lunes, 18 de enero de 2021

IMPUESTOS Y SISAS

 

Muchas veces me he propuesto no ser tan cáustico con los políticos y en el examen de conciencia que cada noche hago antes de dormirme, en más de una ocasión me he amonestado por esta tendencia mia a criticarles quizás en exceso, cuando es más que seguro que – aunque yo no conozca a ninguno – debe haberlos con finalidades honestas, intenciones claras y recto proceder y sin que nos consideren a los demás ciudadanos, como el lobo piensa de las ovejas, es decir entes cuya finalidad es solo la de engordarle...

Pero, pese a que los propósitos de enmienda son auténticos, las noticias con las que a las seis de la mañana me despierto cada día - en gran parte referidas a ellos - hacen que tales intenciones pronto se disipen y vuelva a pensar de nuevo como lo hacía el día anterior, o quizás aún peor.

En este caso, la noticia no llegó por las ondas sino en boca de un buen amigo, que me contó que hace unos días, repasando los recibos de los innumerables gastos precisos para vivir, advirtió uno del ayuntamiento de Corbera de Llobregat, pueblo cercano a Barcelona en donde vive, en el que le cobraban cincuenta euros de vellón, por derechos de vado para la entrada de vehículos en su domicilio.

Bien mirado, la gabela no era mucha, sin embargo nuestro hombre se extrañó sobremanera más que por el importe en si, por el hecho de que él en su casa carecía de tal elemento, de forma que pensando que se trataba de un error, puso camino al consistorio al objeto de deshacer el entuerto.

Tras la reglamentaria espera, fue atendido por un funcionario de nuevo cuño, de esos que tienen pinta de saberlo todo, y que a cualquier argumento que empleas te responden siempre negando cuanto dices pero con una sonrisa de oreja a oreja, que al cabo de unos minutos no sabes si obedece a educación o a chanza, aunque cuando acabas el parlamento concluyes que era a lo segundo.

-Mire usted – comenzó nuestro hombre vengo, porque este recibo ha de estar de seguro equivocado, ya que yo carezco de vado.

En la forma ya dicha, el burócrata cogió el papel y luego de examinarlo, siempre con la sonrisa descrita, le informó.

- No hay ningún error señor, este impuesto es precisamente por no tener vado, ya que de tenerlo la cosa habría ascendido a ciento cuarenta euros del ala...

-¿Como dice...?– interrogó fuera de si nuestro personaje- ¿Que me cobran un impuesto por no tener algo...? ¡eso no es posible!.

Sin inmutarse lo más mínimo el numerario, mientras mostraba al sonreír toda su dentadura, le aclaró.

-Es muy fácil señor mio, este impuesto se lo cobramos por el desgaste de la acera que hace su coche al entrar en su garaje cada día...

Cuando me refirió la historia advertí lo imaginativos que son nuestros políticos, para poder mantener cada día en pie su chiringuito. Además de que esta vía recaudatoria no tiene fin ni cabo, porque cobrar por lo que no se tiene, es algo inagotable...

Me imagino que dentro de poco, la experiencia habrá despertado el interés de otros corregidores y puede que a alguno - siempre hay un virtuoso en estas cosas - se le ocurra establecer el impuesto de carencia de jardín, porque eso implicará usar más los parques públicos o el de no tener vehículo, ya que por ello se congestionarán mucho los transportes urbanos.

Eso – claro está – contando conque a los tengan jardín y automóvil se les impondrá el adecuado impuesto, precisamente por esto mismo...

Hay que reconocer que para los políticos los ciudadanos somos – con perdón –como los cerdos, porque de nosotros se aprovecha todo, todo, todo...

 

J.M. Hidalgo (Historias de Gente Singular)

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