La batalla se libró en los altos y en el valle de los Castillejos, situado a unos cinco kilómetros al sur de Ceuta y formó parte de la Guerra de África, que enfrentó a España con Marruecos, durante el reinado de Isabel II y el gobierno de Leopoldo O'Donnell.
El general O'Donnell, estaba presionado por una complicada situación política como consecuencia, de que se pudiera repetir alguna intentona republicana contra Isabel II, como la del verano de 1858, o algún movimiento del partido carlista.
En agosto de 1859 un destacamento del ejército español fue atacado por los rifeños, que ultrajaron el escudo y la bandera de España. El general O'Donnell, exigió al sultán, Muley Abd al Rahman, una reparación y un castigo a los causantes pero poco después falleció el sultán y su hijo, Muhammad ibn Abd al-Rahman, no cumplió lo solicitado.
Utilizando este incidente, O'Donnell tomó la decisión de emprender una guerra contra Marruecos, con el objetivo de controlar Tetuán y Tánger, pero también distraer a la opinión pública de los problemas internos y el 22 de octubre, obtuvo la aprobación del Congreso de los Diputados, para declarar la guerra a Marruecos.
La reacción del pueblo fue de entusiasmo y la mayoría de los partidos respaldaron la iniciativa. El ejército movilizado constó de aproximadamente treinta y cinco mil hombres, con unas setenta piezas de artilleria y una flota de diecisiete barcos.
Las tropas se reunieron en Algeciras y Málaga y desembarcaron en Ceuta el 21 de diciembre, al mando del propio O'Donnell, que además de Presidente del Gobierno, era ministro de la Guerra.
Al amanecer del 1 de enero de 1860, emprendieron la marcha hacia Tetuán, siguiendo el camino de ese mismo nombre, un itinerario paralelo a la playa de Tarajar. Con el fin de facilitar el avance de las tropas de tierra, se uso el fuego de artillería de la escuadra, mientras la División de Reserva, al mando de Prim, apoyados por los cañones de la marina, consiguieron desalojar al enemigo de sus posiciones
Las tropas marroquíes tenían por objetivo recuperar a toda costa sus posiciones perdidas, por lo que se lanzaron a una serie de furiosos ataques contra las de Prim, dando lugar a enconados combates.
Finalmente al atardecer, las tropas españolas habían conseguido todos sus objetivos, desalojando de sus posiciones al enemigo, que se batió en retirada, dejando libre el camino hacia Tetuán.
Los efectivos humanos del ejército español que participaron, fueron menos de diez mil hombres, frente a más del doble de efectivos marroquíes, cuyas bajas fueron superiores a dos mil. Por parte española, las bajas fueron de alrededor de unos cien muertos y quinientos heridos.
Por los méritos contraídos en esta batalla, al general Prim, se le otorgó el título de Marqués de los Castillejos con Grandeza de España.
La batalla de los Castillejos fue un enfrentamiento en una guerra, cuyo recuerdo permanece aún hoy en los leones del Congreso de los Diputados en Madrid.
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