria tardaba medio año en incorporarse a su puesto, los soldados españoles eran declarados fuera de la ley y la rebelión se extendía por todos los Países Bajos.
Tras unos primeros intentos de apaciguamiento, don Juan se vio obligado a llamar de vuelta a los temibles tercios españoles de infantería para sostener el debilitado poder real y una vez los tuvo allí, decidió enfrentarse a los rebeldes el último día de enero de 1578, consiguiendo una victoria total en Gembloux.
Esta batalla significó la entrada en escena del que probablemente fuera el mejor general de su tiempo, Alejandro Farnesio, que en el futuro daría nuevos y brillantes laureles a las armas españolas.
La batalla de Gembloux tuvo lugar entre el ejército reclutado por los Estados Generales de los Países Bajos y las tropas de la corona española en la que el ejército de los Estados Generales fue completamente aniquilado.
Tras el fracaso del “Edicto Perpetuo” - documento por el que se reconocía el contenido de los acuerdos para mantener bajo soberanía española las provincias de los Países Bajos -, los Estados Generales levantaron un ejército para oponerse a las tropas españolas que Don Juan de Austria había hecho volver al mando de Alejandro Farnesio.
Estas se encontraban sitiando Namur, a donde se dirigió el ejército de los Estados Generales y despues de pasar unos días acampados a varias millas de la ciudad, levantaron el campamento y se dirigieron hacia Gembloux, mientras Don Juan de Austria salió en su persecución.
El 31 de enero las tropas de Don Juan divisaron la retaguardia del ejército de los Estados Generales y envió a la caballería para que lo acosara, pero con órdenes de no entablar ningún combate serio hasta que el grueso del ejército les diera alcance.
Alejandro Farnesio advirtió que las tropas enemigas empezaban ya las primeras escaramuzas, por lo que se lanzó a atacar a la caballería enemiga que se desmoronó rápidamente y en su huida chocó y desorganizó a su propia infantería. En hora y media, el ejército de los Estados Generales fue completamente aniquilado.
El efecto más importante de la victoria fue minar la confianza de los Estados Generales en sus posibilidades para hacer frente a España que un año más tarde llevaría a la ruptura de la unión de las diferentes provincias, y que varias de ellas aceptasen de nuevo la soberanía española.
Pese a esta situación tan optimista, la guerra en los Países Bajos, a la larga, estaba perdida...
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