miércoles, 24 de diciembre de 2025

¡¡ Que tengas una muy feliz Navidad !!


 “Feliz Navidad a todos los que comparten el deseo de un mundo mejor, lleno de paz y esperanza”.

 

¡¡ FELIZ NAVIDAD..!!

A tod@s los amig@s y conocid@s, a los que sin serlo, tengan el corazón limpio y sincero, a l@s que carezcan de alguien con quien compartir, a todas las personas de buena voluntad, a l@s que celebran que el sol sale cada día...


Les deseo, de todo corazón ¡¡Feliz Navidad.!!

La Navidad en el antiguo Imperio Español

Tal día como hoy 25 de diciembre de 1580, se inician, un año mas, las Fiestas de La Navidad en el Imperio Español.
  
Hoy en día, la Navidad en España es sinónimo de luces en las calles, turrones en los supermercados, cabalgatas multitudinarias y comidas familiares interminables, pero La Navidad en el Imperio Español combinaba ferviente religiosidad con costumbres locales, centrada en la Misa del Gallo (medianoche, alba, día) y el pesebre o belén (hechos de barro/madera) que incorporaba elementos indígenas. 

Había banquetes, bailes, villancicos, mercados en las plazas con flores y dulces, y procesiones, especialmente notables en las colonias, donde los nativos fusionaron ritos como adornar iglesias y danzar con ramos, dando lugar a primeras Navidades en América desde, 1523, con gran sincretismo cultura

En el Imperio español, con una profunda huella católica, la Navidad no comenzaba con anuncios ni luces, ni calendarios de adviento por doquier, sino con recogimiento. El periodo previo al 25 de diciembre,era tiempo de Adviento, marcado por el ayuno, la abstinencia y la preparación espiritual.

Las autoridades locales, por orden real, solían cerrar los burdeles y casas de juego, poco apropiados para la ocasión y suspendiendo también los espectáculos públicos. Se trataba de un tiempo para, teóricamente, “limpiar el alma”, según los cronistas de la época. Pero esa calma duraba poco. A partir del 24 de diciembre, la contención se rompía con una de las cenas más opíparas del año: la Nochebuena.

La cocina navideña del Siglo de Oro, era un despliegue de suntuosidad para quienes podían permitírselo (aquellos de más alta alcurnia). En el Real Alcázar de Madrid, por ejemplo, se servían hasta 36 platos distintos, en la comida navideña de la corte, según los manuales de cocina de la época.

En los hogares madrileños con menos posibles, el plato estrella era el besugo al horno, pescado en el Cantábrico y transportado, durante días, hasta la Villa, donde era preparado al horno con pan rallado, ajo, cebolla, perejil y limón para disimular su “maduro” estado (es un gran eufemismo).

El capón, (pollo castrado y cebado) también era muy valorado en la cena, y en cuanto a dulces, ya estaban presentes los mazapanes, los canutillos y, por supuesto, los turrones de Jijona, elaborados artesanalmente desde el siglo XVI.

Pasadas las cenas más importantes de la Navidad, las del 24 y 25, los corrales de comedias se llenaban, con estrenos teatrales navideños. Las compañías de Lope de Vega o Calderón de la Barca, ofrecían obras que competían en popularidad, con las de la primavera.

Pero no todo era espectáculo público. En las casas de comerciantes, nobles e intelectuales, se organizaban veladas privadas, donde se recitaban poesías, se cantaban villancicos y se bailaba con amigos y familiares. Estas reuniones, heredadas del Renacimiento, podían extenderse a lo largo de todas las Pascuas.

Pocos lo saben, pero uno de los elementos más populares de la Navidad española, el tradicional roscón de Reyes, fue traído por los soldados de los Tercios españoles. Esta emblemática unidad militar, desplegada en Flandes, durante los siglos XVI y XVII, adoptó la costumbre local (probablemente con raíces en las Saturnales), de esconder un haba dentro de un pastel. 

Quien encontraba el haba, era coronado simbólicamente como “rey” del día. Al regresar a España, los soldados llevaron consigo esta tradición, que se fusionó con el Día de Reyes (6 de enero) y se consolidó, como costumbre navideña.

Hoy es un gesto que sigue persistiendo, aunque con ligeras modificaciones; aquel que encuentra la figura, es coronado con una corona de cartón, y quien encuentra el haba, paga el roscón del próximo año.

En la España del Siglo de Oro, la devoción por el Belén, (el nacimiento) era palpable. A pesar de que algunos atribuyen al rey Carlos III, la introducción de esta costumbre, documentos como el testamento del dramaturgo español Lope de Vega, de 1669 ya mencionan figuras y “altaricos de Pascua”, en los hogares.

Los belenes eran tan populares, que se exhibían no solo en iglesias, sino también en palacios, conventos y casas particulares. Hoy representan un reclamo más, para los turistas seguidores de las tradiciones de Navidad, y se llevan a cabo belenes de todo tipo: desde belenes de chocolate o arena hasta belenes vivientes.

Los orígenes del reino de Aragón

Tal día como hoy, 25 de diciembre del año 719, las tropas musulmanas de Musa y Táriq conquistaron la ciudad de Huesca, respetando la vida de sus habitantes. Sin embargo, algunos cristianos, descontentos con el dominio musulmán, escaparon hacia los remotos valles del Pirineo..
Según la leyenda, aquellos refugiados portaban consigo, la reliquia del Santo Grial que san Lorenzo había enviado a sus familiares en Huesca, durante las persecuciones del emperador romano Valeriano. 

Los cristianos que abandonaron Huesca junto al Santo Grial, encontraron refugio en los valles de Hecho y Aragón, próximos al paso de Somport. Sin embargo, ninguno de aquellos emigrados, podía pensar que su partida, fuese el origen del reino que un día, dominó el Mediterráneo. 

El paso de Somport, junto al nacimiento del río Aragón, se convirtió en la ruta favorita de los musulmanes, para atacar Aquitania durante el siglo VIII. Consciente de la brecha en sus fronteras, el emperador Carlomagno, designó a un conde franco, Aureolo, para defender Somport, en el año 800. 

La figura del conde Aureolo, llamado también Oriol, dio nombre a la Peña Oroel, que domina la ciudad de Jaca. Según la leyenda, Aureolo fue aclamado como caudillo de la resistencia, por montañeses y exiliados visigodos, reunidos en una montaña con antiguo significado sagrado.

Muy cerca de la Peña Oroel, se alza el monasterio de San Juan de la Peña, muy unido a la leyenda, sobre los orígenes del condado.

La crisis del Imperio Carolingio a partir del año 828, supuso el alejamiento de los condados de la Marca Hispánica, de la órbita franca. El conde Galindo I Aznárez de Aragón, incorporó a sus dominios los condados de Pallars, Ribagorza, Urgell y Cerdaña, y estableció tratados de amistad, con el Reino de Pamplona, que confirmaban el alejamiento de los francos.

En esta época, se fundan los monasterios de Siresa y San Adrián de Sásabe, donde pudo custodiarse la reliquia del Santo Grial, que había abandonado Huesca tras la invasión musulmana. La presencia del Santo Cáliz en Aragón, es parte de los orígenes del reino, y se cree que permaneció escondido en Sásabe y Siresa, hasta que fue trasladado a San Juan de la Peña, en el siglo XI.  

El siglo XI, comienza con la desintegración del Califato de Córdoba y la creación de los reinos de taifas a partir del año 1009. La crisis andalusí, supuso un respiro para los condados de los Pirineos, sometidos a un hostigamiento constante, por parte de los musulmanes, y provocó un sentimiento de revancha, que se cristalizó cuando el papa Alejandro II, convocó la primera cruzada de la historia, para recuperar la ciudad de Barbastro en 1063. 

Un ejército, compuesto por cruzados francos, aquitanos, provenzales y lombardos atravesó Somport y logró tomar Barbastro, con la participación de Sancho Ramírez, conde de Aragón, Pallars y Ribagorza. Después de siglos a la defensiva, las tornas habían cambiado, para los cristianos del Pirineo. 

La efectividad de la cruzada y el convencimiento, de que los musulmanes se encontraban en retroceso, provocaron que Sancho Ramírez viajase a Roma en 1068, con el objetivo de lograr el beneplácito del Papa, para la creación de un nuevo reino. Rodeado por los reyes de Pamplona y el expansionismo de los condes de Barcelona, Aragón sólo podría prevalecer, bajo una corona poderosa. 

El papa Alejandro I,I aceptó el vasallaje de Sancho Ramírez, y el condado de Aragón, se convirtió en feudatario de la Iglesia católica, para convertirse en reino. El futuro rey, debió pagar al Papa con 80 mancusos, una moneda acuñada con el oro de las parias cobradas por Aragón, a la taifa de Zaragoza: un enorme gasto, que sellaba la fundación del nuevo reino. 

El nuevo reino de Aragón, instaurado por Sancho Ramírez, era un territorio eminentemente rural, conformado por pequeñas aldeas, castillos como el de Canfranc y monasterios como Siresa y San Juan de la Peña. Para contrarrestar la dispersión de sus pobladores, Sancho Ramírez planteó la fundación de una nueva capital, sobre las ruinas de Iacca, antigua ciudad de los jacetanos.

El nuevo burgo, tomó el nombre de Jaca, y recibió un fuero destinado a transformarla, en un importante centro mercantil. Su situación a los pies del Somport, en pleno Camino de Santiago, atrajo a numerosos pobladores provenientes de Aquitania, y la bonanza de la nueva ciudad, fue aprovechada por Sancho Ramírez, para edificar una catedral digna, del nacimiento de un nuevo reino. 

El mensaje iconográfico de la catedral de Jaca, uno de los primeros edificios románicos de la península, recibe al peregrino nada más encontrarse con su famoso crismón(1). Muy pronto, las iglesias de Aragón abandonaron el rito mozárabe, para adoptar la liturgia benedictina, y las luces del Renacimiento medieva,l del año 1000 penetraron con fuerza en el nuevo reino, nacido bajo las nieves del Pirineo. 

 (1)  El crismón es un símbolo cristiano antiguo que se forma al superponer las dos primeras letras griegas, Alfa (Α) y Omega (Ω) para simbolizar que Cristo es el principio y el fin, como se ve en monedas, estandartes y sarcófagos.

martes, 23 de diciembre de 2025

¡¡ Feliz Nochebuena !!


Que cada momento de esta Nochebuena se convierta en un hermoso recuerdo.

La desconocida tregua de Navidad durante la Guerra Civil Española

Tal día como hoy, 24 de diciembre de 1936, tiene lugar la tregua de Navidad, durante la Guerra Civil Española.

Nochebuena de 1936. Nos encontramos en plena Guerra Civil Española. Apenas han pasado cinco meses, desde el inicio de la contienda, tras la fallida sublevación militar contra el Gobierno de la Segunda República y España continúa dividida en dos.

Republicanos y sublevados, combaten a lo largo de la Península Ibérica. En medio de este panorama, en el frente norte, sucede un hecho inédito, para muchos desconocido, cuando combatientes de ambos bandos, acuerdan de manera espontánea, una tregua por Navidad conocida como "la tregua del Monte Kalamua" Allí, entre las provincias vascas de Vizcaya y Guipúzcoa, milicianos vascos fieles a la Segunda República y requetés que luchan en el bando sublevado,carlistas pertenecientes al Tercio de Lácar, acuerdan no hacer uso de las armas, el 24 de diciembre de 1936.

Milicianos vascos fieles a la Segunda República y requetés, intercambiando periódicos durante la tregua del Monte Kalamua    

Esta desconocida historia, fue documentada en el semanario obrero "La lucha de clases" por el socialista pamplonés José Goñi Urriza, que escribió que, durante la fría mañana del día de Nochebuena de 1936, en un momento dado, a un combatiente no se le ocurrió otra cosa, que gritar "no disparéis". Un hecho que hizo, que combatientes de ambos bandos, curiosos, levantasen sus cabezas por encima de los parapetos, en los que se encontraban apostados.

Tras ello, se sucedieron diálogos de una trinchera a otra, en tono amistoso y, como muestra de confianza, los requetés se sentaron encima de sus defensas. Acto seguido, los milicianos republicanos les imitaron, pero la densa niebla del lugar generó un clima de desconfianza, que hizo que unos y otros regresasen, a sus puestos de combate.

Así fue hasta que, a media mañana, la niebla abrió paso al sol y el propio Goñi rompió el silencio, alzando su voz dirigiéndose a los requetés. Estos respondieron y se inició una larga conversación, que acabó con soldados de ambos bandos en medio del campo de batalla, intercambiándose la prensa e, incluso, vino de una cantimplora y cigarrillos.

Un insólito encuentro, que duró hasta el mediodía, momento en el que aquellos soldados, volvieron a sus parapetos, para asumir la triste realidad, de que la Guerra Civil Española todavía no había terminado. Un hecho que hacía que aquellos hombres, que horas antes hablaban de forma amistosa en el medio del campo de batalla, ahora tenían que volver a intentar matarse, los unos a los otros.

Lo ocurrido aquel 24 de diciembre de 1936 en el monte Kalamua fue fotografiado, por José Goñi Urriza con su cámara. Del encuentro sacó al menos tres fotografías, que se publicaron en el semanario socialista "La lucha de clases". 

Dos días después, el 26 de diciembre de 1936, en un artículo en el que Goñi relató con todo lujo de detalles, la desconocida tregua de Navidad, que presenció durante la Guerra Civil Española, la única ocurrida durante este conflicto, que ha llegado hasta nuestros días, de manera documentada.

El atentado fallido contra el obispo de Barcelona, Salvador Casañas

Tal día como hoy, 24 de diciembre de 1905, el militante anarquista Josep Sala i Comes, armado con un cuchillo y un revólver, intentó asesinar al obispo de Barcelona Salvador Casañas i Pagès. 

El 24 de diciembre de 1905, el cardenal Salvador Casañas, fue víctima de un atentado en la catedral de Barcelona, del que salió ileso. El agresor, identificado como José Sala y Comas, fue arrestado inmediatamente después del ataque.

A las ocho, cuando el prelado salía de la catedral, donde acababa de celebrarse una fiesta religiosa, se le abalanzó un hombre puñal en mano, e intentó agredirle.

El intento de asesinato, se produjo en el umbral de la puerta del claustro, de la catedral de Barcelona. Sala, esgrimiendo un puñal, se abalanzó sobre el obispo, pero la rápida intervención de los acompañantes de Casañas, el decano Dachs y el vicario Polo, evitó el asesinato. 

Instantes después, Sala sería reducido en el mismo claustro, por un policía municipal y por un peatón, y quedaría gravemente contusionado en la cara. Pocas horas más tarde, ingresaría en el preventorio, de Sant Felip Neri.

Salvador Casañas i Pagès, nacido en Barcelona en 1834, era obispo de Barcelona y cardenal del título de Santi Quirico e Giulitta. Casañas, que había relevado, al popular obispo Urquinaona, era un entusiasta continuador, de la tarea de colaboración de la Iglesia catalana con la Renaixença, el movimiento de renacimiento cultural, político y nacional de Catalunya. 

Su antecesor Urquinaona, había conseguido que el Pontificado, consagrara a la Virgen de Montserrat como patrona de Catalunya en 1880, a pesar de las reticencias vaticanas, a reconocer singularidades nacionales. Y Casañas era uno de los principales impulsores, de la participación del catalanismo católico, en el movimiento político catalanista.

El agresor, Josep Sala i Comes, nacido en Vic y siendo tejedor de profesión, era un activo militante anarquista y libertario y un viejo conocido de la policía. Había participado en varios mítines de protesta, contra los procesos militares de Montjuïc, los juicios contra los dirigentes, del movimiento anarquista obrero catalán acusados de perpetrar, el atentado terrorista en la calle de los Canvis Nous, de Barcelona contra la procesión de Corpus, de 1896, que había causado, 12 muertos y 35 heridos. 

Horas después del intento de asesinato, del obispo Casañas, Sala prestaría declaración judicial y sería trasladado a la prisión. Ese mediodía se sintió enfermo, y tuvo que visitarle el médico de la cárcel, el cual observó que Salas sufría frecuentes vómitos. 

Moriría en la cárcel al día siguiente, según la versión oficial envenenado,  a pesar de que la autopsia, reveló que no había, veneno en su cuerpo.

lunes, 22 de diciembre de 2025

El ascenso de José Bonaparte a Rey de España

Tal día como hoy, 23 de diciembre de 1808, José Bonaparte accedía al trono español gracias a su hermano mayor, el emperador de los franceses, Napoleón Bonaparte,

El ascenso de José Bonaparte a rey de España, se debió a la imposición de su hermano Napoleón en 1808, tras las abdicaciones de Bayona.

Aunque provenía de una familia de clase media-baja en Córcega, su ascenso no se debió a sus propios méritos, sino al poder de su hermano, quien lo designó rey, a pesar de la resistencia popular y las guerras de independencia, que su reinado desató

Bautizado con el nombre de Giuseppe Napoleone Buonaparte, José Bonaparte nació el 7 de enero de 1768, en la isla de Córcega fruto del matrimonio entre, Carlo Buonaparte y María Letizia Ramolino.

Estudioso de las leyes, José Bonaparte se dedicó al comercio, hasta que en 1796 toma parte, en la campaña de su hermano Napoleón en Italia. Al año siguiente, durante la Primera República Francesa, ejerció como diplomático en Italia, tanto en la corte de Parma, como en Roma. En 1798 fue miembro del Consejo de los Quinientos, el órgano legislativo de  la cámara  baja, en la época del Directorio. 

Durante las Guerras Napoleónicas, actuó como enviado de su hermano y firmó tratados con los Estados Unidos, Austria, Gran Bretaña y la Santa Sede hasta que, en 1806, Napoleón le nombró Rey de Nápoles y más tarde, en 1808, Rey de España, país al que se trasladó de inmediato.

José Bonaparte, estuvo cinco años al frente del país. Nunca se ganó la simpatía del pueblo español, que lo consideraba una marioneta, de su hermano Napoleón.

Cuando llegó a Madrid, España se encontraba sublevada, a causa del levantamiento del 2 de mayo y apenas tuvo tiempo de instalarse, pues no le quedó más remedio que escapar de la ciudad, ante la derrota francesa, en la batalla de Bailén.

Gracias a la intervención del propio Napoleón, con el grueso del ejército francés, pudo establecer su Gobierno en la capital, sin embargo, sus medidas liberales e ilustradas, toparon con la hostilidad popular. 

Algunas de ellas, como la eliminación del impuesto sobre los alcoholes, o la ampliación de los horarios de venta de bebidas alcohólicas, hicieron que corriese el rumor, de que el nuevo monarca era un alcohólico empedernido, rumor que le granjeó el apodo de "Pepe Botella".

Tras la batalla de los Arapiles, el 2 de julio de 1812  y ante el avance del duque de Wellington, dejó Madrid y se trasladó a Vitoria, donde se enfrentó a los ingleses y fue derrotado.

Tras la abdicación de Napoleón, en abril de 1814 y la restauración de la Monarquía borbónica en Francia, José Bonaparte, con el título de conde de Survilliers, se marchó a Suiza, donde compró una propiedad a orillas del lago Leman. 

Volvió a París para apoyar a Napoleón, durante los Cien Días y tras la derrota definitiva, de este en la batalla de Waterloo y su confinamiento en la isla de Santa Elena, emigró a Estados Unidos, adquiriendo una finca en New Jersey. Su esposa Julia Clary, no le acompañó y siguió en Europa. 

Quienes sí estuvieron un tiempo con él en América, fueron sus hijas Carlota, y  Zenaida, después. José Bonaparte volvió a Europa, a finales de 1832, instalándose en Londres, pero como no se le permitió pisar suelo francés, ni reunirse con su esposa en Italia y volvió a Estados Unidos, tres años después. 

Su regreso definitivo a Europa, no se produjo hasta finales de 1839, instalándose de nuevo en la capital británica. Al año siguiente sufrió un ataque de apoplejía y en 1841 consiguió por fin, la autorización para poder ver a su esposa, en Florencia. 

Allí moriría el 28 de julio de 1844. Siguiendo sus deseos, fue enterrado con el Toisón de Oro alrededor de su cuello, una distinción que se había otorgado a sí mismo, cuando fue rey de España. Su mujer falleció ocho meses después. 

En España sus antiguos partidarios, pretendieron celebrar un funeral, pero el gobierno liberal moderado de Isabel II, hija y sucesora de Fernando VII, lo prohibió. 

domingo, 21 de diciembre de 2025

La muerte de Gustavo Adolfo Bécquer, el gran poeta del posromanticismo

Tal día como hoy, 22 de diciembre de 1870, fallecía el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer, el gran poeta del posromanticismo.

Gustavo Adolfo Bécquer, es considerado el gran poeta del posromanticismo español, por haber adaptado los temas románticos a un estilo más íntimo, personal y sencillo, influenciando a poetas posteriores. 

Su obra más famosa, las Rimas y Leyendas, combina sus rimas (lírica intimista) con sus leyendas (prosa con elementos fantásticos, de misterio y terror), y aunque su poesía no fue bien recibida, por la crítica de su época, sí tuvo un gran éxito popular. 

Hijo y hermano de pintores, Bécquer llevaba el arte en la sangre. A los diez años quedó huérfano. Su infancia y adolescencia, las pasó en Sevilla, ciudad en la que estudió, humanidades y pintura.

En 1854 se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria, sin embargo, el éxito no le sonrió. Para poder vivir, hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones, de obras de teatro extranjero, con la ayuda de su amigo Luis García Luna.

En 1858, durante una estancia en Sevilla, estuvo nueve meses en cama, a causa de una enfermedad que a día de hoy se desconoce. Durante la convalecencia, en la que fue cuidado por su hermano Valeriano, publicó su primera leyenda, "El caudillo de las manos rojas".

En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico con la que tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue feliz y el poeta, se refugió en su trabajo. Se iniciaba así su etapa más fructífera, con la composición de crónicas periodísticas, la mayor parte de sus "Leyendas" y la redacción de "Cartas literarias a una mujer", obra en la expone sus teorías sobre la poesía y el amor.

Su situación económica mejoró a partir de 1866, año en que obtuvo el empleo, de censor oficial de novelas, lo cual le permitió dejar sus crónicas periodísticas y concentrarse en sus ‘Leyendas’ y ‘Rimas’, publicadas en parte en el semanario "El museo universal". Poco le duró su nueva vida, pues la revolución de 1868, le dejó sin trabajo en un año en el que su esposa, también le abandonó.

El duro revés que sufrió Bécquer, hizo que se trasladase a Toledo con su hermano Valeriano. Allí acabó de reconstruir el manuscrito de las ‘Rimas’, cuyo original había desaparecido, cuando su casa fue saqueada, durante la gloriosa revolución de 1868.

En 1870 regresó a Madrid, para ocupar el cargo de director de la revista "La Ilustración de Madrid" y, en noviembre de 1870, el de una nueva publicación, "El entreacto". Apenas pudo publicar en este último periódico, pues la tuberculosis se lo llevó el, 22 de diciembre de 1870.

Fue enterrado al día siguiente, en el nicho número 470 del Patio del Cristo, en el cementerio de la Sacramental de San Lorenzo y San José de Madrid. El 9 de abril de 1913 los restos de Gustavo y Valeriano, fueron trasladados por tren a Sevilla y fueron sepultados en la cripta de la universidad, que recibe el nombre de Panteón de Sevillanos Ilustres. 

El deseo de Bécquer, manifestado en vida, fue ser enterrado en Sevilla, junto al Guadalquivir​ y en 2013 fue colocado un cenotafio, dedicado a Gustavo Adolfo Bécquer junto al río Guadalquivir, en el Parque del Alamillo.

El 23 de diciembre de 1870, el pintor José Casado del Alisal, gran amigo del poeta, ofreció su estudio como sede de una reunión, para dar a conocer la obra de Bécquer y ayudar económicamente a su familia. La prensa difundió la convocatoria. La reunión tuvo lugar el 24 de diciembre. 

Se creó una comisión para editar las obras de Bécquer, en la que estuvieron José Casado del Alisal, Eduardo Cano, Augusto Ferrán, Narciso Campillo y Eduardo de Mariátegui. El 29 de diciembre comenzó la preparación de los textos. Las Rimas estaban agrupadas en el "Libro de los gorriones". Con respecto a la prosa, Ramón Rodríguez Correa, ayudó a recopilar textos olvidados, publicados en diarios o revistas, la mayoría sin firma. 

Las Obras de Bécquer, comenzaron a venderse en el verano de 1871 y los beneficios económicos fueron para las viudas de Gustavo y Valeriano. En el aspecto económico, se recogieron donaciones en Madrid y Sevilla. Destacaron las donaciones, del ingeniero Manuel Pastor y Landero de 2000 reales, del rey Amadeo I de Saboya, de 1000 reales, y del político Manuel Silvela, de 500 reales.

sábado, 20 de diciembre de 2025

La Batalla de Curalaba, una derrota española en la Guerra del Arauco

Tal día como hoy , 21 de diciembre de 1598, tiene lugar "la Batalla de Curalaba", victoria decisiva de los mapuches, frente a las fuerzas españolas, considerada una de las principales acciones bélicas, de la Guerra de Arauco, que inicia una rebelión indígena generalizada.

La batalla de Curalaba, (conocida también como desastre de Curalaba o victoria de Curalaba), fue un importante enfrentamiento militar, entre las fuerzas hispanas y araucanas, ocurrido en la madrugada del 21 de diciembre de 1598.

Consistió en la total aniquilación de una columna, comandada por el gobernador real de Chile, Martín Óñez de Loyola, a manos de las huestes dirigidas por los toquis mapuches, Paillamachu, Pelantaro, Huaiquimilla y Anganamón. Esta derrota y la muerte del gobernador, desencadenaron la destrucción de las siete ciudades y fuertes hispanos, entre el río Biobío y el canal de Chacao.

En el contexto general de la guerra, esta batalla abrió la rebelión mapuche de 1598, y terminó con la estrategia hispana, de conquistar totalmente la región región de Arauco, abriendo paso, a los períodos de guerra defensiva y, posteriormente, a la implementación de una política diplomática, basada en los llamados parlamentos. La importancia de este combate, reside más en su efecto desmoralizador sobre los hispanos, que en su magnitud material, o el número de hombres involucrados. 

El revés militar, hizo que el rey Felipe III decidiera, en 1599, enviar un oficial veterano de las campañas europeas, a dirigir la guerra de Arauco: Alonso de Ribera. Este gobernador, terminará por sentar las bases, de la estrategia militar en la frontera de facto mapuche, sobre la base de la profesionalización, de un ejército permanente y la consolidación, de una frontera defendible.

Diversos autores españoles contemporáneos, como el capitán Fernando Álvarez de Toledo, autor del poema épico "Purén indómito", y el cronista Diego de Rosales, refieren apariciones agoreras en el cielo de Chile, supuestamente vistas el día de Santo Tomás, 20 de diciembre, cuando Óñez de Loyola, partía de La Imperial, rumbo a su derrota.

Estos relatos, bastante difundidos, hablan de que en el cielo las nubes se abrieron extrañamente, dejando ver combatientes, aves enigmáticas y otras figuras.

Es un ejemplo curioso, pero no aislado, de la pervivencia de este tipo de relatos, folclóricos en la Guerra de Arauco, asociados desde la Antigüedad Clásica con batallas funestas y campañas mal dadas. Siendo sabido que desde la Antigua Roma, el vuelo de las aves, es considerado un presagio antes del combate.

Por otro lado, la mitología mapuche, concedía a la forma y movimiento de las nubes, un significado simbólico asociado a la guerra. Por lo que es posible, que estos relatos representen una forma de sincretismo, entre dos tradiciones culturales. 

viernes, 19 de diciembre de 2025

El atentado de ETA, contra el almirante Luis Carrero Blanco

Tal día como hoy,  20 de diciembre de 1973, la banda terrorista ETA cometía un atentado en la calle madrileña de Claudio Coello, que acababa con la vida del entonces presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco.,

El atentado de ETA contra Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno franquista, ocurrió en diciembre de 1973. La banda terrorista  asesinó al almirante, causando su muerte y las de su chófer y escolta. La operación, aunque planeada por ETA, dio lugar a la película "El cochecito" que popularizó el nombre de "Operación Ogro", y tuvo importantes consecuencias, para la dictadura y el grupo terrorista. 

El atentado, fue perpetrado según la versión oficial, por tres miembros de ETA. La explosión hizo que el vehículo en el que viajaba Luis Carrero Blanco, saltase literalmente por los aires, poco después de salir de misa, de la Iglesia de los Padres Jesuitas, de San Francisco de Borja. 

Medios de la época, recogieron que la potencia de la explosión fue tal, que el automóvil voló por los aires, chocó en la cornisa superior,, de la residencia de los Jesuitas y fue a caer, dentro de un patio.

Los explosivos detonados, también provocaron graves daños en el lugar de la explosión, desde vehículos y edificios cercanos, hasta un enorme cráter, en la carretera de la calle Claudio Coello de Madrid, cerca del cruce con la calle Maldonado.

El vehículo en el que iba el almirante, Luis Carrero Blanco acabó totalmente destrozado. En su interior también se encontraban su chófer y un inspector de la Policía, que se encargaba de forma habitual, de su seguridad personal, ambos murieron en el acto. 

Por su parte, Luis Carrero Blanco, seguía con vida cuando las autoridades llegaron, hasta el lugar del atentado. Fue trasladado de emergencia a un hospital de la capital, lugar donde murió, escasos minutos después de su llegada.

El cadáver de Luis Carrero Blanco, fue trasladado en una ambulancia a la sede de la Presidencia del Gobierno, donde se instaló la capilla ardiente. A la mañana siguiente se celebró su funeral. A él asistieron los entonces príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, así como numerosas personalidades, de importante relevancia como el vicepresidente de Estados Unidos, Gerald Ford.

La muerte de Luis Carrero Blanco, provocó un hondo impacto en la clase dirigente y en la población española, también en la oposición antifranquista, pues se abría así un espacio lleno de incertidumbre. “No estalla el pánico, pero se instala el miedo. Y el silencio”, llegaron a escribir periodistas de la época.

 


jueves, 18 de diciembre de 2025

El Tratado de Alcalá de Henares, un acuerdo fundamental entre Castilla y Aragón

Tal día como hoy, 19 de diciembre de 1308, en el palacio de los arzobispos de Toledo, en Alcalá de Henares, los reinos de Castilla y Aragón, se comprometieron a coordinar, el proceso de reconquista de la España musulmana, estableciendo condiciones de conquista, límites territoriales y estrategias conjuntas.

El Tratado de Alcalá de Henares, firmado en diciembre de 1308, fue un acuerdo entre los reyes Fernando IV de Castilla y Jaime II de Aragón para coordinar la lucha contra el Reino de Granada. 

Este pacto estratégico, dividió las zonas de conquista, con Castilla enfocándose en el interior y Granada, y Aragón apuntando a Almería y su puerto. 

El tratado, representó un paso importante en la Reconquista, uniendo a los reinos cristianos, frente a un enemigo común, a pesar de las rivalidades históricas. 

El propio rey Fernando IV de Castilla, en presencia del arzobispo de Toledo, Gonzalo Díaz Palomeque, y con el apoyo de su hermano el infante Pedro y de Diego López V de Haro, adelantado mayor de Castilla y fundador de la villa de Bilbao, firmó el tratado ante los representantes aragoneses, Gonzalo García y Bernal de Sarriá, que, en nombre del rey Jaime II de Aragón, también lo firmaron.

El tratado, contemplaba un amplio acuerdo político y militar, que comprometía a ambas partes, a conquistar el reino de Granada y a no firmar, una paz por separado. Se repartieron la estrategia de la conquista,, del reino granadino, organizando los castellanos, la toma de las plazas de Gibraltar y Algeciras y los aragoneses la de Almería.

Hubo estrategias y cesiones, como el compromiso de ambas partes, de aportar cada una diez galeras o el del rey Fernando, de ceder una parte del reino de Granada, a excepción de lugares como Quesada, Alcaudete o Bedmar, y el reino de Almería a los aragoneses, además de permitir una alianza de Jaime II, con el rey de Marruecos. Se acordó también, que el arzobispo de Toledo y el obispo de Valencia, fueran los árbitros ante cualquier discrepancia.

La diplomacia de ambos reinos, consiguió de alguna manera lo que hoy definiríamos, como "internacionalización" del conflicto, al lograr que el papa Clemente V, mediante la bula "Indesinentis cure", prumulgada el 24 de abril de 1309, otorgara el estatuto de cruzada, para la guerra contra los musulmanes en la península ibérica. 

Los embajadores ante el papa, también consiguieron la dispensa, para que se pudiera celebrar la boda entre Jaime de Aragón, hijo de Jaime II, y Leonor de Castilla, hija de Fernando IV.

Fue un tratado fundamental, para la historia de España que, aunque contó con la oposición de algunos nobles, como la don Juan Manuel o la del infante Juan de Castilla, supuso un hito, en la relación política y militar, entre ambos reinos.