Tal día como hoy, 31 de diciembre de 1909, se popularizaba la ya tradicional celebración de las ‘"doce uvas de la suerte" de Nochevieja, para dar la bienvenida al Año Nuevo.
El origen de las doce uvas de Nochevieja, se popularizó a partir de una campaña de los viticultores de Alicante en 1909, para vender el excedente de una cosecha abundante, asociando cada uva con un mes de buena suerte, aunque hay teorías, que remontan la costumbre, a finales del siglo XIX, cuando la burguesía imitaba la tradición francesa, de uvas y champán, y las clases populares respondieron comiendo uvas, en la Puerta del Sol como burla y para atraer la fortuna, convirtiéndose en un ritual muy arraigado, en España y extendiéndose a Hispanoamérica
El motivo fue, el excedente de la cosecha de la uva, que aquel año hubo en Alicante. Aquella realidad hizo, que productores y agricultores del valle del Vinalopó, pusiesen en marcha una potente campaña de Navidad, para poder dar salida a aquel enorme excedente, de uvas blancas aledo.
Lo hicieron, vendiéndolas en paquetes de doce uvas, una por cada mes del año, utilizando como gancho, que estas daban buena suerte si las comías.
De esta forma, la uva blanca aledo, se convirtió en todo un símbolo de la Nochevieja. Lo ocurrido en 1909, popularizó una costumbre de la que ya había registros, en la década de 1880, periodo en el que las clases pudientes, de la capital copiaron la tradición francesa, de acompañar el champán con uvas, en las fiestas privadas madrileñas.
En 1882, el Ayuntamiento de Madrid, prohibió las habituales fiestas callejeras, durante la Navidad e impuso una cuota de un duro, a todos aquellos que quisieran salir la noche de Reyes, en la que casi todo estaba permitido.
Al ser privados de fiesta, por las medidas puestas en marcha por el alcalde, José Abascal y Carredano, los madrileños acudieron en señal de protesta a la Puerta del Sol y, a modo de burla hacia la aristocracia y la alta burguesía, recibieron el Año Nuevo bebiendo champán y comiendo las uvas, al son de cada campanada. Nacía así la tradición de las ‘doce uvas de la suerte’ de Nochevieja, tradición que años después, en 1909, se popularizaría por todo el país y, más tarde, se extendería a Hispanoamérica, hasta nuestros días.
El ritual tiene lugar, el 31 de diciembre, a medianoche, justo al sonar las campanadas. La razón por la que se comen 12 uvas, es porque según la tradición, se debe comer una uva con cada campanada del reloj, representando un deseo o esperanza, para cada mes del nuevo año. Si consigues comer las 12 uvas a tiempo, tendrás un año de buena suerte y prosperidad.
Las uvas de Nochevieja,se comen justo al dar las 12 campanadas de la medianoche, que marcan el inicio del 1 de enero. Primero, el reloj marca los cuatro cuartos, que sirven como aviso, y luego comienzan las 12 campanadas, para empezar a comer uvas. Cada vez que suena, debes comer una uva, al ritmo del reloj.
Esta tradición se suele disfrutar o bien en casa, rodeado de la familia, después de la tradicional cena de fin de año, o en las plazas más populares del país. Entre todas, la Puerta del Sol de Madrid, destaca como el lugar más icónico, para este ritual.
Cita con la historia y otras narraciones
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martes, 30 de diciembre de 2025
El origen de la tradición de la doce uvas de Nochevieja
lunes, 29 de diciembre de 2025
El atentado contra el Rey Alfonso XII, a las puertas del Palacio Real
Tal día como hoy, 30 de diciembre de 1879, el Rey Alfonso XII y su esposa María Cristina, sufrían un atentado a las puertas del Palacio Real de Madrid.
El atentado de 1879, a la puerta del Palacio Real, fue llevado a cabo por Francisco Otero González, quien disparó sin alcanzar al monarca, pero fue detenido y ejecutado meses después.
Los Reyes, regresaban aquel 30 de diciembre, de dar un paseo por los jardines del Retiro. Lo hacían en uno de sus carruajes pasadas las cinco de la tarde. Al verlos, un joven gallego llamado Francisco Otero González, corrió hacia la puerta del Príncipe, se colocó entre el muro de palacio y la garita del centinela, alargó su brazo y disparó a quemarropa, con un revólver de dos cañones cargado, con balas de doce adarmes.(1)
Al ver las intenciones de Francisco Otero, el Rey Alfonso XII bajó instintivamente la cabeza, al mismo tiempo que se llevaba la mano en el cuello. La Reina, temiendo lo peor, abrazó a su esposo. Pero, ninguno de los dos disparos les alcanzó.
Francisco Otero González, intentó escapar por la calle Bailén, pero un centinela consiguió cortarle el paso. Los guardias, temerosos de encontrarse ante un nuevo ataque anarquista, contra el Rey Alfonso XII, sospechaban de la existencia de más implicados, pero estos nunca llegaron a aparecer, ya que Francisco Otero había actuado en solitario.
El atacante, era el dueño de una pastelería de la capital, que apenas llegaba a fin de mes. Su situación era tan mala, que tenía la intención de suicidarse, pero antes de hacerlo le convencieron, de que era mejor tratar de acabar con la vida, del Rey Alfonso XII.
Tras ser detenido en el acto, Francisco Otero fue acusado de intento de regicidio. El Rey solicitó su indulto, sin embargo, el tribunal acabó condenándolo a muerte. Finalmente, Francisco Otero fue ejecutado, el 14 de abril de 1880 mediante garrote, la peor de las condenas.
Este acto, fue parte de una estrategia anarquista de "propaganda",buscando impactar a través de actos violentos, y se difundieron ampliamente, a través de grabados y romances de ciego
(1) Adarme: Unidad de peso que equivalía a 179 centigramo aproximadamente.
domingo, 28 de diciembre de 2025
La conmemoración de la estancia de los Reyes Católicos en el pueblo de Fiñana
Tal día como hoy, 29 de diciembre de 1489, la villa musulmana de Fiñana, situada en la actual provincia de Almería, es conquistada por las tropas cristianas de los Reyes Católicos.
El pueblo de Fiñana, en Almería, conmemora anualmente la pernoctación de los Reyes Católicos en diciembre de 1489, durante la Reconquista, con una gran fiesta que se celebra en fechas cercanas a Navidad, donde vecinos vestidos de época, reviven la llegada de Isabel y Fernando, realizan un cortejo por el pueblo, destacando su patrimonio (como su antigua mezquita) y escenifican, el nombramiento de Álvaro de Bazán como alcalde, incluyendo diálogos en castellano antiguo, talleres y exhibiciones de cetrería.
Entre el 25 y 29 de diciembre,de cada año y desde el 1489, tras la toma de Almería por los Reyes Cristianos con su séquito real, Fernando e Isabel, de camino hacia la zona Granadina (Guadix) hicieron noche en la localidad de Fiñana. La localidad de Fiñana había sido ya conquistada, para los cristianos unos días antes, por el militar Álvaro de Bazán (abuelo de Álvaro de Bazán el que sería Marqués de Santa Cruz y comandaría la victoria en Lepanto en 1571).
En la visita de los reyes cristianos, Álvaro de Bazán fue nombrado alcalde de Fiñana por el Rey Fernando, y ocupó este cargo durante algunos años.
Estos hechos, son los que se recrean en Fiñana cada año. La llegada de los Reyes Isabel y Fernando, con su hueste y cortejo, acompañados, de personajes históricos como Rodrigo Ponce de León (Marqués de Cádiz) el Sultán derrotado de Almería, Al Zagal, el infante de Almería, Yahya Al-Nayar, ente otros, y son recibidos, por el alcalde de Fiñana Álvaro de Bazán.
Previamente el evento está explicado por una narradora, que pone en contexto histórico a los espectadores, y a continuación llega el cortejo real, encabezado por los Reyes.
Todos los participantes, van ataviados con ropas recreadas, de la forma mas fidedignas posible, a los de la época que se recrea, usando para ello tejidos de máxima calidad, todo confeccionado, en el propio municipio por el taller de costura.
En el recorrido por la localidad del cortejo real, se producen varias paradas para poner en valor, elementos arquitectónicos de la localidad, algunos tan notables, como la mezquita almohade del siglo XII, en magnífico estado de conservación.
Finalmente, el cortejo llega a la plaza del pueblo, especialmente engalanada para la ocasión y se producen el recibimiento por Álvaro de Bazán, seguido de la entrega de ofrendas y el acto de vasallaje y nombramiento, de éste como alcalde de Fiñana.
Todos los diálogos, de los personajes y narradores, son en castellano antiguo, en prosa. Complementariamente al evento, se hacen talleres de armas, exhibiciones de cetrería, juegos tradicionales, bailes de época, etc.etc.
sábado, 27 de diciembre de 2025
El diplomático español José de Ocáriz,que marcó su huella en Europa
Tal día como hoy, 28 de diciembre de 1792: El cónsul español en París, José Ocáriz, protesta públicamente en una carta, por la condición de prisionero a la que se ve sometido, el Rey Luis XVI de Francia.,
José de Ocáriz, nacido en 1750 en la región de La Rioja, en un momento de grandes transformaciones para España y Europa. La segunda mitad del siglo XVIII,estuvo marcada por una Europa convulsa, donde las potencias buscaban consolidar su poder, mientras la Revolución Francesa, comenzaba a marcar el rumbo de la historia.
España, bajo el reinado de Carlos III y más tarde bajo Carlos IV, trataba de mantener su influencia en un continente, cada vez más polarizado, por las guerras y las tensiones políticas.
Ocáriz realizó sus estudios en Madrid, donde comenzó a forjarse como un hábil diplomático. El contexto histórico de la época, con una España que lidiaba con la presión de Francia, Prusia y Austria, hizo de Ocáriz un hombre clave, en las negociaciones internacionales, buscando siempre el equilibrio, entre la defensa de los intereses de su país y la preservación, de la paz en Europa.
El ascenso de Ocáriz, en el ámbito diplomático español, fue meteórico. Durante su carrera, desempeñó varias misiones importantes, que lo llevaron a viajar por diversas capitales europeas. En su papel como diplomático, fue designado en múltiples ocasiones, para representar a España, en momentos cruciales.
Una de sus primeras misiones importantes fue en Turín, donde representó los intereses españoles, ante la corte de Cerdeña. Más tarde, trabajó en Copenhague y Madrid, lo que le permitió, ampliar su experiencia y consolidar, su carrera diplomática.
Sin embargo, su nombramiento más relevante, fue como cónsul general en París en 1792, en pleno apogeo de la Revolución Francesa. Este cargo, le permitió estar directamente involucrado, en los eventos que transformaron, Europa en ese momento.
Fue nombrado cónsul general en París en 1792: En este periodo, Ocáriz se enfrentó a una de las situaciones, más complejas de su carrera. Cuando Luis XVI fue arrestado y condenado a muerte, por la Revolución Francesa, España, bajo el reinado de Carlos IV, estaba en una posición difícil.
En un intento, por evitar que la situación se desbordara, Ocáriz se dirigió al gobierno francés, con una carta pidiendo la liberación de Luis XVI, proponiendo la neutralidad de España y ofreciendo su mediación, para evitar la guerra con Prusia y Austria. A pesar de sus esfuerzos, la situación se agravó rápidamente, y en 1793, Francia declaró la guerra a España.
Tras la guerra con Francia, Ocáriz fue designado para iniciar las negociaciones de paz, en el cuartel general francés de Figueras. Estas negociaciones culminaron en la firma del Tratado de Basilea, el 22 de julio de 1795, que puso fin al conflicto. Este tratado fue un gran logro, para la diplomacia española, ya que permitió a España consolidar sus intereses en Europa.
Tras la firma del Tratado de Basilea, Ocáriz regresó a París, donde asumió nuevamente su cargo como cónsul general. Posteriormente, se trasladó a Hamburgo, como ministro residente y en 1803 fue nombrado plenipotenciario, en Estocolmo. Su último nombramiento fue como embajador en Constantinopla, aunque su muerte prematura a los 55 años, truncó su carrera en este puesto.
La figura de José de Ocáriz, aunque no tan conocida en la historia española, en comparación con otros diplomáticos de su época, es fundamental para entender la política exterior, de España en el siglo XVIII y principios, del XIX.
Ocáriz fue un hombre de grandes principios, que defendió la paz y la neutralidad de su país, en un periodo de gran agitación política. Su capacidad de negociación y su disposición a comprometerse, por el bien de España hicieron de él una pieza clave, en el panorama diplomático europeo, de su tiempo.
En la actualidad, su legado sigue siendo una referencia, para los diplomáticos y aquellos interesados en la historia, de las relaciones internacionales. Su carrera demuestra la importancia de la diplomacia, como una herramienta para resolver conflictos y mantener la estabilidad, especialmente en un contexto internacional, tan complicado como el de finales del siglo XVIII.
El matrimonio secreto de la Reina María Cristina de Borbón, con un guardia de Corp
Tal día como hoy, 28 de diciembre de 1833, la Reina María Cristina de Borbón y el guardia de corps, Agustín Fernando Muñoz contraían matrimonio de forma secreta, en la real quinta de Quitapesares, muy cerca del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso.
El matrimonio secreto de la Reina María Cristina de Borbón fue con Agustín Fernando Muñoz, un sargento de la Guardia de Corps, celebrado el 28 de diciembre de 1833, apenas tres meses después, de la muerte de su esposo, el rey Fernando VII, mientras ejercía como regente de España.
Este matrimonio, que fue morganático y ocultado durante años, para no comprometer su regencia y la sucesión de su hija Isabel II, no fue legalizado por la Iglesia hasta 1844, tras renunciar a la regencia y mudarse a Francia.
Precisamente, en un viaje a La Granja de San Ildefonso, con el Rey Fernando VII ya fallecido, fue como ambos empezaron a enamorarse. A la Reina María Cristina de Borbón, se le reventó una vena pequeña de la nariz, mientras iba en su carruaje y el sargento, que iba al mando de la escolta, Fernando Muñoz, se dio cuenta de lo ocurrido y le ofreció un pañuelo, para parar la hemorragia.
Nada más devolvérselo la Reina María Cristina de Borbón y agradecerle, aquel guardia real besó el pañuelo y se lo guardó en el lado del corazón, gesto a partir del cual la Reina María Cristina comenzaría a enamorarse, declarando su amor el 18 de diciembre de 1833, en la rea quinta de Quitapesares.
El problema era, que la Reina María Cristina era católica practicante y, para ella, era indispensable casarse, para mantener relaciones sexuales, con el hijo de un estanquero de Cuenca, algo que no podía hacer en público ya que de casarse dejaría de ser Reina Regente y su hija, Isabel II, todavía menor de edad, perdería sus posibilidades de ocupar algún día el trono de España, trono que se encontraba en disputa con su cuñado, Carlos María de Isidro de Borbón.
Por ello, la Reina María Cristina decidió contraer matrimonio en secreto el 28 de diciembre de 1833, con Agustín Fernando Muñoz, ante un sacerdote y en presencia de dos testigos de confianza.
No fue un secreto fácil de guardar. Pronto surgieron rumores y Agustín Fernando Muñoz comenzó a ser llamado Fernando VIII. Sin embargo, en 1836, las sospechas fueron confirmadas, cuando el destituido presidente del Gobierno, el radical Juan Álvarez Mendizabal, se alzó en armas contra la regente, el 12 de agosto de 1836, en La Granja de San Ildefonso, para exigir la restitución de la Constitución Española, de 1812 y la cesión del Gobierno.
La Reina María Cristina, resistió con firmeza a las demandas, hasta que Mendizabal cogió a su esposo y amenazó con asesinarlo, ante sus ojos de no aceptar sus pretensiones, algo que finalmente hizo.
María Cristina de Borbón se mantuvo como Reina regente, pero solo hasta 1839, año en el que el general Baldomero Espartero, tras vencer a los carlistas, le chantajeó con hacer público su enlace, tras obtener una copia de su matrimonio secreto, con Agustín Fernando, de no renunciar a la regencia.
María Cristina renunció y puso rumbo a París, junto a Agustín Fernando, mientras que Baldomero Espartero, se encargó de la regencia y, a pesar de que la Reina había cumplido, Espartero hizo público poco después, el matrimonio secreto de la Reina, con el fin de mantenerse en el poder.
Desde entonces, María Cristina de Borbón y Agustín Fernando llevaron una vida de pareja en el palacio de Malmaison, aunque nunca fueron un matrimonio, como habían pensado, pues la Iglesia no reconoció la boda secreta, al no contar con el permiso de cada uno de sus párrocos, al celebrarse fuera de las parroquias, a las que pertenecían.
María Cristina de Borbón, movió todas sus influencias, para que su matrimonio secreto fuese reconocido, incluso apeló directamente al Papa. Finalmente lo consiguió, llegando a celebrar un nuevo matrimonio, con el consentimiento de su hija Isabel II el 12 de octubre de 1844. El matrimonio duró 40 años y tuvo ocho hijos.
viernes, 26 de diciembre de 2025
Los bombardeos sobre Santander, durante la Guerra Civil.
Tal día como hoy, 27 de diciembre de 1936: En el marco de la Guerra Civil Española, la aviación franquista bombardea la ciudad de Santander. El ataque causa la muerte a 65 personas civiles y 50 heridos.
La aviación franquista, junto a la italiana y alemana (Legión Cóndor), bombardeó sistemáticamente Santander, durante la Guerra Civil, siendo especialmente cruento, el ataque del 27 de diciembre de 1936 al Barrio Obrero, que causó numerosos muertos civiles, y los continuos ataques, durante la ofensiva final de 1937, que buscaban la rendición de la ciudad, la última capital republicana del norte, hasta su caída en agosto de ese año.
El 27 de diciembre de 1936, el Barrio Obrero de Santander , fue víctima de un trágico bombardeo durante la Guerra Civil Española, causando la muerte de numerosos civiles, incluyendo a la niña María Ángeles Fernández Otí de 9 años y otros vecinos muchos de ellos fallecidos o heridos y enterrados en Ciriego, marcando un evento brutal, en la represión y violencia de la guerra.
El bombardeo por la aviación alemana, de varios barrios de Santander el 27 de diciembre de 1936 se cobró no menos de 65 víctimas mortales, sobre todo en el Barrio Obrero del Rey.
La aparición de la aviación franquista, hizo que muchos de los vecinos y paseantes (ese día era domingo), se refugiaran donde pudieran. Uno de los lugares elegidos por la oleada de 18 aviones de la Legión Cóndor, fue la fábrica de curtidos Mendicouague, lugar en el que se produjo, la mayor matanza del día.
Horas después de la masacre, en represalia, milicianos republicanos incontrolados, se dirigieron al barco prisión 'Alfonso Pérez, anclado en la bahía, y mataron a 157 detenidos, arrojando granadas y ametrallando, a los que estaban en las bodegas y asesinando al resto.
En recuerdo de esta masacre, Santander tiene una calle dedicada, que lleva por nombre el del buque.'Alfonso Pérez, Asimismo, en un refugio antiaéreo republicano, se exponen recuerdos de dos aviadores alemanes, Hans Kemper y Friedrich Schwanengel, “muertos heroicamente combatiendo, con los nacionales de España”
Este bombardeo, es uno de los hechos menos recordados de la guerra, a pesar de su crudeza. Santander sufrió más ataques, pero el de diciembre de 1936 es el más emblemático y trágico, en la historia de la ciudad, durante la guerra.
El Ayuntamiento de Santander, lleva años sin dar una respuesta clara, a la petición de la familia de una de las víctimas mortales del bombardeo, por la aviación alemana del Barrio Obrero del Rey, para instalar una placa o monolito, en recuerdo de los fallecidos. La Consejería de Cultura y la Dirección General de Patrimonio, en este período, tampoco han atendido sus demandas.
miércoles, 24 de diciembre de 2025
La Navidad en el antiguo Imperio Español
Tal día como hoy 25 de diciembre de 1580, se inician, un año mas, las Fiestas de La Navidad en el Imperio Español.
Hoy en día, la Navidad en España es sinónimo de luces en las calles, turrones en los supermercados, cabalgatas multitudinarias y comidas familiares interminables, pero La Navidad en el Imperio Español combinaba ferviente religiosidad con costumbres locales, centrada en la Misa del Gallo (medianoche, alba, día) y el pesebre o belén (hechos de barro/madera) que incorporaba elementos indígenas.
Había banquetes, bailes, villancicos, mercados en las plazas con flores y dulces, y procesiones, especialmente notables en las colonias, donde los nativos fusionaron ritos como adornar iglesias y danzar con ramos, dando lugar a primeras Navidades en América desde, 1523, con gran sincretismo cultura
En el Imperio español, con una profunda huella católica, la Navidad no comenzaba con anuncios ni luces, ni calendarios de adviento por doquier, sino con recogimiento. El periodo previo al 25 de diciembre,era tiempo de Adviento, marcado por el ayuno, la abstinencia y la preparación espiritual.
Las autoridades locales, por orden real, solían cerrar los burdeles y casas de juego, poco apropiados para la ocasión y suspendiendo también los espectáculos públicos. Se trataba de un tiempo para, teóricamente, “limpiar el alma”, según los cronistas de la época. Pero esa calma duraba poco. A partir del 24 de diciembre, la contención se rompía con una de las cenas más opíparas del año: la Nochebuena.
La cocina navideña del Siglo de Oro, era un despliegue de suntuosidad para quienes podían permitírselo (aquellos de más alta alcurnia). En el Real Alcázar de Madrid, por ejemplo, se servían hasta 36 platos distintos, en la comida navideña de la corte, según los manuales de cocina de la época.
En los hogares madrileños con menos posibles, el plato estrella era el besugo al horno, pescado en el Cantábrico y transportado, durante días, hasta la Villa, donde era preparado al horno con pan rallado, ajo, cebolla, perejil y limón para disimular su “maduro” estado (es un gran eufemismo).
El capón, (pollo castrado y cebado) también era muy valorado en la cena, y en cuanto a dulces, ya estaban presentes los mazapanes, los canutillos y, por supuesto, los turrones de Jijona, elaborados artesanalmente desde el siglo XVI.
Pasadas las cenas más importantes de la Navidad, las del 24 y 25, los corrales de comedias se llenaban, con estrenos teatrales navideños. Las compañías de Lope de Vega o Calderón de la Barca, ofrecían obras que competían en popularidad, con las de la primavera.
Pero no todo era espectáculo público. En las casas de comerciantes, nobles e intelectuales, se organizaban veladas privadas, donde se recitaban poesías, se cantaban villancicos y se bailaba con amigos y familiares. Estas reuniones, heredadas del Renacimiento, podían extenderse a lo largo de todas las Pascuas.
Pocos lo saben, pero uno de los elementos más populares de la Navidad española, el tradicional roscón de Reyes, fue traído por los soldados de los Tercios españoles. Esta emblemática unidad militar, desplegada en Flandes, durante los siglos XVI y XVII, adoptó la costumbre local (probablemente con raíces en las Saturnales), de esconder un haba dentro de un pastel.
Quien encontraba el haba, era coronado simbólicamente como “rey” del día. Al regresar a España, los soldados llevaron consigo esta tradición, que se fusionó con el Día de Reyes (6 de enero) y se consolidó, como costumbre navideña.
Hoy es un gesto que sigue persistiendo, aunque con ligeras modificaciones; aquel que encuentra la figura, es coronado con una corona de cartón, y quien encuentra el haba, paga el roscón del próximo año.
En la España del Siglo de Oro, la devoción por el Belén, (el nacimiento) era palpable. A pesar de que algunos atribuyen al rey Carlos III, la introducción de esta costumbre, documentos como el testamento del dramaturgo español Lope de Vega, de 1669 ya mencionan figuras y “altaricos de Pascua”, en los hogares.
Los belenes eran tan populares, que se exhibían no solo en iglesias, sino también en palacios, conventos y casas particulares. Hoy representan un reclamo más, para los turistas seguidores de las tradiciones de Navidad, y se llevan a cabo belenes de todo tipo: desde belenes de chocolate o arena hasta belenes vivientes.
Los orígenes del reino de Aragón
Tal día como hoy, 25 de diciembre del año 719, las tropas musulmanas de Musa y Táriq conquistaron la ciudad de Huesca, respetando la vida de sus habitantes. Sin embargo, algunos cristianos, descontentos con el dominio musulmán, escaparon hacia los remotos valles del Pirineo..
Según la leyenda, aquellos refugiados portaban consigo, la reliquia del Santo Grial que san Lorenzo había enviado a sus familiares en Huesca, durante las persecuciones del emperador romano Valeriano.
Los cristianos que abandonaron Huesca junto al Santo Grial, encontraron refugio en los valles de Hecho y Aragón, próximos al paso de Somport. Sin embargo, ninguno de aquellos emigrados, podía pensar que su partida, fuese el origen del reino que un día, dominó el Mediterráneo.
El paso de Somport, junto al nacimiento del río Aragón, se convirtió en la ruta favorita de los musulmanes, para atacar Aquitania durante el siglo VIII. Consciente de la brecha en sus fronteras, el emperador Carlomagno, designó a un conde franco, Aureolo, para defender Somport, en el año 800.
La figura del conde Aureolo, llamado también Oriol, dio nombre a la Peña Oroel, que domina la ciudad de Jaca. Según la leyenda, Aureolo fue aclamado como caudillo de la resistencia, por montañeses y exiliados visigodos, reunidos en una montaña con antiguo significado sagrado.
Muy cerca de la Peña Oroel, se alza el monasterio de San Juan de la Peña, muy unido a la leyenda, sobre los orígenes del condado.
La crisis del Imperio Carolingio a partir del año 828, supuso el alejamiento de los condados de la Marca Hispánica, de la órbita franca. El conde Galindo I Aznárez de Aragón, incorporó a sus dominios los condados de Pallars, Ribagorza, Urgell y Cerdaña, y estableció tratados de amistad, con el Reino de Pamplona, que confirmaban el alejamiento de los francos.
En esta época, se fundan los monasterios de Siresa y San Adrián de Sásabe, donde pudo custodiarse la reliquia del Santo Grial, que había abandonado Huesca tras la invasión musulmana. La presencia del Santo Cáliz en Aragón, es parte de los orígenes del reino, y se cree que permaneció escondido en Sásabe y Siresa, hasta que fue trasladado a San Juan de la Peña, en el siglo XI.
El siglo XI, comienza con la desintegración del Califato de Córdoba y la creación de los reinos de taifas a partir del año 1009. La crisis andalusí, supuso un respiro para los condados de los Pirineos, sometidos a un hostigamiento constante, por parte de los musulmanes, y provocó un sentimiento de revancha, que se cristalizó cuando el papa Alejandro II, convocó la primera cruzada de la historia, para recuperar la ciudad de Barbastro en 1063.
Un ejército, compuesto por cruzados francos, aquitanos, provenzales y lombardos atravesó Somport y logró tomar Barbastro, con la participación de Sancho Ramírez, conde de Aragón, Pallars y Ribagorza. Después de siglos a la defensiva, las tornas habían cambiado, para los cristianos del Pirineo.
La efectividad de la cruzada y el convencimiento, de que los musulmanes se encontraban en retroceso, provocaron que Sancho Ramírez viajase a Roma en 1068, con el objetivo de lograr el beneplácito del Papa, para la creación de un nuevo reino. Rodeado por los reyes de Pamplona y el expansionismo de los condes de Barcelona, Aragón sólo podría prevalecer, bajo una corona poderosa.
El papa Alejandro I,I aceptó el vasallaje de Sancho Ramírez, y el condado de Aragón, se convirtió en feudatario de la Iglesia católica, para convertirse en reino. El futuro rey, debió pagar al Papa con 80 mancusos, una moneda acuñada con el oro de las parias cobradas por Aragón, a la taifa de Zaragoza: un enorme gasto, que sellaba la fundación del nuevo reino.
El nuevo reino de Aragón, instaurado por Sancho Ramírez, era un territorio eminentemente rural, conformado por pequeñas aldeas, castillos como el de Canfranc y monasterios como Siresa y San Juan de la Peña. Para contrarrestar la dispersión de sus pobladores, Sancho Ramírez planteó la fundación de una nueva capital, sobre las ruinas de Iacca, antigua ciudad de los jacetanos.
El nuevo burgo, tomó el nombre de Jaca, y recibió un fuero destinado a transformarla, en un importante centro mercantil. Su situación a los pies del Somport, en pleno Camino de Santiago, atrajo a numerosos pobladores provenientes de Aquitania, y la bonanza de la nueva ciudad, fue aprovechada por Sancho Ramírez, para edificar una catedral digna, del nacimiento de un nuevo reino.
El mensaje iconográfico de la catedral de Jaca, uno de los primeros edificios románicos de la península, recibe al peregrino nada más encontrarse con su famoso crismón(1). Muy pronto, las iglesias de Aragón abandonaron el rito mozárabe, para adoptar la liturgia benedictina, y las luces del Renacimiento medieva,l del año 1000 penetraron con fuerza en el nuevo reino, nacido bajo las nieves del Pirineo.
(1) El crismón es un símbolo cristiano antiguo que se forma al superponer las dos primeras letras griegas, Alfa (Α) y Omega (Ω) para simbolizar que Cristo es el principio y el fin, como se ve en monedas, estandartes y sarcófagos.
martes, 23 de diciembre de 2025
La desconocida tregua de Navidad durante la Guerra Civil Española
Tal día como hoy, 24 de diciembre de 1936, tiene lugar la tregua de Navidad, durante la Guerra Civil Española.
Nochebuena de 1936. Nos encontramos en plena Guerra Civil Española. Apenas han pasado cinco meses, desde el inicio de la contienda, tras la fallida sublevación militar contra el Gobierno de la Segunda República y España continúa dividida en dos.
Republicanos y sublevados, combaten a lo largo de la Península Ibérica. En medio de este panorama, en el frente norte, sucede un hecho inédito, para muchos desconocido, cuando combatientes de ambos bandos, acuerdan de manera espontánea, una tregua por Navidad conocida como "la tregua del Monte Kalamua" Allí, entre las provincias vascas de Vizcaya y Guipúzcoa, milicianos vascos fieles a la Segunda República y requetés que luchan en el bando sublevado,carlistas pertenecientes al Tercio de Lácar, acuerdan no hacer uso de las armas, el 24 de diciembre de 1936.
Milicianos vascos fieles a la Segunda República y requetés, intercambiando periódicos durante la tregua del Monte Kalamua
Esta desconocida historia, fue documentada en el semanario obrero "La lucha de clases" por el socialista pamplonés José Goñi Urriza, que escribió que, durante la fría mañana del día de Nochebuena de 1936, en un momento dado, a un combatiente no se le ocurrió otra cosa, que gritar "no disparéis". Un hecho que hizo, que combatientes de ambos bandos, curiosos, levantasen sus cabezas por encima de los parapetos, en los que se encontraban apostados.
Tras ello, se sucedieron diálogos de una trinchera a otra, en tono amistoso y, como muestra de confianza, los requetés se sentaron encima de sus defensas. Acto seguido, los milicianos republicanos les imitaron, pero la densa niebla del lugar generó un clima de desconfianza, que hizo que unos y otros regresasen, a sus puestos de combate.
Así fue hasta que, a media mañana, la niebla abrió paso al sol y el propio Goñi rompió el silencio, alzando su voz dirigiéndose a los requetés. Estos respondieron y se inició una larga conversación, que acabó con soldados de ambos bandos en medio del campo de batalla, intercambiándose la prensa e, incluso, vino de una cantimplora y cigarrillos.
Un insólito encuentro, que duró hasta el mediodía, momento en el que aquellos soldados, volvieron a sus parapetos, para asumir la triste realidad, de que la Guerra Civil Española todavía no había terminado. Un hecho que hacía que aquellos hombres, que horas antes hablaban de forma amistosa en el medio del campo de batalla, ahora tenían que volver a intentar matarse, los unos a los otros.
Lo ocurrido aquel 24 de diciembre de 1936 en el monte Kalamua fue fotografiado, por José Goñi Urriza con su cámara. Del encuentro sacó al menos tres fotografías, que se publicaron en el semanario socialista "La lucha de clases".
Dos días después, el 26 de diciembre de 1936, en un artículo en el que Goñi relató con todo lujo de detalles, la desconocida tregua de Navidad, que presenció durante la Guerra Civil Española, la única ocurrida durante este conflicto, que ha llegado hasta nuestros días, de manera documentada.
El atentado fallido contra el obispo de Barcelona, Salvador Casañas
Tal día como hoy, 24 de diciembre de 1905, el militante anarquista Josep Sala i Comes, armado con un cuchillo y un revólver, intentó asesinar al obispo de Barcelona Salvador Casañas i Pagès.
El 24 de diciembre de 1905, el cardenal Salvador Casañas, fue víctima de un atentado en la catedral de Barcelona, del que salió ileso. El agresor, identificado como José Sala y Comas, fue arrestado inmediatamente después del ataque.
A las ocho, cuando el prelado salía de la catedral, donde acababa de celebrarse una fiesta religiosa, se le abalanzó un hombre puñal en mano, e intentó agredirle.
El intento de asesinato, se produjo en el umbral de la puerta del claustro, de la catedral de Barcelona. Sala, esgrimiendo un puñal, se abalanzó sobre el obispo, pero la rápida intervención de los acompañantes de Casañas, el decano Dachs y el vicario Polo, evitó el asesinato.
Instantes después, Sala sería reducido en el mismo claustro, por un policía municipal y por un peatón, y quedaría gravemente contusionado en la cara. Pocas horas más tarde, ingresaría en el preventorio, de Sant Felip Neri.
Salvador Casañas i Pagès, nacido en Barcelona en 1834, era obispo de Barcelona y cardenal del título de Santi Quirico e Giulitta. Casañas, que había relevado, al popular obispo Urquinaona, era un entusiasta continuador, de la tarea de colaboración de la Iglesia catalana con la Renaixença, el movimiento de renacimiento cultural, político y nacional de Catalunya.
Su antecesor Urquinaona, había conseguido que el Pontificado, consagrara a la Virgen de Montserrat como patrona de Catalunya en 1880, a pesar de las reticencias vaticanas, a reconocer singularidades nacionales. Y Casañas era uno de los principales impulsores, de la participación del catalanismo católico, en el movimiento político catalanista.
El agresor, Josep Sala i Comes, nacido en Vic y siendo tejedor de profesión, era un activo militante anarquista y libertario y un viejo conocido de la policía. Había participado en varios mítines de protesta, contra los procesos militares de Montjuïc, los juicios contra los dirigentes, del movimiento anarquista obrero catalán acusados de perpetrar, el atentado terrorista en la calle de los Canvis Nous, de Barcelona contra la procesión de Corpus, de 1896, que había causado, 12 muertos y 35 heridos.
Horas después del intento de asesinato, del obispo Casañas, Sala prestaría declaración judicial y sería trasladado a la prisión. Ese mediodía se sintió enfermo, y tuvo que visitarle el médico de la cárcel, el cual observó que Salas sufría frecuentes vómitos.
Moriría en la cárcel al día siguiente, según la versión oficial envenenado, a pesar de que la autopsia, reveló que no había, veneno en su cuerpo.






















